La semana pasada la sociedad española ha sido sacudida por el anuncio de la banda terrorista ETA que ha dicho textualmente: 'ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada. ETA hace un llamamiento a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de diálogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto y, así, la superación de la confrontación armada. ETA con esta declaración histórica muestra su compromiso claro, firme y definitivo'.
Esta declaración ha abierto la puerta de la esperanza, la declaración más clara ha sido hecha por el Príncipe de Asturias en la entrega de premios otorgada por su Fundación el viernes pasado en la que comenzó su discurso con las palabras: 'Ayer conocimos que quienes han martirizado durante tantos años a la sociedad española con su violencia terrorista asumen su derrota. Es, desde luego, una buena noticia. Es, sobre todo, una gran victoria de nuestro Estado de Derecho. Una victoria de la voluntad y determinación de las instituciones democráticas; del sacrificio y el trabajo abnegado, eficaz, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad; en definitiva, del conjunto de nuestra sociedad. En esta hora en la que la libertad y la razón se abren camino sobre la barbarie, quiero volver la mirada, querría que todos unidos volviésemos la mirada, con inmenso cariño y respeto hacia las víctimas, hacia su dolor, y rendir el homenaje más emocionado a su memoria y dignidad'.
Es importante la declaración de ETA que ha: 'decidido el cese definitivo de su actividad armada', pero no es menos cierto. que no se disuelve y no entrega las armas.
Esta situación, una vez más, pone en disyuntiva a la sociedad española, los que afirman que es un logro importantísimo y los que recelan, sobre todo las víctimas, afirmando que ETA quiere seguir condicionando la vida española.
El editorial del ABC, el periódico considerado representativo de la derecha monárquica española, afirma: 'Inaceptable la oferta de ETA. Cualquier paso estará tutelado por la amenaza de unos arsenales intactos. ETA se guarda las armas y la excusa para volver a atentar'.
Esta apreciación viene derivada de lo que afirma ETA en su comunicado: 'ETA hace un llamamiento a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de diálogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto'.
¿Pueden dos Estados democráticos sentarse a negociar con una banda terrorista catalogada así por la ONU y el Consejo Europeo?
La palabra que usa continuamente ETA de que hay un conflicto, ¿es cierta?
Fernando Savater, vasco amenazado por ETA, catedrático de Ética en la Universidad Complutense de Madrid, escribe en un artículo –títulado El pirómano ofrece su manguera- en el periódico El País: 'Un viejísimo chiste de Ramón mostraba a un inflamado orador arengando a las masas: '¡Tenéis que elegir: nosotros o el caos!'. La gente balaba: '¡El caos, el caos!', y el vociferante remataba: 'Da igual, también somos nosotros'. El comunicado de ETA se apunta a esta línea. Ellos han sido los causantes de los estragos y crímenes durante todos estos años. Ahora es gracias a ellos por lo que vamos a vernos libres de estragos y crímenes. Sin que se les mueva el pasamontañas, nos aseguran que gracias a la lucha armada hemos llegado al feliz momento en que podemos prescindir de la lucha armada'.
Es obvio que ETA quiere poner a Francia y España en un una encrucijada diabólica, si no aceptan el diálogo para solucionar el 'conflicto' serán responsables de que ETA se vea 'obligada' a volver a matar.
La respuesta que hacen las víctimas es que es una banda asesina, que se inventa un conflicto, como si hubiera una guerra, cuando en realidad lo que hace es asesinar a los que no piensan como ellos. ¿O acaso no es tan legitimo pensar que la tierra vasca forma parte de España como pensar que ella debe ser independiente?, ¿es que da derecho a matar al otro el hecho de que ellos se auto declaran más vascos y más patriotas?
Como señala Fernando Savater: '¿seguirá resignándose a perdonarnos la vida o volverá a las criminales andadas?'
Fernando Aramburu, novelista, poeta y ensayista vasco, autor de la premiada obra 'Los peces de la amargura (2006)' que es un libro de relatos centrado en las víctimas del terrorismo de ETA, escribe: 'Entiendo el júbilo de algunos como reacción de alivio, pero no lo comparto. Aún menos comparto la ingenuidad imprudente de quienes, sin tomarse tiempo para la reflexión, ya están dispuestos a abrazar y, por supuesto, a hacer concesiones a diestro y siniestro a fin de quedarse tranquilos. ETA persiste con sus arsenales, su propaganda, su objetivo férreo y sus pasamontañas. Dicha realidad no cambia un ápice por el simple hecho de que, con grotesca escenografía y verba falaz, tres tipos sin cara hayan anunciado el cese de la única actividad que continuará dando su razón de ser a la banda terrorista mientras esta no se disuelva o sea disuelta: matar y hacer sufrir a la gente para consumar unos fines más o menos políticos. Al verlos pensé de inmediato en el lobo de Caperucita. ¡Qué boina más grande tienes!'.
