El Ágora /

'Yo diría que Schafik me provocó renacer'

William Osmar Chamagua es un pastor muy político, contradictorio, extraño. Dice, por ejemplo, que Fidel Castro es más cristiano que Toni Saca. También dice que tiene ratos de locura en los que Dios le habla y le dice qué hacer, como cuando le instruyó regresar a El Salvador. Y, como buen evangélico, hace gala del encuentro personal que lo hizo renacer. Solo que, en su caso, el encuentro personal no fue con Jesucristo, como suelen testimoniar los evangélicos, sino una cita con Schafik Hándal, un reconocido comunista y ateo. Tras una breve cita con Hándal, decidió trabajar en el país desde una trinchera que parece más política que religiosa. Desde Radio Cadena Mi Gente, que fundó en agosto de 2004.

Chamagua, hoy de 48 años, llegó a empuñar un fusil en los años más crudos de la guerra salvadoreña. Su tarea era apuntarlo contra los comunistas. Solo que esa tarea le fue encomendada en la Alemania aún dividida de la guerra fría, y su trinchera era un garitón en Berlín oeste. Lo que sucedió fue que emigró hace 30 años a Estados Unidos, donde después de un sinfín de episodios y hambreadas se enroló en el ejército estadounidense, que lo destacó en Europa. Después de una serie de aventuras en Estados Unidos se convirtió en una de esas personas que puede comprarse una Hummer del año o un BMW último modelo. Sin embargo dice que ahora ya no se deja llevar por los lujos. Radiocadena Mi Gente fue la catapulta que lo hizo popular en el escenario político electoral salvadoreño, desde donde apoyó decididamente la candidatura de Mauricio Funes y desde adonde ahora lo crítica: 'El señor Mauricio Funes está claramente identificado con la gente de la derecha. Yo creo que el presidente Funes dice una cosa y hace otra.'

Y con una persona así, que dice creer que el presidente le está robando la esperanza a la gente, es imposible no llegar a preguntarle si un día de estos será candidato a un cargo de elección popular: y responde como suelen responder los políticos. 'Si me dicen que me quieren en A o en B o en C lugar, después de un análisis con el pueblo, se tomaría cualquier decisión'.


Domingo, 13 de junio de 2010
Sergio Arauz y Carlos Martínez/Fotos Luis Velázquez

 

William Chamagua.
William Chamagua.

Quedamos en que usted se reencuentra con El Salvador...
Mi vida está básicamente trazada. Antes de venir hacía radio y televisión en Washington, predicando el evangelio. No tradicional. Desde otro punto de vista, pero ni por cerca lo que hago hoy. Mi trabajo era nada más los fines de semana. Ya había desarrollado líderes que estaban encargados de la iglesia. Y el resto de la semana, me la pasaba viajando, atendiendo invitaciones a otros países u estados, a veces paseando. Me gusta mucho viajar y conocer.

¿Y pasó algo?
De repente, al regresar acá en 2003, que por cierto fue ese viaje que tengo en esa fotografía con Schafik, sufrí un choque, como un terremoto interno frente a esta realidad. Después de tantos años lejos y ver esto, el abuso del poder, la mentira, el engaño, la miseria... todo eso, me impactó mucho y me estuve siete u ocho días en el país, pero yo me fui llorando...

Usted no le perdió la vista, supongo, al discurso que escuchó en el ejército de Estados Unidos de que los comunistas eran malos, personas que querían esclavizar gente, que eran el enemigo...
No.

Schafik era un gran líder del Partido Comunista en El Salvador... Eso, ¿cómo se digiere? Es decir, yo cuidaba un muro y del otro lado del muro había un comunista.
Sí.

Se supone que si se ponía tonto, mi trabajo era pegarle un tiro...
Sí.

Entonces, regreso a El Salvador y me voy a tomar una foto con el más barbudo de ellos...
Je, je, je. Es que hasta ese momento, Schafik, para mí, no era un comunista, era el amigo de mis padres y era un icono de mi niñez, de otra etapa de mi vida. No era ese comunista. Vine y le pedí a mis padres que me hicieran una cita con él. Me hicieron esta cita con Schafik y ese fue ese día que fuimos a sus oficinas. Estaba en una especie de limbo, impactado por un montón de cosas de índole espiritual que yo no alcanzaba a entender. Aún así estaba absorbiendo, porque siempre he sido un hombre de corazón y mente abiertos y siempre he sido un hombre que nunca me he sentido dueño de la verdad absoluta. Siempre dejo margen para realinear, recomponer, cambiar...

