El ex director de Patrimonio Cultural Héctor Ismael Sermeño fue capturado el martes 28 por la División de Finanzas de la Policía Nacional Civil, acusado de actos arbitrarios, complicidad y daños agravados por la destrucción de un sitio arqueológico de primer orden en San Juan Opico, departamento de La Libertad.
La oficina de prensa de la Fiscalía dijo la tarde de este miércoles que Sermeño es requerido por la Unidad de Intereses del Estado, que presentará el requerimiento de detención provisional ante las instancias correspondientes a más tardar este viernes 1 de octubre.
Sermeño es acusado de haber permitido la destrucción de un sitio protegido desde el año 2001 para favorecer a una empresa lotificadora que trazó calles, metió tractores y levantó suelo arqueológico para desarrollar un proyecto de viviendas en el sitio El Cambio. Se trata de la lotificadora Neila, S.A. de C.V, cuyo propietario es Mario Sol Bang./p>
La última historia del El Cambio, la de su destrucción, arrancó en 2005, cuando la lotificadora financió dos proyectos de investigación que determinaran que era viable una lotificación contigua a un sitio arqueológico. La lotificadora contrató a la arqueóloga Marta González y esta prsentó dos informes a la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural, del extinto Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Concultura): “Urbanización Brisas de San Andrés. Investigación Arqueológica del Área que sería impactada por el proyecto de urbanización (el primero de mayo de 2005, y el segundo de enero de 2006)”.
La investigación de Gonzalez inició en marzo de 2005, pero la lotificación había arrancado mucho antes, sin autorización de la dependencia estatal. Fue hasta que Concultura supo de la obra cuando exigió los estudios al propietario de la misma.
Dentro de las 58 manzanas de terreno, González señaló hallazgos arqueológicos en los polígonos más alejados a la zona de un montículo de tierra que se eleva en el centro del área -y que según los expertos representa una construcción con técnicas mucho más antiguas que las registradas en Tazumal y San Andrés-, e incluso infirió una extensión del sitio arqueológico mucho más grande que la estudiada.
“Según los datos de los informantes y la topografía del lugar, la extensión de ocupación podría doblar el área ya estudiada a una extensión de ocupación de 700,000 metros2 que supondría una densidad de población importante, incluyendo una muy probable extensión del cultivo hacia lo que ahora es el Sitio del Niño”, apuntó la arqueóloga.
Concultura, pese a manejar esta información, sólo reservó como sitio de estudio y de preservación del área de ocho manzanas en donde se encuentra el montículo que, según Gónzalez, al momento de la investigación, se descubrió que había sido saqueada de forma constante. La arqueóloga contó unos 100 pozos de saqueo en toda la propiedad en los cuatro meses que duró la investigación de campo.
Concultura, Patrimonio Cultural y el Departamento de Arqueología señalaron que se dejó solo 8 de las 58 manzanas para conservación debido a que la Ley de Patrimonio Cultural permite hacer rescates de bienes muebles para poder liberar terrenos que no posean bienes inmuebles. Por eso se dejó el montículo y las manzanas que lo rodeaban (ocho en total), y se permitió la destrucción de una serie de cementerios y cultivos prehispánicos en la zona.
“Depende de qué vestigios son, si es una pirámide pues no se puede. Si son tiestos, se hace una labor de rescate. No se puede impedir una urbanización por unos tiestos”, dijo a El Faro el 7 de febrero de 2007, el entonces presidente de Concultura, Federico Hernández, jefe de Sermeño. El tono de desdén con que Hernández y Sermeño se referían a la importancia de lo hallado en el terreno, en relación con la importancia de construir viviendas, contrastaba con lo que planteaban los arqueólogos de Concultura, que en su momento dijeron no estar de acuerdo con la 'liberación' de la propiedad.
Tres meses más tarde, Héctor Sermeño autorizó que en este terreno se construyera un “parque arqueológico” de menos de una manzana. Luego de esta autorización -fechada 8 de mayo de 2007 por medio de una carta firmada y sellada por el director de Patrimonio Cultural y dirigida al propietario del terreno, Mario Sol Bang-, El Cambio comenzó a desmoronarse, pues el visto bueno de Sermeño fue interpretado como luz verde para arrasar las restantes siete manzanas.
