Nos recibe en la sala de espera de su salón, Studio 54, y nos pide disculpas porque nos ha hecho esperar. Cisco es famoso y su salón es para gente que pueda pagar 20 dólares por sesión. Su agenda de citas incluye ex primeras damas, ex vicepresidentas y personas del jet set salvadoreño a las que llama “los rich and famous”.
En 2004 estuvo entre los 10 finalistas del Campeonato Mundial de Peluquería en Rusia. Estuvo tras bastidores de una pasarela en París y fue a cursos de peluquería en la academia Vidal Sasson, en Moscú; en la academia de Tony & Guy en Dallas, y otras en París, Madrid, Londres y Barcelona.
Perdón... pero es que mañana me salgo para Houston, a arreglar una novia.
¿Cómo así?
Me pagas mi boleto y yo me voy.
¿Quién es la novia?
Fijate que a la novia no la conozco. Mi amiga… son compañeras de trabajo y siempre la he arreglado aquí. Ella fue la que me hizo el contacto y le dijo: “Te tiene que arreglar Cisco”. Solamente le mandé como un álbum de fotos de novias que tengo y la chera le dijo: “Sí, que me venga a arreglar”, y ya. Así aprovecho thanksgiving day.
¿Cómo empezaste en esto?
Nunca me lo imaginé, porque el ser estilista es ser gay. Para poder romper el esquema ante mi familia, el decir “soy estilista” en la casa era ser la loca de las tijeras, por decirte. Y así es visto y ha costado revolucionar eso y que te vean como un verdadero profesional dentro del país. Porque, en lo personal, yo me siento muy orgulloso. Si muriera y volviera a nacer otra vez, sería peluquero... y gay, ja, ja, ja. En la escuela yo siempre me ponía para los talent shows y todo eso, yo les decía: “No, van como mal arregladas. ¡Espérense!”. Y a las niñas y los niños les enrollaba las jackets para que se vieran mucho mejor. Tuve la oportunidad de conocer a un gerente de Tony and Guy, que era el esposo de una amiga mía, que me jaló. Antes trabajaba en un salón sencillo en el hotel Terraza. Pero antes de estar ahí tuve un súper buen maestro, que como ese señor no ha habido otro aquí en el país. Lastimosamente, él se retiró por motivos de cosas… ja, ja, ja. Se llamaba Mauricio Regalado Lombardo. Fue conocido en un salón que se llamaba Faces…
¿Hace cuánto?
¡Uuuuuhhh! Te estoy hablando de los años 70s y 80s. Ese señor aplicaba tintes vistiendo camisas blancas con mancuernillas y no se manchaba. No usaba delantal, guantes, nada. Cortaba el pelo y este caía exactamente donde iba cortando.
Por el apellido parece que tenía plata.
No, Mauricio Regalado pero de los Regalados con doble r, ja, ja, ja.
Ja, ja, ja.
No era de los Regalado con r. Mi mamá se cortaba el pelo ahí. A mi mamá le estaban lavando el pelo y le dije: “Mauricio, yo quiero aprender esto. Siento que traigo para esto”. Tenía 16 años y estaba todavía en el colegio. Vino él y me dijo: “Mira, voy a dar un curso de estilistas. Si tú quieres, venite y te cuesta tanto”. El primer día llegué e hizo una evaluación y me dijo: “Yo no sé qué ondas, pero vos estás para que yo te pague. Si querés venite después de clases los viernes y el sábado. Venís y aprendés, te pulís a mi estilo y te voy a pagar”. Eso fue como que bien cool porque todavía estaba en el colegio y cuando tenés dinerito extra en el colegio es cool. Estuve cerca de tres años con él, aprendí a cortar con la técnica de la Wilfred Academy de Nueva York, que era una academia top. Con él estaba graduándome de una de las mejores escuelas.
¿Él te enseñó a cortar?
Él me enseñó, porque yo era empírico.
¿Y quién era tu conejillo de indias?
Amigos míos que se dejaban y que creían en mí. Siempre me destaqué en el colegio porque tenía gusto. No me costaba que creyeran en mí, aún sin saber en esos tiempos.
