¿Y es cierto todo esto que sale en las películas que hay todo el tiempo un negro gritándole a uno, un teniente que siempre grita?
En el entrenamiento básico, sí. Una vez que sales de eso, no. Se da, pero en muy raras ocasiones. A mí se me dio en Alemania, que yo no sé cuánto tiempo… ¿No sé si ustedes escuchan la radio en algún momento?... Pero, hasta el año pasado, previo a las elecciones, todos los días yo escribía una nota. Y escribí una serie de notas en relación a lo que yo llamaba el sargento Garrapata, que fue una experiencia que tuve con un sargento allá en Alemania.
¿Se fue hasta Alemania?
Sí, lo que pasa es que cuando yo estoy en Fort Leonard Wood… Más o menos cinco meses, todo lo que tiene que ver con la conversión de civil a militar y el conocimiento básico para comenzar la tarea que me iba a ser encomendada, le dan a uno una hoja que le llaman ‘dreams sheet’, es la hoja de los sueños, y te preguntan… En aquel entonces, le preguntaban a uno en esa hoja de los sueños a dónde quieres ir en el mundo, cualquier parte del mundo, una vez que te gradúes… Un paréntesis, en ese momento convertirme en soldado de los Estados Unidos de ser un ilegal y de ser todo eso fue un triunfo pero enorme para mí, fue duro también.
Estaba en el sistema.
Disfrazado. Recuerdo que todos los soldados, sus familias llegaron a celebrar con ellos y yo no tuve a nadie…. Yo quería venir para El Salvador, y aquí no había bases, yo puse Honduras o Panamá para estar cerca… Pero yo quería que me mandaran para acá. Pero cuando llegaron mis órdenes… Las órdenes son donde lo van a mandar, me apareció Alemania. Recuerdo que me molesté mucho y fui a reclamar.
Ja, ja, ja. ¡Protesto que me manden a Alemania, a un país civilizado!
Pues sí, yo quería venir aquí. Entonces me explicaron que había un conflicto de intereses. Cuando explotó el Challenger… ¿Recuerdan esa noticia? En el 86… Si más no recuerdo, eso fue un día lunes. El asunto que yo llegué a Alemania tres días antes de esa explosión. Y terminé allá haciendo dos años…
¿Haciendo qué?
En el trabajo de ingeniería de combate. Fui asignado…
Alemania en ese momento…
Estaba dividida.
¡Exacto!, ¿en qué Alemania estuvo?
En la Alemania del Oeste, la Alemania de Estados Unidos. En ese tiempo, Estados Unidos tenía como medio millón de soldados allá. Y yo fui asignado a un batallón llamado: 3-11 ACR. Estaba a unas tres horas al norte de Frankfurt, con la diferencia que allá no hay límite de velocidad. Entonces fui asignado a 10 kilómetros de la frontera con la Alemania comunista o East Germany. Hacía guardia en la frontera, 30 días a la vez. Ustedes recordarán que habían unos muros de malla metálica… Creo que habían como 100 metros de separación, que era una tierra muerta, no era de nadie. Mi trabajo era patrullar esa frontera con los soldados estadounidenses porque era soldado estadounidense. Y en muchos puntos las fronteras o los muros se acercaban y podíamos vernos los ojos con los soldados rusos, porque aquí estaba Estados Unidos y allá estaba Rusia. Entonces, sí podíamos vernos, pero teníamos órdenes de no vernos a los ojos, de no…
¿Provocarse?
