¿Tocás algún instrumento? En un concierto, desde la butaca, uno no sabe bien si a algún músico le importa la coreografía del director o va muy a su aire leyendo no más, porque en la música académica todo está escrito ya. Con nombre y apellido, ¿quiénes te parece que son un show ridículo? ¿Y vos tenés un show que te caracterice? Hay quienes saltan y mueven el pelo... ¿Cuál es la música más mundana que te gusta? ¿De qué nos estamos perdiendo sin esa formación? La agrupación 'Cor de Cambra Amalthea', dirigida por David Gálvez Pintado y acompañada al órgano por Juan de la Rubia, interpreta el 'Requiem' de Maurice Duruflé en el santuario de Torreciudad (Huesca, España) el Sábado Santo de 2007.
¿Con qué compararías el trabajo de un director de orquesta?
A mí me gusta compararlo con el de un entrenador de fútbol. Es que se tiene una visión mitificada del director de orquesta gracias a los grandes directores de orquesta del siglo XX, que eran grandes estrellas, ganaban mucha plata. El director de orquesta para mí es un formador, un guía y un compañero más. Básicamente es un músico que tiene un nivel, no superior, sino más amplio de la vida musical, de los conceptos musicales.
¿Qué es lo específico que tiene que tener un director de orquesta?
Hay una técnica pero no hay una teoría de cómo ser director. Es cuestión de mucha práctica y hay que tener, como todo en la vida, cierta predisposición. No es solo una persona que se pone frente a un montón de gente a mover las manos; también tiene un componente sicológico fuerte y tiene que tener aptitudes sociales, porque enfrentarse a 50 o 100 personas puede ser desgastador y acabar con cualquiera.
Entiendo el hecho de que uno quiera ser músico y que quiera tocar un instrumento, pero, ¿en qué momento uno sabe que quiere ser director?
Yo recuerdo que bien pequeño quería ser músico. Había un piano en la casa de mi madre que era de mi bisabuelo y yo lo tocaba. Un piano desafinado que se lo comieron los roedores. Como a los 16 años, o un poco después, comencé a montar un pequeño coro en el colegio, yo lo organicé, y creo que tengo bastante espíritu organizativo. Luego empecé a dirigir el grupo de flautas. El colegio invitó a una persona que las guiara y como yo estudiaba música -aunque diciendo esto puedo sonar a una persona pretenciosa- me gustó poder ayudar a formar a mis compañeros para hacer música. Ese momento fue una luz: supe que quería ser director.
¿Pero cómo te fuiste por lo clásico? Porque querer se músico a esa edad se relaciona más con las guitarras eléctricas, el rock...
No, no. Yo nunca soñé eso.
¿O el jazz?
No sé, mis papás son gente humilde, no son músicos. Pero recuerdo muy pequeño haber escuchado en la radio una música que me embriagó, no sabía que música era, resultó ser una obra de Mozart, “La Marcha Turca”, y una sonata de Schubert, que no sabía lo que era, solo sabía que me fascinaba, siempre me ha fascinado el componente complicado de la música y, si te soy sincero, nunca jamás me sentí atraído por otro tipo de música.
No salías a bailar... jajaja
Tuve mi época de adolescente donde iba a la discoteca, y no iba a bailar Mozart, evidentemente... jajaja.
Sí, yo soy pianista. Ahora he comenzado, además, a tocar el clarinete.
¿Hace poco?
Hace unos meses. Muy mal, por cierto.
Y el piano, ¿qué tal?
Bueno, el piano es un instrumento muy importante para mí, porque es polifónico y permite tocar con dos manos una multitud de voces muy grande, y para el estudio orquestal y coral es fantástico. Es cierto que es un instrumento muy endogámico, uno está con su instrumento encerrado y pierde contacto con el resto. Yo odié el piano cuando acabé la carrera, porque el piano son 10 horas al día de estudio y decidí dejarlo porque me quitaba tiempo hacer la gimnasia para ser un pianista sobresaliente, lo que yo quería hacer era dirección y también requiere de gimnasia. Cuando empecé a estudiar dirección, empecé a disfrutar más del piano, ahora lo toco con asiduidad, y me considero pianista suficiente, ni malo, ni excelente.
¿Serías pianista solista invitado en tu orquesta?
No, no, no. Soy pianista acompañante, durante toda mi vida he acompañado a cantantes e instrumentistas únicamente. Soy un buen pianista acompañante, pero un pianista insuficiente como concertista.
¿Pero alguna vez te buscan como pianista?
No, ya estoy como director. Mi último concierto fue el año pasado, en Lima, una soprano y yo hicimos una gira por Perú. No soy un reputado pianista, no lo soy.
