La casa número 403 de la Avenida La Capilla, en San Salvador, recibe casi a diario a miembros del gabinete de gobierno. Funcionarios entran y salen de ahí, donde desfilan para reunirse con uno de los hombres más importantes en el gobierno del presidente Mauricio Funes. Un día, a finales del año pasado, según recuerda uno de los ejecutivos nombrados por el presidente Mauricio Funes para integrar su equipo de gobierno, la persona que tiene su oficina en la colonia San Benito le llamó por teléfono.
-Me dice: 'Va´pues, tenés fuga de información. Yo te hablo en nombre del presidente, estoy al lado de él”.
Esa persona, a quien diversas fuentes del gabinete de gobierno describen como un operador político de Funes y una de las personas más influyentes en las decisiones del gobierno, tiene su despacho a un par de cuadras de Casa Presidencial. Y, aunque no tiene nombramiento oficial, su oficina en la San Benito parece a veces un despacho ministerial. Se llama Gerardo Cáceres y sus más cercanos lo conocen como Jerry.
A la 403 llegan visitas en turnos de dos o hasta tres veces por semana. Cáceres, el anfitrión, es amigo del presidente desde cuando este trabajaba en el canal 12. También es tío de Francisco Cáceres, secretario privado de la presidencia, y hermano de otro importante funcionario de gobierno, Carlos Cáceres, ministro de Hacienda.
Gerardo es el menos público de los tres Cáceres, pero dentro del gabinete y en el partido FMLN tiene fama de ser el más influyente de quienes entran sin restricciones a Casa Presidencial. Un ministro asegura que habla a los funcionarios en nombre del presidente. Es decir, le presta su voz a Funes y es de las pocas personas que puede hacer eso en un gabinete atemorizado por las correcciones o las descalificaciones públicas del presidente. Y eso que no tiene nombramiento oficial.
Los Cáceres fueron, para el público promedio, poco más que una sombra misteriosa durante la campaña electoral por la Presidencia de la República, cuando como parte del movimiento Amigos de Mauricio patrocinaron la campaña de Funes y matizaron el rojo del FMLN para darle unos tonos más moderados.
Luego de que Funes ganara las elecciones de marzo de 2009, abriendo paso a la especulación de cómo iba a estar conformado el gabinete, Gerardo aclaraba con sentido del humor sobre sus pretensiones de ocupar un cargo público: “Yo le he pedido al presidente el ministerio de asuntos sin importancia”. 10 meses después, para muchos queda claro que no necesita ministerio alguno para tomar decisiones de gobierno.
Antes de convertirse en uno de los hombres más poderosos que rodean a Funes, Gerardo Cáceres era conocido por el trabajo de su empresa, una compañía de cobros (o recuperación de moras) llamada Puntual S.A. de C.V. en la que también tiene acciones su sobrino, Francisco, amigo del presidente.
Gerardo Cáceres ha sido el encargado de sondear cómo las decisiones del Ejecutivo pueden terminar impactando los intereses de algunas de las principales empresas del país, y cómo el marco jurídico de El Salvador puede afectar las relaciones comerciales con otras naciones. En los últimos tres meses ha estado explorando con diversidad de funcionarios estas potenciales amenazas para intereses privados y del Estado. Para esa tarea, Cáceres se ha reunido con magistrados, empresarios, diputados y otros funcionarios. También ha sido una especie de delegado presidencial para evaluar cómo decisiones de otros actores pueden afectar al Ejecutivo.
Jerry y Chico, como les llaman los amigos del secretario privado, tienen más de 20 años de conocer al presidente. Ellos, a la sombra de un árbol de mango a finales de septiembre de 2008, ofrecieron su respaldo incondicional al candidato, al que habían apoyado desde que era periodista. “Cuando el presidente aún no soñaba… cuando estaba lejos de ser candidato, Gerardo y Chico lo apoyaron decididamente, ciegamente. Cuando le hablo de apoyar, le hablo de apostarle fuerte a la empresa de noticias de Mauricio, en ese momento por pura amistad”, dice un miembro del gabinete, al tratar de exponer posibles explicaciones a esta cercanía y confianza.
Otro integrante del gabinete y dirigente del FMLN asegura que los tres Cáceres que están trabajando con Funes son como hermanos, no obstante las diferencias de edad. Gerardo permanece en constante comunicación con el secretario privado, su sobrino, con quien se trata como se trata con su hermano, el ministro de Hacienda: “Los tres son como hermanos, Chico es más contemporáneo de Mauricio, pero se criaron como hermanos”, dice este ministro.
