“En este año quiero demostrar resultados, quiero demostrar mayor efectividad”, dijo el presidente de la República, Salvador Sánchez Cerén, el 22 de enero pasado, cuando hizo pública la restructuración de su Gabinete de Seguridad. Sin embargo, transcurridas seis semanas desde la juramentación de las nuevas autoridades, la tendencia se mantiene igual… igual de mal.
Si 2015 cerró con un promedio de 18.2 personas asesinadas cada día que convirtió El Salvador en el país más violento del mundo, superado solo por Siria, en enero de 2016 se promediaron 23.8 asesinatos al día (738 homicidios en 31 días); y en febrero, 22.8 (661 homicidios en 29 días), siempre según los datos preliminares facilitados por la Policía Nacional Civil (PNC).
En los dos primeros meses del año han sido asesinados 1,399 salvadoreños, un 118 % más que los 643 asesinados en el mismo período de 2015, y un 267 % más que los 381 que se reportaron en 2013, en plena vigencia de la Tregua.
Según los parámetros de convivencia de Naciones Unidas, si en El Salvador se cometieran 55 asesinatos al mes, ya se podría hablar de “epidemia de violencia”.
En el plano de lo anecdótico cabe reseñar que los 23 asesinatos diarios cometidos durante el mes de febrero convierten a Howard Cotto en el director general de la PNC con peores cifras de homicidios en el primer mes de desempeño del cargo. Durante el primer mes de su predecesor, Mauricio Ramírez Landaverde (junio de 2014) se promediaron 12 asesinatos; cuando quien asumió las riendas de la institución fue Rigoberto Pleités (junio de 2013), se promediaron 8 asesinatos cada día; mientras que el primer mes completo del general Francisco Salinas como director de la PNC (febrero de 2012) cerró con 14 homicidios al día.
De mantenerse la tendencia durante los restantes 10 meses, el año terminaría con más de 8,500 homicidios, una cifra desconocida para el país desde la Guerra Civil.