Visto desde afuera, pastor, lo que hemos visto es un constraste que no calza con la persona con la que estamos hablando y sobre todo con la actualidad. Eso es lo que quisiera entender.
No sé si habrá escuchado... acá en la radio se habla del “renacer de la vida”, quien hoy les está hablando es un hombre “renacido”. Ahí hay un hueco que no se los he explicado y por eso no lo entienden. A partir de ese viaje, en 2003, me choco con una realidad que me detiene en el espacio donde estoy en ese momento. Es un choque contra una pared invisible. Y una de las cosas que más recuerdo con Schafik, es que él sentado en su silla con la pierna cruzada, y recostado en su sillón, con sus manos adelante, me dijo: “Oiga, compañero”... y esa palabra me resultó tan extraña. Me dijo: “véngase a trabajar con nosotros”. Pero en ese momento, Schafik sabía que ese hombre era el hijo de la niña Adelita y don Moncho. Y la niña Adelita era la estrellita de oriente, para él. Una revolucionaria de mera cepa que había caminado un montón. Mi mamá y mi papá fueron muy amigos con el ingeniero Duarte también. Ese era yo, el hijo de ellos. Pero Schafik tenía cero antecedentes de mí. No sé, si él hubiera sabido de dónde yo venía, si me lo hubiera dicho... Pero yo pensé: no puedo y se lo dije. En ese momento yo era un gringo de piel morena y ojos negros. Eran 23 años, pues. ¿Y cómo culparme, pues? ¿Cómo culparme por haber sobrevivido de la mejor manera que supe sobrevivir? Pero esa reunión con Schafik, hoy, porque es más fácil entender la vida cuando vemos hacia atrás, hoy yo diría que ahí en ese momento se cierra otro capítulo y comienza una nueva transición para mí.

¿Schafik le provocó renacer a usted?
Yo diría que sí. Salí de su oficina confuso.

Es tan curioso porque ese encuentro tiene un montón de connotaciones aparentemente contradictorias: uno, Schafik es un comunista y un connotado ateo, je, je, je...
Así es.

Para quien Dios no es más que una idea construida por los hombres. Es un comunista. ¿Qué es lo interesante que al pastor Chamagua lo haya hecho renacer precisamente un comunista ateo?
Irónico, ¿verdad? Yo muchas veces he dicho que prefiero el cristianismo de un Fidel Castro que el de un Toni Saca, p
ues.

¿Cómo así, ja, ja, ja?
Para mí, Fidel Castro es más cristiano que Toni Saca, porque Jesús dijo: “Lo conoceréis por sus obras, no por sus palabras”. Toni Saca es un mentiroso, pues. Y aquel no me habla de cristianismo pero me hace el cristianismo.

Yo soy ateo y hay distintos discursos religiosos con los que me siento más o menos cercano. El discurso evangélico siempre me ha parecido encerrado en un círculo: Dios te ama. Tú eres pecador. Pero él te ama pese a que eres pecador, por lo tanto alábalo, porque te ama, porque pese a que eres pecador, te ama... ¡qué hueva!  Usted es un poco sui generis, no es lo mismo de los otros que repiten:  no pequés, no te acostés con una mujer, no tomés, sé bueno y decile a Dios que lo amás.
Pero es que en el caso personal, desde mi perspectiva...

Ojo que yo espero no haberle faltado al respeto con esto, simplemente...
No, en lo absoluto. Al contrario, agradezco eso y me identifico con usted. Desde mi perspectiva, no hablo de política, hablo de justicia. Y cuando hablo de justicia, estoy hablando de Dios.

Lo que pasa es que política es eso, es esa plaquita donde dice “San Romero de América” que tiene colgada en su oficina un pastor evangélico, eso es  política, tener una placa de Cuba es política.
Pero la política es el arte de buscar el bien común, pues. Entonces, al final yo sé que todos, de diferentes formas, creemos en Dios, porque yo sé que usted, aunque me dice que no cree en Dios, sí cree en la justicia.

Por ejemplo.
Entonces, estamos de acuerdo. Llamémoslo justicia, no lo llamemos Dios. Entonces creemos en lo mismo.

