Hato Hasbún: “No se puede decir que hay control territorial de las pandillas”
¿Las pandillas controlan territorios en El Salvador? ¿Someten a comunidades a su ley, determinan quién o qué entra a sus territorios? El comisionado presidencial para la seguridad ciudadana y convivencia cree que no. Las evidencias, sin embargo, indican todo lo contrario.
Valeria Guzmán
En la mañana del miércoles 29 de julio, el tercer día de paro del transporte público provocado por presiones de las pandillas, el Comisionado Presidencial para la Seguridad Ciudadana y Convivencia expresó en una entrevista en Canal 21 del Grupo Megavisión que no es cierto que las pandillas controlen territorios en suelo salvadoreño. "(Como gobierno) Nosotros tenemos control de todo el país. Aquí no se puede decir que hay control territorial de las pandillas. Se quiere decir que ahí no hay presencia del Estado”, dijo.
Estas declaraciones fueron brindadas por Hasbún al ser cuestionado sobre la presencia de grupos delincuenciales en el país. Aquel miércoles 29 de julio, el gobierno explicaba que como medida contingencial, se había puesto a disponibilidad pública vehículos estatales custodiados por policías y militares. Cuando la cantidad de elementos de Seguridad Pública que escoltaban las unidades de transporte dependía de la conflictividad de la zona a la que se dirigían, Hato Hasbún insistía que el control territorial del país lo tiene el gobierno.
En El Salvador es de amplio conocimiento que hay comunidades en las que las pandillas imponen su ley, determinan quién entra o sale, cómo deben compartarse los miembros de la comunidad respecto a la actividad delincuencial de la pandilla y delimitan fronteras invisibles en la que propios o extraños pueden resultar sospechosos por solo atreverse a cruzarlas. Desde 2011, El Faro registra el fenómeno y ha publicado toda una serie de investigaciones que hablan de cómo las pandillas, que controlan territorios a lo largo y ancho del país, son capaces de definir la movilidad, el trato con las autoridades policiales, el movimiento de los alumnos y maestros en las escuelas y la movilidad de la población en esos territorios. En sus canchas, la fuerza y el poder de las pandillas incluso es capaz de provocar el desplazamiento de una comunidad entera para salvar la integridad física o la vida de sus miembros.
En aquellas zonas más conflictivas y con escasa presencia policial, incluso los agentes de la Policía Nacional Civil -recluidos en casetas hechizas, sin acceso a servicios básicos y sin transporte- reconocen que poco pueden hacer en un territorio en el que ellos mismos se reconocen como unos intrusos.
Contrario a lo que el comisionado de Seguridad sostiene, las pandillas pueden decidir quién vive o quién huye para sobrevivir. El 20 de enero de este año, diecisiete familias abandonaron su hogar en el condominio San Valentín de Mejicanos, debido a la eminente amenaza de una masacre ordenada por el Barrio 18 por haberse negado a amueblar la casa de dos pandilleras. En abril, otro grupo de 21 personas huyó de sus casas en San Martín tras amenazas de los pandilleros que habitaban sus mismas comunidades. Pasaron la noche en el parque de una de las zonas más lujosas de El Salvador, pidiendo un asilo -que les fue denegado- a la embajada de Estados Unidos.
El poder de las pandillas en sus territorios no solo determina la renta para pequeños comerciantes y para transportistas, sino que además es capaz de doblegar a grandes cadenas internacionales de servicios. En Mayo de 2015, Sala Negra de El Faro publicó el especial de extorsiones, donde se da cuenta cómo las pandillas controlan el centro histórico de San Salvador, pero también el paso de transnacionales como la telefónica Tigo u otras de bebidas y alimentos y servicios (telefónicos, eléctricos...), que se ven obligadas a pagar una "renta", una extorsión semanal o mensual para poder descargar sus productos en esos sectores populosos del país, en los que se vende entre el 60% y el 80% de sus productos o servicios.
Contrario al discurso del Comisionado Presidencial Hasbún, incluso el actual alcalde de San Salvador por el FMLN admitió en febrero de 2015 que las pandillas dominan ciertos territorios de El Salvador. Cuando en febrero Nayib Bukele lanzó su plataforma municipal como candidato, explicó que uno de sus ejes principales era la seguridad y en ese sentido “el primer paso es que el Estado recupere el control de los territorios que están en manos de las maras y las pandillas”, dijo.
Antes que Bukele, el exalcalde de San Salvador, el hoy diputado arenero Norman Quijano confirmó a El Faro qué puede y qué no puede hacer el alcalde de la ciudad capital en los territorios dominados por las pandillas. Cuando en mayo del 2015 El Faro logró documentar que el centro de San Salvador está gobernado por cinco clicas de la Mara Salvatrucha y una tribu del ala revolucionaria del Barrio 18, Quijano -entrevistado cuando aún era alcalde- comentó que “hay muchas comunidades donde para entrar debo tener autorización del palabrero. Hay comunidades donde he suspendido inauguraciones porque me dicen: 'No están de acuerdo con que usted llegue, doctor' (...) Hay un control territorial de las pandillas. Ningún gobierno en los últimos años le ha podido dar una respuesta satisfactoria", dijo Quijano.
El Faro considera que la afirmación del comisionado para la seguridad ciudadana y convivencia es falsa. Su contenido no se corresponde con la información que manejan o registran las fuentes más rigurosas y confiables disponibles.