En 2019, cuando Nayib Bukele respetaba el periodismo de El Faro, su hermano y asesor principal Karim contó esta historia a una reportera. “Al inicio de la campaña, cuando íbamos al pueblo de mi madre, Concepción de Oriente, en las afueras del casco del municipio, en los caseríos aledaños, cuando vieron la caravana que acompañaba al candidato, la gente salía de sus casas, con smartphone en mano, a tomarse selfies. Eso nos demostró que 'el territorio' había mutado en los últimos años”.
Karim Bukele estaba revelando una de las claves de la estrategia comunicacional de su hermano: la creación de “muchas producciones orgánicas que se hacían virales y nosotros no controlábamos”.
Como presidente, Bukele ha seguido ese principio con disciplina, apoyándose en docenas de canales de YouTube que distribuyen contenido diariamente y produce cámaras de resonancia no solo en El Salvador sino internacionalmente. Solo el 1 de marzo, se publicaron 276 videos con el nombre de Bukele en el título, de acuerdo con un monitoreo publicado por la Revista Disruptiva de la Universidad Francisco Gavidia. Los videos crean una narrativa aparentemente orgánica que influencia profundamente la conversación política de y sobre El Salvador.
YouTube está repleto de odas a Bukele por desafiar el poder de Estados Unidos, por el encarcelamiento masivo de supuestos pandilleros, por su apuesta por el Bitcoin, o por su supuesta habilidad de silenciar periodistas (aunque no ha concedido una entrevista en El Salvador en casi cuatro años).
Hace 15 años, los estudios de comunicación hablaban sobre los telepresidentes: archienemigos como Hugo Chávez y Álvaro Uribe coincidieron en crear, cada uno, su show de televisión. Bukele ha construido su marca en parte como un “presidente de Twitter” y destaca su agresiva incursión en YouTube.
Un nuevo paso en la estrategia que anunció Karim Bukele llegó el 18 de abril, cuando la Asamblea Legislativa controlada por el partido de Bukele (Nuevas Ideas) anunció que permitiría a YouTubers y otros creadores de contenido acreditarse para cubrir las sesiones legislativas. Otras instituciones públicas han seguido el rumbo: el Instituto Nacional de los Deportes anunció el 22 de mayo que acreditará a YouTubers y otros “generadores de contenido” para cubrir los Juegos Centroamericanos y del Caribe este año en San Salvador.
En los últimos dos años, la bancada de Nuevas Ideas ha tildado a los periodistas de “activistas de oposición” y de ser manipulados por “los mismos de siempre”, los políticos a quienes Bukele culpa de todos los problemas del país. En Twitter, la Asamblea promovió la nueva medida como un paso para llevar “la información a las mayorías”. Unos días antes, cuando El Faro anunció que movía su sede administrativa a Costa Rica, el presidente de la Asamblea Legislativa publicó un video de 2022, donde pidió a los periodistas: “Váyanse, nadie los quiere aquí”.
El consumo de noticias ocurre principalmente de dos formas en El Salvador: 45 % a través de televisión y 41 % a través de redes sociales, sobre todo en Facebook, de acuerdo con una encuesta nacional de la Universidad Centroamericana (UCA) publicada en enero. Los periódicos impresos y digitales ocupan un espacio drásticamente menor en el mercado.
Miembros del gabinete de Bukele aparecen a diario en la televisión: durante los primeros 14 días de mayo, diez oficiales de alto rango aparecieron en los programas de televisión matutinos más importantes de las dos principales cadenas: TCS y Megavisión, que rara vez presentan alguna cobertura crítica sobre el gobierno.
Al mismo tiempo, la creación de contenido favorable al gobierno prospera en Internet. Como investigador para la Universidad Francisco Gavidia, Óscar Luna ha visto cientos de horas de contenido de Youtube en el último año y compiló un ránking de 70 canales de YouTube que promueven a Bukele y fustigan a sus adversarios.
