Amnistía Internacional lo puede decir más alto, pero no más claro: está sorprendida de que el presidente Salvador Sánchez Cerén y el vicepresidente Óscar Ortiz no les hayan brindado una audiencia para hablar de temas tan delicados como la Ley de Amnistía y la prohibición absoluta del aborto. El organismo buscó el encuentro tanto en su venida a este país centroamericano como en Nueva York, donde el mandatario salvadoreño brindó un discurso en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas.
Salil Shetty es, como secretario general, la voz oficial de Amnistía Internacional desde 2010. En la conferencia que brindó la semana pasada en El Salvador, hizo afirmaciones como esta: 'La prohibición total del aborto está matando a mujeres y niñas o condenándolas a decenas de años de cárcel' en El Salvador. Al mismo tiempo le pidió un papel protagonista a Sánchez Cerén sobre este tema porque 'la terrible represión que sufren las mujeres y las niñas es realmente espeluznante y equiparable con la tortura'.
A la presentación del informe 'Al borde de la muerte: violencia contra las mujeres y prohibición del aborto en El Salvador' acudió el coordinador residente del Sistema de Naciones Unidas en El Salvador, Roberto Valent. También estuvo el procurador general para la Defensa de los Derechos Humanos, David Morales. Valent se mostró enfático en la necesidad de que el gobierno salvadoreño se comprometa a impulsar un debate en torno a la despenalización del aborto y el procurador defendió el trabajo de la institución que preside en el respaldo a las demandas de indulto presentadas ante la Asamblea Legislativa en favor de 17 mujeres presas y condenadas bajo condiciones controversiales.
Shetty conoce de la historia de Beatriz, la joven de 23 años que, en 2013, solicitó se le permitiera abortar cuando estaba embarazada de un ser anencefálico que según los peritos médicos no tenía posibilidades de sobrevivir al nacer. El embarazo, según los mismos especialistas, amenazaba su vida por diversos padecimientos de la joven, y esta terminó pidiendo amparo ante la Sala de lo Constitucional, para que se le permitiera interrumpir su embarazo. La Sala le denegó el amparo. Según Shetty, el problema de abordaje de los magistrados en este caso fue que se guiaron más por sus creencias que por la legislación sobre derechos humanos que debían aplicar. Y eso es lo que el secretario general de Amnistía recrimina a la Sala: 'Los magistrados, en lugar de seguir las señales (sobre amenaza inmiente a la vida de Beatriz) deberían seguir los derechos humanos y la Corte Suprema de Justicia se enredó, se enredó en aplacar las fuerzas retrógradas del país'.
Durante el turno de las intervenciones del público, Verónica Salazar, de la Colectiva Feminista, demandó un papel más incisivo a la Procuraduría. A Morales no le quedó de otra que asumir la crítica y dijo que están trabajando para que su labor pueda responder de una mejor manera a las demandas de la sociedad.
¿Por qué no pudo reunirse con el presidente de El Salvador?
La verdad es que tendría que hacerle esa pregunta al presidente y al señor vicepresidente… No es que nosotros no hayamos intentado esta audiencia. Nos reunimos con los jefes de los otros poderes del Estado, el presidente de la Asamblea, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, y estamos decepcionados de que no pudimos platicar con el presidente y vicepresidente de El Salvador. También le hicimos el ofrecimiento de reunirnos con él en Nueva York el pasado el viernes.
¿Hace cuánto había solicitado este encuentro con el gobierno de El Salvador?
Hace tanto tiempo… Ellos sabían de nuestra visita.
¿Cuáles eran los puntos importantes que iban a tratar con el presidente Sánchez Cerén o con el vicepresidente Óscar Ortiz?