Cuando el presidente sale del país, es Gerardo quien le llama por teléfono a su sobrino para pasarle información al mandatario. Si pasa algo importante en el país cuando el presidente no está, Gerardo le traslada la información que cree puede servir al presidente. Un dirigente del FMLN que conoce de los enlaces telefónicos entre Francisco y Gerardo asegura que la comunicación es permanente, diaria, y prueba de la capacidad de influencia de Gerardo, incluso en la definición de las actividades del presidente. “Si Gerardo cree que puede ayudar al presidente tener una reunión con un grupo de empresarios, pues él le dice a su sobrino que lo incluya en agenda... claro que el presidente es el que tiene la última palabra”, dice el efemelenista.
El “manguito”, como simplificaban el sitio en el que se reunían durante la campaña electoral, se convirtió en la primera oficina donde los Cáceres y el grupo cercano al ahora presidente planificaban cómo arrancar la campaña. En ese momento comenzaba a nacer el Movimiento de Amigos de Mauricio bajo la sombra de Gerardo, a quien reconocen ahora como el principal líder de la iniciativa política.
Los tiempos de sesiones en el manguito pasaron y ahora Mauricio Funes ocupa el despacho presidencial y su amigo, Francisco, el despacho de al lado. Con una quebrada de por medio, en la Avenida La Capilla, está la oficina de Gerardo, donde es fácil darse cuenta de cuando hay alguien importante reunido con él. Sobre la acera de la casa –o en la esquina contraria, bajo la sombra de un edificio de apartamentos- los agentes motorizados del Estado Mayor Presidencial cuentan chistes, comen dulces y toman café mientras esperan que alguien salga, en su camioneta polarizada, para luego darle escolta con las sirenas encendidas.
La 403 es una casona de esquina, con un muro que de la base del suelo a la mitad es de piedra y de la mitad hacia arriba es de ladrillo rojo brillante. No lleva ni dos meses de haber sido renovada. Antes, desde la esquina contraria a la mansión, se alcanzaba a ver el jardín, el porche de entrada y la puerta de acceso. Ahora, sobre la “u” que dibuja la curva del muro han colocado una valla de malla plástica color verde de unos 10 metros de alto.
De esa casa salen disparados los funcionarios y sus escoltas que, cuadra y media más abajo, giran a la derecha, para entrar a Casa Presidencial por la puerta trasera. Al verlos y oír las sirenas, da la sensación de que algo importante se acordó atrás de la quebrada que separa esa oficina de la casa de gobierno.
Oficialmente, en esa casa, Gerardo Cáceres le hace monitoreo de encuestas y de medios al presidente Mauricio Funes. “Mire, no quiero que esto suene como que estoy hablando mal del presidente, pero creo que a veces pasa mucho tiempo estudiando encuestas de imagen”, dice un ministro, que ha mantenido en diversas ocasiones reuniones de trabajo con los tres Cáceres. “Uno es el ministro de Hacienda, otro es el secretario privado, y el otro es el operador político... no es malo, es normal, todos los presidentes han tenido uno, en este caso es Gerardo. Usted no hace entrevistas para llenar ese cargo, porque quiere que sea alguien al que le tenga confianza de verdad”, dice el funcionario.
Hasta noviembre de 2009, Gerardo Cáceres mantenía con vida otra casa, en la colonia San Francisco, en la cual se organizó durante más de un año el Movimiento Amigos de Mauricio. A esa le decían “La casona”, y era el centro de operaciones de los mandos medios del movimiento: profesionales convencidos de que el cambio de cultura política era sinónimo de Funes. Hoy, buena parte de esos profesionales se sienten defraudados por Gerardo Cáceres, a quien desde el anonimato lo acusan de querer acabar con el movimiento para retenerlo quien sabe con qué objetivo.
Estos amigos, hoy aglutinados en un nuevo movimiento que todavía no nace en la luz pública (Amigos por el cambio) dicen, además, que Gerardo Cáceres se encargó de repartir a diestra y siniestra puestos en el Ejecutivo: aquellos que no quedaron en el FMLN ni en Cambio Democrático ni en los pagos de favores políticos como el caso de Tomás Chévez, presidente del Fondo Social para la Vivienda. Los despechados, esos que no lograron cargos públicos tras la llegada al poder, son los que ahora amenazan con la creación de otro movimiento.
Estos, a los que no les repartieron puestos, son los mismos que conocen el poder de Gerardo Cáceres. Estos aseguran que antes del anuncio oficial de las primeras destituciones, Gerardo ya tenía una bolsa de posibles sustitutos. En esto coinciden con la dirección del FMLN, cuyos miembros ven en estos parientes a un grupo que influye en el presidente y lo blinda. La decisión presidencial de destituir a cuatro funcionarios el 4 de enero recién pasado fue posible, según los ojos de parte importante de la cúpula del FMLN, en gran parte por la influencia que tiene esa familia sobre el presidente. “Todos los nuevos nombramientos son de gente cercana y ligada a Gerardo Cáceres o a su sobrino o a su hermano”, dice una de las fuentes consultadas por El Faro.