Encabezando la lista de Luna, está “Siempre en Movimiento”, un canal cuyo logo es un Bukele sonriente con lentes de sol y cuyo video fijado es una confrontación entre el presidente y un periodista de El Faro, durante una conferencia de prensa de 2020. El clip tiene 136,000 vistas. El canal tiene 750,000 suscriptores y sus videos acumulan casi 300 millones de reproducciones. Otros cuatro canales —Alfa Producciones, El Presidencial, Nación Sivar y Noticiero La Nueva Revolución— tienen más de 200 millones de vistas cada uno. Más abajo en el listado, incluso un canal titulado “Nayib Bukele el hombre que derrotó al diablo” ha conseguido 11.7 millones de visualizaciones.
Aunque no hay estudios ni datos adicionales publicados —Luna publicó sus hallazgos como parte de la iniciativa contra la desinformación “El Filtro” el 19 de mayo— el profesor Willian Carballo comentó en una columna de abril que “existe una tendencia entre salvadoreños (tanto afuera como dentro del país) a informarse con personajes que transmiten desde YouTube y luego rebotan los mensajes en Facebook, Instagram, Twitter y TikTok”.
Para celebrar su nuevo acceso a la Asamblea Legislativa, Christian de la O —un creador de contenido pro-Bukele que tiene un canal de YouTube con 72,000 suscriptores— tuiteó: “acabamos con un sistema de periodistas políticos pagados y afines a intereses de un círculo que pretendía dominar la mente de los salvadoreños. Buen trabajo YouTubers!”
El periodismo ha sido una puerta de entrada a la política para algunos salvadoreños. El expresidente de Arena, Antonio Saca (2004-2009), fue locutor deportivo antes de convertirse en un magnate de radios. Su sucesor, el efemelenista Mauricio Funes (2009-2014), tuvo una larga carrera como presentador y corresponsal de CNN. Durante sus mandatos, ambos compraron el favor de los principales medios de comunicación a través de contratos publicitarios. Bukele también disfruta del beneficio de medios complacientes, como sus antecesores: su Gobierno controla más de 15 estaciones radiofónicas con alcance nacional, incluyendo las del emporio de Saca, que pasaron a manos del Estado tras su sentencia por corrupción.
Al mismo tiempo que los YouTubers cuestionan a los periodistas por sus fuentes de ingreso, tienen enlaces demostrados con el gobierno. Billy Valiente —con 200,000 seguidores en Tiktok— dijo en un video de marzo que el diputado de Nuevas Ideas Rodrigo Ayala lo contrató como asesor. Valiente, de traje y corbata negra, dio la bienvenida a los Youtubers en la Asamblea, y dijo además que antes trabajó para la alcaldía de Turín (Ahuachapán) y para el Instituto Nacional de la Juventud, bajo el gobierno del FMLN.
Romeo Lemus, un experiodista que trabajó para el gobierno de Mauricio Funes y desde el 2016 para el consulado de El Salvador en Los Ángeles, también tiene un canal pro-Bukele con 172,000 seguidores. Los números son considerables porque la población de El Salvador es de alrededor de seis millones, más aproximadamente tres millones que viven en Estados Unidos. De los canales que Luna identificó, 14 dicen producirse desde Estados Unidos y tienen a la diáspora como su público objetivo.
Kim Kardashian y otras mentiras
Los Youtubers actúan como portavoces no oficiales de Bukele. Felipe Ray Tyson —con más de 400,000 suscriptores— empezó a promover el lema “Bukele 2024” dos años antes de que el presidente oficializara su intención de mantenerse en el poder. La invasión militar de Bukele a la Asamblea Legislativa en 2020, que algunos de su círculo interno admitieron fue un error, ha sido transformada en una inofensiva incursión de Bukele para orar en el Salón Azul. La adopción del Bitcoin es presentada como un éxito en YouTube, pese a que casi nadie en el país lo acepta como un método de pago y el valor de la criptomoneda se ha desplomado desde que El Salvador invirtió en ella.
