Regalado es la quinta persona que ocupa el cargo en los dos periodos presidenciales del FMLN, y aunque asegura que busca una gestión en la que se recupere la autonomía de la Secretaría de Cultura -comunicacional y en la toma de decisiones trascendentes para la cultura del país- ella desde ya asegura estar valorando los pros y los contras que existen cuando tu jefe inmediato es el presidente de la República. Como si el rango ministerial eliminara esa barrera, ella sostiene que mejoraría las cosas, y por eso dice que se necesita darle a la SEC un rango ministerial, aunque es realista cuando dice que eso ocurrirá hasta, tal vez, antes de 2019. Al menos para los interesados en el desarrollo cultural del país, la honestidad de Regalado es un polo a tierra, si se compara con aquella apuesta arriesgada del presidente Salvador Sánchez Cerén, quien había prometido ese ministerio para el 2015.
La nueva secretaria de Cultura fue elegida apenas el 22 de enero, y quizá por eso intenta parecer acomedida en sus declaraciones cuando se le pide que elabore posturas claras ante escenarios concretos. Por ejemplo, si es conveniente que los espacios culturales sean apartados para actos escolares de la nieta del Presidente o que la SEC sea un botín del que dispongan todas las instituciones cuando piden ora una orquesta, ora una compañía de danza para amenizar sus eventos. Hay que leer a Regalado con lupa para encontrar posturas claras como cuando se arriesga a decir que, en efecto, en eventos de sábados no se invierte en proyectos culturales que dignifiquen a los artistas, en alusión a los 'festivales del buen vivir', el evento estrella de la Presidencia, que cada dos fines de semana se transmite desde algún punto del país con Salvador Sánchez Cerén como anfitrión principal.
Definición clara del trabajo de la Secretaría, autonomía y fortalecimiento del presupuesto son a grandes rasgos las apuestas de esta poeta y gestora cultural de 54 años, con una trayectoria literaria reconocida con varios premios y con seis libros propios y varias antologías colectivas. Empezó como gestora cultural en 1995 con la fundación y dirección de la Unidad de Cultura 'Roberto Armijo', de la Universidad Tecnológica de El Salvador. Luego fue concejal de cultura del gobierno municipal de San Salvador regido por Violeta Menjívar de 2006 a 2009. Desde noviembre de 2010, hasta su reciente nombramiento, fue directora de la Casa del Escritor, en el Museo Salarrué, ubicado en la casa que fuera residencia del escritor en Los Planes de Renderos. Además, es profesora de Letras y licenciada en Comunicaciones, con una maestría en Administración Educativa. En su currículo político partidario figura su militancia en las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), que durante la guerra civil salvadoreña formó parte del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
¿Para qué necesita El Salvador, un país con violencia y pobreza extrema, una Secretaría de Cultura?
Precisamente por toda la problemática que vivimos en este país necesitamos una entidad de cultura, que en este caso va caminando hacia el proceso de ser Ministerio. ¿Por qué es básica la cultura en un contexto en donde nos estamos destruyendo? Porque el hecho de que vivamos en una lógica de la violencia tiene que ver con la cultura. Esa es la cultura en la que vivimos en este país. Entonces, en este mismo contexto cultural que nos lleva a las víctimas materiales necesitamos también diferentes intervenciones desde la cultura que nos lleven a transformar esta situación a una de respeto, armonía, de convivencia constructiva entre los salvadoreños. Para eso está la cultura y el arte. Incluso el mismo ministerio de seguridad ha llegado a la conclusión de que no es posible solo la represión, sino que hay que hacer un proceso preventivo.
Es una institución que está adscrita a la presidencia y hasta ahora lo que hemos visto es que le sirve al presidente para acompañarlo los fines de semana en sus eventos ¿Le conviene más al gobierno tener una Secretaría de Cultura para adornar los actos presidenciales que una que desarrolle una política de cultura de Estado?
Más bien creo que es al revés. Creo que la presencia de la Secretaría junto a las actividades presidenciales obedece a que se le da más relevancia al tema cultural y artístico. Hay un mayor apoyo. Por ejemplo, en este momento acabamos de terminar unas presentaciones de La Colmenita...
