En enero de 2013, durante el Show Aéreo Ilopango, un avión Bombardier Learjet 31A se ganó los aplausos de los asistentes al realizar un vuelo raso sobre la pista del aeropuerto ubicado dentro del área metropolitana de San Salvador. El jet, con matrícula N31GQ y capacidad para siete pasajeros y dos tripulantes, demostró en el show sus prestaciones: versatilidad, maniobrabilidad y una velocidad superior a la mayoría de las aeronaves de su clase. El Learjet 31A puede alcanzar los 872 kilómetros por hora, lo que permite volar desde San Salvador hasta Fort Lauderdale, en Florida (Estados Unidos), en poco más de dos horas y media.
Un mes después de aquel show aéreo, el 18 de febrero de 2013, ese mismo avión realizaría el último de una serie de vuelos privados que llevaron durante año y medio al entonces presidente Mauricio Funes, y a personas cercanas a él, en viajes privados al extranjero, a un precio de entre $2,100 y $2,500 la hora. Algunos de esos viajes salieron de la pista militar que se encuentra en ese mismo aeropuerto y, por lo tanto, no quedaron registrados por autoridades civiles salvadoreñas. Pero sí fueron registrados por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de Estados Unidos a su llegada a aquel país.
Autoridades federales estadounidenses confirmaron en Washington a El Faro al menos seis vuelos de esa aeronave, todos con ingreso en el Fort Lauderdale Executive Airport, uno de los aeropuertos para vuelos privados disponibles en el sur de Florida, a solo media hora en automóvil de Miami. Todos esos vuelos transportaron a los mismos pasajeros: el entonces presidente de El Salvador, Mauricio Funes Cartagena; el empresario Miguel Menéndez Avelar, “Mecafé”; el entonces director del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), Leonel Flores; y una joven salvadoreña llamada Ada Mitchell Guzmán Sigüenza, gerente de un spa y quien viajaba con pasaporte diplomático. En estos viajes, además, acompañaba al mandatario el oficial William Guzmán, miembro del Estado mayor presidencial.
En una entrevista concedida por el expresidente Mauricio Funes a El Faro, el pasado lunes 21 de julio, le preguntamos sobre la naturaleza de esos viajes, pero se negó a responder: “No tengo por qué decirte, eran viajes privados”. Después preguntamos de dónde salió el dinero para pagar viajes cuyo precio por vuelo oscila entre $12,000 y $20,000: “Lo único que te puedo garantizar es que no eran fondos del Estado… Algunos viajes yo ponía una parte del dinero, otras lo ponían las personas que viajaban, incluyendo Miguel Menéndez”.
Miguel Menéndez Avelar, conocido como “Mecafé”, es un empresario que multiplicó sus contratos con el Estado –y sus ganancias– durante la administración del presidente Funes. Los últimos datos disponibles, hasta febrero de 2013, consignan que 'Mecafé' había obtenido más de 14 millones de dólares tan solo en contratos de seguridad para el Estado; más que los siguientes tres contratistas juntos. No hay datos de las ganancias de sus otras empresas que obtuvieron contratos del Estado, que incluyen distribuidoras de café. 'Mecafé' además logró contratos irregulares para su yerno y colocó en varias instituciones del Estado a familiares, socios, representantes legales y empleados suyos, principalmente en subsidiarias de la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (CEL).
Funes, quien lo conoció durante su campaña presidencial como recaudador de fondos del grupo 'Amigos de Mauricio' que impulsó su candidatura, explica la relación entre ellos: “Él nada más ha sido mi amigo a lo largo del ejercicio de la Presidencia de la República y él ha tenido sus negocios con el Estado. Es dueño de una de las más grandes e importantes agencias de seguridad del país, con más de 30 años de existencia, y es contratista del Estado. Él participó en licitaciones públicas ofreciendo los mejores precios y, por lo tanto, ganó las licitaciones sin necesidad de que yo tuviera que intervenir porque además la ley no me lo permite. De ahí, teníamos reuniones a título personal como amigo, probablemente él me aconsejaba cómo conducir la relación con los empresarios, pero en materia de políticas públicas él no ha tenido ninguna participación”.