Los hallazgos de nuestro informe. Esto significa que el enfoque de mi visita está directamente relacionado con una detención de esta prohibición absoluta del aborto en el país… El Salvador es uno de los pocos países en todo el mundo que, incluso cuando una mujer fue violada o cuando una mujer tiene en riesgo su propia vida, incluso cuando hay un problema serio a nivel fetal, independientemente de todos estos problemas, la mujer tiene que tolerar el embarazo. Tenemos una serie de recomendaciones para el gobierno. Algunas de ellas están relacionados con el aborto, pero muchas de ellas están relacionados con la prevención: anticonceptivos, educación sexual y muchos otros aspectos. Básicamente queríamos presentarles nuestras opiniones. Amnistía Internacional siempre ha creído en un diálogo y en el compromiso con los gobiernos… Estuve en México hace un par de meses por ejemplo, y me reuní con el presidente Peña Nieto y entre las cosas que le dijimos al gobierno mexicano fueron, por ejemplo, los malos antecedentes que tiene sobre la tortura, y claro, obviamente eso no es nada agradable pero así es la vida y se lo dijimos. Un aspecto importante de Amnistía Internacional es reflejar lo que dice en los hechos y hacerlo en una forma imparcial e independiente…
¿El tema de la Ley de Amnistía de El Salvador figuraba en este encuentro con las autoridades del gobierno salvadoreño?
Sí, hemos tenido mucho cuidado, pero desde hace mucho tiempo de que la Ley de Amnistía está bloqueando el camino de la justicia y nuestras experiencias a nivel mundial nos han enseñado que la única forma de tener una paz sostenible así como desarrollo sostenible es a través de la justicia. La Ley de Amnistía solo permite la impunidad, impide que las víctimas del conflicto, de la violencia, encuentren la justicia. Queremos que la Ley de Amnistía sea derogada. La ratificación del Estatuto de Roma […] está en contradicción con la Ley de Amnistía, por eso la Ley de Amnistía debe derogarse.
Más allá de una respuesta políticamente correcta, me gustaría saber cuál es su opinión del hecho de que el gobierno de El Salvador no se haya reunido para discutir estos puntos.
Mire, Amnistía Internacional no hace especulaciones al respecto, porque yo no tengo ninguna base para saber por qué es que no pudieron reunirse con nosotros Sánchez Cerén y Óscar Ortiz, pero yo sí puedo comunicarle que estoy sorprendido y puedo decirle también que estoy decepcionado, pero yo no quisiera ponerme en elucubraciones al respecto.
Antes de los pasados comicios en los que resultó ganador el actual presidente, en ese momento hice un sondeo con todos los candidatos que en ese momento querían ser presidentes y les pregunté si querían derogar la Ley de Amnistía, y todos por supuesto dijeron que no; pero la respuesta del actual presidente Salvador Sánchez Cerén fue idéntica a la respuesta que daba la derecha en sus 20 años de gobierno: “No queremos reabrir heridas”. Este discurso es el de un gobierno, digamos, progresista…
Mire, una de las cosas que Amnistía Internacional ha aprendido a partir de sus experiencias internacionales es que yo no creo que los derechos humanos sean un asunto de la derecha o de la izquierda. Lo que se necesita es tener el valor para hacer lo que es correcto y cuando usted abre heridas antiguas, entonces hay un dolor agudo a corto plazo, pero si no las abre permite que se siga formando un absceso, entonces a largo plazo va a tener que hacer una cirugía mayor, entonces tiene ahí la elección que quiera tomar: o quiere un dolor a corto plazo o un dolor menor a largo plazo.
¿Qué opina de que El Salvador básicamente está obteniendo la justicia de sus crímenes de guerra pero fuera de sus fronteras y no aquí con en su territorio y con sus instituciones?
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha intervenido en varias ocasiones, incluyendo en lo que respecta a la Ley de la Amnistía, pero esto no debería darse, es importante que los líderes nacionales tomen la bandera y que lleguen a un acuerdo entre ellos y digan “sí, vamos a encontrar una solución [con el tema de las víctimas]”.
¿Cómo evalúa que Guatemala sí pudo como país configurar un sistema judicial para condenar a Ríos Montt?
Ciertamente fue la primera vez que sucedió en la historia y fue un movimiento sumamente valiente. Después de Fujimori creo que es un paso adelante e importante porque Latinoamérica tiene muchos países con una historia de conflicto y de dictaduras militares y Guatemala sentó un buen precedente.