...un proyecto icónico de la presidencia...
Claro, que es un primer proyecto piloto que va a multiplicarse este año con 14 réplicas a nivel nacional. Desde la presidencia tenemos un mayor respaldo financiero, incluso.
Haciendo un análisis de la cuenta de Twitter de la Secretaría, desde el 1 de enero 2014 hasta el día de ayer, podemos ver que en estos dos años le ha dado prioridad exagerada a retuitear lo que hace presidencia. En los últimos tres meses, por ejemplo, 286 retuit a contenido de la presidencia, 75 al contenido de la cuenta de Sánchez Cerén, 89 del Cenar oficial y luego se dedica a retuitear a Transparencia Activa, el Buen vivir, Radio Nacional, Cancillería y en un lejano lugar está el Muna. Esta información deja a la cuenta de la Secretaría como un megáfono de lo que hace presidencia. ¿Va a seguir así?
Yo asumo que esa ha sido una estrategia y me imagino que eso tiene que ver con que somos una secretaría de la presidencia. Pero eso se va a cambiar porque llevo yo la visión de que tenemos que volver la vista hacia lo que nosotros también estamos haciendo. Se puede apoyar, pero tenemos que comenzar por casa.
¿El hecho de que sea una Secretaría de la presidencia no la supedita a los intereses de la presidencia?
Una de las cosas que tenemos en discusión es nuestra política de comunicaciones. Ya la próxima semana entramos a eso, lo discutimos con nuestros directores nacionales, porque nuestro objetivo es revertir este proceso y poner en prioridad lo que la Secretaría de Cultura hace. Esa es nuestra prioridad porque esa es nuestra institución.
Usted acaba de asumir la institución del ejecutivo que más cabezas ha tenido. Nosotros escribimos con asombro durante la administración de Funes que había habido dos secretarias y un secretario. Empezó la administración de Sánchez Cerén con un secretario que se fue y ahora con usted son cinco en siete años. ¿Cómo interpreta esa movilidad a nivel del liderazgo en la cultura?
Hay múltiples razones y cada cambio seguramente obedeció a causas distintas también, pero de fondo a mí me parece que nos está evidenciando también cuán difícil puede ser pensar en el tema de las artes y la cultura desde los diferentes gobiernos. Esto ha significado desde el ojo de la población una crisis. Yo lo asumo como una crisis que nos da también una oportunidad de replantearnos. Eso mismo nos está hablando de cómo en nuestro país hay una situación adversa alrededor del arte y la cultura: no se le da el mismo tratamiento que otros temas o a que otros ministerios. En este país es mucho más fácil llevar la seguridad que el tema de la cultura.
Del sondeo que hicimos antes de su nombramiento, cuando su nombre figuraba entre los candidatos, mucha gente destacaba su calidad humana: “es que Silvia Elena es muy buena gente” o “Silvia Elena, porque es poeta…”, pero también lo veían como debilidades para alguien que tiene que administrar una institución de gobierno. Pensando mal, uno podría decir que “mejor pongo a alguien débil, fácil de manipular, que me ayuda a mi propaganda…” ¿Cómo interpreta esas lecturas?
Yo sé que en nuestra cultura una persona que sea buena gente o que su energía no sea de alfa es interpretado como alguien débil. Y yo soy tranquila, pero yo no soy débil, porque la vida me ha puesto tantas pruebas y he vivido tantas cosas que al final uno se va fortaleciendo. Me considero una persona fuerte y no soy manipulable. Eso definitivamente. Cualquier manipulación la puedo detectar y eso es algo que rechazo de antemano. Pero a veces la gente no lo sabe. Piensan que como soy tranquila o porque puedo tener sentido de justicia, de equidad, eso puede ser visto como algo negativo. Políticamente no sé si esto intervino en la propuesta que me hicieron. Pienso que tuvo más peso la experiencia que yo tengo como gestora cultural. La poesía fue lo que me permitió entrar en contacto con el mundo de la cultura y el arte. A partir de ahí, durante más de 20 años, he desarrollado una experiencia como gestora cultural y me he manejado siempre con presupuestos mínimos y así he desarrollado mi actividad. Pero sí creo que tengo el deber trabajar por un presupuesto más digno para lo que hacemos desde la cultura y el arte.
