El Ágora /

'A las amenazas de que me van a matar ni caso les hago ya'

A uno de sus compañeros de lucha lo mataron cuando su hija cumplía años. Francisco Pineda, ganador del más prestigioso galardón mundial en materia ambiental, está convencido de que los homicidas con toda intención perpetraron el asesinato el día en que él quería compartir con su hija. Pineda atribuye el retiro de la minera Pacific Rim a la presión del Comité Ambiental de Cabañas que él fundó y cuenta que ahora él se embarca en otra empresa: concienciar a las comunidades sobre el riesgo para la salud de beber desmedidamente Coca Cola.


Jueves, 9 de junio de 2011
Gabriel Labrador y Frederick Meza / Fotografías: The World Environmental Goldman Prize

Francisco Pineda vive en San Isidro, Cabañas, y es el segundo salvadoreño que gana el Goldman Environmental Prize, el máximo reconocimiento en materia ambiental a nivel mundial que incluye una bonificación económica y un respaldo global a su labor como ambientalista. El primer salvadoreño que ganó este premio fue Ricardo Navarro, fundador del Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA). Lo ganó en 1995.

Este año, la Fundación Goldman escogió a Pineda como el ambientalista del año 2011, en representación de la región Centro y Suramérica. Otros cinco ecologistas del mundo recibieron el mismo galardón. Nacido en Ahuachapán, Pineda se inspiró en la figura de su padre, fundador de la otrora combativa e izquierdista Unión Nacional de los Trabajadores Salvadoreños (UNTS), que murió asesinado cuando Francisco tenía 14 años. “Yo veía que a mi casa llegaban hombres en motocicleta a reunirse con mi papá y yo dije que quería ser como ellos cuando fuera grande”, recuerda Pineda. Hoy en día, este hombre de barbas y cabellos canos maneja un pick up doble cabina con el cual recorre los caminos de Cabañas para informar a la población sobre los riesgos de la minería metálica. Lo acompañan a todos lados dos escoltas, dadas las amenazas que ha recibido con frecuencia. Otros tres ambientalistas de Cabañas, compañeros de lucha de Pineda, han sido asesinados en los últimos dos años.

La lucha de Francisco comenzó cuando él era muy joven. Pero entonces era una lucha estrictamente política, pues fue parte del Movimiento Estudiantil Revolucionario de Secundaria (MERS), una de las organizaciones que eventualmente integraron todo el aparataje del FMLN. Fue un colaborador de la guerrilla y antes de que terminara la guerra fue a parar a Cabañas. Hace siete años, en su cantón se secó el río que mojaba las tierras y Pineda decidió buscar explicaciones. Fue entonces cuando supo de la compañía minera Pacific Rim. Entonces se convirtió en ambientalista y ahora considera que su esfuerzo y el del Comité Ambiental de Cabañas lograron el retiro de la empresa. Y a pesar de los asesinatos no aclarados de tres de sus colegas, dice que no cejará en su lucha. “Con los compañeros del comité pactamos que quien quedara de pie seguiría luchando”, dice.

Siete años más tarde, la Fundación Goldman le entregó el que posiblemente sea el más prestigioso galardón a nivel mundial en materia ambiental. 'Cuando me dijeron que lo había ganado di la gracias y lloré', recuerda. Pineda –44 años y agricultor de profesión— dice que su mayor satisfacción llegará cuando se apruebe una ley que prohíba la minería metálica. Eso es lo que busca la Mesa Nacional Frente a la Minería Metálica que él fundó junto a otra docena de líderes ambientalistas del país. Como resultado del premio, Pineda conoció al presidente Barack Obama y a decenas de senadores estadounidenses a quienes ya puso al tanto del peligro de la minería en El Salvador. “Eso de la minería verde o sostenible es un cuento, no existe. La gente puede vivir sin oro pero sin agua, jamás”.

Francisco Pineda
Francisco Pineda

Mire, ¿y cómo surge una organización de lucha antiminería? ¿Es por generación espontánea?
Nació allá por 2002, 2003, con un grupo de personas preocupadas por un basurero a cielo abierto que querían impulsar la alcaldía y la minería.