Podía generar un conflicto internacional. Recuerdo una de las experiencias más memorables para mí, estaba haciendo guardia con otro compañero soldado en la torre de control de Charlie… estaba arriba de una montaña y usted podía ver toda la expansión, incluyendo la frontera… la barda de este lado y la barda del otro lado. Pero ese día, muy en particular, recuerdo que de repente aparecieron dos helicópteros rusos de guerra. Y uno de ellos vino y se paró, y se quedó estático frente a nuestra torre… una provocación excesiva. Y yo recuerdo que siempre cargaba una cámara, no estudié fotoperiodismo, pero siempre he cargado cámara conmigo. Y tenía una cámara similar a esta Minolta, que era nueva. En ese tiempo, no sé si era 1986 o 1987, agarré mi cámara y comencé a ¡pa!, ¡pa!, ¡pa!, ¡pa!, ¡pa!, a tomar fotos Y el helicóptero ahí encima. Y comenzamos nosotros frenéticamente a llamar, porque nosotros sentimos como que nos iba a disparar.
¿Ustedes estaban…?
Sentimos como que nos iba a disparar.
¿Ustedes apuntaron armas hacia al helicóptero?
No. No. Estábamos en la torre de guardia del ejército de los Estados Unidos y el trabajo nuestro en ese momento era observar, nada más.
¿Disparó alguna vez a alguien o algo?
No, no. En campos de tiro nada más.
Llamaron a los jefes e informaron: la cosa es que hay un helicóptero ruso que...
Mientras yo estoy tomando fotografías, mi compañero reporta por radio y llama y se desata una alerta. No sé cuánto tiempo estuvo el helicóptero así. No nos disparó. Obviamente un misil hubiese destruido la torre. Y en ese momento terminé de tomar el segundo rollo y de repente recuerdo que el helicóptero le hizo así y se fue. Inclusive tomé fotografías de él alejándose. Nos pasamos horas diciendo lo que pasó a los superiores, porque quieren asegurarse que tienen la misma versión.
¿Usted estuvo para la caída del muro?
No. Yo estuve en Alemania cuando Ronald Reagan, irónicamente, era el comandante en jefe de las fuerzas armadas en ese tiempo, cuando Ronald Reagan bombardeó a Libia. Regresé de Alemania en el 88, en enero del 88, después de 2 años y el muro cayó en el 89. Para el 89 salí del ejército.
Interesante, comenzamos en Puerto El Triunfo, Usulután, y estamos en el muro de Berlín, Alemania. Solo nos faltan como 30 años de su vida, ja, ja, ja, ja.
A propósito de esa época del Muro de Berlín, parte de mi trabajo central era resguardar la frontera y recuerdo que cuando yo llegué, yo llegué un día viernes, tarde y estaba nevando mucho y un frío del diablo, irónicamente porque el diablo es caliente.
Ja, ja, ja, ja. Esa fama le han hecho. ¿Habla alemán usted?
Aprendí, pero estamos hablando de más de 20 años atrás.
¿No lo practicó?
Sí, se me olvidó, se me olvidó, pero me fui un año a la universidad allá en Alemania.
¿A qué horas comenzó a ser empresario y de empresario a qué horas terminó siendo pastor evangélico?
Me salí del ejército por esas realidades de la vida. También quería ser piloto de helicópteros de guerra y ya había averiguado muchísimo y lo podía hacer, estaba en ese proceso y el reclutador, el que reclutaba a los soldados se me opuso y al final terminó diciéndome que no me podía cambiar de trabajo, que si yo me quería cambiar de trabajo tenía que mejor salirme. Me salí. Es así como comenzó la otra etapa de mi vida. De regreso a la vida civil tenía... en el ejército aprendí la mala maña o el vicio de tomar, lo que me preguntaba usted porque eso es otro mundo. Entonces tenía yo ya... estaba yo en Alemania y en Alemania aprendí a tomar. Yuca esa vida y era una forma de resistir. Aparte de eso la presure, la presión de...
Los amigotes.
De todo, ¿verdá? Cuando yo salí del ejército, reacomodarme a la vida civil no fue fácil porque en el ejército yo había aprendido, primero el idioma, había aprendido otro idioma, ya lo manejaba bastante para ese tiempo el idioma alemán, pero en la vida civil no me servía. La otra cosa que yo había aprendido era a manejar armas, aprender de bombas, de minas, etcétera, etcétera, que tampoco me servía. Continué tomando y esa cosa comenzó a hacerme daño, hasta que llegó el momento en el que me vi forzado a buscar a Dios. Y es así como comienza esa otra etapa. Ahora había una semilla en mí...