¿Y salían satisfechos?
Fijate que toda la gente estaba contenta con mi trabajo. Entonces, me sentía triste porque decir en mi casa que iba a ser estilista era para que me dijeran “retirate”.
Tratemos de hacer un ejercicio freudiano: ¿hay algún momento de tu infancia en el que decís “yo quiero ser esto”? ¿Podés recordar el primer niño que agarraste?
No… Ja, ja, ja, ja. No, ¿sabés que no lo había descubierto? Cuando estaba con Mauricio pensaba graduarme y estudiar para ser abogado, algo que ahora me parece lo más aburrido. No lo habría hecho ahora, tal vez habría sido diseñador de logos u otra cosa. Para trabajar con Lombardo, que era una persona súper estricta, tenías que ser aguantador y con carácter para no sentirte menos, porque la manera en la que enseñaba era bien rígida. Era como un cuartel de peluquería.
¿Cómo eran las clases?
Él daba demostraciones, verbales, visuales o prácticas, y nosotros las hacíamos después. Chequeaba el uso de las herramientas, nuestra presentación –desde uñas hasta tu perfume, si estaba adecuado para trabajar- y un montón de detalles que en ese momento no los valoré. Me decía a mí mismo: “Este señor molesta”, je, je. Pero era admirable ver cuando un profesional trabaja como un verdadero profesional porque la peluquería en El Salvador normalmente es: “¡Ay, mirá, me echaron del trabajo, voy a aprender a cortar pelo!” o “quiero poner un negocio, voy a aprender a cortar pelo” o es el sueño de la señora nueva rica que quiere poner un salón de belleza, compra estilistas y pone un salón de belleza. Pero en mi caso siento que sí fue vocación.
¿Hace cuánto empezaste?
No quiero decir años, ja, ja, ja, porque me delato ja, ja, ja. Empecé quizás hace 15 años.
Con Lombardo.
Con Lombardo. Luego en el salón del Terraza, que se llamaba Fantasía. La dueña era una chava que trabajó con Amanda, con ella estuve poco tiempo. Luego me fui con Jack de la Coupe, que es un señor francés. Con él estuve poco tiempo porque él sentía rivalidad conmigo y yo lo veía como una persona admirable, pero de ahí no era culpa mía. Pero me tenía aprecio. Siempre salí por la puerta principal porque cuando me fui de un trabajo di mucho y después me contrataron en Tony & Guy. El día que yo llegué ahí fue por la esposa del gerente. Ellos fueron los que me consiguieron la cita para trabajar ahí y era un día después de que habían entrevistado a los 70 que iban a entrar. Entonces mi llegada fue un poco como misteriosa porque los maestros pensaban que yo llegaba a suplantar a alguien porque yo ya tenía como mi estilo.
Ya eras conocido.
No era conocido, no, pero ya me veía como profesional, no me veía como un aprendiz.
Y entraste como…
Ahí eran categorías como en Estados Unidos que es: stylist normal, el estilista normal, junior, senior, art director 1, 2 y 3, y top designer.
¿Cuál es la diferencia de art director 1, 2 ó 3?
Junior es un estilista que aspira a ser estilista.
¿Y el estilista?
El estilista es un estilista.
¿Es un X?
Ajá. El senior es el ya bueno.
¿Qué puede hacer el senior que no pueda hacer el estilista?
La calidad de experiencia, el manejo, el cómo se desarrolla, los clientes, la cantidad de clientes. O sea, ser bueno.
Está mejor capacitado.
Sí, pero hay veces gente que se capacita súper bien y no está bien como profesional. Eso pasa mucho.
Y de ahí sigue…
Después del senior está el art director.
¿Ese qué hace?
El director de arte aparte de cortar pelo tiene que ver la música…
¿El estilo del lugar?
El estilo del lugar, las ofertas de producto, los uniformes de los empleados, la calidad de secado o de corte que hace cada uno de los estilistas que está trabajando dentro del salón, el mercadeo del producto y ¡uf¡
¿Antes del estilista hay peluquero nada más o nada?
