Por primera vez en la hisoria de la iglesia católica, un papa habla del uso del preservativo en términos no condenatorios sino positivos, en donde eleva a los profilácticos a la categoría de herramienta para prevenir la enfermedad mortal producida por el virus VIH.
Ante la pregunta, '¿La Iglesia católica no está fundamentalmente contra la utilización de preservativos?', el papa Benedicto XVI respondió: '[La Iglesia] no lo contempla como una solución real o moral pero, en ciertos casos, cuando la intención es reducir el riesgo de contaminación [del VIH], puede ser un primer paso para abrir la vía a una sexualidad más humana, vivida de otro modo'.
Esta revelación, histórica, será publicada la próxima semana en un libro de conversaciones con el pontífice, según extractos avanzados este sábado por el diario del Vaticano, L'Osservatore Romano.
En el libro, que se titulara 'La luz del mundo, el Papa, la iglesia y las señales del tiempo', el papa se dejó entrevistar por el periodista alemán Peter Seewald. Sobre los riesgos de contagiarse de enfermedades venéreas en las relaciones sexuales el papa citó un ejemplo: cuando una persona se prostituye.
'Puede haber casos individuales, como cuando una persona que se prostituye utiliza un preservativo, donde puede ser un primer paso hacia una moralización, un debut de responsabilidad que permita tomar una nueva consciencia de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que uno quiera', citó L'Osservatore Romano.
La declaración del Papa contrsta no solo con una institutución que por tradición ha promovido la abstinencia, sino también con su propio juicio, según él mismo declaró en marzo de 2009, durante un viaje a Camerún y Ángola, cuando declaró que el uso del preservativo 'agravaba' el problema.
En estas nuevas declaraciones, sin embargo, el papa remarca la apuesta primordial de la iglesia en el tema. Aunque el Papa concede que los condones pueden ser permisibles en estos casos para frenar la 'contaminación' del VIH, matiza: 'Este no es el modo, hablando con propiedad, de acabar con la infección del virus del sida. Eso debe producirse realmente dentro de la humanización de la sexualidad', añade.
'Concentrarse en el preservativo supone una banalización del sexo y ese es exactamente el peligro de que mucha gente considere el sexo ya no como una expresión de su amor, sino como una especie de droga que se proporcionan ellos mismos', dijo.