Los influenciadores también se promueven como una conexión no adulterada con “el pueblo”. Roberto Silva es un altisonante YouTuber pro-Bukele que fue condenado por expresiones de violencia contra la mujer proferidas contra dos militantes del FMLN. En una entrevista de televisión dijo que algunos de ellos ni siquiera terminaron la educación secundaria. Otro YouTuber que se hace llamar “Wichito503” y tiene 150,000 suscriptores hace alarde de que, aunque solo estudió hasta sexto grado, consigue más visualizaciones que los periodistas. Luna dice que, lejos de desacreditarlos, esto genera empatía en un país donde solo una de cada diez personas se gradúa de la universidad.
Ese efecto también alcanza a Bukele. “Cada vez que la gente atacaba a Bukele en campaña por no haber sacado una carrera realmente solo estaban haciéndole un pequeño favor”, dijo Luna. Bukele, heredero de una familia millonaria, se presenta de forma casual en público, con una gorra hacia atrás, calcetines de colores y nunca con una corbata.
Aunque el financiamiento del gobierno hacia influenciadores de Internet es opaco —Bukele aún no ha revelado sus financistas de la campaña de 2019— está claro que el gobierno invierte mucho en redes sociales. “Yo creo que nos debe buen dinero el Sr. Zuckerberg de Facebook”, dijo Lester Toledo, un asesor venezolano de Bukele, en una entrevista de 2021. “Toda la plata que se podía gastar en volantes y en hacer territorio lo que hicieron fue meter pauta en publicidad”, explicó.
El canal de Abigail Guerra (Política sin Filtro) tiene casi 200,000 seguidores. En octubre, publicó un video cuya portada dice: “Kim Kardashian apoya a Nayib”. Por supuesto, no es cierto: alrededor del minuto 22 del video, Guerra dice que la celebridad había sido multada unos días antes por ocultar cuánto dinero había recibido por hacer una publicidad de criptomonedas, y mágicamente vincula eso a la decisión de El Salvador de adoptar el bitcoin como moneda legal en 2021.
Otro de los videos de Guerra dice que Disney está planeando mudar sus operaciones a El Salvador (otra mentira). Pero no está sola en sus intentos. En mayo de 2022, Milena Mayorga, la embajadora de El Salvador en Estados Unidos tuiteó: “Tesla, estén pendientes!” y luego dijo que sostuvo conversaciones con la empresa para instalar una fábrica de partes de vehículos en el país. Tesla tiene fábricas en Estados Unidos, Alemania y China.
Bukele siempre ha tratado de ligar su nombre con el de celebridades en nuevas y viejas plataformas: intercambió chistes con el YouTuber español Auronplay, invitó al YouTuber mexicano Luisito Comunica –que tiene 40 millones de suscriptores— a entrevistarlo en Casa Presidencial y a dar un recorrido por las playas; también apareció varias veces en el show del expresentador de Fox News Tucker Carlson o inauguró un proyecto con Daniel Baldwin, el menos conocido de los hermanos Baldwin en la industria del cine, para liderar una iniciativa presidencial que él describió como “la compañía de cine y televisión más significativa de la historia Latinoamericana”.
La grandeza es un denominador común: el hospital temporal construido para pacientes de Covid-19 fue promocionado como “el más grande de América Latina”. El gobierno publicita la nueva prisión de San Vicente como “la más grande del mundo”. Bukele reveló Bitcoin City, el plan de una ciudad de rascacielos junto al océano, con una maqueta dorada y en el render aparece como una ciudad iluminada de neón.
Amparo Marroquín, profesora de comunicaciones y cultura en la UCA, ofreció algunas hipótesis sobre el impacto político de YouTube. “Los YouTubers te hacen leer la vida cotidiana como las telenovelas en los 90. Te hablan en tu tono y hay que considerar que es un pueblo que tiene un analfabetismo funcional muy grande”, dijo Marroquín. La académica dijo que en 2022 llevaron a cabo focus group en tres ciudades salvadoreñas, además de Los Ángeles y Washington, D.C. “Lo que notamos es que la gente que está en contra de figuras públicas que tienen un discurso súper pesimista, pero no te dicen cuál es la alternativa. Mientras que el discurso de Nayib te dice cosa divinas, idílicas”.
