En agosto de 2012, monseñor José Luis Escobar Alas, arzobispo de San Salvador, decidió acudir a lo más alto. “¿Por qué no nos das un canal al servicio de la arquidiócesis?”, le preguntó a Dios. Al siguiente día -él mismo lo cuenta-, Dios le respondió. Una persona dueña de un puñado de frecuencias de televisión se acercó a la parroquia de la colonia San Benito y, quizá siguiendo las enseñanzas del evangelio, se despojó de una de sus pertenencias más preciadas. Esta persona le donó un canal de televisión a la Iglesia Católica Apostólica y Romana. El canal, entonces, fue bautizado con el nombre de TVCA 39.
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Unos segundos después de tocar una puerta de metal, detrás de una cortina blanca, detrás de una ventana cuadrada y de cristal, detrás de unas defensas de hierro forjado, una mujer que posee un puñado de frecuencias de la televisión salvadoreña cobra vida, asoma la cara, con precaución, y habla quedito.
—¿Sí? ¿Qué deseaban?
Esta es una colonia del municipio de Mejicanos, al norte de la capital San Salvador, con largos y estrechos pasajes, en el que las hileras de casas -enfrentadas unas con las otras- son separadas por un arriate de unos tres metros de ancho. Frente al pasaje de esta mujer y frente al resto de pasajes vecinos, hay pequeñas montañas de basura que destilan hedores. Uno no espera que la mujer, dueña de al menos seis canales de televisión, viva en esta zona. O al menos eso sugiere el potencial que tiene entre sus manos. Un canal de televisión, en un año, puede catapultar a un salvadoreño mortal de una condición de vida digna a una condición de contribuyente especial en el Ministerio de Hacienda. Eso le pasó, por ejemplo, a los hermanos Salgado en San Miguel. Wil, el alcalde; y Sandra, la diputada, son contribuyentes especiales gracias al canal TVO, que transmite desde San Miguel, la zona oriental del país. En un año, TVO los hizo facturar más de medio millón de dólares… y en manos de esta mujer que asoma su cara por la ventana hay al menos seis canales. Serían siete, pero uno ya está en poder de la Iglesia Católica.
En el pasaje hace mucho calor. De las paredes vecinas ora llora un niño, ora escupe gritos un televisor, ora suena a todo volumen una canción reguetonera. Es vida de barrio. De barrio obrero, popular. Un almendro sembrado en el arriate, frente a la casa de la mujer, nos da sombra. La mujer tiene cara de haber estado tomando una siesta cuando la interrumpimos. La cara somnolienta, el pelo un poco enmarañado, blusa estrujada. Además, peina canas, tiene piel oscura, cara dura, ceño fruncido. Cara de mamá enojada.
—¿Usted es Concepción Isabel Pérez de Jesús?
—Sí. ¿Quién pregunta?
—Mi nombre es Daniel Valencia. Ella es Valeria Guzmán...
—¿Qué desean?
—Queremos saber qué piensa hacer con los canales de televisión que están a nombre de sus sociedades EDU TV, TV Independiente y TV Juventud.
—Yo no sé nada de eso. Ellos no me han llamado. No me han avisado de nada. No me han dicho nada.
—¿Cuándo dice “ellos” se refiere al señor Carlos Aguilar, el yerno de Boris Eserski? ¿Se refiere a la gente de TCS?
Concepción Isabel Pérez de Jesús abre grandes los ojos. Luego, enmudece.
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A finales de agosto de 2014, algunas de las principales caras de la pantalla chica (presentadores de noticias, narradores deportivos, faranduleros de programas matutinos y juveniles) llegaron al Foro 4 de la Telecorporación Salvadoreña (TCS) para actuar una protesta frente a una cámara de TV. En el Foro 4, un estudio de televisión junto al centro comercial La Gran Vía, tres grupos de presentadores que se presume son rivales –aquello de la regla no escrita de la competencia entre medios- unieron fuerzas en el principal estudio del emporio televisivo más fuerte del país.
“Nosotros los medios de comunicación le decimos sí a la competencia, no a la trampa, sí a la transparencia, no al engaño, sí a las reglas claras, no a los amaños, sí a la libertad, no a la manipulación. Para seguir viviendo en un país en el cual pensar distinto sea posible, exigimos a las autoridades un juego limpio. Le decimos no a la asignación turbia de canales”, exigieron desde el Foro 4 los presentadores de televisión.