El expresidente niega que alguno de los dos se haya beneficiado de esta amistad.
Leonel Flores, quien fuera director del Instituto Salvadoreño del Seguro Social en los últimos tres años y medio del gobierno anterior, amigo cercano de Funes y pasajero frecuente de los vuelos privados en compañía del presidente, admite haber realizado esos viajes con el presidente. “Mecafé a veces nos cobraba la gasolina y el piloto. Era su avión”, dice. Al ser recordado de que estos se hicieron en un avión alquilado, que no era de él, admite que se refiere a otros vuelos, de los cuales no quiere hablar, hechos en el avión del empresario.
El Learjet 31A matrícula N31GQ no es ni ha sido nunca de Miguel Menéndez. Cuando se realizaron los primeros viajes presidenciales, era propiedad del Grupo Q. Fue cedido en administración en noviembre de 2011 a la empresa Vogel Jets, dedicada a alquilar vuelos ejecutivos. Rafael Salomé, entonces director de Vogel Jets, justifica la necesidad de proteger detalles de los contratos por la confidencialidad debida con sus clientes, pero revisa las facturas y asegura que no tiene ninguna pagada por el gobierno. 'Esos vuelos fueron pagados por privados'.
En realidad, el presidente Mauricio Funes comenzó a utilizar ese avión en 2009, pocas semanas después de la toma de posesión. Durante su mandato lo abordó más de 20 veces. Algunas de ellas en viajes oficiales; otras, como en los seis vuelos a Fort Lauderdale, en viajes de turismo.
El primero en esa aeronave que hicieron juntos Funes, Ada Mitchell Guzmán, Miguel Menéndez, Leonel Flores y el oficial del Estado Mayor está fechado el 10 de diciembre de 2011, justo cuatro días después de que el Ministerio de Relaciones Exteriores extendiera el pasaporte diplomático No. D005383 a Ada Mitchell Guzmán Sigüenza (Funes asegura no haber tenido nada que ver con la expedición de este pasaporte ni con la contratación de la mamá de Ada Mitchell Guzmán por cancillería; ver entrevista). Ese vuelo sí se registró en El Salvador. Al igual que otro realizado el 2 de agosto de 2012, en el mismo avión, con los mismos pasajeros y al mismo destino.
La página web de Casa Presidencial consigna un viaje del mandatario entre el 3 y el 9 de abril de 2012, aunque no especifica ni el destino ni la aeronave ni el propósito del viaje. Pero ese viaje se hizo en el mismo avión y con la misma gente. A diferencia del anterior, este despegó de la pista militar de Ilopango, reservada para vuelos militares y en la que no tienen incidencia las autoridades de aviación civil ni migración. Los vuelos privados salen normalmente de otra área de Ilopango, la civil; pero en este caso, según el expresidente Funes, la decisión de hacerlo desde la zona militar y evitar los registros obedecía a razones de seguridad determinadas por el Estado Mayor Presidencial, debido a que en el vuelo viajaba él, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Pero los vuelos sí fueron registrados en Estados Unidos.
También despegaron en ese avión, desde la pista militar, los mismos pasajeros en vuelo a Fort Lauderdale el 7 de marzo de 2011; el 30 de octubre del mismo año; y el 18 de febrero de 2013. Poco después el avión fue devuelto a Grupo Q y posteriormente vendido a una compañía en Estados Unidos, donde se encuentra ahora.
Ese avión también llevó al presidente Funes a Panamá al menos cuatro veces, entre el 18 de septiembre de 2011 y el 13 de diciembre de 2012. El Faro no pudo confirmar quiénes le acompañaron en estos vuelos, y el expresidente tampoco quiso hablar de ellos aduciendo que eran privados.
