Columnas / Política

Bukele, un carcelero por sobrevivencia

Más que admiración, el gobierno de Bukele puede que esté aterrorizado con Trump y por eso ha decidido someterse completamente. La diplomacia salvadoreña sabe de la naturaleza transaccional y nativista de Trump, en la que los rieles del anticomunismo republicano pasaron a segundo plano. Trump puede negociar con el dictador, Nicolas Maduro a la espaldas de Rubio. Si Trump está dispuesto a negociar con el dictador venezolano, Nicolás Maduro -pasando encima Rubio-, el presidente no dudará en lanzar a los leones a Bukele, si eso le sirve para avanzar sus intereses políticos.
Saul Loeb
Saul Loeb

Viernes, 7 de febrero de 2025
Ricardo J. Valencia

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Entender la relación entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el mandatario ilegítimo de El Salvador, Nayib Bukele, como amistad - tal como los dice el secretario de Estados, Marco Rubio- o un “romance” entre hermanos -como algunos sugieren- es una ilusión. Además de ser un término gastado en la diplomacia, una amistad -al menos entre países- requiere que Trump, al menos en el más profundo de su ser, busque el beneficio de la gente que Bukele asegura representar. Pero en el credo de “América Primero” de Trump, la relación con El Salvador no es de común beneficio tal como lo deja claro la congelación de la cooperación estadounidense al país fuera de la seguridad. La relación es de completa sumisión. 

En la visita de Rubio a San Salvador el lunes 5 de febrero de 2025, Bukele no solo aceptó sin condiciones la deportación de miles de salvadoreños de Estados Unidos, también accedió a ser destino para deportados de terceros países. Estas dos cosas fueron aceptadas por el presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo también.

Bukele dio un paso más: se ofreció como carcelero de extranjeros que Estados Unidos cree tienen lazos con el crimen organizado y ciudadanos americanos juzgados en Estados Unidos a cambio de una “pequeña tarifa”-tal como Trump lo explicó. ¿Como Bukele, quien se ha dedicado a vender El Salvador como el mejor destino turístico en Centroamérica, como un hub tecnológico de la región y se ha vanagloriado en acabar  las pandillas, acepta convertir a su país en gulag estadounidense donde peligrosos delincuentes pueden ser encarcelados? Un día después, Rubio matizó que la propuesta tendría que ser analizada a la luz de las leyes y la Constitución estadounidense.

¿Por qué lo hizo? Sobrevivencia. Bukele lucha por cerrar uno de los flancos débiles que tiene con Estados Unidos: su relación con las pandillas. En 2021, el gobierno de Estados Unidos acusó a Bukele de pactar una tregua con las pandillas para una reducción de los homicidios a cambio de beneficios en las prisiones. Mientras Joe Biden era el presidente de Estados Unidos, Bukele podía acusar al demócrata de una conspiración que tenía a George Soros detrás. Con Trump esa excusa se ha acabado. Trump, durante su campaña presidencial, lo acusó de enviar asesinos y líderes de pandillas a los Estados Unidos. En esa ocasión, Trump parecía hacer eco a reportes de prensa que revelaban que el gobierno de Bukele había ayudado a escapar a un líder de pandillas, Élmer Canales Rivera, alias el Crook, que terminó siendo extraditado a Estados Unidos. El ataque de Trump a Bukele alegró a un grupo de críticos de Bukele dentro del mundo republicano que rodea a Trump.

En dos años, Bukele y su gobierno han pasado de pedirle a la comunidad internacional que se llevará a los líderes de pandillas a sus países, a que ahora la misma embajadora de El Salvador en Estados Unidos, Milena Mayorga, los quiere de vuelta. Mayorga asegura que Bukele puso este tema como uno de los más importantes en la reunión con Rubio en San Salvador.

Bukele parece estar consciente que el juicio al Crook en Nueva York puede salpicar a su gobierno de revelarse nuevos detalles de la relación entre su gobierno y las pandillas. Sobre todo, ante la noticia que el jefe interino de la fiscalía que lleva ese caso, John Durham, lideró la fuerza tarea Vulcano, lanzada por Trump en su primera presidencia para combatir a las pandillas salvadoreñas. 

Más que admiración, el gobierno de Bukele puede que esté aterrorizado con Trump y por eso ha decidido someterse completamente. La diplomacia salvadoreña sabe de la naturaleza transaccional y nativista de Trump, en la que los rieles del anticomunismo republicano pasaron a segundo plano. Trump puede negociar con el dictador, Nicolas Maduro a la espaldas de Rubio. Si Trump está dispuesto a negociar con el dictador venezolano, Nicolás Maduro -pasando encima Rubio-, el presidente no dudará en lanzar a los leones a Bukele, si eso le sirve para avanzar sus intereses políticos. 

A Bukele le urge que Estados Unidos no ponga atención en sus tratos con las pandillas y para eso le importa muy poco destruir el legado de sus dos gobiernos. La mejor manera para sobrevivir no es convertir a El Salvador en un destino turístico, ni inflar las ilusiones de unos pocos cripto entusiastas y mucho menos parecer un líder moderno y cool. Bukele parece ver su sobrevivencia en las manos de Trump. Bukele cree que el único poder que puede dañarlo reside en Washington y no en los salvadoreños. Nada de amistad y “romance” entre hermanos. Es desesperación. 

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