¿Qué tan profundo llegó a ser su problema con el alcohol?
No fue profundo al nivel que usted ve aquí en los jóvenes, pero fue profundo para asustarme a mí.
¿Dos veces por semana o muy seguido?
Sí, o sea era de todos los fines de semana y lo que pasaba era que yo tenía un primo en ese tiempo, que lo sigo teniendo, pero ya es... Entonces este primo tenía serios problemas de alcoholismo y después yo no lo sacaba de la casa. Y fue él quien me indujo más a eso. Una de mis formas de escape fue un iglesia evangélica en Maryland, en Hydesville, así se llama la ciudad. ¿Ustedes conocen los Estados Unidos?
Muy poco, pero sí.
Entonces Hydesville, en el estado de Maryland, fui a esa iglesia evangélica, fue mi primera experiencia con lo divino y pasaron cosas sobrenaturales. Estuve ahí como 11 meses, pero después me fui, como se dice en el mundo evangélico, 'al mundo'. Entonces, para ese tiempo, comencé a trabajar en el mundo civil de la electrónica. Y mientras me reubicaba, regresé a la universidad, trabajé para tiendas de retail, y en todo ese proceso terminé consiguiendo un trabajo en el gobierno, que me pagaban muy bien.
¿Qué hacía?
Trabajaba en control de calidad. Allí me sirvieron mis idiomas, lo que hacía era traducir documentos del español al inglés y dar reporte de todas esas cosas. No sé si fueron siete u ocho años. Pero en todo este proceso, llevaba paralelas las cosas de Dios. Siempre tuve por naturaleza, rasgos de liderazgo personal, desde que era niño. Cuando fui a la iglesia, el pastor William Record, ya fallecido, me identificó, logró ver más allá. Me puso en un camino acelerado al liderazgo dentro de la iglesia, es decir, al pastorado.
¿Por qué no buscó la iglesia católica allá?
Es que yo nunca fui católico.
¿Sus padres no eran católicos?
De nombre. Ellos fueron a la iglesia porque ellos son padrinos de medio mundo, en el puerto. Solo cuando había un bautismo, un casamiento, iba a la iglesia.
Mire, una cosa: usted fue creciendo en el liderazgo de la iglesia en la que estuvo, mientras seguía trabajando para el gobierno y eso, por lo pronto, nos describe a una persona con alguna experiencia, que tiene liderazgo, que puede llegar a ser pastor. ¿Dónde aparece el empresario exitoso aquí?
Si ustedes me escuchan hay mucho de lo militar en mí, pero también hay un enorme corazón de pastor. El pastor para con el pueblo y el militar para con los sinvergüenzas. Hay una conjugación verdad. Del ejército salió a trabajar a unas tiendas de aparatos electrónicos y allí fue cuando comencé a desarrollar y a darme cuenta de que podía hacer cosas por cuenta propia, comencé a aprender, comencé a lidiar con el público. Comencé a darme cuenta de que había otros campos en los cuales podía trabajar, es así como me fui a la escuela de bienes raíces. Me tomó otro año, quizás, muy fuerte, difícil, me costó mucho, yo soy malísimo para las matemáticas y esa cuestión trata mucho con las matemáticas. Comencé a incursionar en el campo de los bienes raíces por separado. Pero mientras trabajaba en esta compañía electrónica, di mis primeros pininos y monté una tienda en la cual vendí ropa, vídeos, en la cual hacía todo eso y comencé a obtener toda esa experiencia en la parte empresarial, de los negocios. Me fue muy bien inicialmente, pero a los seis meses de tenerla, los ladrones se metieron y me robaron todo. Finalmente ese negocio lo terminé perdiendo, pero adquirí experiencia, adquirí mucha experiencia.
