Esta disertación sobre la vida del fundador de Arena, Roberto d'Aubuisson, terminará con gritos y hurras para el hombre responsable del asesinato del exarzobispo de San Salvador, monseñor Óscar Arnulfo Romero. Terminará con dos ideólogos de Arena invitando a los oyentes a no dejarse sorprender con “pajas” y a no volver a dudar del mayor D'Aubuisson en ningún momento. Terminará con alguien invitando a las jefaturas de Arena a irse “al carajo” si no dedican tiempo a aprender sobre la vida y obra del mayor… Pero, por ahora, cuando faltan minutos para las 7 de la noche de este jueves 27 de septiembre, la charla se centra en una crítica al periodismo y al reportero que en 2010 reveló la trama con la que un escuadrón de la muerte acabó con la vida de quien será canonizado en unas semanas por el papa Francisco. En tiempos de santificación de Romero, este es un evento para venerar a d'Aubuisson y repudiar a todo aquel que lo señale como asesino.
—¿Dónde está el señor de El Faro? —pregunta, micrófono en mano, Ricardo “El Gringo” Valdivieso, fundador de Arena, quien fue uno de los amigos más cercanos de D'Aubuisson.
En el público, hombres y mujeres giran sus cabezas para buscar, entre ellos, al periodista del que habla Valdivieso. El “Gringo” frunce el ceño mientras busca entre el público, hasta que encuentra lo que busca:
—A su jefe, el señor Dada —dice apuntando con el índice-, le pasé todos mis documentos y otros papeles, y le dije que si quería saber más, y que después de leer todo podíamos hablar, él tiene todo esto. Yo creo que él (Dada) debería seguir investigando…
Todo el evento de hoy está montado sobre la premisa de que hay unos 'papeles y documentos' que exculpan indudablemente a D'Aubuisson de haber planeado el disparo que aquel 24 de marzo de 1980 partió el pecho a Romero.
El público calla, guarda silencio, hasta que un hombre joven suelta un “¡así es!” con voz enérgica. Pero el resto del público guarda silencio, y así durante cuatro, cinco, seis segundos, hasta que a alguien se le ocurre comenzar a aplaudir. Los aplausos duran diez segundos. Valdivieso sigue en su ataque al periodismo. Dice que en Estados Unidos la izquierda tiene arrinconado y acusa sin pruebas a “un gran hombre” que aspira a llenar una vacante en la Corte Suprema de Justicia (Brett Kavannaugh, señalado por abuso sexual)
—¡Exactamente el caso del mayor D'Aubuisson! —compara Valdivieso.
Convencido de que no hay pruebas, a pesar de todo lo escrito, Valdivieso quiso montar, el jueves 27 de septiembre de 2018, este panel sobre la vida de D'Aubuissonn. Su gran amigo no es responsable de ningún crimen, repetirá con distintas fórmulas Valdivieso. El de Romero será el crimen del que más se hablará, pero en general, se presentará al hombre acusado de asesinar y torturar a decenas de salvadoreños durante la guerra, como un héroe, un ideólogo, casi un martir. Entre 40 y 50 personas escuchan sentados en sillas plásticas, en la sede central de Arena, en San Salvador. Una enorme estatua de d'Aubuisson, con el puño derecho en alto, será el silencioso testigo de esta jornada de exculpación. Los 'papeles' de los que habla Valdivieso como evidencia irrefutable, al menos los que se presentaron en este evento, no son pruebas de ningún tipo, sino conclusiones que estos areneros sacan de hechos ocurridos en el pasado y que, a su parecer, limpian de culpa al fundador de su partido.
La caricatura del embajador White
A días de que El Vaticano canonice a Romero, las críticas han llovido sobre Arena por negar la responsabilidad de su fundador en el magnicidio. La aspirante a la vicepresidencia por la alianza de la que es parte Arena, Carmen Aída Lazo, señaló a inicios de septiembre que la participación de D'Aubuisson no está probada. Desde entonces, la presión sobre el partido para que aclaren su postura aumentó: muchos areneros, incluido su candidato presidencial para 2019, Carlos Calleja, elogian a Romero y a la vez homenajean a su asesino.
Nada mejor para enfrentar la lluvia de críticas que una capacitación al estilo mito versus verdad sobre la vida de D'Aubuisson. “El Gringo” Valdivieso cree conveniente mostrar extractos de una sesión de interrogatorio que un comité del Congreso de Estados Unidos hizo a una de las voces más críticas contra el mayor desde la administración de aquel país: el exembajador Robert White, personaje clave en la condena civil, en 2004, de uno de los lugartenientes de d'Aubuisson por el crimen de Romero, el capitán Álvaro Saravia.