La realidad cruel es que a estas alturas la banda ha causado 857 víctimas; que tiene a 737 miembros en la cárcel, algunos de ellos con condenas de más de 3.200 años, ya que han llegado a cometer más de 25 asesinatos. Su metodología de asesinato ha sido poner mayormente bombas indiscriminadamente en supermercados, hoteles, aeropuertos, en la calle, en cuarteles o dejar que un coche baje por una calle para estrellarse contra una casa cuartel de la Guardia Civil. También han practicado el tiro en la nuca cuando el asesinado iba paseando tranquilamente por su ciudad natal, con su hijo, su esposa o amigos. A consecuencia de ello han muerto niños, mujeres embarazadas, turistas que estaban de vacaciones o pasaban por allí. La mayoría de sus asesinados han sido guardias civiles, militares, jueces y políticos.
Esta es la realidad de la acción de ETA en un país democrático desde hace más de treinta años, aunque su nacimiento fuera hace 52 años, en la dictadura franquista; la inmensa mayoría de los asesinatos han sido en plena democracia, cuando todo el mundo podía libremente y sin coacciones expresar sus ideas y ponerlas a votación como han hecho partidos nacionalistas, regionales en todas las comunidades de España y han obtenido representación parlamentaria en sus autonomías y en el Parlamento Nacional Español, la que el pueblo español les ha dado con sus votos.
El único sitio donde la democracia no ha podido ser ejercida en libertad por el miedo a la muerte ha sido en la tierra vasca y en Navarra donde ellos han condicionado la democracia.
Los españoles tienen de momento una alegría como señaló el Presidente del Partido Popular,PP, en la tierra vasca Antonio Basagoiti, que salió de la sede de su partido en Bilbao a la calle. Iba sin sus escoltas. Era la primera vez en los últimos 14 años que lo hacía en una situación de trabajo.
Y ha declarado: 'Aquí hay un marco absolutamente legal que ningún Gobierno, de un partido u otro, puede ni debe tocar. Hace falta mucha pedagogía democrática para que se den cuenta de que lo que pueden hacer ahora es defender su proyecto en democracia, siempre que sea compatible con las instituciones. Eso es a lo que pueden aspirar, a nada más. Lo que haya que hacer en la dirección de la pedagogía democrática, de la entrega de armas, debe hacerse de la mano del PSOE, gane quien gane el 20-N. Pero siendo muy clarito: no se les debe nada y no hay que hacer nada que no se deba.'
La viuda de un político asesinado por ETA hace años ha comentado.: 'Siento una inmensa preocupación al escuchar al responsable de la oposición y previsible futuro recambio para este país. Me preocupa qué va a pasar con los terroristas que cumplen condena'.
Basagoiti declara ante esta frase: 'Es absolutamente normal. Es la viuda de una persona a la que nunca va a recuperar. Pero debe saber que el PP no le va a dar nunca a ETA algo por lo que asesinó a su marido, ni la autodeterminación, ni la independencia, ni Navarra,... No se le va a dar ni por asesinar ni por dejar de asesinar. Ni el PP ni nadie'.
Otro político del PP, Jaime Mayor Oreja, ha dicho:' A lo largo de los últimos años hemos ido pasando del «cese indefinido» de la violencia al «cese permanente de carácter general» y de ahí al actual «cese definitivo». ¿Es realmente un hito tan histórico como algunos quieren verlo esta evolución semántica?
El comunicado del jueves es un paso más, sin duda relevante, en todo ese proceso que ha sido pactado entre ETA y el Gobierno de Zapatero y del ahora candidato Rubalcaba. Un proceso que requería gestos y movimientos de ambas partes. Así, en las elecciones del pasado 22 de mayo, el esfuerzo lo hizo el Gobierno, permitiendo que Bildu concurriese a las mismas. Ahora, el esfuerzo lo ha hecho ETA, que al fin y al cabo estaba en deuda con un Gobierno que había llevado a cabo dos gestos, que le había hecho dos regalos tan fundamentales como la legalización de Bildu y la Conferencia de San Sebastián.'
Joseba Arregi, ex consejero del Gobierno vasco y escritor, ha declarado: 'ETA desaparece como organización, aunque no tienen la capacidad de decirlo con claridad y palabras sencillas. No desaparece su lenguaje, no desaparece su historia, no desaparece su pretensión de legitimar su historia de terror, no desaparece la pretensión nacionalista excluyente. Orgullo y alegría sí, pero alertas para seguir defendiendo la libertad'.
Daniel Innerarity, catedrático de filosofía social y política en la Universidad del País Vasco, ha escrito, también en El País:'La convivencia democrática se basa sobre unas relaciones de reconocimiento recíproco, pero esta obligación de reconocer a los adversarios, aunque se dirija a todos por igual, no plantea las mismas exigencias a quienes han ejercido la violencia y a quienes no lo han hecho. Aquí tampoco puede aceptarse la simetría. Todos tenemos la misma obligación pero no todos tenemos que hacer el mismo recorrido. El relato oficial, público y, sobre todo, los principios sobre los que se asiente nuestro marco político y sus procedimientos de modificación no pueden legitimar el recurso a la violencia. Una cosa es ser flexible y otra decretar que, tratándose de principios fundamentales de la convivencia, la verdad está a medio camino. El relato justo del pasado, por difícil que sea, nunca es un punto medio entre víctimas y verdugos'.
Este es el dilema en el que se bate la sociedad española, hay que pagar un precio político por dejar de matar.