El Ágora /

Del mar es el ahogo, y de Lauri es este mar

Este poemario plantea una creación propia de un universo; y esto es posible por los personajes, seres e hitos que introduce Lauri García Dueñas.

 


Martes, 16 de agosto de 2011
Texto de Elena Salamanca * / Foto de José Carlos Reyes

Lauri García Dueñas y Elena Salamanca durante la presentación / Foto de José Carlos Reyes
Lauri García Dueñas y Elena Salamanca durante la presentación / Foto de José Carlos Reyes

Más allá de la memoria y más allá del deseo, está el mar. Más allá de lo inestable y más allá de lo asible, está el mar. Por años, por toda la vida, el mar ha inquietado a la humanidad: y más allá del mar, los hombres de hace 600 años dibujaban monstruos, serpientes y dragones que iban a devorarnos en un exceso de inmersión en las aguas. Y a pesar de los años y la extinción de las criaturas devoradoras, aún no logramos llegar al final de esos mares.

En el libro de Lauri García Dueñas Del mar es el ahogo, el mar es memoria y deseo. Es también lo inestable de una poeta que se busca a sí misma en el reflejo del mar y en el de los personajes: hombres y mujeres, y se siente protegida o atravesada por las criaturas acuáticas.  

Este poemario, publicado recientemente en México y presentado la semana pasada en El Salvador, es una creación de un mundo propio anclado en otros mundos reales.

En mi lectura, he encontrado tres elementos que quiero destacar: La bitácora de los mares, los personajes del mar y, por supuesto, la propia construcción del mar.

Del mar es el ahogo es una bitácora de los mares que ha visitado Lauri: el de la bahía de Navachiste, el de Isla Mujeres, Playa Paraíso, Puerto Arista, Mazunte y Acapulco, en México; el de La Habana, visto desde el Malecón; y los de Costa del Sol, El Sunzal y San Blas, en El Salvador; recorridos por la autora entre 2005 y 2009.
 
Pero es también la suma de los mares que imagina y ha creado. Y en toda creación de universo, la creación necesita sus propios seres, personajes e hitos.
 
Lauri tiene sus propios seres: pelícanos que ríen cuando sangran cuerpos que destrozan, “son la venganza contra el pez que escapa” (Tiempo después II, p. 38), peces inefables: “Si no has existido antes/ ni en el agua” (Preguntas vespertinas a un pez, p. 62), y pájaros: “Todo pájaro parece inofensivo, y no lo es” (Tiempo después II, p. 39).
 
Sus personajes son los conocidos por nosotros desde la antigüedad: Penélope y Ulises, pareja unida y separada por el agua y el destino o, como solíamos decir, los dios.

En este libro, Penélope es convertida en Martina, una mujer salada y caliente que es insinuación y desmesura.

Aquí Penélope no es la térrea y estable que cada noche teje y desteje su manta a la espera de su marido. De hecho, Penélope, convertida en Martina, jamás tejerá. No es más sumisa. Adquiere su identidad al fin,  una identidad erótica y empoderada que cuelga y exhibe sus calzones (bragas, dirá Lauri) al sol. Y ya sabemos que al sol todo es exposición:

“Martina ha colgado sus bragas chorreantes al sol y las gotas de
agua fresca que caen
provocan el deseo de Ulises
como un gusto salado en el paladar”
(Por la perdición, p. 20).

Y Ulises, aún llamado Ulises en el libro, que conoce todos los mares, vuelve a ella con el deseo y la sed, en un eterno y triste retorno, incluso peor que el de Sísifo.

El hombre acá es líquido e inestable. El que se va, vuelve. El que conoce, y el que olvida. Pero también el que sufre.

En otros poemas aparecerán un hombre y una mujer, sin nombre, siempre juntos aunque separados,  necesarios y complementarios, transgresores y agresores.

El hombre y la mujer de Lauri son eminentemente eróticos: el hombre sin nombre es irruptor, que sorprende e invade como una ola; y la mujer, muchas veces protagonista, muchas veces monóloga, muchas veces confundida o convertida en la autora, es húmeda como el mar y sus criaturas profundas.
 
Los poemas reunidos en Del mar es el ahogo acontecen en sitios húmedos: un bar, la noche, una cama, la soledad o la orilla de una playa, una orilla que puede ser inicio pero también resquicio o abismo.

Por último, menciono el hito de este libro, que será la constitución y constancia del universo propio: este es el nacimiento de una isla debajo de los pies de la autora. O del lector:  
 
“Desnuda y pornográfica, 
agónica y lujuriosa,
con esqueleto de pez y limón,
con sal en la boquilla,
con ganas de gigante amamantado,
húmeda de soledad,
eterna,
como una espora abierta de carne” (De la isla, p. 67).
 
San Salvador, viernes 12 de agosto de 2011.

* Texto cedido por Elena Salmanaca. Presentación del poemario Del mar es el ahogo, de la salvadoreña Lauri García Dueñas, recién lanzado por Editorial Praxis, de México.

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