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“El Presidente define qué tan lejos van las cosas y qué tan lejos va uno”

En materia de transparencia, el presidente de la República es acelerador y freno a la vez. Aún cuando acepta que exigir diafanidad es más fácil cuando se hace desde la sociedad que desde el gobierno, el subsecretario Marcos Rodríguez dice confiar en que el gobierno quiere transparentarse. No obstante, dado que está en política, se reserva un sano escepticismo: 'Yo no puedo estar absolutamente seguro de nada'.


Martes, 5 de enero de 2010
Daniel Valencia y Ricardo Vaquerano

Marcos Rodríguez, subsecretario de Transparencia durante la administración de Mauricio Funes (2009-2014). Foto: Archivo El Faro
Marcos Rodríguez, subsecretario de Transparencia durante la administración de Mauricio Funes (2009-2014). Foto: Archivo El Faro

Como Subsecretario de Transparencia, ¿tiene funciones de fiscalización?
En tanto funcionario del presidente. No soy ni debería ser ni puedo ser un fiscalizador independiente del presidente porque soy un subsecretario presidencial.

¿Cómo podemos entender la figura del subsecretario de Transparencia? ¿Como un detective con lupa obsesionado con la transparencia del Ejecutivo o como un subsecretario que quedará medianamente satisfecho hasta donde se le permita llegar?
Es una buena pregunta y las figuras son interesantes. Indudablemente no es la de la lupa. No soy un investigador. Lo que no quiere decir que no consideraré que haya cosas que investigar. Pero no es la función. Me gustaría que se vea como un mecanismo que facilita, orienta con respecto al establecimiento de nuevas reglas, mecanismos y compromisos adoptados por el Ejecutivo, y que de alguna forma reciben un reconocimiento social que los hacen de difícil reversión. Y en el entendido de que tengo un compromiso personal con esta temática. Lógicamente en el campo de la política y de la democracia la incertidumbre es un denominador común. Si usted me pregunta: ¿puede estar absolutamente seguro de…? ¡Hombre! Yo no puedo estar absolutamente seguro de nada. De lo que sí puedo estar seguro es de que mi contribución con el señor Presidente se da en el contexto de tratar de avanzar para que el poder Ejecutivo sea más transparente, rinda cuentas, y para que la sociedad salvadoreña avance en ese sentido.

En el caso de la prensa se habla de una especie de watchdog por su labor de vigilar con ferocidad. ¿Eso sería aplicable a su caso, como subsecretario de Transparencia?
No es mi función.

¿Qué sugerencias ha hecho al Presidente en estos tres meses?
A través de mi superior -que es el secretario de Asuntos Estratégicos- le he sugerido elementos del discurso, le he pasado información, que es bastante…

¿Quién le envía a usted esa información?
La gente busca...

... ¿Busca dónde denunciar?
Exacto. Y cuando la gente busca es porque lógicamente hay una ausencia y a mí lo que me corresponde en esos casos no es darle una respuesta burocrática y decirle 'esta no es la ventanilla', sino recibir la información y pasarla y procesarla.

¿Qué más?
En forma fragmentada, ahora estamos preparando un plan de trabajo.

¿Para la subsecretaría?
Es un plan de trabajo para el Ejecutivo que la subsecretaría lo facilitaría. En el plan de trabajo, uno de los puntos claves es informar y constituir oficinas de información en la mayor cantidad posible de entidades del ejecutivo. De hecho, con el nombre particular de Oficinas de Información y Respuesta (OIR, como le llaman en Chile) y que no solamente son oficinas de información que obligan al Estado a dar respuesta. Están contempladas, no con ese nombre en las propuestas de ley de acceso a la información. La propuesta del señor presidente era sin necesidad de hacer gran publicidad pero hay que comenzar a trabajar desde ya en la constitución de esas oficinas.

¿Cuáles son los esfuerzos centrales?
Son cinco. El primero es fortalecer la transparencia y participación. El segundo gran esfuerzo es fortalecer los mecanismos de control y auditoría interna. El tercer esfuerzo sería simplificar trámites. ¿Por qué? Porque la burocratización de trámites estimula la corrupción. El cuarto es el pacto, lo que llamamos el sistema nacional de integridad. Y eso quiere decir que el Ejecutivo debería tratar de hacer su deber y su tarea, pero también es importante crear vínculos de cooperación, pero también de rendición de cuentas horizontales de distintas entidades del Estado.

