Los halagos que el gobierno de Mauricio Funes recibió por parte de la embajada de Estados Unidos en materia de política exterior tras ocho semanas de gestión, no fueron extensivos al área de seguridad pública. Por el contrario, en un sexto cable diplomático dirigido al Departamento de Estado y revelado este miércoles por el sitio WikiLeaks, en el que se valora “lo bueno, lo malo y lo feo” de las primeras ocho semanas de gobierno de Mauricio Funes, el encargado de Negocios de la embajada, Robert Blau, muestra su contrariedad por el hecho de que en un país con los niveles de violencia como los de esta nación centroamericana, se nombre como ministro de Justicia y Seguridad Pública a 'una persona con las manos manchadas de sangre'.
Blau es enfático al destacar entre “lo malo” de las primeras ocho semanas del gobierno de Funes el nombramiento de Manuel Melgar en ese cargo. En una evaluación tras dos meses de mandato de la nueva administración, Blau también tiene palabras para decir a sus superiores en Washington que el Organismo de Inteligencia del Estado era usado en el gobierno anterior, de Antonio Saca, como una especie de institución de espionaje político que se dedicaba a vigilar principalmente al partido FMLN.
Sobre el primer punto, la designación del ex comandante guerrillero -quien es vinculado a la masacre de
En este cable de la embajada hacia Washington, etiquetado como 'SECRETO' y 'NO PARA EXTRANJEROS', Blau menciona que “la presencia de Melgar ha resultado en un distanciamiento del gobierno de los Estados Unidos”, a diferencia de la cercana relación que se gozó con el predecesor de Melgar, el ex ministro de Seguridad, René Figueroa.
El disgusto de Washington es tal que hasta valoraron la posibilidad de represalias contra El Salvador, regateando apoyo en la lucha contra el crimen organizado. A raíz de la llegada de Melgar a dicha cartera, “la cooperación para aplicación de la ley no ha sido congelada, pero la completa implementación de
Su nombramiento, dice el cable, parece haberse debido, más que a sus credenciales en seguridad pública, a la insistencia del FMLN por controlar esta cartera. Fue 'el hueso' que reclamó el partido, dice, a cambio de que el área económica del gabinete quedara en manos de los 'Amigos de Mauricio'.
La recriminación aumenta todavía más de tono cuando Blau expresa su desazón por una ironía que escribe en estos términos: “El cínico mensaje que se manda a una sociedad con alta criminalidad como la de El Salvador, cuando el presidente nombra como ministro de Seguridad Pública a una persona con sangre en sus manos”.
Aun así, concluye Blau en su evaluación, la embajada continuará trabajando con el gobierno de Funes, inclusive con el ministerio de Seguridad. “Nuestro objetivo es fortalecer las instituciones de la democracia salvadoreña, independientemente de quién esté en el poder”, dice.
Como “lo feo” en los primeros dos meses de Funes en Casa Presidencial, Blau menciona brevemente que lo que podría llegar a convertirse en “feo” es el Organismo de Inteligencia del Estado (OIE) en manos del “miembro ortodoxo del FMLN” Eduardo Linares. Esto podría decir así, dice el cable, “dependiendo de cuánto margen le permita Funes para aceptar consejo, entrenamiento, dinero y personal de Cuba y Venezuela.
'Hasta ahora', sigue el texto, 'Linares se ha comportado cautelosamente, primero buscando controlar su propia organización', comenta.
Es entonces cuando Blau hace una valoración reveladora sobre el uso político del OIE al menos durante el gobierno anterior, de Antonio Saca: 'La cual, para ser justos, anteriormente consideraba al FMLN como su principal blanco'.
Esta afirmación parece dar razón a los repetidos y viejos señalamientos de dirigentes efemelenistas, que solían quejarse de que los gobiernos del partido Arena utilizaban como una especie de policía política al OIE.
Blau, además, clasifica como “feo” el entrampamiento que para entonces había alrededor de la elección de los magistrados de