Antes de estilista está el…
El champusero, ajá. Era una empresa muy estructurada. Los salones aquí no están estructurados como salones. Yo tomé esas cosas buenas y yo siempre quise ser como una Amanda… cuando yo estaba peque, cuando yo empecé a los 15 años, pues no era nadie y decía: “¡Puya, quiero ser como Amanda o como Eduardo Mateo, de 90°, o como Pino di Roma papá!' O como Mauricio Castillo, que murió, que era un estilista súper bueno... Lombardo, y empecé a desempeñarme dentro de Tony & Guy.
¿Y ahí cómo entraste?
Entré como junior y fui el primero que se graduó de la academia de los ciento y pico estudiantes. Definitivamente no creo que me equivoqué de carrera. Veía un corte porque lo veíamos en videos. Eran 12 cortes básicos para terminar de graduarte de la escuela. Los tenías que hacer primero en maniquí, cuando los hacías bien en maniquí pasabas a hacerlos en modelo, pero antes de hacerlo en maniquí por escrito, tenías que hacer el paso a paso.
Eso fue en…
En Tony & Guy. Me acuerdo que mi jefe, el dueño de Tony & Guy, Guillermo Borja, me decía: “¡Muchachón! Yo te veo a vos un potencial y yo te lo puedo ver aquí”. Yo decía: “¡Puya, qué cool que te digan eso!” Pasó el tiempo y pasé a trabajar a piso al Tony & Guy de Galerías porque solo estaba ese. Cuando llegué ahí ya peinaba y todo. Yo tenía 18 o 19. Ahí había personas de 29, 28, 40 y un poquito más quizás. Yo era como el patillo, por decirte. Me costó darme mi lugar, pero me di mi lugar destacando como mejor empleado y me costó un poquito porque soy un poco rebelde.
¿Qué hacías de rebelde?
Yo sabía que era muy bueno y sabía que era de los que trabajaba desde el horario que llegaba, no almorzaba y salía tarde. Entonces quería que hubiera ciertas consideraciones y como no las habías yo me las tomaba. Es como normal, pienso, cuando vos sabés que hacés mucho. Me capacitaron exactamente para abrir Princess. Tenían que buscar el art director del Princess y cuando pasamos a Princess no me lo hicieron saber, de hecho me trataron un poco mal. Cuando abrieron las puertas del salón, mirá, se paran los pelos porque era como que abren ese salón tan lindo que fue y estaba en cada silla el nombre de cada quién con tu nivel porque venía gente de Estados Unidos a evaluarte. Y a mí me mandaron como el último mes a hacer un training a Dallas, que es un back to basic, haciendo todo lo que había hecho de básico en la academia, salí con buenas notas y me dejaron como el director artístico del Princess.
Esto de la academia me causa curiosidad. ¿Cuál es un corte básico? ¿Rapado al uno?
Es súper interesante. En la escuela son 12 cortes básicos: un Bob…
¿Un qué?
El que usaba Victoria Bekham, más o menos, porque lo de ella ya es moda porque lleva textura. Un Bob; hay un corte que se llama “un solo largo”, hay un solo largo con graduación al frente, que tiene el degrafilado que mencionan; está el capas cuadradas, que es el que llamaron un “shaggy” que salen las colas de aquí y es como un casquito; capas redondas, que es como el redondo que usan las señoras…
¡Ah, el casco que ocupan las señoras! ¿El que usa la reina de Inglaterra?
¡Aprox! Y de ese corte capas redondas, si haces redondas acá y cuadradas acá, ya vas haciendo conexiones.
Disculpa que interrumpa la lista, ¿y ese corte de las señoras por qué siempre lo hacen así? ¿Por qué siempre las señoras tienen el pelo como casco?
Es como un mito con base en los años 60s, cuando se usaba ese tipo de cabello, cuando ellas eran jóvenes. Ellas eran de cabello enredado y voluminoso en los años 60s. Más que todo…
¿O sea que crecieron con su peinado y se lo dejaron?