Entre las caras más reconocibles en el spot de 38 segundos están las de Luciana Sandoval, la presentadora del programa Viva la Mañana, de TCS; Ernesto López, presentador de Diálogo 21, del Grupo Megavisión, y Romeo Lemus, presentador de La Entrevista, de Canal 12. La última frase del spot es pronunciada por Mónica Casamiquela, la copresentadora de El Noticiero, de Canal 6. Vestido blanco, mirada seria, ella pronuncia la última frase de manera contundente: “Le decimos no a la asignación turbia de canales”. Queda flotando en el aire la frase “la asignación turbia de canales”.
En el Foro 4 de TCS, los presentadores y conductores de Canal 12, TCS y Grupo Megavisión grabaron el mensaje de la campaña “Medios Unidos contra la asignación turbia de canales de televisión”, auspiciada además por tres grandes gremiales del país: la de Radiodifusores (Asder), la de Medios Publicitarios (ASMPS) y la de Agencias de Publicidad (ASAP). Por la vía legal, es decir, la que realmente cuenta, la lucha era librada por los representantes legales de las tres principales cadenas de televisión del país ante la Superintendencia General de Electricidad y Telecomunicaciones (Siget), para impedir que una extraña resolución aprobada en los últimos días del gobierno de Mauricio Funes surtiera efecto. Para mediados de septiembre, las protestas legales y quizá ese spot lograron su cometido: la junta de directores de la Siget revertió la resolución exprés ejecutada un mes antes de que terminara su gobierno el presidente Mauricio Funes.
En mayo de 2014, Luis Méndez Menéndez, presidente de la Siget desde 2010, renunció y en su lugar fue nombrado Ástor Escalante, un aliado del expresidente Antonio Saca (2004-2009), ex fiscal adjunto de la República, exdirector de Centros Penales. El movimiento de Funes en esta importante cartera de estado generó sospechas en el ámbito político nacional. ¿Por qué a Funes le renunciaba un funcionario cuando faltaba apenas poco más de un mes para dejar el poder? Ástor Escalante disipó las dudas y no tardó en actuar. Enarbolando una campaña que nadie había pedido, durante un mes la Siget y Escalante dijeron día y noche que había que acabar con “el monopolio” de las frecuencias de radio y televisión. Curiosamente, desde el partido FMLN se señalaba el mismo discurso. De fondo, y para la rabia de Canal 12, TCS y Grupo Megavisión, Ástor Escalante emitió una serie de resoluciones que alteraban la distribución del pastel de frecuencias de televisión nacional. En síntesis, permitían que un nuevo comensal se sentara a la mesa: TV RED, S.A. de C.V., una empresa vinculada a Ángel González, un magnate de la televisión en las tres Américas. Un hombre que, para muchos, es casi la única persona metida en el negocio de la televisión con poder para alterar el dominio que por décadas ha tenido la familia Eserski en la televisión nacional.
La maniobra de Ástor Escalante fue anunciar que todavía existían canales de televisión para señal abierta, cosa que desde 2009 la Siget ya había dado por descartado. Además, de manera expedita, Escalante sacó un canal de una frecuencia alta y de menor calidad y alcance (el canal 37) y lo movió a una frecuencia baja, el canal 11 (de mayor calidad, recepción y alcance). En 2009 la Siget ya había dicho que eso era imposible, porque esa frecuencia (la del canal 37) no cumplía parámetros técnicos y porque resoluciones internacionales impedían que saliera al aire en la televisión nacional abierta. Pero Ástor Escalante ignoró todos esos antecedentes. En un mes, antes de que Funes y su gobierno dejaran Casa Presidencial, convirtió al canal 37 en el canal 11 y le dio autorización para transmitir en televisión abierta.
Hay un solo trasfondo que rodea a la campaña de Medios Unidos en contra de la resolución de Ástor Escalante. Este caso es un eslabón más en las extrañas maneras en que el Estado a lo largo de su historia ha repartido el pastel de las frecuencias de radio y televisión en el país. Hombres de medios, desde el anonimato, cuentan que en los setenta y los ochenta, militares ligados a los gobiernos de turno, o funcionarios de esos gobiernos de turno, “casi regalaban” las concesiones de radio y TV a sus allegados. Pero como muy pocos sabían hacer algo con frecuencias de radio y televisión, en aquella época los únicos reyes de la televisión eran los Eserski, dueños de TCS. En aquellos tiempos hablar de televisión era hablar de los canales 2, 4 y 6 y Canal 12, que apareció en los ochenta. Y nada más. Tras la guerra aparecieron más hombres de medios, y siguieron ocurriendo más asignaciones extrañas y casi perennes. Por ejemplo, a finales de los 90 un caso ilustrativo fue el del presidente Armando Calderón Sol, quien decidió regalar la frecuencia del canal 8 de televisión a la Fundación Ágape, liderada por el religioso católico Flavián Mucci. Cuando han ocurrido esas concesiones extrañas, casi nadie nunca dice nada. Hasta ahora. En 2009, por ejemplo, ocurrió un movimiento igual de extraño al de Funes y Ástor Escalante, pero con mayor incidencia en la repartición del pastel de frecuencias en la televisión nacional, dado que si bien se había dicho que no había más canales para repartir en la televisión abierta, la Siget anunció de la manga la asignación de muchas frecuencias a un desconocido. En esa ocasión, quizá casi nadie dijo nada porque a lo mejor el status quo se mantendría inerte a la luz de que el nuevo comensal era, precisamente, un desconocido.