¿Y cómo comienza todo? ¿Se despiertan todos con la misma idea una mañana o hay alguien que tuvo que andar lavándole el coco a los demás?
Ja, ja, ja. Bueno, todo comenzó cuando se secó el río San Francisco, allá por 2004. Ese río jamás se había secado, solo en época seca disminuía su caudal. Así que la gente se asustó, pegó el grito y me fue a decir, yo no les creía, así que decidimos ir ver qué pasaba río arriba.

Armó una expedición, pues.
Nos fuimos por el río, subiendo y subiendo y nos topamos con unas máquinas perforadoras que lo habían secado, eran máquinas que estaban conectadas al río por una cañería, lo que hacen es utilizar el agua para encontrar oro. Eran máquinas de la Pacific Rim. Esas mismas máquinas perforaron el terreno de mi suegro, y secaron el nacimiento de agua a los cuatro días. En esos días, el ganado lo estábamos pasando a otro lado y el único animal que tomó de esa agua murió como dos horas después, el resto siguió vivo.

¿Y nadie se había fijado en esas máquinas que vieron durante el recorrido?
No, estaban bien retiradas y en una zona sola. Cuando llegamos donde el alcalde nos dijo que él no tenía nada que hacer y eso sí que me causó molestia.

Le dijo un par de cositas al alcalde.
Es que es bien duro porque con él hasta habíamos jugado juntos, éramos amigos, íbamos a platicar, o incluso una vez yo me había tenido que quedar en su casa una noche. Él era muy diferente. Ya grandes trabajamos juntos en el Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal (CENTA). “Mirá”, le dije, “yo prometí que te iba a felicitar cuando hicieras las cosas bien pero que también te iba a criticar cuando hicieras las cosas mal”. Y ese era el primer gran error de él. De ahí fuimos a la Fiscalía, y yo me encapriché y fui comunidad por comunidad con ese tema. Como yo conocía a los líderes y estos me conocían, la gente se incorporó rápido. Hicimos la primera caminata desde una escuela que se llama San Francisco El Dorado hacia la alcaldía, donde le entregamos documentación de que estábamos en contra de la minería y que él por tanto debía estar en contra también. Con el transcurso del tiempo nos dimos cuenta de que nos debíamos dar a conocer por un nombre, y así le pusimos Comité Ambiental de Cabañas.

¿Y por qué la gente lo buscó a usted?
Es que yo había llegado a Cabañas en el 87 con un proyecto de la Food and Agriculture Organization (FAO) con el que capacitábamos sobre la protección y la recuperación de los recursos hídricos. Así conocí todo Cabañas, y así me comenzaron a conocer todas las comunidades, yo comencé muchos programas forestales, de conservación de suelos. Muchos árboles o bosquecitos que hay ahora en Cabañas yo los sembré.

¿Con cuánta gente comenzó el Comité Ambiental de Cabañas?
Éramos como 15, entre ellos maestros jubilados, estudiantes de la universidad nacional. También llegamos a un acuerdo de que nadie sería el presidente, ni tendríamos estructura porque sabíamos que los que apoyan la minería comenzarían a buscar al líder para comprarlo o matarlo. Y cabal, así fue, pero solo nos daba risa. Nosotros pensábamos que Arena, que desde el gobierno había dado el permiso de exploración, estaba protegiendo al alcalde para permitir la minería o que incluso lo estaría obligando para que la permitiera. Pero cuando vieron que el Comité incluso les bajó las máquinas de El Limón supieron que la resistencia había crecido.

Bajarlas, ¿literalmente? ¿A pedradas o cómo?
La gente lo que hizo fue reunirse y subió a donde estaban las máquinas ahí en El Limón. Le dijeron a los maquinistas: “Ya nos aburrieron, ya les dijimos que no queremos la minería, no queremos causar ningún problema, apaguen las máquinas”. Esa vez fuimos como 1,500 personas. Claro, en ese momento no había ni seguridad porque la empresa creía que podía hacer lo que quería. Nosotros queríamos que la empresa mandara recoger los tractores. Ellos dijeron que no, y ahí fue cuando les dijimos que o las bajaban o las quemábamos. Ellos decían que solo eran trabajadores, y nosotros les decíamos que no les haríamos nada a ellos pero que esas máquinas no podían seguir. Se llamó a los Derechos Humanos, y como a las 10 de la noche llegó un vehículo grande a recoger las máquinas, y las bajaron bien enojados.