White fue citado al Congreso el 19 de mayo de 1984. Para entonces, White ya había informado a la Casa Blanca que d'Aubuisson era miembro activo de los escuadrones de la muerte. No todos en Washington le creían, por eso lo citaron en 1984, porque los congresistas querían averiguar si valía la pena que Estados Unidos enviara más presupuesto al Gobierno salvadoreño en su guerra contra la insurgencia del FMLN, sobre todo después de que Arena perdiera la presidencial frente al PDC. Arena tenía 32 meses de vida y D'Aubuisson ya era diputado presidente de la Asamblea Constituyente.
El interrogatorio ocurrió en el Long Committee, el subcomité para operaciones foráneas del Congreso. Fueron interrogados también dos fundadores de Arena y amigos de D'Aubuisson: “El Gringo” Valdivieso y Alberto Bondanza, quienes este día presiden la mesa de honor en la sede de Arena.
Orlando Cocar, gerente del Instituto de Formación Política de Arena, es el encargado de dictar la conferencia. Cocar es un hombre mayor, moreno, y con un cabello negro que le quita muchos años. Su hablar pausado se asemeja al tono sacerdotal de las misas. Leerá su disertación auxiliado por un proyector que muestra fragmentos transcritos del interrogatorio donde los republicanos acribillaban a preguntas a White. Para la ocasión, Cocar ha seleccionado los pasajes donde el exembajador parecía en aprietos. Se apoya en las palabra del excongresista republicano Robert Livingston (quien tuvo que renunciar a un cargo en el Congreso después de un escándalo sexual), uno de los más beligerantes contra White en aquella sesión.
Quizá habría sido más efectivo que Cocar mostrase videos de White o algún documento con sus propias palabras para luego criticarlo, pero Cocar prefiere usar los cuestionamientos que Livingston hizo a White en aquel mayo del 84.
Cocar lee las preguntas de Livingston: “Embajador, usted ha dicho que la guerrilla salvadoreña había peleado por los mismos derechos de soberanía y libertad que los estadounidenses cuando pelearon su independencia…” Cocar se detiene y lanza su primer intento de ridiculizar a White: “imagínense qué tremendo, un embajador justificando a la guerrilla en El Salvador de esa manera…”. Otra de las láminas proyectadas por Cocar muestra este extracto del interrogatorio:
—Mr. Livigston: Usted se ha referido a D'Aubuisson como asesino. ¿Tiene pruebas?
—Mr. White: Así se refieren a él en artículos periodísticos en El Salvador y en otros medios internacionales.
Y entonces Cocar aprovecha para mofarse una vez más. “Imagínese, un embajador que podía tener acceso a toda la información posible, lo que lleva al Congreso son recortes de periódicos. Ahí ustedes pueden ver la seriedad de las pruebas. ¿Cómo va a decir que llama asesino a Roberto d'Aubuisson porque así le llaman en El Salvador?”, dice. Entre el escaso público, hay quienes asienten con la cabeza, otros solo permanecen en silencio. “Imagínense, White no llevaba nada para demostrar lo que decía sobre el mayor. ¿Por qué White no llevó esos supuestos documentos si él ya sabía que lo iban a interrogar?”, agrega.
Aquí, en la sala Mayor Roberto d'Aubuisson de la sede central arenera, queda claro que las 'pruebas' con las que exculparán a su líder son más bien lecturas interesadas de hechos de la historia.
Por aquellos meses del 84, había abundante material de inteligencia que confirmaba no solo los abusos y la violencia política extrema en El Salvador, sino que también había informes de la CIA que describían a d'Aubuisson como líder de escuadrones de la muerte. Un informe de abril de 1984, en pleno contexto de guerra y represión militar, escrito por la Dirección de Inteligencia de la CIA, incluso se preguntaba: “¿Es d'Aubuisson el hombre más poderoso de El Salvador?” Pero para Cocar todo eso es tontería. “La prueba de que no era asesino es que, en 1982, Arena sacó 402,000 votos, y eso en el 82 era un montón”, dice, en alusión a la elección donde se escogió a los diputados que conformarían la nueva Asamblea Constituyente. En aquellas elecciones, el PDC ganó mayoría, con el 40% de los votos. Arena quedó en segundo, con el 29.5%.