En 2009, justo un mes después de que Arena perdiera la elección presidencial a manos de Mauricio Funes y el FMLN, y cuando al gobierno de Antonio Saca le quedaba mes y medio de vida, la Siget hizo concesiones exprés de frecuencias para televisión abierta que en teoría ya no existían. Antonio Saca, quien posee un emporio de medios radiales, a través de la Siget de la época entregó a un abogado desconocido, un hombre que nada sabía de medios de comunicación, la concesión de ocho frecuencias de televisión. Y de estas, durante algún tiempo, siete frecuencias transmitieron en televisión abierta al menos una barra de colores. A aquel abogado desconocido, la Siget le autorizó que siete de sus ocho canales saltaran de la plataforma de suscripción por cable al escaparate de la televisión nacional, que es gratuita. Solo una de estas frecuencias no pudo dar ese salto, porque la Siget imploró criterios técnicos y razonó amparada en convenios internacionales de radiodifusión, para decir que esa era imposible moverla. Esa era la frecuencia del Canal 37, la misma que cinco años más tarde Ástor Escalante benefició para TV RED, provocando la ira de los principales canales del país y la actuación de protesta de los presentadores de televisión que clamaron por un “juego limpio”. En 2009, ni todos esos medios ni todos esos presentadores dijeron nada cuando surgió el nuevo magnate de la televisión salvadoreña, un abogado que de televisión no sabía nada, y quien confesó recibir ayuda de TCS para administrar siete de las frecuencias de TV que pasaron por sus manos. La octava, y por la que hoy hay litigio, la soltó ese mismo 2009. Se la regresó a la sociedad que se la había vendido, luego esta se la vendió a la Universidad Francisco Gavidia, y esa universidad se la terminó vendiendo a TV RED, que salió beneficiada con la resolución de Ástor Escalante.
En 2010, el caso del abogado desconocido que de la noche a la mañana era un magnate de la televisión, fue cuestionado solo por el canal 33. Nada de medios unidos para aquella época. En una nota de su noticiario matutino, el 33 sugirió que detrás del caso algo olía mal, y sugirió, además, que el abogado desconocido, el nuevo magnate de la televisión, era un prestanombres de alguien más.
En 2010 El Faro dio con el paradero del abogado desconocido. Cuando le dijimos que queríamos saber sobre su vida y obra se exaltó:
—¿¡Pero por qué!? Yo no quiero publicidad. No la necesito. ¿Cuál es el objetivo? ¡Ahí andan diciendo que soy prestanombres! ¿¡El qué!? ¿Qué es eso?
En este punto, quizá usted se preguntará: ¿qué tiene que ver un abogado desconocido con el pleito por la transferencia del Canal 37 al 11, con el arzobispo de San Salvador y el canal que milagrosamente llegó a manos de la Arquidiócesis? Aparentemente nada, pero la sombra de las grandes siglas de TCS aparece detrás de una serie de sociedades y abogados que ligan a esas ocho frecuencias con TCS y los Eserski. Y todos los nexos parten de un lugar común: la relación de dos amigos entrañables. Se trata del abogado desconocido, Luis Francisco Adalberto Pinto García y el abogado Carlos Francisco Aguilar Calderón, el yerno de Boris Eserski. Según la Acaldía de San Salvador, Sonia Eserski Álvarez contrajo matrimonio con Carlos Francisco el 10 de agosto de 1985, ante los oficios del notario Francisco José “Chachi” Guerrero. Hace cuatro años, Pinto García, que había obtenido aquel puñado de frecuencias de televisión, reconoció con orgullo su relación con “Mi amigo Carlos Aguilar Calderón”, y para defenderse de la acusación que en el 33 hicieron sobre su anonimato, dijo:
—Cuando me dicen que soy un abogado desconocido, no lo entiendo. El doctor Magaña y Chachi Guerrero son dos de mis mentores. En esa oficina me inicié –dijo.