Exactamente, ese tipo de personas de esa época es el que ocupa ese corte, porque ahora yo tengo señoras que usan cortes de moda, al estilo de Rihanna, cortito y con mechones; y tengo otras un poco más clásicas.
¿Y el pato bravo no está en esa lista?
El pato bravo vendría siendo… no, el pato bravo ya sería una colección, ya sería una nueva colección.
Vos decís que sos un profesional, ¿hay un lugar donde uno se gana ese título o este se gana con la práctica?
Nunca tenés que sentir que vos sabés, que es lo que yo hice. Porque a mí, aunque mi escuela fue Tony and Guy, Lombardo me dio el consejo de destacarme y enfocarme a hacer las cosas bien sin ver lo demás. Cuando llegué a Tony and Guy seguí con ese enfoque. Me fui a estudiar la primera vez a la academia de Tony and Guy, en Dallas, Texas, y era una escuela de peluquería de niños ricos. Y yo iba con mi Mike Mike…
... ja, ja, ja.
Mi jefe estaba contento conmigo y para darme un pull, me mandaron a estudiar allá. La academia era espectacular; los maestros… O sea, tu perfume, tu aliento, tus zapatos lustrados, tus uñas, tu pelo… si no era pelo de estilista, te decían: “Adiós, vení mañana arreglado como debe de ser”. Todos los días teníamos que estar temprano con una maleta así de herramientas. Te estoy hablando de la maleta grande de viaje de puras herramientas. Teníamos que hacer fashion shows entre nosotros, hacer las modelos, hacer las cosas y hacer las presentaciones. Así como en… ¿Has visto Project Runway?
Ajá.
Era algo súper bonito porque cuando venías aquí, a la realidad…
Ja, ja, ja… ¡Ya era todo diferente! ¡Al barranco!
... Ya tenías que modificar eso con base al estilo de las cosas. Pero como yo era el director creativo del salón, mis compañeros me molestaban siempre porque me decían que tenía a la gente más complicada del salón. Yo les decía: “¿Sabes qué? ¡A mí me gusta tener a los más complicados! Porque si un cliente me exige, me puedo exigir más”. Y sobre todo, porque tenía personas con apellidos altos y conocidos, de los rich and famous de aquí, que llegaban y me decían “a mí me cortan en Nueva York”, “a mí me corta Douglas, de Miami, en Key Biscayne”. Y yo les decía “ahora te voy a cortar yo”.
¿Y no te daba un poquito de miedo?
No, no me daba miedo. Siempre fui como aventado y me bastaba que la educación que tenía era americana, por niveles. Es como si tuviera la educación americana pero como no tengo green card para trabajar allá tengo que hacerlo aquí, por mucha menos plata de la que puedo cobrar allá. En Estados Unidos, un estilista de mi nivel, que es ser top designer, puede cobrar 150 ó 200 dólares por corte.
¿Y aquí cuánto cobrás?
20 dólares.
¿Hay pelos que dan asquito?
Gracias a Dios ya eduqué a mis clientes. A mantenerlo limpio, a usar…
O sea, que llegue bañado.
Ja, ja, ja. Hay gente que la educación la tiene en cuanto a la limpieza, pero es que en eso no podés generalizar. Hay gente aseada y gente que no. Eduqué a mi gente a que usen el producto que tengo, que son de las mejores marcas. Pero siempre aparece alguien que da miedo.
Ja, ja, ja. ¿Cómo es esa persona?
A veces no necesariamente esa persona tiene que verse mal. Podrías ver un niña bonita y tiene un piojo.
¿Aquí?
No aquí en el salón… hace un buen rato me pasó…
Estás limpiando su reputación.
Ja, ja, ja. Hace un buen rato me pasó… Fijate que en el salón teníamos…
Unos peines finos.
Ja, ja, ja. No. Unos desinfectantes para meter los peines, pero en el reglamento interno del estilista está que una persona con piojos no se puede atender con tus herramientas. Aquí la orden es que si alguien tiene piojos; si es niña, se le dice a la mamá y no la podemos atender.
¿Y si es adulto?
Mirá, fijate que tenés como…
Piojos…
... Y te recomiendo que comprés este champú, pero así no te podemos atender.
