Tegucigalpa, HONDURAS. “Desde el lunes estamos haciendo investigaciones, algunas excavaciones y se han encontrado armas cortas, armas largas, granadas, municiones, dinero, drogas, aparatos eléctricos y conexiones de internet”, confirmó a la agencia de noticias AFP el subteniente José Coello, portavoz de la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina) en San Pedro Sula, ciudad situada a 180 kilómetros al norte de Tegucigalpa y considerada la capital industrial de Honduras.
Coello añadió que la operación sigue toda la semana en varios edificios del penal, donde fueron decomisados también 142 cargadores, 86 cajas de municiones y 2.3 millones de lempiras (unos 97,000 dólares).
Las autoridades iniciaron las investigaciones después de que el pasado viernes 17 de marzo un total de 755 miembros de la Mara Salvatrucha (MS-13) y de la pandilla Barrio 18 fueron trasladados del penal de San Pedro Sula a una cárcel de máxima seguridad recién construida en la localidad de Ilama, conocida como El Pozo por las condiciones de aislamiento en que permanecen los reos, similares a las del Centro Penal de Seguridad Zacatecoluca, conocido popularmente como Zacatraz.
Luego del traslado de las que se cree que son las estructuras de mando de las dos pandillas en Honduras, el presidente Juan Orlando Hernández aseguró que fueron reubicados porque la inteligencia del Estado había descubierto que ellos preparaban una fuga masiva o “graves hechos violentos”.
Al interior del centro penal de San Pedro Sula “ha habido una cantidad de hechos que no se podían permitir y creímos que estábamos a punto de enfrentar una crisis de consecuencias insospechadas con todo el armamento y equipo que ellos mantenían”, justificó Hernández.
“Bien se pudo crear una fuga masiva y pudieron realizarse hechos violentos en contra de la población” de los alrededores de la cárcel, “y por ello se trasladó a estos 755 reclusos a El Pozo de Santa Bárbara”, agregó el mandatario.
El gobierno de Hernández, que se instaló en enero del 2014, empezó la construcción de cuatro cárceles, dos de las cuales han sido terminadas, incluida la de Ilama.
En las 24 cárceles que intregraban el sistema penitenciario hondureño había unos 15,000 reos. Ahora que son 26 los penales en funcionamiento, oficialmente se reporta que la cifra de privados de libertad es 17,500.
El 17 de mayo del 2004 murieron en el penal de San Pedro Sula 107 reos, la mayoría miembros de la pandilla 18, como consecuencia de un incendio. Pero la peor tragedia en las cárceles hondureñas ocurrió el 14 de febrero del 2012, cuando murieron 362 personas en otro incendio en la penitenciaría nacional de Comayagua, 50 kilómetros al norte de la capital.
La cárcel de San Pedro Sula, que se ubica en una zona cercana al centro de la ciudad, fue construida en la década de los cuarenta del siglo pasado para 800 reclusos, pero antes de los traslados albergaba a 3,227. Las autoridades suponen que desde esa prisión se planifican asesinatos, extorsiones, asaltos y otros delitos.
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