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En una nota titulada “Un proyecto televisivo católico que surge de Jesús Sacramentado”, publicada en la página oficial de la Arquidiócesis de San Salvador, se narra la historia de cómo Dios asignó a la Iglesia Católica Apostólica y Romana el TVCA 39 que el arzobispo Escobar Alas le había pedido.
Según el Arzobispado, aquella persona dueña de un puñado de frecuencias de TV se acercó a Luis Ernesto Ayala Benítez, párroco de la iglesia San Benito de la capital. Este templo está levantado sobre un redondel en una de las zonas más lujosas de San Salvador. Su nave central es un triángulo, y en el centro, elevado en una plataforma, oficia misa un cura. A un costado, en un salón con aire frío, hay una alfombra carmín y butacas especiales para los penitentes. Al fondo del salón se expone Jesús Sacramentado, o lo que viene siendo una hostia bendecida, resguardada por un crucifijo dorado. Esa hostia, en la tradición católica, representa el cuerpo de Cristo. Cuenta el Arzobispado que en la tarde del 25 de agosto de 2012, un feligrés creyente le estaba orando al Santísimo, en el salón con la alfombra carmín, cuando sucedió el milagro que al parecer había pedido con un día de antelación el Arzobispo de San Salvador. Así, el ruego que hiciera un prelado un día antes, cayó como inspiración divina un día después en la cabeza de otra persona. Y fue así como esta persona salió de ahí convertida, convencida, influenciada quizá por el poder de Dios. La persona, entonces, buscó y se acercó al padre Ayala Benítez y le ofreció un canal de televisión. “… el feligrés preguntó que si él (el presbítero Ayala Benítez) tenía interés en un canal de televisión y su respuesta fue afirmativa. El feligrés propuso otra interrogante: si al existir la posibilidad de entregar una frecuencia para un canal católico, sería posible hacerla operar. La respuesta del padre Ayala también fue positiva”, dice esa historia publicada en la página en internet de la Arquidiócesis.
A juzgar por la fecha en que ocurrió esta historia, esa persona que obró el milagro no podría ser otra que el abogado desconocido, Luis Francisco Adalberto Pinto García. No podría ser otra porque para esas fechas él era, como el nuevo magnate de la televisión nacional -después del tradicional, que era hasta entonces Boris Eserski-, el dueño de los canales 39, 41, 43, 45, 47, 49 y 51. O, para ser más precisos, Pinto García era el socio mayoritario de las sociedades dueñas de esas frecuencias. Concepción Isabel Pérez de Jesús, la habitante de aquel pasaje adonde la alcaldía de Mejicanos no llega a recoger con frecuencia la basura, era su socia para esas fechas: tres acciones de un total de 600. Es decir, el 0.5 % del total de acciones era de ella.
En 2010, el mismo Pinto García confesó a El Faro que a ella, a la mamá con cara de enojada que alguna vez fue su secretaria, nunca más la había vuelto a ver. Según Pinto, unos pandilleros la habían amenazado a la salida de la colonia en la que él vivía, en la entrada a la ciudad de San Salvador, a un costado de la carretera panamericana. Desde entonces nunca más supo de ella.
Pinto García y Concepción se asociaron en 2008 para crear las tres sociedades que nacieron con un capital de 2 mil dólares -cada una-, divididas en 200 acciones de 10 dólares. En las tres, él es el accionista mayoritario: 597 acciones. Ella, su socia, invirtió sólo 30 dólares en las empresas. Pero ninguno de los dos sabía nada de administrar canales de televisión, aunque Pinto también confesó que ese trabajo se lo hacía gente de TCS. Lo dijo desde uno de los cuartos de la segunda planta de su casa. Un cuarto convertido en oficina y en donde estaban, en físico, los ocho canales, pero que en realidad eran una serie de aparatos electrónicos parecidos a los devedés que lanzaban frecuencias hacia el volcán de San Salvador –según Pinto a la estación de TCS en el Boquerón- a través de dos antenas parabólicas instaladas en el techo rojizo de su casa.