¡Qué ahuevada!
¡Sí! Yo trato de hacerlo lo más normal… Nada que salgo corriendo a la cocina, después de aguantar la respiración…
Ja, ja, ja.
Es un huevo. Es un huevo tener que decirle a alguien “tenés piojos”. Pero se dice. Igual, no tengo mucho ese problema. Cuando vienen empleados nuevos me dicen: “Cómo se siente la diferencia el tipo de gente limpia”.
Mmmm… quizá un cliente me ha dicho hacé lo que querrás y yo le digo 'mi idea es esta', recapitulás y te dicen “perfecto”. Y les queda igual a la foto, pero después me dicen: “no me gusta” ¿Y ahora? Pero no es que mi trabajo esté mal hecho.
¿Con novias te ha pasado?
Ellas normalmente vienen a hacerse una prueba. Gracias a dios tengo buena comunicación con las novias. Nos tomamos un champancito… Tengo un make up room exclusivo para eso.
¿Es el cliente más delicado?
No tanto así, sino más bien por el momento, que es especial. Les digo: hagamos una prueba y luego tenés tus fotos de que te gusta, cómo te queres ver y ahí me decis qué es lo que querés. Estoy agradecido con el internet por eso. Hace 10 años era más difícil identificar. La gente te decía 'quiero un fleco', cuando en realidad lo que querían era un cepillo. Era bien difícil. Pero a mí me gusta hacer cambios o modas como lo que podes ver en una Vogue o en una Q Magazine.
¿Y te piden cosas así?
Sí. La mayoría vienen con la revista GQ, una revista española, en donde sale el corte de los famosos como Brad Pitt…
Hablando de famosos… me dijeron que vos sos uno de los estilistas de los famosos.
Dicen.
Al menos te recomiendan.
No sé. Cataloguemos. ¿Famosos o rich and famous? Ja, ja, ja.
De las dos.
Famosos de la televisión no tengo muchos. Y están los ricos y famosos que son los que viven en yates y sus casas, que sí son bastantes. Por eso te cuento como todo ese mi currículum porque eso fue lo que me abrió el campo con la gente. Ellos sabían que habíamos personas dentro de Tony & Guy que destacábamos y que podíamos trabajar en un nivel como el que ellos iban a pagar de 200 dólares.
¿Por qué no les cobrás más si pueden pagarlo?
Quisiera pero se mueren.
Quizá porque están en El Salvador creen que pueden pagar menos…
Exacto. Estas personas saben que la educación de uno es de otro nivel y por eso prefieren... Saliendo de Tony & Guy me tuve que ir sin querer irme de Tony & Guy, por el hecho de que cambiaron muchas políticas, sentía yo que me había estancado. Pensé en mí y en crecer, y me fui a trabajar a un salón pequeñito, ganaba mejor, como tenía mis clientes, entonces la gente me buscó. Entonces me pude comprar mi propio carro. Era un salón pequeño de una chica que trabajaba en Tony & Guy. Cuando llegué trabajamos cinco meses y le dije: “Mirá, los clientes que tenemos son gente con gusto, que le gusta comodidad, así que tenemos que crear algo con comodidad, si no, esta gente se va a ir a otro lugar”.
Más exclusivo.
Aún en ese tiempo había salones tan grandes, bonitos y modernos. Estoy hablando seis años atrás, todos estaban con su concepto feo, de salón retro, hechizo. Le dije a mi amiga: he visto un local y hagamos este salón en ese local. ¿ Y cuánto vale? Mil 500 dólares le dije, pero los sacamos. Ella era la dueña... y dije yo: puya, que chivo tener un empleado como yo, ja, ja, ja.
¿No te hiciste socio de ella?
Noooo. Empecé a dibujar, armé los espejos, diseñé la recepción, diseñé el salón, las luces, cómo iban a ir, todo... Armé el salón y mi amiga y empezó a crecer, pero a crecer, crecer... sus hijos estudiaban en una escuela pública y terminaron en el García Flamenco, y de una casa colonia X a una colonia más conocida... y yo dije: qué cool, cool, pero a mí nada.