Has hablado de gimnasia. Entiendo la gimnasia para piano estar practicando posiciones con la manos, aberturas, fuerza en los dedos… pero para dirección, ¿qué se tiene que ejercitar?
La herramienta más útil son las manos, no la batuta, eso es un complemento. Uno ha de pasar horas delante del espejo, y es muy cruel porque luego de un tiempo uno se ve y dice: “¿Ese soy yo?” No es lo mismo cuando uno tiene 20 años que cuando tiene 40. Pero lo más importante de estudiar al espejo es que cuando llevas dos horas de estar practicando frente al espejo por fin uno se ve. Es un ejercicio de Dorian Gray...
[David levanta la vista cuando se acercan con su orden y abre los ojos sorprendido del tamaño del café “mediano”... “¡es una tina!”, alcanza a decir... Recuperado de la impresión, retomamos la plática...]
Entonces, eso con las manos, ¿es una coreografía ensayada o es un diálogo con los músicos?
Eso es muy curioso. La técnica del director es una técnica muy clara y debe ser muy precisa, lo que pasa es que los directores somos vanidosos y nos gusta crear un movimiento que le guste al público, que si tiene pelo largo, que cómo lo mueve, y si le hace así... pero eso no es la dirección, eso es parte del marketing. La dirección tiene unos movimientos muy precisos que si no se hacen bien no son entendidos por las orquestas y eso se ha de practicar.
¿Esto significa algo? (Óscar alza los brazos, moviendo en péndulo las muñecas)
Bueno, eso es usted moviendo los brazos así... jajaja...
Jajajaja... ¿Pero entendería algo un músico?
Más o menos... lo podría entender un músico como un dos por cuatro... En un, dos, un dos.
Sí, es cierto. Esto es un tema complejo. Lo primero que diría es que la dirección de orquesta es una de las profesiones más fraudulentas. Hay mucha gente que no es directora o director y están dirigiendo, y hablo incluso de los 'graaaandes directores'. Y una orquesta o un coro sabe perfectamente cuando un director no funciona. Muchas veces una orquesta profesional tiene un director invitado, llega el director, no trabaja bien, pero la orquesta es profesional y harán el concierto, pero no hay comunicación. El director es un comunicador, tiene que comunicar a la orquesta y saber comunicar, eso es importante. Si hay una orquesta que no se fija en el director jamás, ahí ha habido problemas. Que solo le miren de vez en cuando es que no ha habido conexión, pero cuando ven una orquesta que está mirando al director, que los violinistas pasan todo el arco, que los oboístas soplan con fuerza cuando lo tienen que hacer, es que se ha hecho un buen trabajo y que ha habido conexión. Si no se logra esa comunicación es difícil que se cree magia en escena.
Se hace mucho marketing con algunos directores y en esos casos uno se pregunta: ¿Un director puede hacer sonar cualquier orquesta a la altura de su prestigio?
Pues mira, yo me apuesto este gran café en que hay “grandes” directores que no podrían dirigir cualquier orquesta, porque no tienen la técnica o el carisma suficiente. Yo digo que existe mucho fraude, porque dirigir es fácil: uno se pone, agarra una batuta y tiene un buen movimiento, es elegante o no, es alto, guapo, y puede dar una imagen y hacer movimientos hermosos que nada tengan que ver con la música, y a la gente de atrás le da igual, porque, en mi opinión, la gente de la sociedad es sorda y ciega para el arte.
¿Algún ejemplo?
Jajaja... Yo recuerdo que una tía mía fue a un concierto y le encantó, era un muy buen director, tengo que decirlo, pero a ella le encantó no porque hiciera bien su trabajo, sino porque tenía el pelo largo y lo movía mientras dirigía, eso le fascinó a ella. Pero dirigir no es un show, es un trabajo, no es un show, no debería serlo.
No diré nombres porque son colegas. Pero hay directores que se giran completamente y se ponen a dirigir al público. ¡Eso es absurdo! La orquesta se ríe. La orquesta siempre es un termómetro de cómo es el director. O directores que hacen movimientos tan grandes que le tiran los papeles a los músicos o pierden la batuta. Eso es ridículo.
No, yo no tengo pelo ja ja ja. Yo no lo hago, no solo por convicción sino porque no me nace, no puedo hacerlo. Hay gente que le nace el show, pero a mí no. Otra cosa muy trasnochada es el vestido de músico. ¿Por qué el director debe llevar el traje de pingüino, el frac? Yo he tenido muchas discusiones con asesores y con mi mujer de: “¿Por qué no te pones el frac?”... yo soy una persona baja, no soy una persona con las grandes espaldas. ¿Por qué me voy a poner un frac que me va a venir hasta por aquí y me voy a ver como un enanito? Además, es incómodo. Yo los dirijo con una camisa negra para no desentonar porque los músicos van de negro.