¿Como cuántos nacimientos ya desaparecieron por esas perforaciones?
Yo he contado como 15 nacimientos de agua desaparecidos. De esos, han recuperado uno.

¿Qué más ha cambiado en el lugar donde usted vive?
Quienes nacieron o quienes viven en la zona sabemos los cambios bruscos que hubo en la forma de vida. Tenemos bien marcado que en 2004 la tranquilidad entre los cantones y las familias se rompió porque Pacific Rim comenzó a comprar voluntades a través de instituciones del Estado, las unidades de salud, por ejemplo, o a través de las alcaldías con las que empezaron a visitar las comunidades para ofrecer proyectos.

¿Pero cómo? ¿Ponen banderitas y con eso ya dicen que Pacific Rim compra voluntades?
Ahí la gente anda con su camisa de Pacific Rim, y después de construir paredes los pinta “Construido por Pacific Rim”. Si usted va por la carretera de Sensuntepeque, en el kilómetro 78, va a ver un rótulo donde dice “Cancha de Pacific Rim”. También dan juguetes para los niños, celebran los cumpleaños a líderes, perforan pozos, y todo eso hace que mucha gente considere intocable a la empresa. Se aprovechan de que Cabañas sea uno de los tres departamentos más pobres del país y entonces el problema de Pacific Rim se vuelve como una piñata en donde la gente va encima de los dulces pero unos salen matados y otros golpeados. Hasta los familiares se pelean, pues. La gente tampoco puede ir a jugar fútbol ya como sucede en Trinidad, con el caserío El Limón. Otro ejemplo es El Llano de la Hacienda, donde yo vivo. Un familiar de mi esposa con quien nos llevábamos muy bien recibió como regalo agua potable para su terreno y ganado y desde ahí se volvió una persona recalcitrante con nosotros. Antes llegaba a la casa, platicábamos, comíamos juntos, llegaba en Navidad.

Usted dice que Arena estaba protegiendo al alcalde de San Isidro para permitir la explotación minera, pero fue el presidente Antonio Saca quien precisamente canceló el permiso de explotación.
Pero estuvo cinco años en el gobierno y nunca dijo nada. Lo vino a manifestar ya en el calor de las elecciones, por eso decimos que el político partidario ve el problema como oportunidad para acarrear votos, no como un problema real. Y aunque hubiera estado convencido de que la minería contamina y de que iba a ser un desastre para nuestro país, eso nos da la razón a los que luchamos en contra de la minería metálica. Pero no fue solo Saca quien tuvo esa posición dentro de Arena porque incluso el ex ministro Hugo Barrera cuando estaba en Medio Ambiente fue claro y dijo que los daños que iba a causar la minería eran irreversibles y que como ministerio no estaban preparados para controlar esos proyectos. Lo que falta en las comunidades es que sepan elegir a sus líderes, que no regalen su voto por una cachucha o por lo que anden regalando. Lo que tienen que saber es si el candidato tiene un plan de desarrollo no para cinco años sino para 20 o 30 años para proteger a las generaciones futuras.

No se habla con el alcalde entonces…
No tanto así, yo lo saludo. Para decirle, hay veces que nos encontramos pero él se pone bien nervioso. Es que hemos tenido discusiones bastante buenas en un foro ahí en el municipio de San Isidro pero en realidad él no pudo defender su teoría.

Francisco Pineda y sus guardaespaldas. Foto El Faro
Francisco Pineda y sus guardaespaldas. Foto El Faro

 

Francisco Pineda durante la conmemoración de un año de la muerte de tres ambientalistas en Cabañas. Foto El Faro
Francisco Pineda durante la conmemoración de un año de la muerte de tres ambientalistas en Cabañas. Foto El Faro

Y en general, ¿ha habido amenazas directas a usted?

