Abril de 2016 cerró con 352 homicidios, según el registro preliminar de la Policía Nacional Civil (PNC), la cifra más baja desde febrero de 2015. El promedio de salvadoreños asesinados cada día se situó en 11.7, un 47 % menos que lo promediado entre el 1º de enero y el 31 de marzo.
El balsámico dato de abril llega después de un trimestre especialmente sangriento, con 740, 660, 603 homicidios en cada uno de los meses. De hecho, la matazón con la que arrancó el año sigue siendo el causante de que el promedio para los cuatro meses sea aún de 19.5 diarios; en 2015, en idéntico período de tiempo el promedio era de 12.9.
En números absolutos, mientras en 2016 se han cometido 2,355 homicidios hasta el 30 de abril, un año antes se contabilizaron 1,545.
Para explicar el descenso de abril existen dos versiones antagónicas. Por un lado, distintas voces de peso dentro del gabinete de seguridad lo han explicado como una consecuencia directa de las medidas extraordinarias con las que se está haciendo frente al fenómeno de las pandillas desde finales de marzo. Entre estas medidas está el envío al Centro Penal de Seguridad Zacatecoluca de los mandos medios de las tres pandillas dominantes (MS-13, Barrio 18-Sureños y Barrio 18-Revolución); el estado de emergencia decretado en siete cárceles asignados a las maras, y el despliegue de la Fuerza Especial de Reacción (FES) para combatir las clicas más conflictivas dispersas en el territorio nacional.
La versión oficial diverge con la que sobre el mismo bajón tienen las pandillas; estas atribuyen la disminución, según se explicitó en el comunicado conjunto que hicieron público el 18 de abril, “a nuestra decisión de suspender todas las acciones ofensivas”.
El cese unilateral de acciones anunciado por las tres pandillas está vigente desde el 26 de marzo.