¿Entonces qué necesita el sistema judicial de El Salvador: valentía o voluntad política?
Definitivamente que Guatemala tuvo la voluntad política y creo que ese es el reto aquí también en El Salvador.
¿Y dónde quedan para ustedes estos grandes financistas de los crímenes de lesa humanidad en Latinoamérica como Estados Unidos e Israel?
Es obvio que los Estados Unidos participaron… Los Estados Unidos tienen la mano metida en casi todos los conflictos de esta región y esto es de conocimiento público. Yo soy el primero que denunció los dobles estándares de occidente en lo que respecta a derechos humanos, pero los derechos humanos no tienen nada que ver con el occidente como tal, sino que tienen que ver con nosotros mismos. El hecho de que los Estados Unidos viole los derechos humanos no justifica que el gobierno de El Salvador y que la gente de El Salvador detengan los procesos de la justicia…
En la conferencia de prensa planteó un panorama bastante difícil en materia de derechos humanos para la región. ¿Qué le pronostica a El Salvador en este tema?
Todos los aspectos están intervinculados, porque si las instituciones no son fuertes, si los derechos humanos no son el enfoque principal de un gobierno, entonces cuando se tiene una crisis todo esto se complica más y no se puede manejar. Tengo el planteamiento de que en los pequeños países de Centroamérica muchas veces no son creados por ellos mismos, porque los problemas vienen de Colombia, de Estados Unidos. Es una situación compleja y por eso es que nosotros hacemos un llamado al gobierno, para que se fortalezca, para garantizar que ellos mismos observen los principios de los derechos humanos. Muchas veces las víctimas, incluso de la violencia por las drogas o del crimen organizado, son gente pobre, son mujeres y son jóvenes, bastantes jóvenes. Por ejemplo: la gente está sufriendo por esta prohibición absoluta del aborto en el país y son gentes jóvenes, niñas del área rural, de familias pobres.
Recordamos el caso de Beatriz, la joven mujer con una gestación inviable, gravemente enferma, a quien el Estado le impedía interrumpir el embarazo, con grave riesgo a su vida, según algunos especialistas. La Sala de lo Constitucional nunca accedió a la petición de Beatriz de autorizar la interrumpción de su embarazo. ¿Qué opina Amnistía Internacional sobre el manejo del caso Beatriz?
Estuvimos muy decepcionados por la forma en que se trató el caso de Beatriz. Le escribimos a la Corte Suprema de Justicia, pensamos que en lugar de seguir señales deberían seguir los derechos humanos y la Corte Suprema se enredó, se enredó en aplacar las fuerzas retrógradas del país. Estaban tratando de que todo el mundo estuviera contento y eso la verdad fue un caso sumamente triste y Beatriz sufrió lo indecible. En el caso de las 17 mujeres (presas después de ser condenadas en circunstancias controversiales), nosotros hemos hecho expresiones muy claras de que nos enfocamos en los casos que han sido acusados con base en asuntos relacionados con el embarazo y fueron encarceladas por esta prohibición absoluta del aborto. Nuestro énfasis ahí es en un debido juicio. Le pedimos a la Corte Suprema de Justicia que reconsiderara cuidadosamente cada caso, ya sea en lo que respecta a un juicio justo para cada una de ellas, pues ellas ni siquiera pueden pagar un abogado y los defensores públicos apenas les hablan por cinco minutos en todo el juicio. Quedó muy claro que la defensa fue sumamente débil. Apelamos a la Corte Suprema de Justicia que tomara estos elementos en su consideración. El caso de las 17 es emblemático, el problema, la verdad, es mucho mayor porque estamos hablando de miles de mujeres y no tenemos datos concretos al respecto, pero se habla de entre 20 mil y 40 mil mujeres al año que tienen abortos inseguros en el país y la situación a nivel de las prisiones es verdaderamente impresionante. Mis compañeros visitaron la prisión de María Teresa Rivera (una de las 17 mujeres presas por un alegado aborto espontáneo) y en la sala en la que duermen hay 205 reclusas y muchas de ellas tienen incluso sus niños ahí.