Cocar sigue atacando a White con su ponencia en Power Point. Recita la parte en la que el excongresista Livingston le pide que aclare cómo es eso de que D'Aubuisson, supuestamente, amenazó en televisión nacional a un miembro de la embajada. El congresista Livingston pedía pruebas de ese señalamiento y White, según el interrogatorio proyectado por Cocar, respondió que no estaba en El Salvador en ese momento. “Como verán, el congresista Livingston le hizo aquella pregunta al embajador como diciéndole, ‘yo ya sabía que usted es un gran pajero’”. Parece que Cocar ha contado un buen chiste. Todos ríen.
La amenaza a la que se refería era la que recibió el embajador en El Salvador, Thomas Pickering, por supuestamente ser hostil a las pretensiones políticas del fundador de Arena. d'Aubuisson veía en Pickering la resistencia del Gobierno de Estados Unidos a permitir, incluso, que el mayor viajara a Estados Unidos. A raíz de la supuesta implicación de D'Aubuisson en las amenazas, Estados Unidos negó su solicitud de visa en marzo de 1984. La prensa internacional reveló más detalles de aquel complot contra Pickering en el que aparecía mencionado D'Aubuisson.
Pero Cocar dice que todo aquel lío de la visa que le negaron a D'Aubuisson fue una injusticia del Gobierno estadounidense que tuvo como base los señalamientos de White. “Los mismos congresistas interrogaron a White y comprobaron que toda la acusación estaba basada en recortes de periódicos, y que no había ningún documento serio que respaldara esa acusación de que era asesino y todo eso”, insiste. “¿Cómo es que muchos de nosotros tenemos esa duda? Ustedes han sido informados esta noche de la verdad, no pretendemos defender a nadie. Queríamos que supieran la verdad, el Departamento de Estado no cuenta con ninguna información”, dice Cocar. Y luego dice que él sí la tiene.
Cocar cuenta que en una reunión en 2007 recibió de manos del mismo exembajador White una copia de la agenda del capitán Álvaro Saravia, quien en 2004 fue condenado en ausencia en Estados Unidos por complotar para asesinar a monseñor Romero. La última vez que se supo públicamente de Saravia fue cuando hizo aquellas revelaciones a este periódico sobre el asesinato de Romero, publicadas bajo el título 'Así matamos a monseñor Romero'. Vivía oculto en un lugar empobrecido, y acusó a D'Aubuisson de haber planificado el atentado perpetrado por un francotirador salvadoreño. “White decía que aquí en la agenda estaba contenido todo, pero la verdad es que no hay nada”, dice Cocar en referencia a la supuesta agenda de Saravia que le entregó el exembajador. La diputada Patricia Valdivieso, sentada en primera fila, rompe en aplausos que se contagian rápidamente al resto del público. “Tenemos una serie de documentos desclasificados que White entregó personalmente, con los que él decía que probaban eso. Los revisamos y no tiene nada”, dice Cocar.
Según Cocar y el resto de fundadores de Arena en este evento, la agenda de Saravia no es prueba fehaciente. “No hay ninguna culpabilidad del mayor. Sintámonos orgullosos de nuestro máximo líder, el mayor Roberto d'Aubuisson. Recordemos que no puede ser capaz de cometer semejantes actos que les acusan”, dice Cocar, alzando la voz, como urgiendo aplausos. Pero en lugar de aplausos, un hombre robusto en la tercera fila se levanta y a toda voz invoca el grito de guerra de los areneros: “¡Por eso decimos: mayor Roberto d'Aubuisson”. “¡Presente por la patria”, responde el resto de asistentes, que también aplaude.
La agenda de Saravia, es cierto, no detallaba la operación con la que se asesinó a Romero. Pero una hoja que le fue decomisada a D'Aubuisson, que en un borde tenía el sello de una empresa de su propiedad, enlistaba los detalles necesarios para la Operación Piña, como se le llamó a la operación magnicida.
'Existe abundante evidencia de que D'Aubuisson dio la orden de asesinar al arzobispo y dio instrucciones precisas a miembros de su entorno de seguridad, actuando como escuadrón de la muerte, de organizar y supervisar la ejecución del asesinato', dice la Comisión de la Verdad en su informe. La Comisión recogió pruebas durante un año de trabajo en El Salvador y en el extranjero, y dijo que encontró 'evidencia sustancial' de que a quien D'Aubuisson dio la orden fue al excapitán Álvaro Saravia. 'La evidencia sustancial' era la segunda categoría más fuerte que utilizaba la Comisión de la Verdad para establecer sus conclusiones. La primera categoría era la existencia de 'pruebas abrumadoras'; y la última, 'pruebas suficientes'. Cuando había evidencias 'menos que suficientes' sobre una determinada hipótesis, la Comisión no redactaba ninguna conclusión.
