Han pasado dos semanas desde las elecciones, y poco a poco los números han dejado claro el panorama que tendrá el país para el periodo 2018-2021. Entre tanto, los análisis no se han hecho esperar y ríos de tinta se han derramado explicando lo sucedido con el partido de gobierno: que si fue un voto de castigo, que si influenció o no Nayib Bukele en los resultados, que si la derecha, pese a los escaños obtenidos, en realidad no puede declarase como ganadora... Lo cierto es que, con estos resultados, la derecha salvadoreña ha salido fortalecida, independientemente de los factores que han permitido esta situación.
Por el poder que representa lo que han obtenido en la Asamblea Legislativa (el control de todas las votaciones clave), creo que es importante plantear desde ya las exigencias que la ciudadanía le hace a Arena, PCN, Gana y PDC en sus primeros 100 días de trabajo, que serán una muestra, la probadita, de lo que nos depara para los próximos tres años.
Esos partidos, durante la campaña electoral, esgrimieron un discurso contra el despilfarro, en favor de la transparencia, gobernabilidad y austeridad, pero lo hicieron en términos genéricos. Me parece que debemos empezar a darle contenido a esas promesas o discursos que les permitieron acceder a este nivel de poder político.
Ciertamente la población ha señalado su descontento contra los gastos excesivos en el Ejecutivo, en el Judicial, pero quien se lleva las pedradas siempre es la Asamblea Legislativa. Esto ocurre porque esta institución se roba la atención, y los medios de comunicación siempre nos están informado de sus movimientos y movidas. Gracias a la Ley de acceso a la información, se ha reducido en cierta medida aquella información que nos quieren ocultar; incluso a pesar de los esfuerzos que realizó Sigfrido Reyes, cuando fue presidente, quien sin medias tintas limitó el acceso a los medios de comunicación y les puso restricciones a ciertas zonas, pero gracias a esta ley nos enteramos de varias “cositas y cosotas” que se hacían bajo su administración.
Pero siendo honestos, debemos decir que esta legislatura ya comenzó mal, incluso antes de que los nuevos diputados sean juramentados. Los medios han estado dando cobertura a las inasistencias de los diputados reelectos a las diferentes comisiones; y lo más preocupante es que cuando los medios cuestionan esto, los diputados y diputadas que hace unos días andaban rogándonos el voto, han vuelto a su actitud arrogante, soberbia y déspota a las que ya nos tenían acostumbrados. Amarrada la curul, la amabilidad, el respeto, la transparencia, el espíritu de servicio, el discurso de “estoy en esta contienda para servir” salió por la puerta trasera del Centro Internacional de Ferias y Convenciones (Cifco).
Pero bien, dejemos eso a un lado. No porque no sea importante, sino porque debemos enfocarnos en el trabajo de la siguiente legislatura.
Yo espero que los diputados y diputadas electos que han tomado de bandera la austeridad, reducción de gastos, erradicación de privilegios, empiecen a presentar sus piezas de correspondencia para que el resto de sus colegas les acompañen con no menos de 59 votos, porque la derecha los tiene. Llevan dos legislaturas diciendo que el partido de gobierno no les deja pasar sus iniciativas, que los han bloqueado, pues ahora que pueden, hagan.
La primera propuesta que estoy esperando es una que los obligue a discutir el protocolo de entendimiento de las diferentes fuerzas políticas de frente a la población, y no como se ha hecho desde 1983: a puertas cerradas. Esta negociación es clave porque de ella se desprenden los beneficios que cada grupo parlamentario busca en la legislatura. Es en este proceso cuando ceden, transan y se apoyan unos a otros por sus necesidades–intereses. Es, digámoslo así, cuando todos se dejan la cola pateada y nosotros ni enterados.