¿Fue Pinto el buen samaritano, la persona que escuchó a Dios y obró el milagro para la Iglesia Católica salvadoreña? El Arzobispado registra que la concesión del Canal 39 se llevó a cabo en octubre de 2012. Y la Siget, en un mapa de frecuencias liberado en junio de 2014, nombra la resolución de la adjudicación de la concesión a favor de la Iglesia Católica Apostólica y Romana de El Salvador con el código 9793-T2-458-2012.
Preguntarle a Pinto García si fue él el feligrés que obró el milagro del Canal 39 es ahora imposible. Pinto García falleció el 12 de julio de 2013, aquejado por una grave enfermedad, según algunos de sus conocidos y vecinos. Sus restos están enterrados, sin placa mortuoria, en el sector La Esperanza del cementerio Jardines del Recuerdo. “Hay mucha gente que considera muy caro el precio de la placa, pero si solo 185 dólares vale. ¿Usted se la va a comprar?”, pregunta una de las vendedoras del cementerio, cuando llegamos a visitar el sepulcro. El otrora nuevo magnate de la televisión, que pagó más de un cuarto de millón de dólares por ocho canales, que soñaba con hacerse rico él y sus socios de los que no quiso nunca hablar, que soñaba con producir una “televisión automática”, pero que no sabía nada sobre medios, ahora yace bajo una tumba sin placa y ante una vendedora que asegura que una placa no es cara.
En los días de sus exequias, sus amigos de universidad, aquellos que estudiaron con él la carrera de derecho en la Universidad José Matías Delgado, publicaron una esquela en su nombre en los periódicos del país. Ellos pagaron este mensaje: “La familia como los amigos de verdad, son para siempre, OMNIA CUM HONORE, ¡hasta siempre, querido Chico!”
En esa promoción, llamada “La Mística”, se graduaron los últimos tres exfiscales de la República: Belisario Artiga, Félix Garried Safie y Romeo Barahona. Se graduó de ahí también Carlos Francisco Aguilar Calderón, el yerno de Boris Eserski, el mejor amigo de Luis Francisco Adalberto Pinto García.
Dos semanas después del fallecimiento de Pinto García, en agosto de 2013, su socia, Concepción Isabel Pérez de Jesús, designó al abogado Gustavo Salvador Lacayo Carrillo como nuevo administrador de las empresas que había creado con Pinto García. Al menos eso se desprende de la información en el Centro Nacional de Registros.
En marzo de 2014, nueve meses después de la muerte de Pinto García, la Iglesia Católica hizo una presentación pública del nuevo canal TVCA 39. En un acto austero, monseñor José Luis Escobar Alas agradeció y pronunció el nombre del donante del canal de televisión. No, el feligrés que recibió el mensaje de Dios no fue, según Escobar Alas, Luis Francisco Adalberto Pinto García. Tampoco fue la feligrés Concepción Isabel Pérez de Jesús. Y tampoco fue el administrador único nombrado tras la muerte de Pinto García, el abogado Gustavo Salvador Lacayo Carrillo. Fue otro nombre el que, según dijo Escobar Alas ante los micrófonos y las cámaras de TCS, pertenecía a aquella persona que se había acercado a ofrecer una frecuencia de televisión.
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El 1 de agosto de 2013, Concepción Isabel Pérez de Jesús tuvo un día pesado en la ciudad de San Salvador. Entre las 10 de la mañana y las 6:45 de la tarde, la mujer cedió la administración de sus sociedades al abogado de nombre Gustavo Salvador Lacayo Carrillo.
19 días atrás, su socio, Luis Francisco Adalberto Pinto García había fallecido, pero la administración de las sociedades, y sobre todo el mantenimiento de los canales de televisión, no podían quedar desatendidos. No podía quedar desamparados, olvidados en una casa ubicada en la entrada a San Salvador, a la orilla de la carretera panamericana. Un vecino de Pinto García cuenta que días después del deceso -el viernes 12 de julio se había estacionado frente a su casa un vehículo de la morgue del Instituto de Medicina Legal- llegaron camiones de TCS a bajar las antenas parabólicas que Pinto García tenía en su casa. Uno de los vigilantes de la colonia coincide en esa visita de “empleados de TCS”, dado que un familiar de Pinto García arrendaría la propiedad, y necesitaba que desalojaran “las antenas y los equipos de los canales”, dice ese vigilante.
Ante la incertidumbre sobre el futuro de las sociedades dueñas de los canales, Concepción Isabel reapareció y se convocó a sí misma para elegir un administrador único propietario para las sociedades EDU TV, TV Independiente y TV Juventud. Las horas de las reuniones y las tres firmas de Concepción Isabel que hacen constar este movimiento ahora están resguardadas en el Registro de Comercio de San Salvador. Y según esos registros, los seis canales que heredó Pinto ahora son administrados por el abogado Lacayo Carrillo.
