Cuando combatieron en la guerrilla, soñaban con un nuevo mundo, más justo, en el que el techo y las tortillas no les fueran tan ariscos. 24 años después de la firma de los Acuerdos de Paz, la comunidad del cantón El Progreso, en Torola (Morazán) se resigna. Estas familias de exguerrilleros sobreviven con ingresos de entre 75 y 120 dólares por hogar, desde su mundo de privaciones recuerdan las promesas de cambio de sus líderes, y concluyen, resignadas, que sus otros compañeros de lucha, hoy con buenos puestos en el Gobierno, se olvidaron ellos.