Las acusaciones a las 17 dicen que hubo homicidio agravado y que no tiene nada que ver con el tema del aborto. ¿Qué piensan de este argumento?
Aquí hay una confusión total sobre cuál es su figura legal y eso es parte del problema, incluso el Ministerio de Salud no tuvo claridad del caso y la profesión médica está en una situación muy difícil… La profesión médica tiene un juramento hipocrático, es decir, salvar a una mujer que está sufriendo y que está en riesgo, pero eso se está dirigiendo hacia otro lado en donde tienen que denunciar a esta gente a la policía. ¿Es un aborto provocado? ¿Es un aborto espontáneo? ¿Qué madre va a querer matar a su propio niño? Nos hemos entrevistado con muchas de esas mujeres, mujeres que tienen familia, que tienen niños, no es como que carecieran de niños... son mujeres sumamente religiosas, de hecho, todo el tiempo están pregonando su fe católica o cristiana.
También hay personas que están juzgando a todas estas mujeres y que ocupan cargos y que son, por ejemplo, del Opus Dei. Esto también impone visiones de mundo y de valores. Incluso utilizan los medios de comunicación para expresar sus prejuicios.
Tenemos el mismo problema a nivel judicial. Planteamos este aspecto al presidente de la Corte Suprema de Justicia: que si los jueces, los tribunales y los más bajos están haciendo un fallo con base en sus prejuicios religiosos o personales en eso, entonces la Corte Suprema de Justicia tiene que cambiar esos fallos, tiene que derogarlos, pero todos estos son problemas río abajo porque tenemos que irnos a la fuente de donde surge el problema. Y es aquí cuando decimos que la prohibición absoluta del aborto tiene que derogarse y el gobierno tiene que abrir la posibilidad para tener abortos seguros al menos como mínimo cuando el riesgo de vida de la mujer está presente. No se olvide que El Salvador es el país que tiene la mayor tasa de embarazos en adolescentes en todo el mundo y una de las tasas más elevadas de homicidios también del mundo. Las mujeres están expuestas a la violencia desde una edad muy temprana y mucha de esta violencia es violencia sexual que conduce a embarazos no deseados. Las mujeres no pueden controlar su propio cuerpo, entonces tenemos que enfrentar la causa de origen…
¿Ustedes se reunieron con Beatriz?
Sí, nos reunimos con ella.
¿Ella se siente violentada en sus derechos?
Sí, ella está en una situación muy, muy frágil y cuando ella nos contó su historia, pues sufrió… Es una mujer joven y es gente que se ve de pronto ante esta situación que no se la esperaba… Muchas de las mujeres con las que hablamos nos dijeron “mire, nos levantamos en la mañana y de repente en la tarde ya estábamos en la cárcel”. O sea que no han tenido antecedentes penales en lo absoluto, son gente común y corriente. Esto le podría suceder a su hermana o a su hija. Esa es la situación en el país.
Usted ha dicho públicamente que el gobierno de El Salvador niega el problema del aborto en el país. ¿Es así o entendí mal?
Es así. El problema está bastante nebuloso. Muchos de los casos que nos preocupan son simples abortos espontáneos y la gente está confundiendo el asunto. Hay mucha confusión [sobre el tema], entonces, lo primero que tiene que comprender el gobierno es que muchas mujeres están muriendo, muchas mujeres están sufriendo diariamente. El gobierno tiene que reconocer esto y tiene que darle respuesta. Cuando dije que el gobierno está negando el problema quise decir que nadie de sus líderes del gabinete está diciendo que existe este problema.
En El Salvador ha habido tradicionalmente un vínculo íntimo entre el gobierno y la Iglesia y los valores religiosos terminan fusionándose y reproduciéndose en las distintas dependencias gubernamentales. ¿Ustedes cómo ven esto?
