Opinión / Política

Totum revolutum o un país al garete


Martes, 16 de febrero de 2016
Félix Ulloa

I

Vivimos días de confusión. La polarización que debió superarse después de las elecciones de 2015 nos lleva a niveles de paroxismo en los que algunos fantasmas del pasado, que creíamos enterrados, irrumpen en el ambiente político haciendo retumbar viejos tambores de guerra. Ante el requerimiento de la Audiencia de España de algunos militares por el caso Jesuitas, un diputado opositor pide que se enjuicie también al Presidente de la República.

Los noticieros anuncian, con rutinaria frialdad estadística, que cinco niños menores de catorce años son asesinados cada mes; que otros están presos o vienen deportados de México, y que cientos siguen emigrando de sus comunidades. Los derechos de los niños quedan entonces para ser considerados en los sendos informes de UNICEF... Que ya pasamos de 20 homicidios diarios y que los policías y sus familiares también son parte de las necrológicas diarias; que los policías salen a protestar a la calle y amenazan con una huelga a nivel nacional, mientras los maestros cierran los centros escolares y los veteranos anuncian la toma de edificios públicos. Mientras, los diputados no logran ponerse de acuerdo en el tema de pensiones y varios políticos andan con la barba en remojo, después de conocer la lista de funcionarios a investigar por la Sección de Probidad.

Y por si ello no fuera suficiente, una guerra mediática se libra en varios frentes y con diferentes modalidades. Como no hay campos de batalla definidos ni reglas preestablecidas, estamos en la fase del “se vale todo”. Por eso el Presidente de la Republica acusa al de la ANEP de terrorista mediático y los grandes medios, alejándose de los prolegómenos de la deontología periodística, simulan portadas denunciando “El robo del siglo” en el marco de una campaña que huele a guerra sucia y que nadie asume responsablemente. Con buen marketing y jugosos réditos políticos, aprovechan el torpe desliz de un cipote atrevido y mal asesorado para comenzar a destruir, desde ya, un potencial candidato presidencial, en la vieja táctica de aplastar el huevo de la serpiente.

Pero esta caleidoscópica realidad no se mueve al ritmo de tres espejos ni con la simetría de un prisma triangular, ¡que va! Estamos girando en una noria incontrolable, en la cual víctimas y victimarios cambian de un plano a otro en un parpadeo; acusadores son sentados en el banquillo de los acusados; lo que ayer fue bueno hoy es malo y viceversa. Terminamos por fin ligando las pensiones a una eventual desdolarización y los linchamientos públicos se ponen a la orden del día. Los grandes medios hacen el papel de la guillotina en la época de la Terreur en la Francia del siglo XVIII, y los pequeños Robespierres pretenden seguir los mismos procesos expeditivos y sumarios, condenando a todo sospechoso de pensar, peor aún si es capaz de alzar la voz y criticar.

Por otro lado, las redes sociales -esas que el TSE no pudo controlar porque se declaró incompetente para regularlas y menos sancionarlas-, se calientan; los memes y video-clips se vuelven virales y transportan masivamente miles de mensajes a comunidades internautas que a su vez los reproducen y masifican, creando realidades virtuales donde se purifican o se sacrifican los iconos del poder. Para combatir estas devastadoras prácticas antidemocráticas, ya no bastan los viejos conceptos penales de la difamación, la injuria o la calumnia, se requiere una nueva tipología que se está tratando de regular en la ley contra delitos cibernéticos, pero que sospechosamente deja fuera la tipificación del “troll” como sujeto delictivo. De llegarse a aprobar en ese sentido, no habrá forma de perseguir a quienes cometan click-jacking, phishing o dirijan ataques de malware.

II

Si, como de costumbre, viéramos el vaso medio lleno, pues somos esencialmente proactivos, diríamos que estamos con dolores de parto. Que este sufrimiento anuncia un nuevo día y que nunca es la noche tan oscura como cuando se acerca el amanecer. Pero desafortunadamente no es así. Lo que percibimos son los agónicos estertores de un viejo modelo de gobernar, de acumular capital, de ejercer liderazgo y mantener la hegemonía.

No hay una fracción en el bloque dominante que tome la conducción del mismo. Desplazada en los ochentas la fracción hegemónica vinculada al sector agroexportador, sustituida por la fracción del capital financiero y especulativo, que privilegió el desarrollo del sector terciario del comercio (remesas/consumo), perdió hegemonía al vender los bancos y las grandes empresas al capital transnacional. Este es el vacío que ninguno de los sectores emergentes han logrado ocupar. La conducción del nuevo bloque histórico, un cuarto de siglo después de terminada la guerra, no tiene conducción estratégica. Y el proyecto de las clases subordinadas, liderado por la nomenclatura del partido de gobierno y sus grupos alba-financieros, no logran posicionarse económicamente, ni imponer su propia hegemonía.

La izquierda oficial no presenta ningún proyecto político. Económicamente no pasa de ser un club de nuevos ricos que huelen mal, dado el origen de sus capitales y el asocio con algunos empresarios cuestionados. La derecha, sin rumbo, tampoco es capaz de presentar una sólida opción de alternancia. Desorientada en sus contradicciones internas, en luchas fratricidas que solo se veían en las izquierdas, andan a la búsqueda de sus intelectuales orgánicos; además, han fichado algunos ilustrados exguerrilleros que les permitan articular propuestas y discursos acorde a los tiempos modernos, legítimamente contrastables con los infalibles planteamientos del Frente, de donde fueron excluidos, justamente por tener esa capacidad de pensar y ver más allá de los manuales. El país va al garete.

III

Podemos esperar uno, dos, cinco años más, o los que sean, para conocer la verdad en el caso Jesuitas, la cual sería una verdad judicial e internacional, pues la verdad verdadera ya la sabemos. Pero hoy se capturó a los mismos chivos expiatorios que fueron juzgados, condenados y amnistiados, y se dejó escapar a los peces gordos, a los autores intelectuales de ese crimen de lesa humanidad. La interrogante es: ¿fue incapacidad o complicidad de quienes hoy tienen la responsabilidad y la oportunidad de actuar correctamente en este caso?

Al menos las nuevas generaciones conocerán esa verdad, como hoy nosotros nos enteramos que Reinhold H., de 94 años de edad, fue un guardia nazi en Auschwitz y está siendo procesado en Alemania ante el Tribunal Regional de Detmold, ¡70 años más tarde! Sera el momento de dar vuelta a esa página de la historia, porque como dice Louis Joinet “Para pasar página, hay que haberla leído antes”.

En síntesis, este totum revolutum no se resolverá buscando rutas de escape ni económicas (como el asalto a las pensiones) ni más endeudamiento externo, o peor aún, castigando al pueblo con más impuestos; ni tampoco con mediocres ejecuciones gubernamentales, especialmente en los servicios públicos básicos (agua, salud, educación, empleo) y, sobre todo, de manera urgente y prioritaria, en el tema de la seguridad ciudadana.

Esperemos que para entonces los masacrados descansen en paz, que los fantasmas no se levanten de nuevo y que los tambores de guerra no vuelvan a sonar. La tarea de hoy requiere talantes y estadistas que parecen escasear. Abundan los políticos, pero no vemos líderes. Tal vez necesitaríamos una visita del Papa Francisco para desmanear este revoltijo.

 

*Félix Ulloa es doctor en Derecho. Exmagistrado del Tribunal Supremo Electoral, fue miembro de la Comisión Política del desaparecido Movimiento Nacional Revolucionario. Actualmente es presidente del Instituto de Estudios Jurídicos de El Salvador (IEJES).

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