Gustavo Salvador Lacayo Carrillo es un abogado fundador del bufete Colegales de El Salvador, S.A. de C.V. Tiene 55 años de edad y despacha en la Colonia Flor Blanca, a escasos metros del estadio Jorge “El Mágico” González. Gustavo Salvador Lacayo Carrillo usa lentes, es bajito, piel clara, ojos claros. Tiene manos suaves, quizá pasadas por manicura, y una sonrisa amable. Tiene una apariencia pulcra, como la de un cirujano que se pasea en guayabera blanca y botas negras por su consultorio, satisfecho del éxito obtenido en la cirugía de la tarde.
Cuando universitario, a este abogado, apoderado por años del Banco Agrícola, le apodaban “el chele”. Estudió casi toda su carrera en la Universidad José Matías Delgado, pero algo pasó y según sus excompañeros, que al graduarse se autollamarían la promoción 'La Mística', él se fue casi al final de la carrera. Entre sus excompañeros se encuentran tres ex fiscales de la república, un abogado ahora fallecido y el yerno de Boris Eserski, el hombre más fuerte de la televisión salvadoreña.
Gustavo Salvador Lacayo Carrillo es un abogado y notario que orbita alrededor de algunas de las sociedades y fundaciones de los Eserski y TCS, y otras sociedades por las que también ha transitado el yerno Carlos Francisco Aguilar Calderón. Los encuentros en la triada Calderón-Lacayo-Eserski se estiran y encogen como un acordeón en los registros del CNR. El acordeón se estira, por ejemplo, cuando aparecen los alcances de la familia Eserski ligados al Banco Agrícola, en donde Lacayo ha sido durante mucho tiempo uno de los apoderados de esa firma bancaria… al igual que el yerno de Boris Eserski. Lo mismo ocurre en la sociedad Credibac, en donde un Eserski ha sido tercer director propietario y Lacayo ha sido uno de los apoderados. Entre Lacayo y Aguilar Calderón hay otra sociedad que los une, dado que ambos han sido en algún momento apoderados de los propietarios de Hacimira S.A. de C.V., mejor conocida como “Hacienda de Los Miranda”, un prestigioso salón de eventos ubicado en Antiguo Cuscatlán. Lacayo y Aguilar Calderón también aparecen relacionados en la sociedad Stereo Mi Preferida, el primero como apoderado y el segundo como director. En 1995, Stereo Mi Preferida fue rebautizada bajo el nombre comercial de “Vox 94.5”.
En diciembre de 2009, el abogado y notario Lacayo registró el nacimiento de la Fundación Eserski, una entidad de utilidad pública, no lucrativa, apolítica ni religiosa. Entre los ocho miembros fundadores de la familia Eserski, que incluyeron a Boris Eserski, entonces de 81 años, estaba Sonia Eserski de Aguilar, la esposa de Carlos Francisco Aguilar Calderón. Esta fundación fue registrada en el Diario Oficial el 16 de diciembre de 2010.
Ahora, Lacayo Carrillo puede presumir esa cercanía con el hombre de medios más fuertes del país, pero también puede presumir la administración de un emporio que hoy por hoy pertenece a un fantasma. Tras la muerte de Luis Francisco Adalberto Pinto García se desconoce quién heredó sus acciones en las sociedades dueñas de seis canales de televisión. Al menos en el Centro Nacional de Registros no se halla esa información. Son estos herederos, junto a Concepción Isabel, la señora con cara de mamá enojada, los verdaderos nuevos magnates de la televisión salvadoreña, con un potencial mediático que incluso podría desplazar a Boris Eserski, que a la fecha cuenta con solo cinco frecuencias de TV. Seis frecuencias contra cinco.
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Concepción Isabel Pérez de Jesús no es la feligrés que obró el milagro que pidió monseñor José Luis Escobar Alas. La descarta, sobre todo, su género. Monseñor siempre habló de que el feligrés que obró el milagro de donarles el CATV 39 fue un hombre. La descarta, sobre todo, que ella no quiere saber nada y dice no saber nada sobre Pinto García, Carlos Aguilar, TCS, Gustavo Salvador Lacayo Carrillo...
Regresamos a la fachada de la casa de la mujer, una fachada pintada con un color aqua vibrante.
—¿Pero sí sabe que el señor Pinto está muerto?
—Sí, me enteré por los periódicos –dice ella, siempre quedito.