¿Y vos?
Ni siquiera me interesé en ser socio, solo quería ganar bien, pero nunca me lo reconoció. Se me dio una oportunidad súper bonita que no se dan a menudo, se hizo el primer campeonato de peluquería nacional, fue todo un año, en 2002. Éramos 14 estilistas de El Salvador evaluados tres veces al año, luego fuimos a una eliminatoria, fue un año súper bonito, yo era un empleado ahí... Llegó una vendedora y me dijo que venía ese campeonato, usted va a participar. Yo le dije eso a mi amiga, pero ella no estaba contenta, y a mí eso me decepcionó. Yo de mi salario me inscribí y empecé a concursar.
¿Los jurados?
Eran Amanda, Pino, los grandes. En la primera evaluación nos daban un visual, un ejemplo en una modelo viva, con ropa y todo. Allá la técnica que utilicemos, las herramientas, los pasos, ellos los maestros saben cómo se hace, allá cada quién como lo hacía. Ellos chequean la exactitud del visual y fueron tres veces, nunca daban notas. En diciembre, que se hizo la final, acá en el hotel Presidente, dan los premios y me dicen: “Cisco, ganaste, entonces te vas a México a entrenar”. Me sentí feliz porque eran mis colegas, los grandes, los que sí figuran en el medio. Lo que no sabía era que me estaba metiendo en un gran lío, porque tenía que participar también en el Latinoamericano, pero me dieron ese training en México para que yo pudiera participar en el Latinoamericano.
¿Eso lo pagaba el premio?
Ajá, era como Miss El Salvador, pero en pelo, ja, ja, ja. Era la final y el evento gigante, en un hotel muy grande en Guatemala. De Latinoamérica quedamos cinco al final. ¿Sabés que los jurados, de los cinco que estábamos ahí, entre ellos Costa Rica, Brasil, México, yo, solo chequearon mi corte? O sea, lo tocaron y empezaron a meterle las manos, agarraron el peine y empiezan a medirle... me bajé de la tarima bravo, bravo... ¿y por qué a mí me revisan y a los demás no los revisaron? Pero mi sorpresa era que yo era el ganador y no le interesó revisar a los otros. Gané el campeonato Latinoamericano y otra sorpresa, me voy al mundial, en Rusia...
¡Puya, ganaste el Latinoamericano!
Ajá, me dieron un mi vidrio de Torogoz, que por cierto se me quebró, ja, ja, ja. Después me dicen: “Mire, en un mes es el campeonato mundial en Rusia y se tiene que ir”. Y empiezo a hablar a Dallas a mis maestros para preguntarles lo que tenía que hacer. De 60 en Rusia, en el campeonato, eso fue en 2004, quedé entre los 10 mejores. Ahí ganó una japonesa, pero de 60 a 10... ya sentía como chivo y tuvimos una cena aparte los 10 mejores.
¿Y tenés el trofeo?
No, tengo un reconocimiento, un diploma y nos dieron una cena en un palacete, como si fueras a comer al Palacio Nacional de acá.
¿Y cómo era el corte con el que clasificaste ahí?
Era un corte que llevaba un fleco recto, con muchas capas y las puntas como hacia afuera, con mucha textura. No era una cosa... era más como para una revista de fashion...
Como escultura...
... como escultura, exactamente. Pasa eso y regreso a El Salvador feliz y después de eso me hice un tourcito por París. Tengo una tía que vive en París que trabaja para una tienda por departamentos pero solo de diseñadores: Lanvin, Hermes, Lacroix, Boucheron y toda la historia. La tía es la jefa del departamento de damas y ahí es como donde compran solo las artistas, las princesas y la mara de bolas. Le pedí trabajo ahí y ella me decía 'váyase al almacén y se da una vuelta para que vea cómo es'. Y yo era como una esponjita viendo las marcas, los diseños, la gente, sus pelos... en ese tiempo, en 2004, era una presentación de summer allá y había un fashionshow, y había unas galerías de lo más exclusivo, y ahí estaba el diseñador de Lanvin, que diseña para Victoria Beckham y para Hermes ahora; estaban los de Dolce & Gabbana, estaba Estela McCartney y a mí la tía me consiguió una entrada para el backstage. Y te podés imaginar, yo en una esquina viendo pasar a toda esa gente, solo esa oportunidad, estando en backstage era mejor que estar en la pasarela. Entonces ahí conocí yo al diseñador de Lanvin, y el hombre es un top. Cuando regresé fui como stocker a ver los salones en París, en Londres, y vi conceptos y de ahí salió Studio 54. Cuando regresé, el salón que ya había armado era bonito, donde está mi amiga, pero...