A las 6:25 de la tarde, a media capacitación, comienza a circular el café y pan dulce entre los asistentes. Uno de los fundadores de Arena, Eduardo Larrave, está sentado en primera fila junto a dos hijas del “Gringo” Valdivieso, la diputada Patricia y su hermana Mónica, quien en 2016 intentó llegar al Coena. Larrave escucha con atención la disertación y, como viejo amigo de D'Aubuisson, complementa en voz baja lo que van diciendo Cocar y 'El Gringo' con pequeñas anécdotas que cuenta a las hermanas Valdivieso.
Lo que está por relatar 'El Gringo' sacará las lágrimas a varias de las personas presentes en el salón. Valdivieso cuenta que una vez, cuando estaban en Guatemala, “el mayor dijo que iba a hacer un partido y los que le rodeaban en ese momento lo abandonaron. Ellos se fueron a una casa camino a la carretera que lleva a El Salvador. Yo iba y venía diciéndoles que volvieran con D'Aubuisson, pero ellos me decían que no querían volver. Y entonces yo volvía donde el mayor y le decía que nadie de nuestros compañeros quería volver. Después de algunos días, con Roberto nos abrazamos y lloramos como niños, a moco tendido!” Cuando dice estas palabras, dos mujeres sentadas en las primeras filas abanican sus manos cerca de sus ojos, como secándose las lágrimas. Suspiran. Otra mujer, enfundada en su chaleco tricolor, se cubre el rostro con ambas manos, en un intento de contener el llanto. “Por eso me dan ganas de vomitar cuando ahora veo un corrupto en el partido, porque ellos no saben lo que costó fundar Arena”, dice Valdivieso.
El Gringo ha escrito un libro sobre la historia de la fundación del partido. Se titula “Cruzando el imposible” (2008), y en él recoge varias frases y conversaciones que tuvo con su amigo. Ahora que la figura de D'Aubuisson está otra vez bajo la mira por la próxima canonización, Valdivieso dice que Arena debe sacudirse la cobardía para defender sus principios. “Estoy harto de la cobardía de la derecha, ¿qué nos pasa? ¿No tenemos sangre en las venas?”, pregunta.
Valdivieso cuenta a El Faro que vio una publicación donde el candidato presidencial Carlos Calleja dice que quiere llegar a la verdad. Valdivieso asegura que envió un mensaje al teléfono del presidenciable. “Estoy de acuerdo en que el caso de Romero debe ser estudiado y debemos llegar a la verdad. Hay indicios (sobre la participación de d'Aubuisson en el asesinato), vayamos a la verdad. He encomendado a él, a Dios y a la virgen este proyecto”, dijo Calleja en Washington durante una reciente visita. Valdivieso no oculta su incomodidad al respecto.“Por eso le mandé un chat a él diciéndole: puedes iniciar con los documentos que presenté en la sede del partido”, dijo el fundador. Calleja no respondió el chat, dice, pero sabe que ya lo recibió.
A Valdivieso le incomoda la tibieza de Arena para ensalzar la figura del mayor. Dice que por años ha pedido a la dirigencia que se organicen más seminarios y cursos sobre su vida, pero que nunca le hicieron caso “por falta de tiempo”. Valdivieso cuenta que el sábado 22 de septiembre de este 2018, el presidente de Arena, Mauricio Interiano, vio por primera vez los documentos que él y otros fundadores tienen sobre D'Aubuisson y que así fue como autorizó que se organizaran los conversatorios que este jueves reunieron a medio centenar de gente en la sede del partido.
Son casi las 8 de la noche de esta jornada de veneración al fundador de Arena. El café ya se terminó. Cocar cede el uso del micrófono a Valdivieso, quien no escatima en críticas a la dirigencia: “quiero aquí solicitar a la jerarquía del partido, tomen nota. Quiero que cada director departamental del partido reciba esta información. Aquí no estamos para entretener a nadie, aquí estamos para enseñar las cosas históricas, y si un jefe en el partido no tiene tiempo para saber sobre su fundador, ¡que se vaya al carajo!”. Todos los presentes aplauden y vitorean.
Orlando Cocar retoma la palabra y aprovecha el momento: “¡el pueblo nos dio cuatro presidencias consecutivas, ¿qué mayor testimonio de que los salvadoreños no creen semejantes pajas sobre nuestro fundador? ¡No tengamos temor!”, dice. “Internalicen esta verdad y saquen sus conclusiones y no vuelvan a dudar”.