Mire, de puteadas y amenazas de que me van a matar, a eso ni caso les hago ya...

En los pueblos todo se conoce. ¿Usted sabe quiénes lo amenazan?
Pues mire, una vez andaba yo con una gente, habíamos ido al Hoyo Chepe, je, je, je... ahí están unas cocinas que el alcalde José Ignacio Bautista mandó poner como un mercadito. Estábamos comiendo cuando unos trabajadores de la empresa llegaron y uno de ellos empezó a putearnos. Nosotros estábamos en una mesita: “Cabrón, que no se qué…” y yo les dije a los cipotes: “No les hagamos caso, nosotros comamos, si ya viene aquí, pues otro rollo, pero nosotros comamos…” Siempre lo que quieren es provocarnos, pero yo digo que no podemos caer en eso. Esa vez nos puteó y se fue. Una vez que yo venía de Sensunte en el vehículo con mi esposa, y en el portón de la empresa siempre hay un grupo de empleados jugando naipes y todo eso, entonces como ya conocen el carro, desde que yo venía empezaban a silbarme 'la vieja'. Y mi esposa me decía: “Usted no dice nada”. “¿Y para qué?”, le respondía yo.

Ella es más enojada, quizás.
Ella sí les sacaba el dedo.

Ja, ja, ja. En defensa del marido…
Y yo le decía que no lo hiciera. Una vez andaba comprando en el mercado mientras ella estaba tirándose el chambre de los tomates yo vi venir a uno de los trabajadores de la empresa y vi que venía algo tomado. Cuando ya iba cerca de mí dijo a querer pasarme llevando con el pecho, entonces, yo me aparté y tiré este pie atrás y se tropezó en el pie y empieza a putearme, y yo le dije: “Yo solo me aparté, vos me quisiste llevar, por eso me aparté”. Mi esposa me dice: “¡Vos que no decís nada!” Yo le digo que hay que evitar que pase a más.

Ja, ja, ja. Ella quería que se agarraran a tomatazos. Pero una vez pasaron de las meras amenazas, ¿verdad?
Es que mire, el intento de envenenamiento a mí me llama la atención. Llega un trabajador de la empresa y le dice a la señorita que trabaja donde mi suegra: “¿Querés ganarte 2 mil dólares? Envenená a Francisco.”

Pero ella lo confesó, ¿o qué?
Ella confesó. Llegó a la casa, y como mi suegra ya está de edad, la conoce bien. Pero vaya, mi suegra es de esa gente que con medio que usted camine raro ya le echa de ver que un problema tiene, entonces, ella echó de ver que la cipota no tenía una actitud normal ese día. Así, bien pensativa, aislada y todo eso. Entonces, viene ella y la abordó: “Mira, ¿y qué te pasa? ¿Te han regañado en tu casa?” “No”, le dijo, y se puso a llorar. “Es que llegó fulano y me ofreció 2 mil dólares para que asesinara a don Francisco. ¿Y yo cómo voy a hacer eso?” Yo me había ganado el cariño de la cipota porque pues sí, cuando uno visita frecuentemente a la gente termina por caerle bien. En realidad voy ahí a tomar café porque me atiende mejor la suegra que mi señora, je, je, je.

Je, je, je. Va a perder a su única defensora, Francisco.
Ja, ja, ja, es broma, pero sí hay confianza con mi suegra, y por esa confianza alguien vio fácil que podían envenenarme.

Mire, ¿y qué es lo que hacen los activistas?
Somos fundadores de la Mesa Nacional frente a la Minería, y con ella hemos venido impulsando una ley que prohíba la explotación minera metálica. La Mesa también está en contra del estudio que está proponiendo hoy en día el Ministerio de Economía porque es la manera que encontró para zafarse y decirnos que hay un estudio en marcha para ver si es viable o no a la minería. El problema es que ese estudio es una consulta a personas que no entienden de minería y no estamos representados, por ejemplo. Mire, algo curioso es que el gobierno nunca delega a un ambientalista para este tema sino que siempre envía economistas, ese es un problema.