... pero no habías visto el mundo.
Ajá, no había visto el mundo. Le pedí a mi amiga que me mejorara mi salario. 'Mirá, pero no puedo', me dijo, y entonces yo le dije 'Ok, me voy'. Decidido a abrir Studio 54 con una mejor amiga en una sociedad... terminamos la sociedad por pequeñas diferencias y me busqué otra socia, aparentemente buena persona...
En 2006 yo hice un diplomado en administración de empresas en la ESEN, porque yo quería saber más. Mirá, a mí siempre me ha gustado... va a sonar un poco raro, pero siempre me ha gustado ser chivo, pero ser chivo de verdad, no 'wanna be chivo', ja, ja, ja... pero para ser chivo tenés que saber y tener apoyo y educación. Vine y decidí estudiar administración de empresas y se me comenzaron a dar montón de oportunidades, trabajar para Wella, para Tigi, como su estilista en El Salvador...
(En este punto Sergio tiene dificultades con su alemán y eso le impide entender cuando el estilista pronuncia 'Wella') ¿Abuela? ('Es la marca', le aclara Jimena).
No, Wella.
Yo 'abuela' escuché, ja, ja, ja... ¿Cuántos clientes a la semana tenés?
Yo diariamente atiendo entre 18 y 20 personas. Yo, como Cisco. Pero el salón... habrá unos que tienen cinco, tres, dos o uno...
¿Para venir a tu salón tiene uno que ser rico y famoso? Es decir, yo quiero cortarme el pelo y digo que quiero venir...
... No, pero es que... yo te voy a decir. Es que yo te estaba contando eso por cómo yo crecí, pero yo nunca he escogido a la gente...
O sea, ¿cualquiera se puede venir a cortar el pelo acá?
O sea, Studio 54 es para alguien que quiera experiencia, calidad, buen gusto y moda... yo nunca generalicé así como el salón es para esto, pero he querido ser como upscale, como exclusivo y no tener un rótulo con teléfono, sino que quien sepa de Cisco, que lo busque. Yo estoy trabajando para el que me pague mis servicios, y me da un montón de gusto hacerlo, porque así hay gente que asciende en un empleo y busca una asesoría de imagen conmigo, y así hay gente que son ministros o simplemente de los rich and famous.
Ja, ja, ja.
Cuando abrí el salón, me realicé mucho, empecé a trabajar con todas las compañías, ya tenía presidentes, vicepresidentas, primeras damas, embajadores y todo ese segmento...
¿Quién será esa vicepresidenta? ¿Cuál vicepresidenta será, ja, ja, ja?
¿La vieron salir? Desde hace dos años en el salón fantasía del Hotel Terraza conocí a la primera dama, entonces era amigo estilista.
Yo estuve en la casa de Tony Saca el día que asumió la presidencia, y me acuerdo que llegaron un puño de personas y a Ana Ligia la agarraron y le empezaron a hacer todo en su casa, ¿vos estabas ahí?
Fijate que ese día, por falta de conocimiento de esas cosas, le dijeron como: 'Mirá, sos primera dama, y ahora te van a arreglar', entonces pensó que quería que la arreglaran divina y pensó en otra persona. Cuando la arreglaron dijo: 'Ok', pero no fue un 'Ok', como cuando yo la arreglaba. Después ella me buscó y me quedé arreglándola yo. Después dejé de arreglarla por algún tipo de diferencias. No voy a entrar en detalles. El salón es para la gente que diga: 'Yo quiero'. Esta marca, yo creo que mi marca es el Louis Vuitton del pelo, ja, ja, ja... no, pajas. Yo pienso que mi marca es una marca, para el que me prefiera yo soy el mejor, para quien prefiera otra marca otro es el mejor. Yo te digo yo trato de ser el mejor.