¿No es demasiado ambicioso?
Sí. Ya tuvimos un almuerzo y no invitamos prensa porque queríamos evitar que se entendiera como un golpe publicitario. Corte de Cuentas, Corte Suprema y Rafael Domínguez por APES. La mayoría de los presentes dijo que era una buena idea y que jugaría.

¿Y si es un compromiso que no vale gran cosa, que es pura retórica?
Lo decidirá la gente. Así como la gente decide qué periódico lee. La gran pregunta es quién controla a los contralores. Y la respuesta es la sociedad.

Si en definitiva el que tiene que rendir cuentas es el Estado, ¿esto no se puede convertir en una trampa del Ejecutivo?
Es un punto en debate. El primer obligado a rendir cuentas es el Estado porque la legitimidad deviene del Estado democrático que le pertenece al público. Pero cada vez más se habla de que el problema de la ética y de la integridad es el capital social.

Pareciera que el Estado dice “dando y dando” en lugar de decir “debo dar”. Pareciera condicionar abrirse a escrutinio público.
Si el pacto no funcionase de ninguna manera justificaría que el Ejecutivo… No es: saquemos piezas y vamos viendo. No. Se trata de decir yo voy a tratar de hacer mi tarea, pero como mi tarea no la desarrollo de manera aislada… si se puede, bárbaro, pero no debería ser una ficha de cambio.

¿Y el quinto esfuerzo cuál es?
Tiene que ver con homogenizar los compromisos internacionales. La Convención Americana (contra la Corrupción)… ¿Cómo vos hacés para que esos puntos no sean un punto de política exterior si no un punto de política interior? ¿Cómo hacés para que la Convención Americana y la Convención Anticorrupción de Naciones Unidas no solo sean mandato porque la ley dice que toda convención firmada es ley, sino que sea parte de la política nacional? Y que todos estos indicadores de Fomilenio -que tiene que ver con transparencia-, verle el aspecto positivo para ir midiendo qué tanto vas haciendo bien o mal las cosas.

¿Dónde hay debilidad de transparencia en el Ejecutivo? ¿Dónde y cómo se evidencia?
Uno es la capacidad técnica de producir información. El gobierno no está diseñado para producir determinado tipo de información. Aquí los archivos son malos… en Chile tardaron ocho meses en tratar de tener los sitios web… Y el segundo son las resistencias a responder con cosas que tienen que ver con rendir cuentas sobre decisiones, ingresos. 

Eso último es una actitud.
Tiene que ver con la cultura de quienes detentan poder público. No hay una cultura abierta a que haya… el solo hecho de pasar de una posición a otra, el ser demandado y exigido es algo que cuesta… debería ser una materia central en los servidores públicos.

¿Cuán tranquilo le deja la actitud de los actuales servidores públicos?
Me deja lo suficientemente tranquilo como para estar todavía aquí. Creo que hay señales y compromisos y algunas iniciativas tomadas por el Ejecutivo, por entidades del Ejecutivo, que me dicen que hay energía.

¿Ejemplos?
La política de transparencia aprobada por el FISDL. El Observatorio en el MOP. Salud está estableciendo un mecanismo de seguimiento electrónico en todas las bodegas de medicinas. La Superintendencia de Competencia ha tomado la iniciativa de publicar un manual para ver casos de colusión...

Podría estar hablando de iniciativas de personas, no del Ejecutivo...
El presidente es el capitán del barco y hoy por hoy Funes pide a las instituciones transparencia…

Pero esas no dejan de ser palabras. Más allá de las palabras, ¿qué ha visto?
Primero, la apertura de la subsecretaría es un compromiso. Segundo, el apoyo a la Ley de acceso a la información que no la he retirado desde que era candidato. Tú haces una expresión como de “sí, pero no hay ley”, pero esa pregunta la tendrías que hacer en la Asamblea Legislativa.

¿Pero cuál apoyo a esa Ley?
No he escuchado al presidente decir no quiero una Ley de acceso a la información. Cuando era candidato lo dijo.

Pero un candidato busca votos y es capaz de decir miles de cosas. ¿Qué le hace pensar que eso sigue siendo válido?
Que no se ha retirado y que yo no he recibido ninguna señal. Es más, en varias oportunidades ha dicho públicamente que este gobierno apoya la Ley de acceso a la información y que considera positivo que se introduzcan reformas a la Ley de ética gubernamental. Yo no he sentido, no he escuchado ni me han dicho un mensaje que diga no mueva esto o métalo debajo de la alfombra. Realmente tengo suficientes elementos como para considerar que lo prometido por el Presidente en la campaña electoral se está y se va a cumplir a lo largo de estos cinco años.

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