—¿Fue al entierro, a la vela?
—No.
—¿Usted cómo fue que conoció al señor Pinto García? Él nos dijo que usted trabajó con él muchos años.
—Le trabajé 15 años.
—Entonces conoció a don Carlos Aguilar. Sabemos que ellos dos eran como mejores amigos.
—La verdad es que no recuerdo, fíjese…
—Díganos: ¿y cómo fue que decidió designar a otro abogado para que dirija los canales?
—No, es que yo de eso no sé nada.
—Permítame enseñarle una fotografía. Este es un documento en donde aparece su firma. Está fechado el 1 de agosto de 2013.
—No, yo no recuerdo nada de eso.
—¿Reconoce su firma?
—Sí, esa es mi firma.
—¿Cómo es que no recuerda que haya firmado ese documento?
—Mire, la verdad es que yo no recuerdo nada de eso. Esa sí parece mi firma... parece, ¿verdá?
—Perdón que insita, pero cuando al principio nos dijo “no me han llamado', ¿se refería a la gente de TCS, al señor Aguilar?
—Yo no he dicho “no me han llamado”. Eso me lo quiere atribuir usted.
—Señora, usted lo dijo…
—Miren, me van a disculpar, pero estoy esperando una llamada desde el exterior…
* * *
Estamos claros que quien obró el milagro del Canal TVCA 39 no fue el abogado Gustavo Salvador Lacayo Carrillo. Él no estaba al frente de las sociedades en 2012, cuando la frecuencia fue anunciada en donación, según el Arzobispado de San Salvador y según una resolución de la Siget. Gustavo Salvador Lacayo Carrillo, al igual que Concepción Isabel Pérez de Jesús, también tiene silencios profundos.
Abordamos a Lacayo en el vestíbulo de su despacho legal, una tarde lluviosa de inicios de septiembre. La recepcionista de Colegales S.A. de C.V. cometió el error de llamarle sin advertirle que éramos periodistas. Carrillo sale por una puerta, con una gran sonrisa.
—Señor Carrillo, somos periodistas de El Faro y queremos hablar sobre las sociedades que administra, las dueñas de los canales.
Lacayo Carrillo intenta disimilar su asombro, pero los ojos que se le abren grandes lo delatan.
—Okay, pero ahorita no tengo tiempo…
—Es que queremos saber cómo fue que llegó a tomar la conducción de esos canales, que eran mayoritariamente de un abogado que tiene un año de fallecido.
Lacayo Carrillo se coloca de espaldas a la recepción, frente a nosotros. Cruza los brazos y la sonrisa se desvanece de su rostro.
—Concertemos una cita y hablamos. Eso hay que hablarlo despacio.
—Solo permítanos hacerle una pregunta. Es que fíjese que logramos ubicar a la señora Concepción Isabel Pérez de Jesús...
Lacayo suelta los brazos. Pregunta:
—¿Y qué pasa con ella?
—… Es que ella nos dijo que no lo conoce, que no recuerda haberse reunido con usted ni haber firmado los documentos que lo acreditan como administrador de las sociedades...
Lacayo quizá se sienta emboscado. A su izquierda hay una puerta que conduce a una oficina que no es la suya. La puerta de la entrada la estamos bloqueando nosotros. A su derecha, la puerta por la que apareció, recién se está abriendo. Lacayo hace un movimiento que recuerda a los que hacía Cantinflas: hace como que se irá a la izquierda pero se traba o se arrepiente, se detiene, baja la mirada, y decide desandar su camino por el camino que lo trajo al vestíbulo del bufete. Mientras da cuatro, cinco zancadas con sus piernas cortas, alcanza a decirle a la recepcionista que nos tome los datos, para que concertemos la cita.
—Hablemos en serio la otra semana. Así nomás no puedo responderle eso que me pregunta… —alcanza a decir, antes de desaparecer.
Al cierre de esta nota, Lacayo aún no ha concedido esa otra cita.
* * *
¿Quién fue el hombre misterioso que obró el milagro de la asignación de un canal que había pedido monseñor José Luis Escobar Alas? ¿Quién fue el hombre que donó la frecuencia del Canal TVCA 39 a la Iglesia Católica? Hay algo de lo que sí estamos claros: no fue el yerno de Boris Eserski, “vicepresidente de Telecorporación Salvadoreña”, representante legal de las sociedades Canal Seis S.A. de C.V., Canal Dos S.A. de C.V. y apoderado general judicial de la sociedad YSU TV Canal 4, S.A. de C.V. De lo que estamos claros es que no fue el entrañable amigo de Pinto García, el otrora nuevo magnate de la televisión salvadoreña, un hombre que siempre visitó a Pinto García en su casa, al punto de que en esa colonia, hasta los vigilantes y los vecinos le recuerdan como el hombre que más acompaño a Luis Francisco Adalberto en sus últimos días en esta tierra.