Tenemos la percepción de que ha habido un esfuerzo tanto de partido como del sector artístico que lleva varios años tratando de acompañar la gestión cultural del gobierno, concretamente desde que llegó el FMLN. El producto más importante que se dio fue el llamado Eje 9 de la propuesta de gobierno de Sánchez Cerén, y desde que Ramón Rivas llegó a la Secreataría se convirtió en una espina: Hay un reclamo dentro del partido, de gente que colaboró con la campaña, porque no se veía concretado, siendo esta la apuesta en cultura, calculada para cambiar la institucionalidad, pero no hubo avances. ¿Cómo ve el Eje 9 dentro de su administración?
El Eje 9 se transformó en el objetivo 8 dentro del Plan Quinquenal y dice 'impulsar la cultura como derecho, factor de cohesión e identidad y fuerza transformadora de la sociedad'. Ese es el objetivo que tenemos como mayor marco donde nos movemos. Yo veo que todo esto está presente en las diferentes direcciones de la Secretaría. La verdad es que quizá una de las limitaciones que se ha mantenido durante todo estos años ha sido que desde la direcciones no hay comunicación abierta hacia los medios y hacia la población con relación a todo lo que se está haciendo en este sentido.
Llama la atención lo que menciona de que hasta ahora los directores se han comunicado poco, pero cuando El Faro pedía entrevistas los directores respondían que el único autorizado para hablar era el secretario y que había que tramitar a través de su despacho. ¿Eso se va a cambiar?
Eso ya se cambió. En la primera reunión que tuvimos con los directores nacionales quedamos en el acuerdo de que cada uno es libre. Tenemos un marco institucional y dentro de él somos libres para manifestarnos ante la prensa, para dar nuestras declaraciones, para abrir las cuentas de Twitter, manejarnos en las redes sociales. Tenemos pendiente la discusión sobre la política de comunicaciones, pero ese va a ser el marco para fomentar esa libertad.
¿Sus decisiones las tiene que aprobar el presidente, el secretario técnico, o con que usted lo decida basta?
Mi jefe es el presidente, pero él en ese sentido me ha dado la libertad de hacerlo. Este tema de los medios de comunicación ya lo conversé con él y fue el primero en decirme 'hacelo'.
¿Cómo la hace sentir la cercanía institucional al presidente, segura o insegura? ¿Cree que así debe permanecer la institucionalidad cultural?
La relación de dependencia institucional con el presidente tan cercana puede ser algo positivo, depende.
Lo que pasa es que cuando se hizo Secretaría, desde Mauricio Funes, una lectura bastante ingenua y analfabeta políticamente fue que estando más cerca del presidente era más fácil conseguir apoyo, presupuesto. Y, al contrario, hemos percibido una secretaría sometida a los intereses de la presidencia.
Ese es el riesgo. Podría verse la parte positiva de que se está más cerca y más accesible al apoyo, pero también el riesgo es ese. Por eso mismo yo estoy de acuerdo en que la Secretaría de cultura debe de salir de ese campo tan restringido y ser un ministerio y mantener otro perfil y otra relación.
¿Qué tanto cree que pueda incidir el partido en sus decisiones? Tomando en cuenta que parte de sus funcionarios son cuota política del partido dentro de la institución.
Mi único jefe es el señor presidente. Y él lo que me dijo desde el principio es que nuestro deber y nuestro marco es el gobierno. No nos debemos a ningún partido. Podemos, por supuesto, coordinar con las entidades de culturales de los partidos, así como con cualquier otra entidad cultural de El Salvador. Pero mi deber es con la sociedad salvadoreña, en primer lugar, la institución y con él como mi jefe, al que le rindo cuentas. Pero yo no opero por la cuestión de partidos. Y en ese sentido, si alguien es del partido FMLN, Arena, Gana, lo que sea, eso incluso es también respetado. No tiene que ver. Nos tenemos que rendir cuentas en otro marco, no de la afiliación política de cada uno.