Marroquín dijo que recordó una experiencia de cuando ella era estudiante, un estudio realizado en la comunidad La Chacra, donde investigadores mostraron documentales educativos de Discovery Channel a los habitantes y notaron que se estaban deprimiendo. “Pasabas el día trabajando, súper jodido, y llegabas en la noche a ver que las ballenas jorobadas se estaban extinguiendo o a llorar por los delfines. O sea, demasiada realidad no la podemos aguantar”, dijo.
El contenido de YouTube hace mucho énfasis en alinearse con la narrativa gubernamental de que El Salvador ha cambiado y se ha convertido en un ejemplo a las naciones. La historia oficial es que el país fue “uno de los mejores en el mundo en manejar el covid” o que ahora es “el país más seguro del mundo”. Cuando esos mensajes llegan a titulares internacionales, resuenan en televisión o redes sociales nacionales como una validación de que las cosas van por buen rumbo.
Marroquín citó un estudio de 2003 sobre identidad salvadoreña que encontró que los salvadoreños tienen pocos artefactos culturales de los que presumir y que la relación con Estados Unidos se percibe como una de “dominio asumido” y subordinación. “El mexicano te despliega desde Zapata hasta los tacos, el tequila, el mariachi. ¿Y uno? Los Hermanos Flores, los elotitos Diana, una goleada en el Mundial. Sistemáticamente hemos estado muy jodidos. Entonces, (Bukele) está fortaleciendo la construcción nacional”, dijo la académica.
Por otro lado, “el periodismo crítico en Centroamérica no se ha metido a los formatos populares y no dialoga con la cultura popular. Si el periodismo dice ‘que me lean los que me quieran leer, yo soy puro, no me mancho, no le voy a pedir a un youtuber que me haga algo, no voy a poner publicidad pagada’, entonces te jodiste”, explicó Marroquín.
Los medios tradicionales pierden terreno
Las redes sociales son solo la mitad de la historia. La retórica de Bukele contra medios tradicionales e independientes empezó mucho antes de su llegada a la presidencia y se mantiene fuerte. El 10 de abril, cuando el New York Times publicó un artículo sobre el desmantelamiento de las pandillas en El Salvador tuiteó: “mamá, llegué a la portada del New York Times! Lástima que la gente ya casi ni lo lee”. El 1 de mayo, se burló de un anuncio de que el medio Vice se declaraba en bancarrota. Al siguiente día, añadió: “en todos los países de Latinoamérica hay medios y “periodistas” pagados por Soros. Pero en realidad no son periodistas, son activistas políticos con una agenda mundial definida y perversa.”
No es solo un decir. En los últimos tres años, periodistas salvadoreños han denunciado amenazas, acoso, seguimiento y uno de los casos de vigilancia con Pegasus más obsesivos que se han documentado. La presión, que incluye bloquear pauta publicitaria del gobierno en medios independientes, ha tenido sus efectos. Teleprensa, el noticiero más antiguo del país que empezó en 1956, salió del aire en enero, junto con el resto de programación en vivo del Canal 33.
El desmantelamiento del Canal 33 fue gradual. En marzo de 2021, Focos, un programa semanal que mostraba entrevistas críticas a políticos, incluido el vicepresidente Félix Ulloa, fue forzado a salir del canal. Cuatro meses más tarde, República, un programa de entrevistas matutino, fue cancelado. La presentadora Wendy Monterrosa dijo que los dueños del canal le dijeron que se debía a “razones económicas”. Un año después, en agosto de 2022, Carlos Monterroza, presentador del programa de horario estelar “Ocho en Punto”, renunció y citó “diferencias con la ruta que va tomando tanto la línea editorial como la gestión de contenido del programa”.
El 1 de enero, la administración del Canal informó a los empleados que “la empresa ha venido luchando los últimos meses con los costos de operación y estabilizarse, pero no ha sido posible”, de acuerdo con un mensaje interno que una persona que estuvo empleada en el canal mostró a El Faro. Los dueños del canal también operan una universidad privada, la UTEC, cuya casa de encuestas no ha publicado estudios en los últimos dos años.
