Señor presidente de la República: Se olvidó de las víctimas de la delincuencia. Usted ha dejado abandonadas a las personas que día a día son víctimas de graves violaciones contra su vida, su integridad física. No lo puedo entender, no lo puedo aceptar.
Si está escrito en la Constitución que “la persona humana es el origen y el fin de la actividad del Estado”, entonces ¿cuál es la razón? ¿Por qué no pone en el centro de su atención y trabajo a las mujeres y hombres que sufren por la delincuencia?
Es significativo que luego de casi dos años en casa presidencial, usted deje en el tintero el compromiso 59 del programa de gobierno “El Salvador Adelante” que, en oferta electoral, prometió la “protección, atención y reparación a las víctimas”.
En noviembre de 2013 hizo promesas electorales como medidas de su programa de gobierno. La M-382 planteó fortalecer el “Programa de Protección de Víctimas, Testigos y Denunciantes”; la M-383 esbozó “Ampliar y fortalecer la Dirección de Atención a Víctimas, con el objeto de asistir integralmente a quienes sufren delitos violentos o crímenes”. Y la M-384 planteó “Fortalecer las medidas y mecanismos legales y judiciales de reparación del daño a las víctimas”. Una más, la M-385, propuso “Aplicar programas de rehabilitación dirigidos a las familias y víctimas del crimen, como también a comunidades afectadas”.
Según las estadísticas del dolor, cuatro de cada diez salvadoreños son víctimas de la delincuencia o la violencia. A finales de septiembre de 2014, usted firmó el decreto ejecutivo que dio vida al Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia. El resultado del trabajo del Consejo se dio a conocer en enero de 2015 con el “Plan El Salvador Seguro”.
El problema está planteado claramente en ese documento: “Los elevados niveles de violencia y criminalidad generan daños psíquicos, físicos y materiales de manera directa a numerosas personas, familias y comunidades quienes no reciben una adecuada y suficiente atención y protección del Estado, lo cual genera pérdida de apoyo y confianza en la institucionalidad”.
Presidente: ¿Qué está esperando para darle sentido de urgencia a construir un modelo, una política y un marco legal para la articulación de la oferta institucional, orientada a garantizar la atención integral y la protección de las personas, familias y comunidades víctimas de la violencia?
Profesor Sánchez Cerén: Pido respeto para los familiares y víctimas de la delincuencia. Ya no se aguanta que el derecho a la seguridad personal y colectiva todos los días sea irrespetado, violado y hasta pisoteado por las maras y otras formas de crimen organizado; y los familiares y las víctimas de la delincuencia estén desamparados.
Cuando llegue el 1º junio del presente año, ya solo le quedaran tres años de gobierno. En nombre de los salvadoreños víctimas de la violencia le pido que haga lo que tenga que hacer para garantizar que se implemente un sistema nacional de registro de víctimas que desarrolle el registro único por persona, impulse esfuerzos de búsqueda, desarrolle un banco de información genética y fomente otros aspectos relacionados con las actuaciones de las autoridades ante casos de personas desaparecidas por actos de violencia y delincuencia.
No hay tiempo para más. Usted debe ocuparse en garantizar el diseño de una política para la atención, protección y reparación integral de las víctimas de la violencia. Debe trabajar sin descanso porque en la Asamblea Legislativa se apruebe la ley integral para la atención, protección y reparación de víctimas y asegurar la creación de la institucionalidad para la aplicación de la ley y su presupuesto.
Ya basta de olvido y descuido para los que sufren los efectos de la delincuencia. A ellos hay que tratarlos con respeto y dignidad. Víctimas son las personas que sufren daños, lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida de su patrimonio como consecuencia de la delincuencia. Martirizados son también los familiares y las personas que sufren daños por atender a los heridos, muertos, desaparecidos y dañados por la violencia y la delincuencia. Víctimas somos todos. Hay que humanizar el conflicto social que vivimos.
Presidente, hoy ya no alcanza con hacer llamado al diálogo y la unidad. Hay que cambiar de una vez la escena. El gobierno se debe poner a trabajar y en el tiempo más corto posible entregar a la sociedad salvadoreña resultados en el trabajo de atención y protección de las víctimas. Espero que pronto se conozca la Carta de derechos de las víctimas del delito y sus familiares y que usted trabaje porque se cumpla. “Sí así lo hiciereis, Dios y la patria os premien y si no, él o ella os lo demanden”.
*Roberto Cañas es docente-investigador universitario, excomandante del FMLN y firmante de los Acuerdos de Paz. Consultor en temas de violencia y seguridad, especialista en análisis de riesgo político y negociaciones y resolución de conflictos, es miembro de Red de Seguridad Triangulo Norte.