Dos meses después de aquella resolución del 8 de mayo, Sermeño envió otra misiva a Sol Bang en la que revalidaba la autorización del parque y la construcción de una calle de nueve metros de ancho que dé entrada al terreno protegido desde la carretera que conduce hacia San Juan Opico. El director de Patrimonio Cultural reconoció también la existencia de “nuevos” linderos -dentro de la zona protegida- alrededor del parque. Los mismo linderos que dos meses más tarde, en octubre, aparecieron en un plano autorizado por la Oficina de Planificación del Valle de San Andrés (OPVSA) -y en una resolución- como lotes para uso habitacional. 99 lotes para viviendas que costarían -según dijo Sol Bang a El Faro el 7 de abril de 2008-, 32 mil dólares cada una.
Para la OPVSA, Sermeño 'liberó' el terreno, con lo cual ya era un apto para construir viviendas.Sermeño, al ser consultado por El Faro -en abril de 2008- si había autorizado la destrucción de un sitio arqueológico para favorecer la construcción de 99 lotes de vivienda, alegó que él solo autorizó la construcción del parque, no la destrucción del resto del área protegida, que originalmente era de poco menos de ocho manzanas: “Eso que lo vea la Fiscalía. La autorización era únicamente para el parque. Se tocaron las otras seis manzanas y pico aparte del parque”, se defendió.
La alteración del terreno protegido, avalada por Sermeño en mayo de 2007, no contó con el aval del Departamento de Arqueología durante la administración de Fabricio Valdivieso (2002-2007). Ni siquiera la introducción del parque.
Sermeño, por el contrario, dijo que sí -en un publicación de El Faro realizada el 7 de abril de 2008-, que su autorización para construir el parque dentro de la manzana de terreno está avalada por dicha unidad. Según él, una investigación solicitada por Concultura –y patrocinada de nuevo por Sol Bang, al igual que la de González- permitió tomar la decisión de hacer un parque en la zona protegida.
“Lo que pasa es que usted no ha entendido que el Departamento de Arqueología hace informes técnicos, no autoriza ni desautoriza. Esa es particularidad propia del director nacional del Patrimonio”, dijo Sermeño en ese momento.
Dos años después de esa declaración, la Fiscalía ordenó la captura de Sermeño, quien tras la llegada de las nuevas autoridades salió de la entidad y se desempeñaba como jefe del Departamento de Patrimonio Cultural de la Unidad de Recuperación del Centro Histórico de la Alcaldía de San Salvador.
El nuevo director de Patrimonio Cultural, Ramón Rivas, dijo a El Faro que recibían con sorpresa la noticia y que esperarían una notificación de las autoridades. Rivas, sin embargo, confirmó que la oficina que dirige estuvo colaborando con las entidades encargadas, otorgando información de las 'irregularidades' detectadas en administraciones anteriores.
La Fiscalía también confirmó que contra la Dirección de Patrimonio Cultural dirigida por Sermeño pesa otra investigación por la supuesta destrucción de una parte del sitio arqueológico de Cihuatán, algo sobre lo que El Faro ya ha informado.
¿Cuál era la importancia de El Cambio?
El Cambio fue catalogado por el mapa de sitios arqueológicos de El Salvador -entregado a Concultura por el Centro Nacional de Registros en 2006-, como de “Primer Orden Arqueológico'. Su importancia radicaba, según los expertos, porque ofrecía una visión de la época preclásica, porque se articulaba con San Andrés y Joya de Cerén -esta última declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, en 1993-, y porque su influencia pudo haber llegado a Chalchuapa y Santa Ana.
Según investigaciones del departamento de Arqueología de la Secretaría de Cultura, entre el año 200 d.C. y el 400 d.C. la última civilización de El Cambio abandonó el lugar. Posiblemente por la erupción del volcán Ilopango. El Cambio quedó resguardado para la posteridad y hasta 1978 se le consideró por primera vez como un sitio con una gran influencia en el valle de Zapotitán.
En 1978, el arqueólogo estadounidense Payson Sheets lo reportó por primera vez en el libro Archeology and Volcanism in Central America, The Zapotitan Valley of El Salvador.
Las acusaciones contra Sermeño por actos arbitrarios, complicidad y daños agravados en un sitio arqueológico se castigan con una pena de entre 2 y 4 años de cárcel.