Llegaron con los rostros cubiertos, piedras en las manos, alzando palos y la consigna de cerrar la Universidad de El Salvador (UES) mientras no se les resuelva su única demanda: la admisión de 700 alumnos más para el ciclo 01 2011, estudiantes que no fueron admitidos tras los exámenes de ingreso realizados en septiembre y noviembre pasado. Estudiantes que no alcanzaron las notas mínimas para ser aceptados.
A las 4:15 de la mañana, de manera simultánea, siete grupos de personas se acercaron a los portones de la ciudad universitaria. “Van a disculpar, pero nos tomamos la UES”, dijeron y los custodios, tras una orden de su supervisor, Julio Barraza, les dejaron a su disposición los accesos al campus. Ahí, una veintena de miembros del recién creado Frente Amplio de Nuevo Ingreso (FANI) cerraron con cadenas y candados los portones, amontonaron pupitres y ramas secas, a manera de barricadas, y se apostaron a esperar.
La misma situación del año pasado, y del antepasado, y del anterior. Un poco antes o un poco después, siempre en enero, aparecen pancartas de algún grupo de estudiantes invitando a organizarse y exigir más cupos de nuevo ingreso. Este año, se invitaba a las personas que no lograron un cupo a sumarse en el denominado “proceso alternativo”: amenazar a las autoridades universitarias con detener las actividades dentro de la UES si no se accede a dar más plazas. La medida, hasta ahora, siempre ha funcionado.
La UES proyectó 9 mil 500 cupos nuevos para 2011, un número que, según el rector Rufino Quezada, rozaba el límite de estudiantes de nuevo ingreso que puede manejar la universidad pública. Pero las proyecciones de las autoridades universitarias poco importaban. Desde que las actividades académicas se reanudaron, en enero pasado, las asociaciones universitarias de estudiantes obligaron a las autoridades a ampliar el número ingresos nuevos. La moneda de cambio en la negociación: el cierre o no del recinto universitario.
Hace tres semanas, el Consejo Superior Universitario (CSU) autorizó a las Juntas Directivas de las facultades que evaluaran admitir más estudiantes, sí y sólo sí, faltaban más cupos de los que ya habían sido admitidos tras el segundo examen. Así lo hicieron. Las facultades comenzaron a completar sus plazas. La Facultad de Agronomía aprobó 140 nuevos cupos; la de Ciencias Naturales y Matemáticas, 68; la de Economía, 133; Medicina, 114, Odontología, 19; Ciencias y Humanidades, 122; y Jurisprudencia 83. En el interior del país, las facultades multidisciplinaria aprobaron 342 plazas más. Hasta la semana pasada, se contabilizaban 1 mil 41 nuevos alumnos. Aun así, quedaron estudiantes fuera.
Justamente, según los representantes del FANI, por esos estudiantes que quedaron fuera es que se tomaron la universidad. A principios de la semana se planteó a las autoridades universitarias nuevas exigencias: Necesitaban, de manera inmediata, 350 cupos en la facultad de Ciencias y Humanidades; 188, en Medicina; 150, en Derecho; y, 11, en Odontología. Además, pedían que se tomara en cuenta a los estudiantes que sólo hicieron el primer examen de ingreso, una medida que aumentaría la cantidad de alumnos para este año, y que todo se hiciera exigiendo “una mayor inversión por parte del Estado en materia de educación”.
Según los manifestantes, las autoridades universitarias no cumplieron. Dijeron que en Humanidades, por ejemplo, se dilataron las negociaciones para ampliar los cupos. El decano de esta facultad, Reymundo Calderón, lo ve de otra manear: el pasado lunes, la Junta aceptó completar plazas pero no en el número demandando por los estudiantes. No fue la única facultad que lo hizo. Odontología se excusó de aceptar a los 11 estudiantes que demandaban cupo y lo justificó aduciendo que solo seis de ellos cumplían con la nota mínima de ingreso. Otros aseguraron que no se tiene capacidad para atender más aspirantes de nuevo ingreso, aun así, algunos, como las autoridades de Derecho, todavía estudian 62 casos más. Pero para los miembros del FANI, como no se cumplió con las demandas, procedía el cierre indefinido del campus desde la madrugada de este miércoles.
“¡No es justo! A estas personas no les importa perjudicar a los miles que sí estudiamos”, dijo Herbert Morales, alumno de quinto año de Historia, mientras esperaba la entrada peatonal de la UES. Frente a él, detrás del portón y las barricadas, el grupo de simpatizantes del FANI conversaban entre ellos. Eran hombres y mujeres, jóvenes con los rostros cubiertos con pañoletas, gorros pasamontañas o simples camisas. Más de alguno tenía entre sus manos algún palo de escoba, una piedra o ramas de árboles a manera de garrotes. Menos de 200 manifestantes que dejaron a 44 mil estudiantes y más de 3 mil 300 empleados, entre docentes y administrativos, sin poder ingresar al campus.
A media mañana, el rector de la UES, Rufino Quezada, se reunió con el Consejo Superior Universitario para buscar una solución al cierre. Tres horas después, sin respuestas definitivas, rechazó la medida tomada por el FANI, adelantó que se haría una denuncia pública y que no descartaba ir a la Fiscalía General de la República (FGR) para poner una denuncia formal. “Estos son los de Frente estudiantil Salvadoreño “Jorge Arias Gómez” (FES), Frente estudiantil de estudiantes salvadoreños (Fesues) y el Frente de Acción Universitaria (FAU), los mismos de siempre”, dijo Quezada. Igual, la Universidad permaneció cerrada.
