Las faenas de rescate por una toma de aire se suspendieron el sábado por un nuevo derrumbe.
El presidente Sebastián Piñera anunció este lunes que el gobierno se contactó con países de gran experiencia minera, como Perú, Estados Unidos, Canadá, Australia, en busca de posible auxilio en las operaciones de rescate. 'Si hay alguna tecnología, algún conocimiento que nos pueda ayudar, los vamos a utilizar', aseveró.
Rodrigo Jofré, representante de los angustiados familiares que hace tres noches acampan en las afueras de la mina de cobre San José, precisó que hay siete perforadoras y que llegarán tres más.
La mina de cobre se ubica en las cercanías de Copiapó, unos 850 kilómetros al norte de Santiago, en una zona donde la cobertura telefónica es nula, en plena zona desértica.
Se desconoce la situación de los mineros, con quienes no ha habido contacto luego que el derrumbe del jueves, a unos tres kilómetros de la entrada del yacimiento, los atrapó cuando estaban bastante alejados del sector del colapso.
Las autoridades y familiares confían en que el grupo haya alcanzado un refugio de unos 50 metros cuadrados, a 800 metros bajo tierra, al que ahora ya se le habrían agotado las provisiones, pensadas sólo para 48 horas. 'Ya no hay comida. Esta era para dos días', dijo el ministro de Minería, Laurence Golborne.
Los agujeros de un diámetro cercano a los 15 centímetros son la única esperanza por ahora de saber cómo están y para enviarles agua y alimentos, y extender así su período de resistencia al fondo del socavón. Se dijo que les llega aire por forados naturales.
Golborne dijo en la víspera que las perforadoras avanzan unos 100 metros por día, por lo que las faenas 'tardarán varios días, probablemente una semana'. Sin embargo, Alejandro Bohn, gerente de la compañía minera San Estebán, dueña de la mina, informó el lunes que una de las perforadoras ya descendió 200 metros, casi el doble de lo estimado para un día de faena.
Especialistas dijeron que más abajo la roca podría ser más dura y demorar la excavación de los agujeros.
Más de un centenar de familiares esperan a unos 400 metros de la boca de la mina, en un improvisado campamento donde se instalaron colchonetas en el suelo, hay mesas, y se les prepara comida.
La mina no contaba con las vías de evacuación establecidas por ley, y tiene un historial de accidentes. Estuvo cerrada en 2007 y fue reabierta al año siguiente.
Además de las críticas hacía los dueños del yacimiento por la falta de seguridad, las miradas también se centran en el Servicio Nacional de Geología y Minería, una de cuyas labores es vigilar ese aspecto en las minas de la zona, para lo que cuentan con escaso personal.