Tras la noticia del cierre, Angélica Cárcamo, presidenta de la Asociación Salvadoreña de Periodistas, dijo que el gobierno usa la pauta publicitaria como “recompensa o castigo” y que “hay medios que han dejado de percibir pauta privada porque a los empresarios les han amenazado desde el gobierno, a algunos les han dicho que dejarán de recibir licitaciones del gobierno si siguen pautando en medios no oficialistas.” En octubre de 2021, el presidente Bukele criticó un tuit de publicidad de El Faro sobre un servicio de remesas, argumentando que esto explicaba la cobertura crítica del periódico al bitcoin. El cliente retiró la publicidad.
LPG Datos, una unidad investigativa de La Prensa Gráfica que realizaba estudios de opinión con alcance nacional desde 2004, despidió a su staff y cerró operaciones en abril. La Prensa Gráfica no ha hecho su decisión pública. El gerente editorial Cristian Villalta dijo a El Faro que el equipo fue disuelto por razones administrativas y financieras que les impedían mantener a un equipo de encuestadores, pero que aspiran a seguir haciendo investigación social en el futuro. El cierre en un año preelectora significa que solo hay dos casas encuestadoras con experiencia no vinculadas al gobierno, ambas alojadas en universidades: la UCA y la Francisco Gavidia.
Sin embargo, pese a todo el desdén presidencial, las decisiones presupuestarias reconocen la importancia de los medios tradicionales. El partido de Bukele fue el mayor anunciante en televisión, radio y periódicos impresos de la elección de 2021, con un gasto estimado de 10.5 millones, de acuerdo con un reporte de la organización Acción Ciudadana. Arena, el segundo en la lista, gastó 2.7 millones de dólares. Los presupuestos combinados de todos los otros partidos llegaron a la mitad del gasto de Nuevas Ideas. El 85 % del gasto de Nuevas Ideas fue en televisión, que Bukele considera clave. Relanzó la estación de televisión pública en octubre de 2020, con el Noticiero El Salvador como bandera.
Ese mismo mes creó un periódico estatal, Diario El Salvador, en el que ha gastado al menos 5.4 millones de dólares en los últimos dos años, de acuerdo con una investigación de Revista Elementos. Para crear el periódico, el gobierno reclutó a docenas de reporteros de La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy, los periódicos centenarios de El Salvador. El secretario de Prensa de Bukele, Ernesto Sanabria, a menudo publica columnas en el nuevo diario. Una alianza de medios confirmó el año pasado que Sanabria opera como director y Luis Laínez, exjefe de información de La Prensa Gráfica, como segundo al mando.
El Salvador se ha desplomado 49 posiciones en el ránking mundial de Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras desde la llegada de Bukele al poder. “El presidente Bukele ha atacado y amenazado a los periodistas críticos de su gobierno. Los medios francos son acosados y periodistas que cubren seguridad y pandillas son criminalizados”, dijo la organización en su informe de este año.
El presidente es un buen hombre que combate el crimen, dice la historia de YouTube, por ende, todo el que lo critique o denuncie violaciones de derechos humanos o abuso de poder de la Policía debe estar del lado de los criminales o es, el mismo, un delincuente. El cuento del encantador hombre fuerte alcanzó cobertura mundial cuando el gobierno inauguró su nueva “megaprisión”, con una capacidad para 40,000 reos, según dijeron los funcionarios. Las imágenes oficiales llegaron a canales de televisión y medios globales desde Estados Unidos hasta Perú.
El YouTuber Silva dijo que reta a cualquier periodista u organización de medios a alcanzar 45,000 suscriptores. Luna dijo que cree que Silva tiene razón. “La Prensa Gráfica tiene 15 años de estar en YouTube y es uno de los medios grandes de El Salvador, tiene un promedio de cinco millones de visualizaciones al año”, dijo Luna. “Hay canales que han duplicado eso en cuatro meses”.