Revisando el marco institucional, ¿no debería de ser la Secretaría la encargada de proyectos como los premios Pixels para cine que da el Ministerio de Economía o los boletos que ofrece cancillería para que vayan músicos a La Habana?
Yo pienso que sí, que realmente ese es uno de los temas de discusión, de transformación, porque siempre dentro de todo el aparato gubernamental siempre se destinan partidas en el ámbito de cultura en otros ministerios.
Y eso no es necesariamente malo, pero aquí nunca hemos visto que los gobiernos le den relevancia presupuestaria a la institución cultural. Siempre se le ha visto como una organizadora de veladas artísticas.
Digamos que ahí hay mucho desconocimiento del arte y la cultura, pero también revela la fragmentación que tenemos. Por ejemplo, aquí sembrás algo comercial y se desarrolla mucho y la gente le da mucha importancia, pero a lo artístico y cultural no. Pese a que sí hay talento y potencial económico. Esa es también una labor que también le compete a la Secretaría de Cultura, entre otras instituciones: la revalorización de la cultura misma y del arte, ya no como objetos de divertimento, sino como los fundamentos de la transformación y el desarrollo humano.
¿Cuál es su plan para lograr esa transformación y el desarrollo humano? Porque lo que hemos visto en las gestiones anteriores es que cada uno llega a tratar de hacer lo que mejor le parece, pero nunca se concreta nada.
Bueno, la secretaría tiene su propio plan y en ese plan...
Durante la campaña nos presentaron el Eje 9 en donde dice que se va a crear un ministerio. Han pasado 18 meses y no existe todavía.
Pero se está trabajando. Hay un porcentaje de avance. Lo que pasa es que el ministerio pasa por toda la creación de estructuras y todo eso. Y lo mismo lo de la ley.
Ramón Rivas intentó desligarse de la promesa presidencial de crear un Ministerio, aunque luego de casa presidencial le corrigieron la plana y dijeron que sí era una promesa, y que va a ser en algún momento Ministerio. Pero no sé si están esperando poder hacerlo con un presupuesto de ministerio.
Esa es la idea, es la propuesta y esa es la apuesta. Realmente una de mis tareas es entrarle al estudio con los técnicos de dónde vendrá ese presupuesto, desde dónde venimos arrastrando el actual, por qué tenemos este presupuesto, cuáles son las consecuencias de tener un presupuesto tan limitado. Todo eso es parte de un estudio que tiene que ir a la par del otro proceso, la transformación en ministerio. Porque a lo que tenemos que aspirar es a un presupuesto digno, que realmente respalde un proceso de transformación. La cultura es posibilidad de transformarnos, pero requiere de una base financiera, económica para hacerlo.
En cuanto a presupuesto, llama la atención cómo instituciones fuera del ejecutivo, como la Asamblea Legislativa sí disponen de un fondo para comprar obras de arte versus la secretaría que ha tenido que construir su colección, en gran medida, con donaciones.
A mí me parece tan justo eso que estás diciendo. No es que la Asamblea no debería de comprar, está bien que lo haga, pero debería de plantearse desde esta perspectiva que tú señalas.
Si nos vamos a los espacios culturales vemos, por ejemplo, a la Compañía Nacional de Danza presentándose en el Centro Cultural Legislativo mientran que en el Teatro Presidente se presenta la obra del colegio con la nieta del presidente y las graduaciones de colegios privados.
Esas son medidas que ya estoy planteando también con las diferentes direcciones. En primer lugar, que los directores de cada espacio tomen la decisión de qué es lo que se presenta. Los directores son los primeros interesados en que las actividades que se presenten en cada espacio respondan a la naturaleza de la institución.
Pero Augusto Crespín, ya como director, nos dijo algo que se interpretaba que para él su prioridad era atender las solicitudes del presidente.