Por eso es que de pronto no sabemos cómo es que todos votan por aumentar el número de directivos, por ejemplo. Por eso es que hemos llegado al absurdo de tener un presidente, cinco vicepresidentes y ocho secretarios. ¿Son necesarios tantos para la labor administrativa? ¿Si solo el presidente tiene la facultad de contratación para qué tanta gente dentro de la Junta Directiva? La verdad que la única explicación que se me ocurre es por los privilegios que ahí se gozan, no hay otra. Cualquiera con conocimientos básicos de administración sabe que bastaría sólo con siete miembros, pero no solo se trata de reducir el número de personas sino también los privilegios que tienen. ¿Un diputado necesita dos vehículos y líneas telefónicas para todo su personal? Veamos, me parece que ciertamente deben tener vehículo, así que digamos que con eso no me “clavo”. Pero uno, no más; una cantidad limitada de vales; $60 de combustible al mes es más que suficiente a modo de subsidio, porque ganan bien. Ellos pueden pagar su gasolina; nada cuesta también agarrar un paquete de líneas celulares para su asistente y el directivo, ¿Acaso necesita línea para secretaria, la asistente de esta y el motorista? Yo creo que para hacer bien su trabajo no lo necesitan.
Otros que reciben privilegios son los jefes de fracción y de comisiones (sí, esas que ahorita no se están reuniendo). Ellos hablan que estar en esos puestos les genera mayor trabajo, y lo chistoso que ahorita varios andan buscando esos cargos y lo han hecho saber con sobrada anticipación. Ni consolidados están los datos, pero para que veamos lo sacrificado que son esos puestos, ¡ellos ya andan viendo cómo se hacen de uno!
Toda la campaña repetí que no debíamos votar por los diputados que llevan 12, 15, 21 años en la Asamblea. Es que esto ya no es espíritu de servicio, sino más bien modo de vida. Pero bien, varios de estos personajes ahí van de regreso a servir (o servirse). Son estos los que quieren mantener los privilegios de los que han gozado desde hace ratos. Es menester de los jóvenes y los nuevos diputados empezar a derribar ese sistema de privilegios, limitando por ejemplo el número de asesores. Con la experiencia que tenemos del diputado Rodolfo Parker, que tenía asignados 40 asesores, según varios medios de comunicación, ¿imagínense cuántos podrían llegar a tener ahora que esa fracción pasó de 1 a 3 diputados? Solo ellos podrían tener 120 personas en planilla. Más que un apoyo en asesoría eso parece una labor social. Se debe poner límite a esto. Uno no espera que los diputados sepan de todo, pero algo de cultura general sí. Además, los asesores deben ser especialistas en ciertos temas. Desde mi humilde opinión, un máximo de tres por diputado es más que suficiente y en temas bien específicos, sin olvidar que cada fracción tiene sus propios asesores y los que son institucionales también. Es decir, por asesores no se afligen.
Otra medida clara e inmediata debe de ser la prohibición del seguro médico privado. ¿Por qué? Sencillo, ellos llegan a la Asamblea por voto popular; es decir, son elegidos para utilizar esos cargos, no son empleados de ese órgano de Estado. Ellos han sido unos sinvergüenzas al colarse dentro del contrato colectivo de trabajo de los empleados, cuando ellos no solo ganan más; sino que no son empleados y no pueden andar diciendo que merecen reivindicaciones laborales. ¡Hey, por favor! ¡Seriedad! Ni bono ni seguro médico privado. ¡No son parte de la carrera administrativa!
Esos serian como los primeros esbozos que debería dar la nueva legislatura para medianamente ir creyendo que entendieron el mensaje del 4 de marzo. Tienen los votos, tienen el “momentum”, pero la pregunta real es ¿tienen la voluntad, el compromiso? ¿O su discurso de campaña fue una mentira más para llegar a la silla y luego olvidarse de eso que se llama austeridad, transparencia, vocación de servicio?
No se olviden que de su coherencia en sus primeros meses en la Asamblea Legislativa, dependerá que las próximas elecciones se vean afectadas. Los resultados del 4 de marzo han dejado claro que hay una sociedad civil activa que les puede hacer pagar la factura si sus promesas fueron puro humo. No olviden ese pequeño detalle.
*Bessy Ríos en primera persona: 'Opinóloga, madre de 4, esposa de 1, con 3 hermanas y 1 hermano, comprometida con mi conciencia. Mi certificación de nacimiento no trae títulos, solo dice: 'Bessy Ríos, hija de Cruz y Bessy''.