I
Murió Umberto Eco, el gran escritor y humanista que nos regaló bellos e intrincados laberintos intelectuales donde bueyes y rompecabezas armaban constantes “frescos insolentes” de burlas e irreverencias a la tradición ortodoxa. Así lo confirma su último libro Número Cero y sus bustinas en las que incluyó a Berlusconi y a Mussolini.
Un par de días antes, en una soleada tarde veraniega, una concentración política se apostaba frente a la Fiscalía General de la Republica, convocada para hacer saber a su titular, cómo se piensa en el oficialismo sobre el caso conocido como “el búnker”.
Ambos eventos no tendrían ninguna relación de no ser porque el tema del ataque cibernético contra un periódico nacional se enmarca dentro de lo que el filósofo italiano advirtió recientemente: 'Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel”, dijo. Y sin tapujos sentenció: “es la invasión de los imbéciles”.
No habíamos escuchado una sentencia tan premonitoria y de tal calado, desde que Sartori nos previniera, hace casi dos décadas, sobre lo dañino para la democracia cuando pasa a convertirse en una sociedad teledirigida, donde el homo sapiens, caracterizado por la reflexión y su capacidad de abstracción, involucionaba hacia un homo videns, una criatura que mira pero que no piensa, que ve pero que no entiende. Es el ser humano que dejó de leer y se puso a mirar, que cambió los libros por la pantalla de la televisión y las bibliotecas por los video clips y los videojuegos.
'Si la televisión había promovido al tonto del pueblo, ante el cual el espectador se sentía superior, el drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la verdad', nos advertía el semiótico autor de la afamada novela En el nombre de la Rosa.
En otras palabras, debemos estar atentos para que el maravilloso descubrimiento del internet, que ha permitido la democratización de la información y del conocimiento, no se vaya al traste si se permite su manipulación por manos irresponsables; o peor aún, si proliferan sin castigo los delitos cibernéticos, que ya han generado multimillonarias defraudaciones financieras y colapsos de sistemas de todo tipo.
Necesitamos un marco normativo apropiado para regular esta nueva actividad delictiva. Varios países han generado sendas legislaciones al respecto y Naciones Unidas, en el 12º Congreso sobre Prevención del Delito y Justicia Penal, (Brasil, abril de 2010), abordó el tema del uso de la ciencia y la tecnología por los delincuentes y, por supuesto, cómo las autoridades competentes deben reaccionar en la lucha contra el delito cibernético.
Con un déficit legislativo en la materia, la Fiscalía General de la República trata de cumplir su cometido en el caso de “el búnker”, utilizando los rudimentarios recursos de la legislación penal vigente. Y es a esa actividad que se le pretende condicionar su curso de acción con un evidente acto de matonería política.
II
En este pulso del uso de la fuerza contra la fuerza de la razón, es el país el que está perdiendo institucionalidad. La matonería frente al imperio de la ley la vemos por doquier. Por una parte, un grupo de militares de alta graduación (generales y coroneles) requeridos por la justicia española dicen públicamente (comunicado y conferencia de prensa incluidos) que no se les puede capturar, y menos aún extraditar. Ellos se atrincheran y la Policía Nacional Civil, no sabemos si por incapacidad o complicidad, aun no los pone a la orden del tribunal competente.
Del otro lado de la moneda, el secretario general del partido oficial, reverdeciendo laureles, igual que dirigió movilizaciones contra la Sala de lo Constitucional, nos regala sus nostálgicas dotes de dirigente estudiantil y se coloca frente al grupo - ¡hace falta el baño de masas!- convocado para protestar contra el fiscal general. Aunque algunos de los convocados declararon no saber para que los habían llevado, ni entendían el significado de las consignas que portaban, La meta era dar ese baño de pueblo al mensaje intimidatorio que se enviaba al fiscal general.
El asunto no pasaría de ser otro patético desacierto de la actual dirigencia del partido, si no hubiera arrastrado figuras y personalidades que creíamos distantes de esa errática conducción. La inexperiencia política y la juventud del alcalde de la capital, junto a su convicción de que está siendo objeto de una conspiración en contra de su futuro político, podría explicar, aunque no justifica de ninguna manera, otro error de esa magnitud. La orfandad y falta de mentor en la que se encuentra debe ser motivo de preocupación para cuidar su capital político. Exponerlo a esos exabruptos o aplaudir sus emotivos impulsos, no contribuye a fortalecer su potencial liderazgo. Pero de nuevo, el entorno condiciona a quien tiene la responsabilidad de ejercer el poder. Mucho cuidado con quienes se benefician de sus errores, que deben andar por ahí, mezclados con los aduladores y vividores de siempre.
Escalar este conflicto enviando activistas a lanzar piedras contra el periódico es una prueba más que donde falta la inteligencia, prospera la fuerza bruta. Y cuando se debería de procurar no solo desentrañar una conspiración sino su desarticulación, utilizando la justicia, la ley y las instituciones, lo que se hace es echar mano de las llamadas “turbas divinas” que tanto entusiasmaban a Tomas Borge.
En todo caso, el tema de “el búnker” viene a ser un nuevo examen (y un desafío) para la democracia que deseamos fortalecer. O dejamos trabajar con independencia a las instituciones, de las cuales hacemos gala en discursos en los que se rechaza la necesidad de la asistencia técnica internacional para crear un CICISV o CICIES, ufanándonos de tener instituciones nacionales fuertes; o, por el contrario, se sigue haciendo uso de la fuerza bruta y la matonería de barrio, para amedrentar funcionarios y condicionar el trabajo de esas instituciones.
III
Estamos en un momento sumamente delicado, donde grandes temas de nación están en juego, no solo el de las pensiones y la seguridad ciudadana, sino que la corrupción se desborda y la mediocridad sienta sus reales. Es ahora cuando la conciencia nacional, el sustrato de la nación, están en mayor riesgo de ser manipuladas. Noam Chomsky nos señala, dentro de las 10 estrategias de la manipulación, la de la distracción; la de crear conflictos para luego ofrecer soluciones; la de dirigirse al público como si se trata de menores de edad; la de potenciar lo emocional sobre el análisis racional y, quizá la más grave, mantenernos en la ignorancia y la mediocridad. No podemos permitir más manipulaciones. Es hora de levantar la cabeza y abrir los ojos.
Decía nuestra insigne escritora Matilde Elena López que Aristófanes despidió al mundo antiguo con una sonora carcajada, y así lo comprobamos al leer sus 11 comedias. Umberto Eco saludó este nuevo milenio con un borsalino en la mano, en señal de reverencia, pero con un vaso de whiskey en la otra, brindando por el hombre nuevo, ese que sepa utilizar las nuevas tecnologías y “el periodismo en tiempos de la Internet” para la consecución del bien común.
*Félix Ulloa es doctor en derecho. Exmagistrado del Tribunal Supremo Electoral, fue miembro de la Comisión Política del desaparecido Movimiento Nacional Revolucionario. Actualmente es presidente del Instituto de Estudios Jurídicos de El Salvador (IEJES).