Pero hubo más vuelos, según los propios pasajeros. Leonel Flores admite que no conocía la propiedad de los aviones en los que viajaba: “Fueron dos o tres distintos”, dice. El Faro no pudo comprobar los vuelos en esos otros aviones. Leonel Flores tampoco lo explica: “De esos vuelos privados prefiero no hablar, entiéndame. Hice algunos vuelos oficiales con el presidente, de esos sí le puedo hablar. De los privados no”.
Funes, en la entrevista concedida a El Faro, también hace referencia a otros viajes privados realizados en un avión distinto, de los cuales no da detalles, pero que aparentemente tuvieron un costo más bajo: “Miguel Menéndez tiene un avión, algunas veces se viajó en el avión de él y, por lo tanto, lo único que ponía él era el costo de la gasolina, nada más”.
Viajes en reserva
En mayo de 2013, Casa Presidencial calificó como reservados los vuelos del presidente de la República, aduciendo razones de seguridad nacional. Entrevistado pocos días después, el entonces presidente Funes explicó que eran medidas recomendadas por el Organismo de Inteligencia del Estado y en cumplimiento con algunas medidas de seguridad recomendadas también por Estados Unidos. “De todas maneras, a través de la prensa, cualquier ciudadano se da cuenta de adónde vamos, cuánto tiempo estamos y quiénes me acompañan”, dijo.
En agosto de 2013, en cumplimiento a una exigencia de la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP) de que los titulares hagan públicas las misiones oficiales, la Presidencia publicó un informe parcial de los viajes de Funes efectuados entre el 1 de junio de 2009 y el 31 de diciembre de 2012. En el documento aparecen las fechas de 40 viajes realizados pero nada sobre el destino, ni el objetivo de la misión, ni el valor del pasaje, ni los viáticos asignados ni otro gasto, información que el artículo 10 de la LAIP declara como oficiosa, es decir, de obligatoria difusión.
La lista oficial publicada en la página de Casa Presidencial no incluye al menos otros 44 viajes ida y vuelta realizados en el quinquenio 2009-2014 que El Faro pudo documentar. De esos 44 viajes, 19 han sido catalogados como viajes oficiales, es decir pagados por el Estado; incluyendo algunos de los vuelos realizados por el presidente en el avión Learjet 31A con matrícula N31GQ.
Esos 44 viajes forman parte de un registro de 72 viajes presidenciales al que El Faro tuvo acceso. De ellos, 27 son catalogados como no oficiales. “Algunos de esos pueden ser viajes de turismo que hice con mi familia –dice el expresidente–, otros pueden ser viajes de salud. Yo he recibido tratamiento afuera”, respondió Funes.
El expresidente en total viajó 84 veces, apenas seis viajes menos que Francisco Flores, quien gobernó el país entre 1999 y 2004. El destino más común de estos viajes fue Estados Unidos, con 36 arribos. Luego está Nicaragua con siete expediciones, y en tercer lugar, Panamá, con cinco viajes.
Durante todo su quinquenio, Funes efectuó alrededor de 40 viajes en al menos 14 aviones privados, la mayoría de los cuales tienen matrícula estadounidense, aunque algunos como el N31GQ, o el N750EL, fueran entonces propiedad de salvadoreños. También utilizó dos aviones guatemaltecos (TG-ADL y TG-JLG) y uno dominicano.
El último vuelo presidencial de Funes, realizado el 17 de febrero pasado, lo hizo a Panamá desde Ilopango. Doce horas después, el mismo avión lo trajo de regreso a El Salvador, a las 2 de la madrugada del 18 de febrero. La aeronave tiene matrícula de República Dominicana (HI-925), propiedad de Helicópteros Dominicanos SA (Helidosa, una empresa del ministro de Obras Públicas dominicano Gonzalo Castillo) que ofrece el avión en alquiler por $2,500 la hora de vuelo. Aquella mañana del 18 de febrero, en un accidente descrito como doméstico por su esposa, Funes sufrió una fractura de cadera que lo obligó a caminar con andadera en los días posteriores, y que aún hoy lo obliga a caminar con un bastón.
*Héctor Silva Ávalos contribuyó con reportes desde Washington, D.C.