“Don Carlos Aguilar siempre venía. Siempre. Y don Chico (Pinto García) siempre hablaba de él. A veces pasaban por el portón y don Chico, desde la ventana, sacaba la cabeza y nos decía que se iban a bailar salsa. A él le gustaba mucho bailar salsa. Siempre presumía que era buen bailarín”, dice uno de los vigilantes.
Después de muchos intentos vía telefónica a su despacho, y de varias llamadas perdidas a su celular personal, y de unas preguntas a través del sistema de la aplicación whatsapp, Carlos Francisco Aguilar Calderón se anima a soltar una respuesta. En TCS, además, El Faro pidió hablar con Juan Carlos Eserski, pero sus asistentes remitieron siempre con Aguilar Calderón. “Él es quien siempre habla en nombre de TCS y de la familia”, respondían.
Aguilar Calderón dice:
'Estimado señor, estoy bastante atareado y esa es la razón por la que no he podido corresponderle ya que estuve ausente toda La semana anterior.'
'Pero no veo yo cual es la relación que existe entre sociedades que no conozco, que Ud dice que mi buen amigo el Lic Pinto veía en su agenda profesional, y Canal 11 y 37 ?????'
'Adicionalmente le puedo garantizar que en la Fundación TCS no trabaja el Lic Lacayo, lo único que se hizo bajo sus oficios notariales fue adecuar la escritura de constitución de la Fundación. TCS sub contrata muchos profesionales para desarrollar sus actos mercantiles y de ayuda social.'
Enviamos tres preguntas más a Aguilar Calderón, pero al cierre de esta nota nunca hubo respuesta. '¿Usted o los Eserski son los socios de los que habló el desaparecido señor Pinto García? ¿Cómo podemos entender esa relación tan cercana entre usted y los Eserski con abogados que de administración de frecuencias televisivas sabrán muy poco? ¿Usted o los Eserski han invertido recursos de manera directa o indirecta en las sociedades dueñas de esas frecuencias?'. Antes de leer estas preguntas en su teléfono, Aguilar había sugerido un encuentro en vivo y en directo. Esa cita nunca se concretó.
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El 25 de marzo de 2014 se ofició una misa en la parroquia del Seminario San José de la Montaña, de San Salvador. El canal TVCA 39 fue lanzado oficialmente, bendecido por el arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas.
En su página oficial, el Arzobispado de San Salvador dice que la misión evangelizadora que se llevará a cabo desde ese nuevo canal no hubiera sido posible sin un grupo de benefactores entre los que se encuentran Antonio Cabrales, Ricardo Hill y Álvaro Guatemala, miembros –junto a otros- del “Comité Económico Pro Canal Católico”. Este comité, según el Arzobispado, colaboró para lograr una base monetaria que permitiera construir la infraestructura adecuada para el canal (un antiguo sótano bajo el parqueo del Seminario San José de la Montaña, que alguna vez funcionó como imprenta).
Pero de nuevo, ¿quién es el benefactor anónimo que donó el canal 39 a la Iglesia Católica? El 25 de marzo de 2014, el arzobispo de San Salvador resolvió por fin el misterio. Sus palabras fueron citadas por el periódico Equilibrium, que contó en una nota la inauguración del nuevo canal, hecho que no hubiera sido posible 'sin el aporte generoso de Juan Carlos Eserski”. Al día siguiente, La Prensa Gráfica también hizo eco de ese suceso, y en una nota que cuenta la inauguración se relata que antes de iniciar la eucaristía, monseñor José Luis Escobar Alas fue muy claro: “Agradeció a Juan Carlos Eserski, director ejecutivo de Telecorporación Salvadoreña, S. A., quien donó la frecuencia del canal”.
Un año antes de la inauguración, cuando la Iglesia Católica anunció el proyecto del canal, Escobar Alas ya había agradecido a sus benefactores. En esa ocasión, desde un hotel capitalino, Alas dijo a las cámaras de TCS: “A la familia Eserski y don Juan Carlos y todos los familiares suyos por su gran bondad. Es una familia de fe que está cerca de la iglesia apoyándola en cualquier sentido, pero, en el canal de manera especial”.