Nosotros no vemos los problemas desde arriba, sino que desde abajo. Cuando existe una violación a los derechos humanos y el gobierno no se mueve ni hace nada es porque su percepción es que hay secciones de la comunidad religiosa que se opondrían a los cambios, es decir: se opondrían a cambios en la Constitución y eso sí que es un problema y aun así nosotros [Amnistía Internacional] somos de las primeras instituciones que defendemos el credo religioso. Creemos que toda persona tiene el derecho a tener su credo particular, pero ese credo no se puede dar a costa de los derechos de niñas y mujeres. Usted tiene razón cuando plantea esto como un problema, porque lo es.
¿Y para ustedes qué papel están jugando los grandes medios de comunicación en el debate sobre el aborto?
Mire, lo que deberían hacer los medios de comunicación es plantear los hechos concretos ante la población y estos hechos deben estar basados en pruebas científicas y empíricas, vivencias recolectadas de primera mano. Desafortunadamente, cuando pasamos al tema del aborto, estos temas se complican con las emociones, con la ideología, con la filosofía, con la religión y no tienen una base con la realidad de las mujeres. Por primera vez, después del caso de Beatriz, se logró que se abrieran los ojos y los oídos de varias personas. Por eso mi apelación a los medios de comunicación sería que vayan y platiquen con estas mujeres y niñas; encuéntrenlas y transmitan los hechos que ven. Eso no es el caso en este momento.
Usted estuvo en un canal de televisión y me gustaría saber su percepción sobre cómo se aborda el tema del aborto desde el periodismo…
Imagino que usted vio la entrevista e imagino que usted tendrá propia opinión…
Supongamos que no la vi. Deme su opinión.
Creo que la entrevista estuvo bien. Las preguntas y los comentarios del público demostraban que se estaban alejando de los hechos concretos que pasaban a ser prejuicios. Por eso le he dicho que el gobierno y los grandes líderes de este país no están llevando el debate con la gente. Yo sé que este país es profundamente católico, pero con cada una de las mujeres que me reuní y que tuvieron este sufrimiento también eran cristianas arraigadas. Eso no significa que estas mujeres carezcan de fe religiosa, pero están sufriendo por esta situación legal que tiene El Salvador.
Déjeme ser el abogado del diablo. Esta pregunta se mueve entre la filosofía y la ciencia: ¿dónde comienza la vida?
En lo que respecta a Amnistía Internacional, nosotros nos apegamos a las leyes y a las normas internacionales sobre los derechos humanos y eso es algo que tenemos muy claro. Creemos que en El Salvador no se puede tener una ley, una práctica que ponga la vida de niñas y mujeres en riesgo. Digamos que hubo una niña que fue violada y si ella decide que quiere llevar a término el embarazo, pues se le debe permitir que lo haga. De la misma manera, si existe una niña violada y decide no tener ese niño, pues también se le debería permitir. O sea: nosotros no le estamos negando el derecho a nadie. Estamos en contra de que a las mujeres se les niegue el derecho al aborto. Este problema afecta a niñas pobres. ¿Qué sucede cuando una mujer de familia rica tiene un aborto o problemas con el embarazo? Simplemente se van a México o se van del país y así resuelven el problema. No solo estamos creando un problema desde las leyes del Estado, no solo contra las niñas y las mujeres, sino que también contra la gente pobre.
Sigo como abogado del diablo. ¿El aborto no es sinónimo de asesinato?
Esto es un juego de palabras. El hecho es que las niñas y las mujeres se están muriendo en grandes cantidades en este país y justamente por esta prohibición absoluta del aborto. Si usted quiere llamarlo asesinato, pues lo puede llamar así. Nosotros no usamos este vocabulario.
En El Salvador han habido aspectos más importantes en los centros educativos públicos como enseñar la Biblia que la educación sexual.
En una edad joven la gente necesita exponerse a todo tipo de educación. Si la Biblia es una tradición esencial en El Salvador, pues está bien. No hay ninguna razón para que no se deba enseñar la Biblia, pero el problema llega cuando se niega la educación sexual y reproductiva y el costo de no contar con esta educación es un problema transversal, porque es una forma de cómo la gente se trata la una con la otra. Esto retrasa el avance de la sociedad.