O sea que vos atendés políticos y cosas así y no a las Luizas Mangas y Lucianas. ¿No sos tan de la farándula?
No, no, yo tengo a los dueños de la farándula. Sin embargo, ahorita, tengo a una cliente que es Lorena Mendoza, del canal 33...
¿Cuánto es lo más que te han pagado por hacer lo que hacés? Tipo este viaje a Houston que te han pagado.
Pues, ya he hecho anteriores viajes así, como este y cortes de pelo de 200 dólares ya también los he tenido.
¿Qué es un corte de 200 dólares?
He tenido oportunidades de atender gente con un nivel económico muy bueno, que han valorado mi trabajo y me han dado una propina equivalente a lo que podría costarle en otro país. Pero ya es por apreciación de ellos, o en domicilio, digamos. En domicilio hay personas que me lo han reconocido súper bien. Hago domicilios, pero prefiero hacerlo cuando alguien tiene discapacidades especiales, no por lujo. Acá tengo todas mis herramientas, e igual tiene derecho la persona que viene a pagar aquí al salón, que la persona que me pague más fuera. A veces tenés que hacerlo, porque son personas muy ocupadas, que sólo las podés cortar a las 8 o 9 de la noche.
¿Tu papá qué decía de vos?
Pues fijate que mi papá es como que no fuera mi papá. Nunca figuró, mi mamá es mi mamá y mi papá desde siempre, ella ha sido una persona con mucho carácter, a la que ahora le agradezco, porque cuando yo no tenía la madurez yo siempre decía: '¡Qué molesta esta señora!', y se vuelve tu peor enemiga, pero cuando las cosas se dan exactamente como ella te ha dicho, se te vuelve tu mejor amiga y es la única persona en que podés confiar. La opinión de mi papá nunca me importó ni me va a importar nunca porque mi mamá es mi mamá y mi papá.
¿Pero creciste con él?
No, separados.
¿Y cómo le dijiste a tu mamá 'esto quiero ser'?
Pues mi mamá dijo como que ni modo, ahora es la que me lleva la administración del salón.
¿A qué edad dijiste 'yo soy gay'?
Yo desde que me acuerdo siempre fui gay, tenés dudas, pero es como... a veces no lo podés evitar y yo sí considero que soy una persona muy auténtica, entonces hay que hacerle huevos, cuesta ser gay.
Ja, ja, ja.
Te lo juro, cuesta la discriminación, el hecho de que la gente generalice, pero es como que yo venga a decirte porque sos hombre sos puto, entonces, decir gay significa: estás en una cuadra vestido de mujer frente al Canal 2. La gente generaliza así.
¿Pero vos te vestís de mujer?
No, son cosas que no me gustan.
¿Por qué Studio 54? ¿Tiene que ver con el Studio 54, de la calle 54 de Nueva York?
Mirá, cuando fui a Nueva York y vi la historia del Studio 54, de la discoteca, cuando iba a abrir el salón yo quería algo pequeñito, yo quería algo chiquitito, quería un estudio de peluquería, donde yo trabajara feliz. Gracias a Dios se me dio más grande. Studio 54 en los años 70s fue la discoteca más boom, fue lo novedoso, entonces yo sabía que iba a ser un salón diferente con un concepto muy propio y la gente que llegaba a Studio 54 eran como los top, era Liza Minelli, John Travolta y todos los artistas estos que sonaban mucho en esa época. Yo asocié el estilo con lo de la peluquería, el nombre de Studio, con un estudio de peluquería, entonces me pareció cool 'Cisco: Estudio 54'. Aparte de eso, la gente que viene al salón de belleza siempre quiere verse como los artistas, nunca nadie se quiere ver como la comadre.
¿Y te va bien?
Pues sí, gracias a Dios.