Yo pienso que hay que buscar el equilibrio. Primero es la decisión del director sobre el espacio. Luego, si hay una programación, una cartelera, respetar eso. En eso estamos trabajando. Igual que estamos trabajando en las exoneraciones, que no podemos por ley darlas en un 100 %, o incluso actividades que tienen que ver con temas que no son estrictamente culturales y nos llevan a otras cosas que más bien deforman, no se deben ocupar los espacios para eso.
Sobre todo cuando hay grupos de teatro y de danza, no solo estatales sino también privados, que se quejan constantemente de que no hay espacios dignos para sus presentaciones.
Para actividades comerciales, de divertimento y todo, tenés la feria (el CIFCO). Lo que sucede es que la secretaría tiene un 2 mil por ciento más bajas las tarifas. Eso es lo que está sucediendo también. Hoy en la mañana tuve una reunión con la directora ejecutiva y parte de los directores precisamente para analizar este tema. Porque vamos a trabajar en ordenar esta situación. Y los directores están de acuerdo en esto.
Más allá de lo que está escrito en el Eje 9, ¿cuál es el plan de Silvia Elena Regalado para levantar esta institución, cuál es el rostro que quiere darle?
El primer fundamento del plan es el conocimiento y la revalorización de la institución. Tiene muchas fortalezas la institución como para decir que no se ha hecho nada. Estoy trabajando en conocer las diferentes unidades, los diferentes espacios, identificar las diferentes necesidades, que son bastantes, y de tal manera identificar eso como una base que nos surja desde adentro de la institución ese plan que nos proyectamos.
Estuvo cinco años y medio dirigiendo la casa del escritor, ¿qué presupuesto tenía?
Creo que comencé con 3 mil y finalicé con mil dólares anuales. El presupuesto es mínimo, pero a mí nunca me amarró para no hacer talleres. Esa casa mantuvo talleres artísticos y literarios todo el año. Y al menos había dos temas por mes. Y eso se mantuvo permanentemente durante estos cinco años.
Estando en la casa del escritor alguna vez hizo un análisis de cuál podría ser el presupuesto ideal, un presupuesto digno.
Bueno, con 20 mil dólares, por lo menos, hubiéramos podido publicar, hacer certámenes. Todavía no he hecho este ejercicio con la Secretaría, porque en estos días no hemos tenido tiempo, porque eso requería de otros estudios. Pero lo tenemos que hacer.
Estoy seguro de que un festival del Buen vivir, por ejemplo, cuesta más de mil dólares. ¿Qué tanto un festival como este incide en elevar el nivel cultural de la nación, de la cuidadanía? Esas son las prioridades a nivel presupuestario que uno no termina de entender y que me hacen pensar que alguien está entendiendo muy mal el tema.
Sí, en eso hay que trabajar. Porque el tema de cultura necesita inversión. Yo sé que no es solo reconocimiento de palabra, sino que tiene que ver con cómo elevás el nivel de inversión que dignifique el trabajo cultural, que dignifique a las personas involucradas, a los artistas y a los formadores y que eleve sus salarios, sus prestaciones para trabajar de una manera más eficiente y con calidad. Ciertamente en un evento de un sábado no se logra eso, está más enfocado a otra cosa, tiene que ver con la divulgación de lo que se hace, con otras cuestiones más de dinamización inmediata, pero no a largo plazo como un proceso de formación.
Hemos visto en la historia de la Secretaría que el 80 % más o menos del presupuesto se va en pagar planilla, 10 % más en pagar servicios y queda un margen de maniobra mínimo para invertir realmente en proyectos que incidan. Se depende mucho de la cooperación internacional. Ya está acostumbrada a manejar una institución con presupuesto limitado y sacarla adelante. ¿Cómo planea hacerlo ahora que es algo macro?
Yo creo que esa es una de las primera cosas que necesita pensamiento y necesita taller ese hecho de que el presupuesto está destinado en un alto porcentaje al funcionamiento. Esa es una de las cosas que tengo pendiente de análisis. No podemos continuar así. Hay muchos esfuerzos de cooperación, hay más de cien convenios que están en este momento vigentes, hay ahorros que se hacen internamente, pero no trascendemos de una economía doméstica, con los poquitos vamos haciendo. Debemos de llegar a otros niveles donde realmente se invierta una cantidad mayor para las necesidades que implica el trabajo artístico y cultural.
