Columnas / Medio Ambiente

La minería metálica produce graves afectaciones contra la Salud Pública

La minería metálica no debe permitirse en nuestro país, ya que cuando uno coloca en la balanza riesgo–beneficio, los riesgos son mucho mayores que el beneficio que pudiera obtenerse con su implementación. Mi conclusión es que los ciudadanos salvadoreños debemos expresarle de manera clara y contundente al Presidente Nayib Bukele nuestro rechazo a la minería.

Viernes, 29 de noviembre de 2024
Iván Solano Leiva*

La discusión sobre la implicaciones de  la minería metálica en nuestro país, en la salud pública y deterioro ambiental, no es nada nueva. Hay un antecedente conocido: la experiencia con la mina en el Cantón San Sebastián, Santa Rosa de Lima, La Unión,  a cargo de Commerce Group Corporation (CGC),  la última empresa que explotó los subsuelos de San Sebastián y cuya  concesión terminó durante el Gobierno del expresidente Elías Antonio Saca en 2006, cuando  el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales decidió que la afectación al medio ambiente había sido ya demasiado y retiró los permisos. 

Otro antecedente importante de traer a cuenta es el 11 de octubre del 2016, cuando el Centro Internacional de Arreglo de Disputas entre Inversionista Extranjero y Estado (más conocido como CIADI), rechazó las pretensiones contra El Salvador contenidas en la demanda interpuesta por la minera canadiense Pacific Rim en el 2008, debido a que no podía continuar con su trabajo de exploración de la mina El Dorado, en San Isidro, Cabañas.  Esto llevó a que la Asamblea Legislativa, tras intensos debates y distintas presiones de comunidades,  el 29 de Marzo de 2017, emitiera la Ley de Prohibición de Minería Metálica, la cual está vigente a la fecha.

Tras esta introducción, me  gustaría pasar a describir como la minería metálica tiene implicaciones significativas en la salud pública, derivadas de los impactos ambientales, laborales y sociales que genera. Estos efectos pueden afectar tanto a los trabajadores de las minas como a las comunidades cercanas. A continuación,  presento las principales implicaciones en salud pública:

Existe  exposición a sustancias tóxicas producida por los metales pesados (plomo, mercurio, arsénico).  La extracción y procesamiento de metales liberan metales pesados al ambiente, que pueden contaminar el agua, el aire y el suelo. Estos elementos están asociados con enfermedades neurológicas, renales, hepáticas y cáncer.

También hay alta exposición a polvo y partículas finas. La inhalación de polvo con sílice o metales puede causar enfermedades respiratorias como silicosis y neumoconiosis.

Se contamina el agua. La minería puede liberar ácidos y metales tóxicos a los ríos y fuentes subterráneas, lo que impacta la calidad del agua potable. Las comunidades cercanas pueden sufrir enfermedades gastrointestinales, intoxicaciones y malformaciones congénitas debido al consumo de agua contaminada.

La minería tiene un impacto en la calidad del aire. La liberación de gases y partículas durante las operaciones mineras puede causar problemas respiratorios, alergias, asma y enfermedades pulmonares crónicas en la población local.

Las condiciones laborales en el sector minero son peligrosas. Los trabajadores mineros están expuestos a riesgos de accidentes graves, colapsos de minas y exposición prolongada a materiales tóxicos. Esto resulta en una alta prevalencia de lesiones, enfermedades ocupacionales y mortalidad temprana.

Existe un impacto negativo en la salud mental y social. Las comunidades afectadas por la minería suelen experimentar desplazamientos forzados, pérdida de medios de vida y conflictos sociales, lo que contribuye al estrés, la ansiedad y otros trastornos mentales. Las desigualdades y la falta de acceso a servicios de salud adecuados agravan los problemas sanitarios.

Hay mayor riesgo de contraer enfermedades infecciosas. Las actividades mineras, especialmente en áreas remotas, pueden alterar los ecosistemas y aumentar la incidencia de intoxicaciones, enfermedades diarreicas, así como las transmitidas por vectores como el dengue, ZIKA y Chikungunya.

Existen efectos a largo plazo difíciles de enfrentar.   La contaminación ambiental derivada de la minería puede persistir durante décadas, afectando a generaciones futuras con problemas de salud crónicos y deterioro de los ecosistemas locales.

En base a lo anterior es que considero que la minería metálica no debe permitirse en nuestro país, ya que cuando uno coloca en la balanza riesgo–beneficio, los riesgos son mucho mayores que el beneficio que pudiera obtenerse con su implementación. Mi conclusión es que los ciudadanos salvadoreños debemos expresarle de manera clara y contundente al Presidente Nayib Bukele nuestro rechazo a la minería. YO DIGO NO A LA MINERÍA y SÍ A LA VIDA.

*Iván Solano Leiva es médico internista e infectólogo de adultos. 

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