¿Y cómo hacen ustedes para reclutar gente?
Bueno, dar información a las comunidades. Nosotros manejamos un sistema, tenemos un grupo de jóvenes que están estudiando o haciendo trabajo social, son hijos, líderes jóvenes de diferentes comunidades, y la idea es que ellos vayan a las comunidades a informar lo que está pasando. Fomentamos que no se usen pesticidas y que se use más la semilla criolla. Reforestamos con especies nativas y construimos obras de conservación de suelo. Andamos informando sobre la minería, y también hablamos sobre la separación de la basura, sobre todo con los niños y niñas, porque eso es fundamental y lo más importante es que sepa cómo no producir basura. También les enseñamos a saber manejar el agua. En las escuelas a veces sacamos los periódicos y analizamos cada una de las noticias que salen para que el joven pueda ir entendiendo y para dónde va el país.

Su trabajo y ese contacto con la gente ha de ser atractivo para cualquier partido político.
Bueno, sí, me han dicho, pero es lo que menos quiero. Incluso, en 2003, fui en las planillas del concejo del FMLN, en San Isidro. Pero ahora pienso que un ambientalista puede ser político pero no partidario porque entonces pierde su credibilidad, y la otra cosa es que el medio ambiente no tiene color.

¿Por qué no funda un partido que se llame partido verde, pues?
Bueno, hay que pensarlo, je, je, je, je. Pienso que un partido no da la alternativa para hacer el cambio social, yo siento que es el pueblo el que puede hacer el cambio y un pueblo concienciado, informado. Además, que ningún partido podría entenderse con los ambientalistas porque en un partido se delimita todo en base a los estatutos y eso no permite ver más allá del partido.

(Llega el mesero. Mientras los periodistas preguntan por un capuchino moca, Francisco pide agua embotellada. Tardamos en caer en cuenta de que tal vez es una de las tantas medidas de seguridad que como persona amenazada de muerte debe tener. Por un momento se nos olvida que a la persona que tenemos enfrente la han tratado de envenenar.)

Me imagino que habrá gente que siendo usted ambientalista no lo ve como un buen referente.
Bueno, hay de todo, porque incluso cuando estaba allá en Washington, la señorita que me andaba ayudando, que era traductora, me dice: “Francisco, aquí está un correo, leelo”. Y decían que no estaban de acuerdo con el premio que me habían otorgado, y muchas cosas, pero esa era una sola persona. Ahora ves a mucha gente saludándome y felicitándome.

¿Quién era el del correo?
Mejor me reservo el nombre. Él tiene el derecho de decirlo, de hacerlo, de sentir lo que quería. Incluso los de la empresa Pacific Rim también tienen derecho a decir que yo he trabajado con ellos y que yo me he robado información.

¿Usted trabajó con ellos?
Así dicen ellos. Y yo digo que nunca he trabajado con la empresa pero también digo que no sería raro que uno de los trabajadores de ellos recapacite y que se haga del Comité Ambiental.

Me imagino que ellos también han de estar interesados en que usted entre.
Ja, ja, ja… Si en un momento me dijeron que si quería trabajar con ellos y que me hiciera de la unidad ambiental de ellos. Me ofrecían un salario de 2 mil dólares, vehículo y todo pero que trabajara con ellos. Y yo les dije: “Miren, en realidad tengo necesidad de dinero, pero yo no puedo, la minería nos va a afectar a todos, a mis hijos y a cuantos más”. Imagínese, ya un salario de 2 mil dólares.

Hubiera pedido más.
Ja, ja. Hubiéramos pedido unos 5 mil, vaya... ¡Nooo! Ya en serio, la vida vale mucho más que eso. Y eso que alguien me dijo que por qué no hacíamos una mesa y llegábamos a un acuerdo con la empresa. Y en realidad se hizo un ejercicio con la Procuraduría de los Derechos Humanos, el problema es que ellos quieren el oro y nosotros queremos seguir viviendo ahí y que no nos contaminen el agua. Y a ley, no hay una forma en la que puedan sacar el oro sin que contaminen el agua y sin que nos afecten. Entonces la vida no puede negociarse.

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