¿Cuál va a ser entonces la medida, reducir la planilla o presionar por más fondos?
No vamos a tocar la planilla. Yo creo que pasa por estudiar y analizar cuáles son las condiciones, las consecuencias de todo esto y hacer un planteamiento al gobierno y a la asamblea para que nos aumenten.
A ver, para ir cerrando, unas preguntas puntuales. ¿Habrá Ministerio de Cultura este 2016?
No. No creo, es que está a medio proceso. Tal vez antes de 2019.
¿Los artistas van a tener seguridad social?
No.
¿Instituto Superior de las Artes (Isar)?
Yo tendría esperanzas del Isar para el 2017. Ya están los planes de estudio, que ya se han concluido la mayoría, más la búsqueda de la casa, se está trabajando este año. El próximo año vamos a tener un bachillerato en música, y también se está apoyando el inicio de la licenciatura para el otro año. Pero no es con el Isar, ese es otro proceso.
En cuanto a la administración interna, ¿qué cambio fundamental va a ver el ciudadano que está buscando fortalezas en la cultura institucional, qué puede esperar?
En 2016 vamos a retomar la apertura de nuestro centro, ex capres, el Muna, el palacio nacional... Una segunda edición de algo parecido a lo que fue Vive la cultura.
Criterios distintos, me imagino. Porque aquello era muchas veces a puras actividades de relleno...
Hay todo un trabajo de investigación, de difusión de exposiciones, incluso espacios de danza, de museo. Tenemos una discusión pendiente con el equipo de directores para replantearnos una reapertura de los espacios con los que cuenta la Secretaría. Y esa además es una demanda de la gente.
Hablábamos con diferentes personas, como André Guttfreund, que siempre señalaban críticamente el 'eventismo' en el que se veía envuelta la Secretaría de Cultura, como una proveedora: si el presidente quiere un coro que le vaya a cantar, pues ahí le manda el coro, y si quiere la orquesta se lo manda también, y que si la Asamblea quiere un espectáculo para su cartelera cultural entonces le mando la compañía de Danza. Y Vive la cultura, con Magdalena Granadino, se veía como eso, como algo que en otros países o lo hacen las municipalidades o el ministerio de turismo, pero que no incide en el crecimiento cultural del país como tal.
Hace poco una señora en la calle me dijo: 'vuelvan a abrir los espacios'. Yo pienso que los espacios tienen que abrirse los fines de semana, los que se puedan, en el sentido que sí ofrece una posibilidad de desarrollo cultural. Por ejemplo, el museo nacional de antropología, la ex capres... y dosificar toda la oferta artística que se puede desarrollar esos días, pero que no sea una especie de carnaval de locura que va en detrimento de la cultura misma.
Antes hacían masajes, trencitas... Y el poco presupuesto debería de estar destinado cada centavo a que la institucionalidad cultural se fortalezca.
Por ejemplo, fijate las presentaciones de libros, las mismas exposiciones itinerantes de artistas plásticos, el poder captar jóvenes que no tienen otro espacio de difusión de su obra. Esas son cosas que se pueden hacer en esos espacios los domingos. Otra cosa es que en nuestro país no se cultiva tanto como deberíamos es la danza. Debería de haber más espacios de baile para los mayores y para los jóvenes. En otro contexto más amplio, no solo el hecho en sí mismo, porque así solo tenés un montón de acciones separadas unas de otras y no como parte de un proceso de formación o transformación cultural.
Usted habla de la importancia de establecer alianzas con otras instituciones. Hablemos de una que está a la par de ustedes: la Asamblea Legislativa. Entre sus comisiones está la de cultura y educación, en donde aparte de tener en estudio la Ley de Cultura a lo que se dedica es básicamente a hacer menciones honoríficas y la incorporación de días al calendario cívico. ¿Qué piensa usted del trabajo de esta comisión, qué les recomendaría?
