Riga, LETONIA. Los temores de lituanos, letones y estonios se han intensificado con la actividad rusa en sus fronteras. Los aviones militares rusos pasan cerca todos los días. Durante el fin de semana del 6 al 7 de diciembre, los aviones de la OTAN despegaron en varias ocasiones para “acompañar” a los bombarderos rusos que volaban con sus transpondedores apagados.
Lituania ha incrementado el nivel de alerta de sus tropas el 8 de diciembre, tras ver pasar un grupo de 22 navíos de guerra rusos por el Báltico, entre ellos una corveta fuertemente armada a 5 kilómetros de sus aguas territoriales.
Por su parte, el ministro polaco de Defensa, Tomasz Siemoniak, dijo el jueves que está “preocupado” por la actividad militar “sin precedentes” de Rusia sobre el mar Báltico en los últimos días.
Según un portavoz de la OTAN, el lunes hubo más de treinta aparatos rusos de diferentes tipos, bombarderos, cazas y aviones de transporte, interceptados “sobre el mar Báltico y frente a las costas de Noruega”.
De hecho, Suecia anunció el jueves la posibilidad de llamar a sus antiguos soldados para realizar ejercicios militares. El ministro de Defensa aludió al “rearme de Rusia”.
Rechazar el primer ataque
Ante la maquinaria militar rusa, las fuerzas bálticas solas no tendrían ninguna posibilidad. Pero, como dice el analista lituano Aleksandras Matonis, se trataría de rechazar el primer ataque y manifestar la voluntad de resistir, mientras llegan refuerzos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
“En el peor de los casos, si hubiera una agresión contra los países bálticos y que los planes de defensa de la OTAN se activaran, los aliados necesitarían cierto tiempo de respuesta. Los países tienen que hacer frente y rechazar el primer ataque con sus propios medios de defensa”, explica.
Estonia, Letonia y Lituania han realizado cada uno importantes compras de material y han aumentado sus presupuestos militares después de que Rusia se anexionó Crimea y ayuda a los rebeldes separatistas en el este de Ucrania.
“La seguridad seguirá siendo la que es durante mucho tiempo. No se trata de mal tiempo, se trata de cambio climático”, dijo esta semana el jefe del gobierno estonio, Taavi Roivas.
Tras recuperar su independencia en 1991, los países bálticos se adherieron a la Unión Europea y a la OTAN en 2004 para reforzar su anclaje en el oeste.
“La presencia de la OTAN en la región del Báltico debe seguir y aumentar”, dijo Roivas durante una visita a Estados Unidos, donde habló de nuevos contratos de armas.
Seis carros Leopard
Los tres países han incrementado sus gastos militares. El ministro estonio de Defensa Sven Mikser firmó el 9 de diciembre en Holanda el mayor contrato militar de la historia del país, con la compra de 44 vehículos de combate CV90 y seis carros Leopard, por 170 millones de dólares. Un mes antes, compró a Estados Unidos 40 lanzamisiles suelo-aire Stinger, por $ 50 millones.
Por su parte, el gobierno letón compró en agosto 123 vehículos de combate en Gran Bretaña por $ 60 millones. El mes pasado, concluyó un acuerdo con Noruega para comprar 800 sistemas anticarro Carl Gustav y 100 camiones.
Lituania ha acudido a su vecino polaco para encargar el sistema de defensa antiaérea GROM, por $ 42 millones, y cuenta gastar todavía otros $ 25 millones para comprar misiles Javelin a Estados Unidos.
En seis meses, estos tres pequeños países, que tienen una población de algo más de seis millones de personas, han gastado $ 375 millones en material bélico.
Según la experta letona Kristina Rudzite-Stejskala, Estonia –uno de los pocos miembros de la OTAN que ha alcanzado el umbral recomendable de gastos militares equivalentes al 2% de su PIB– prevé aumentarlos al 2.05%. Vilna y Riga están muy por detrás con el 0.89% y el 0.91%, pero quieren aumentarlo al 1.1% y 1% en 2015.
Pese a estos esfuerzos, el monto total de gastos militares bálticos –$ 1,600 millones en 2014– parece irrisorio ante los $75,000 millones (3,4% del PIB) gastados por Rusia.
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