Recuerdo que alguien le comentó que el aborto no está en los tratados internacionales sobre derechos humanos…
Al contrario: los convenios y normas internacionales son muy claros al respecto: las mujeres deben tener la capacidad de tomar sus propias decisiones. De hecho, toda la campaña que estamos lanzando “Mi cuerpo, mis derechos” está relacionada con el hecho de que la mujer tiene el derecho a decidir con quién se va a casar, cuándo se va a casar, cuántos niños va a tener y cuándo quieren tener esos niños. Esa es nuestra campaña y está basada en el derecho internacional.
¿Y dónde queda el hombre en el tema del aborto?
El hombre es centro del problema del aborto. Las mujeres históricamente han sido subordinadas al hombre de forma física y de cualquier otra manera. Desafortunadamente el Estado está legitimando esto con leyes absolutas de penalización del aborto y está legitimando al hombre. Cuando un gobierno refuerza la discriminación, eso es terrible. Las mujeres se ven empujadas a esta situación y ellas generalmente no tienen derecho ni control sobre su cuerpo.
¿Cómo ven en El Salvador la situación sobre los defensores de los derechos humanos?
Muy mala. Nos reunimos con una gran cantidad de defensores de los derechos humanos y muchos países tienen mecanismos para resguardar a los defensores de los derechos humanos y a los activistas y El Salvador no tiene una forma sistemática de protegerlos. Por ejemplo: si usted está en contra de la minería en este país, pues tendrá ataques. De hecho, hay muertos en este tema. Las personas que levantan su voz para defender a grupos excluidos se verán atacadas.
¿Está cumpliendo El Salvador sus deberes en materia de derechos humanos?
En este caso de los derechos sexuales y reproductivos y en esta prohibición absoluta del aborto el Estado salvadoreño está violando muchas obligaciones internacionales de derechos humanos, incluyendo los artículos 2 y 16 de los convenios de las Naciones Unidas contra la tortura. Además está violando el derecho a la salud, a la privacidad, el derecho a la no discriminación y el derecho a una vida sin violencia contra las mujeres. Pero no solo está violando los tratados internacionales, también está violando las propias leyes salvadoreñas de 2012, como la Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres. Esto es una violencia institucional apoyada por el Estado.
¿Qué opina sobre esta solicitud de indulto a las 17?
Esto realmente es una iniciativa muy importante y muchos de estos problemas están relacionados con embarazos y abortos. Ayer le hicimos un llamado a la Corte Suprema de Justicia para que revise cuidadosamente cada uno de los casos para garantizar que no se ha dado un juicio injusto.
El hecho de que siga vigente la Ley de Amnistía de 1993 y que los diferentes gobiernos de derecha e izquierda no hayan hecho nada por desactivarla, ¿es un ejemplo de institucionalizar la impunidad?
Sí, así es. Eso es lamentable. Es un fenómeno que se da en todos los espectros políticos. Hay una posición equivocada de que si se abre el pasado se pondría en riesgo el futuro, pero las experiencias internacionales nos dicen todo lo contrario. Hay países que se han abierto a su pasado y tenemos a Chile, Argentina y ahora Brasil. Ah, también Guatemala.
¿No cree que los ciudadanos también son responsables al tolerar este tipo de abusos e impunidad estatal?
La sociedad civil es diversa. Por ejemplo: la Iglesia Católica también es parte de la sociedad civil, pero sé que hay muchísimas organizaciones sociales que están en contra de la Ley de Amnistía o que están en contra de la impunidad y están a favor de la justicia.
En El Salvador ha ocurrido algo histórico: se ha encarcelado a un expresidente salvadoreño por acusaciones de corrupción. ¿Qué significan estos hechos para países como el nuestro?
No le hemos dado seguimiento a este caso, pero creemos que es importante que los países de Latinoamérica demuestren que nadie está arriba de la ley. Guatemala ya lo hizo, Perú también. Es bueno que se demuestre que no puede haber impunidad.