Hay que trascender de eso. Eso que has mencionado actividades tan chiquitas que tienen que ver más con las tradiciones que con la cultura. Pero realmente, nuestro trabajo también debería de orientarse a procesos que vayan más hacia lo profundo de las transformaciones.
¿Qué cree que deberían de estar discutiendo?
Apurarse con la entrega de la ley de Cultura, esa es una de las cosas más fundamentales que tienen. Esa ley entiendo que abarca una serie de aspectos, como la cuestión de nuestra herencia indígena, por ejemplo.
Hace unos años, Lorena Peña nos dijo en una entrevista que ella personificaba el interés por la cultura en el FMLN. Uno decía, por fin vamos a tener una presidenta de la Asamblea interesada en el tema y comprometida como nos lo dijo. Pero ya va terminar su período y hablando con diputados de la comisión, incluso de la oposición, nos comentan que a veces no hay una línea clara de quién está impulsándola, porque dentro del FMLN, quien la presentó, no están constantemente insistiendo en meterla en agenda. Y desde afuera, la Secretaría, si la llaman llega, pero no está haciendo presión. ¿Debería de estar la Secultura ejerciendo algún tipo de presión, estímulo o proponiendo insumos para explicar a los diputados sobre algo tan especializado?
Hasta ahora no sé todo lo que se ha hecho con relación a eso, ni lo que se debería hacer, pero lo que yo pienso que se podría hacer es precisamente eso: presionar un poco más y estrechar más la relación con la misma secretaría de cultura del Frente, pero para que ellos apoyen el avance de ciertas cosas como la Ley de Cultura. Porque al final no se trata de trabajar cada quién por su lado separadamente, porque eso nos lleva a duplicar esfuerzos. Sino cómo podemos apoyarnos en ese terreno, y además partiendo de que hay cosas que van a tener que pasar por esa resolución, que no dependen de la Secultura, sino que de la asamblea. Por eso es necesario y urgente que la Asamblea misma retome el tema de la cultura, no solo la comisión, sino que toda la asamblea, porque no tenemos una conciencia de lo que significa la cultura. Y siempre la vemos como diversión, como una cosa de relajo, de locura o incluso como una debilidad. Si alguien es poeta o artista ya piensan no está preparado para lo administrativo.
Sobre el trabajo de la comisión me gustaría hacerle otra pregunta. ¿Usted cree que es correcto que una comisión de la Asamblea entregue el reconocimiento de hijo meritísimo por su aporte cultural a alguien que fue miembro de un partido?
Hijo meritísimo por aporte cultural debería de estar restringido, limitado, a los hacedores de la cultura. No lo vería ubicado en los políticos.
Si se aprobara la Ley de Cultura, ¿cómo incidiría en su trabajo como secretaria de Cultura?
Nos multiplicaría el trabajo seguramente, porque la Ley es tan amplia, y además nos daría un respaldo legal para el trabajo que realizamos. Lo de la aprobación pasa por una discusión. Hay observaciones con relación a cómo se ha redactado la ley, y en ese sentido también la Secretaría debería de ser un apoyo para aportarle otros elementos a la ley y trabajarla desde otro enfoque técnico.
¿Está en los planes eso, involucrarse en el enriquecimiento de esa ley?
Sí, y enterarse cómo está el proceso también. Tendría que ir a ver con los diputados cómo está, cuáles son las limitaciones para que eso no haya avanzado más. Creo que han sido criterios técnicos, pero que no invalidan las cosas que se han quitado para convertirlas en proyectos. Yo tendría que ver cómo está la situación con nuestra jurídico. Y lo que no esté ahí contemplado ver de qué manera se plantea, incluso lo que se ha eliminado. Porque a lo mejor la manera en la que fue formulado no fue la manera más adecuada y a lo mejor podría reformularse con el apoyo de los técnicos de la Secretaría de Cultura, de tal manera que el espíritu de eso que estaba ahí no se pierda, sino que pueda integrarse.