Sí, ¿verdad? Ja, ja, ja... Usted es evangélico, Toby es evangélico...
Pero el Dios de Toby no es el mío. El Dios de él es el Dios de los Toni Sacas, el de los Ciro Cruz Zepeda, de los Cristiani, de la oligarquía, de la gente que explota. Ese Dios yo lo detesto. En ese caso, sí soy ateo.

O sea, el Dios del hermano Toby no se cae muy bien con el Dios suyo...
No. El Dios mío es el que habla verdad, que no vende su palabra por dinero, que no hace tratos debajo de la mesa.

¿El Dios suyo es el de monseñor Romero?
Ese mismo. Es el Dios que busca el bienestar común y no el personal.

¿Supone usted que el hermano Toby, o los que se le parecen, venden su palabra o ponen su prédica a merced del dinero, de los intereses, del poder?
Sin lugar a dudas... aquí podríamos entrar en otra cuestión de debate teológico, pero, en el mundo existe hoy una iglesia que siempre ha existido, que es la iglesia del capitalismo, del yo soy hombre, que es la iglesia de aprovéchate de los demás, la iglesia de “búscate tus intereses personales”, esa iglesia siempre la hubo. En el libro de los Hechos había un brujo llamado Simón, que quiso comprar el don del espíritu santo a los apóstoles Juan y Pedro. Es decir, siempre hubo aquellos que vinieron de la derecha y le dijeron. 'Mira, ¿cuánto querés para que me des ese don?' Siempre lo hubo. A través de la historia, la iglesia se ha convertido, al igual que la política, en el arte de hacer dinero, en el arte de tener poder, en el arte de mentir, de engañar, de ver quién engaña más, porque aquí lo que importa es que yo tenga el poder económico o material. Al final yo no culpo a las personas que no creen en Dios. Fidel, igual, dice 'no creo en Dios', pero yo a ese hombre lo admiro y nada tiene que ver con que crea o no crea en Dios. Lo admiro porque hace lo que considero que tiene que hacer.

Me llama la atención las categorías que usted usa para definirse en tanto a las posiciones. Por ejemplo, de Toby podía haberse dicho 'él es demasiado espiritualista' u otro montón de cosas, pero usted prefiere decirle 'él es demasiado de derecha', como cuando dice de este señor brujo que 'siempre ha habido gente así, de derecha'. Traslapa las categorías políticas con las religiosas.
Es que es lo mismo: nos han engañado para hacernos creer que son diferentes, pero es necesario que entendamos que es lo mismo: uno le roba con la corbata y el otro con la Biblia en la mano. Son los mismos ladrones, uno vestido de religión y otro vestido de político.

¿Eso es lo que hace Toby?
Estoy diciendo que eso es lo que hace mucha gente, no solamente una persona, sino muchísima gente. Si usted me pregunta ahora... mire, lo que existe hoy en día es lo que ha existido siempre: una clara lucha de clases.

Y en este escenario, ¿Mauricio Funes se parece más a Toni Saca o más a Schafik Hándal?
El señor Mauricio Funes, el licenciado Mauricio Funes está claramente identificado con la gente de la derecha.
Yo creo que el presidente Funes dice una cosa y hace otra.

¡Pero si usted lo promocionó, casi que usted nos lo vendió! Hay un montón de taxistas diciendo: '¿Cómo es que el pastor Chamagua está diciendo ahora que este hombre es de derecha, si hace poco me lo estaba vendiendo por la radio?'
El hombre en el que yo creí fue el candidato, no el presidente, y eso no es culpa mía, porque cada persona es libre de sus acciones y libre de sus propios compromisos y de sus propios pensamientos.

Lo engañó.
No, no me siento engañado. Siento que de alguna forma si alguien está engañado en todo esto es el presidente Funes.

¿En qué punto usted rompió con él, en qué punto usted dijo 'a partir de aquí vos con tus huesos y yo con los míos'?
Es que yo nunca he roto con él hasta ahora. El hecho de que le critiquemos sus errores, que dijo que no iba a tener derecho a equivocarse, no quiere decir que rompemos con él. Si el presidente Funes ha roto conmigo, no lo sé, pero yo no he roto con él.

Pero lo cree de derecha.
No pienso que él es la misma persona a la que yo conocí.

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