¿Cuánto ganaba en ese trabajo?
En el salario que tenía, en ese entonces, ganaba como 50 mil al año. Pero en mis negocios era mucho más. A todo eso trabajaba ya con la iglesia. Tenía la iglesia y aparte de eso, había comenzado…
¿Y la iglesia generaba rentabilidad?
No, no personal, pero para la iglesia, para el sostenimiento de la iglesia.
¿Pero manejaba recursos? ¿Manejaba proyectos?
Los recursos de la iglesia. Estamos hablando de una iglesia de habla hispana con limitados recursos, es decir, que comencé a trabajar con nuestra gente. La mayoría de ellos ilegales, sin recursos y sin conocimiento, ¿verdad? Entonces el trabajo era mucho más social que económico. Para sostenerme yo trabajaba, tenía mi trabajo con el gobierno y hacía diferentes negocios, como abrir estas tiendas, por ejemplo. Pero finalmente, me di cuenta de que una de las cuestiones más rentables para mí era la de bienes raíces. Y allí me sirvió mucho que en ese tiempo conocí a una persona con la que nos convertimos en amigos. Y él era de origen español y se había convertido en un hombre muy exitoso en el campo de la construcción y este hombre me enseñó mucho, su ejemplo me motivó muchísimo. Comencé a incursionar más en el campo de bienes raíces y gracias a Dios me fue muy bien.
¿Qué es muy bien?
Muy bien económicamente, es decir, hacía negocios que me dejaban 150 mil dólares, por ejemplo.
¿De ganancia?
Sí.
Eso es muy bien, ja, ja, ja.
Entonces aprendí todas esas cosas, esa información…
Ya no tuvo problemas económicos, ya tenía la vida resuelta.
Sí ya estaba la vida resuelta. Entonces para ese momento…
Es más o menos una suerte, en aproximadamente dos décadas pasar de ser un inmigrante, ilegal, que no sabe barrer un lugar; a ser un empresario de bienes raíces, con este tipo de ganancias. En dos décadas es un paso acelerado de un estadio a otro, ¿verdad?
Sí, quizás sí. Para mí no se me hizo muy punto eso, ¿verdad? Ja, ja, ja.
Me lo imagino, claro. Se oye fácil.
Sí, se oye más fácil. Pero sí, es verdad que muchísima de nuestra gente nunca descubre eso.
¿Es usted un hombre rico, pastor?
No. Soy rico en amor, soy rico en bondad del pueblo hacia mí. En dinero no. El dinero que logré acaparar, porque no todo lo ahorré, sería mentira. Mucho del dinero lo desperdicié porque para ese entonces…
Yo lo he visto bajarse de una Hummer, ja, ja, ja.
En ese entonces tenía yo… tenía yo eeh... Me gustaban los carros… me gustan, simplemente que hoy han cambiado mucho las cosas. Pero en ese tiempo como tenía una holgura económica, me gustaba tener carros del año, un carro Hummer, un BMW del año. Me gustaba viajar mucho, vivía en una casa muy bonita, muy grande. Entonces, en ese tiempo, es cuando me reencuentro con El Salvador y allí viene ese choque de cultura, una vez más. A la inversa ahora.
¿Qué año era ese, cuando vino?
2003. Entonces en ese momento que me vuelvo a encontrar con mis raíces, hay un choque otra vez en mi vida, que esa es otra parte en mi vida.
¿Usted está casado?
Sí.
¿En qué momento conoció a la persona con la que está casado?
Bueno, mire, esa es otra parte que nos llevaría otras 10 horas, oiga, ja, ja, ja.
¿Ella es salvadoreña o estadounidense?
Salvadoreña.
¿Y la conoció allá?
Allá, sí. Y aquí... pero como le repito, ese es otro montón de cosas que, a lo mejor, lo podemos hacer en otra entrevista.