Mencionaba usted al principio que la importancia de la Secretaría de Cultura tiene que ver con la necesidad de trabajar en la revalorización de la cultura y el recurso humano en este entorno de violencia. ¿Qué rol debería de cumplir la Secultura, y aquí me gustaría que mencionara acciones específicas en la construcción de una cultura de paz?
Todo nuestro trabajo dirigido a la formación artística de niños y niñas. Desde las casas de la cultura se genera actividad, con las limitaciones que tenemos, y ahora con este nuevo proyecto de La Colmenita tenemos la posibilidad de un financiamiento que nos apoye a este proceso de formación con maestros especializados en las áreas de teatro, danza y música para grupos de niños. Trabajar desde la formación artística, desde la investigación, contribuye a generar una cultura de paz, que no sea una cultura de violencia. Son acciones específicas y desde ellas se puede aportar también siempre y cuando esto esté amarrado a un marco global. Que no estemos haciendo esta actividad enfocada solo a eso, sino que tiene una mayor trascendencia.
El problema, me decía alguien, era querer pretender que esto era para alejar a los niños de la violencia y no para fomentarles el gusto por ciertas actividades artísticas.
Claro, porque se fomenta la autonomía, el romper el miedo a la escena. Los niños creen en sí mismos, se pueden presentar en escena, despierta la conciencia. Y cuando eso sucede también despierta la conciencia con relación a la violencia. ¿Por qué somos tan violentos a veces? Porque no tenemos la conciencia de las posibilidades infinitas que tenemos de hacer y de crear.
¿Qué se siente llegar a ser la secretaria de cultura del país más violento del mundo?
Lo que siento es deber y compromiso. Dentro de toda esa situación de violencia que vivimos me siento alegre porque yo conozco lo que nos golpea todos los días. Pero también veo los enormes potenciales que tenemos de talento y de fortalezas. Los salvadoreños somos personas que trabajamos. Y somos tan insistentes en eso y sobrevivimos y con lo que tenemos salimos adelante. Eso me compromete a trabajar para encontar ese vínculo. Dice Alexander Lowen, un médico y psiquiátra norteamericano, que lo que tenemos en el fondo de nuestro corazón es el amor. Pero luego ese corazón se va llenando de corazas por lo que vamos viviendo a lo largo de la vida. Entonces, cuando ese amor quiere salir a la superficie sale en forma de violencia, y sale como golpe o como ofensa. Entonces, lo que nos reflejan los niveles de violencia que tenemos en este país es la tremenda capacidad de amor que podemos tener los salvadoreños, pero que la tenemos mal canalizada. Entonces, cómo trabajar para invertir ese orden de cosas. No es fácil, no lo voy a hacer yo sola ni solo la Secretaría, ni lo vamos a hacer en tres años. Pero podemos aportar trabajando de lleno, trabajando con conciencia y de manera honesta y respetuosa, podemos aportarle a ese camino. Creo que estoy en lugar en el que puedo aportar y en el tiempo en el que lo puedo hacer y después desde otro lugar voy a continuar aportando en esto que ya tengo años de estar trabajando.
¿Qué acción o acciones la dejarían satisfechas de haber realizado al terminar la gestión?
Que al interior de la Secretaría de Cultura, que ojalá en ese tiempo ya sea Ministerio, trabajemos de manera más armónica, que nos respetemos, que respetemos la estructura, pero que también respetemos a cada uno de nuestros compañeros, porque cada uno tiene una experiencia valiosa, que además no veamos nuestro trabajo aislado. Que mi gestión contribuya a fortalecer y a hacer avanzar y no a retroceder. Y que cada uno de los directores y los diferentes colaboradores de todas las unidades se sientan con la libertad y el derecho de ser voceros de la Secretaría, de no tener nada que ocultar. Porque al final, por la transparencia a la que nos debemos, tenemos que fomentar esto. Y abrirse a las críticas, que nos ayudan a mejorar nuestro trabajo, a enfocarnos más. Y que de aquí a tres años esté funcionando el bachillerato en música, la licenciatura, el Isar que esté iniciando con sus primeras carreras, y que el Ministerio sea una realidad.