¿Cuál es la diferencia entre dirigir un concierto sinfónico y una ópera?
Hay una gran diferencia, dirigir ópera es muy complicado. Yo le tengo un gran respeto a los directores de ópera, yo he tenido la suerte de dirigir dos óperas en mi vida, pequeñas, de cámara, y es muy complejo, porque, primero, una cuestión física, el director está en un foso, la orquesta está en el foso y el director está en el foso, que ya es complejo.
Es complejo para el ego, también.
Dirigir ópera es de mucho ego, es un grado muy alto de director. Se tiene una orquesta compleja, tienen cantantes, tiene coro, tiene escenografía, tiene luces, todo eso se dirige, y eso es muy complejo. A mí me parece fascinante dirigir ópera, porque como artista formas parte, no eres más importante que el del vestuario. Eres una persona que está coordinando una serie de cosas que ocurren en escena y formas parte de una maquinaria muy grande y es fascinante, porque es un arte bastante integral.
Me gusta la música popular, mucho, muchísimo.
¿Popular folclórica o popular pop?
La música pop la odio. La popular, la del pueblo, la que canta la gente.
¿Mainstream no oís nada?
He tratado. Tengo amigos que tocan en grupos de rock y les ayudo. Reconozco que hay buenos grupos en el mainstream, en estas etiquetas que se ponen. Lo he intentado, pero no es una cosa que me llegue a fascinar. Quizás me fascina demasiado el sonido y la armonía y las armonías en el mainstream son tan simples... no me siento identificado. A mí intelectualmente no me gusta el mainstream, me gusta el jazz, la música clásica, pero naturalmente me gusta el folclor, es la expresión propia de las personas y eso me parece fascinante. Adoro ver unos niños cantando o a un grupo de marimbas hondureñas tocando, todas esas cosas me gustan. Me gusta porque soy compositor y me inspira.
¿Cuántas piezas has escrito?
He escrito varias piezas, entre pequeñas y grandes, unas 50 o 60.
Y dentro de la música académica, ¿qué es lo más raro que te gusta?
Ha habido una gran ruptura en el siglo XX, la música clásica fue elitista, porque antes no lo era, era la música de la sociedad, pero se volvió elitista y se separó de la sociedad y es difícil, hoy en día, encontrar un camino. Yo admiro mucho a los compositores que se atreven a hacer cosas diferentes, hay que ser muy respetuoso. También creo que hay mucha tontería... creo que me desvié, no era tu pregunta.
Pongámoslo así: estás en un concierto de música académica contemporánea, te sentás y oís un sonido, contás hasta 12 y escuchás otro sonido y luego otro sonido y habrá gente que se queda quizás por vergüenza y no pecar de ignorante...
Cuando uno se enfrenta a una obra de arte nueva, la música nueva no tiene que ir con el objetivo de que sea bonita, sino de que le proponga algo. Por ejemplo, hay una obra magnífica de John Cage, uno de los grandes compositores del siglo XX, que se llama 4´33, no sé si la han escuchado...
... (silencio de redonda)
Bueno, uno va al teatro, se sienta, es una obra para piano, sale el pianista, el pianista se sienta, saca la partitura, abre el piano, saca un reloj, lo pone en marcha y se queda así 4 minutos y 33 segundos. Y la gente dice: “Es una tomadura de pelo”. ¿Por qué? Si nos quiere hacer que nos guste algo bonito que no estamos escuchando, quiere proponernos la escucha en sí, y me parece fascinante. La gente no tiene que tener vergüenza y miedo a decir: “Soy un ignorante, no entiendo nada”. ¿Qué hay que entender? ¿Por qué la música tiene que decir algo? ¿Por qué no es hermoso escuchar un sonido y a los 12 segundos otro sonido? A lo mejor le provoca alteración, le provoca desasosiego, bueno, eso lo quiere el compositor, si no, no dejaría 12 segundos entre sonido y sonido.
¿Cómo es la música que componés?
Ahora me pillaron porque tengo crisis en ese sentido, estoy intentando cambiar el lenguaje. Yo he sido bastante neoclásico y ahora estoy cambiando el proceso, de hecho, espero comenzar una tesis pronto, pero bueno, yo creo que mi música es accesible. Tuve un fracaso hace poco, estrené una pequeña ópera y no le gustó a nadie, y para mí era muy accesible, pero para la gente no lo era, decían que era muy rara y complicada. Fue un encargo, una ópera para estudiantes. A los estudiantes les gusta, la estrené en Paraguay, los estudiantes del conservatorio hacen la producción y la llevan por todo el país y funciona de maravilla. Cuando la estrené en un gran teatro en España con un público entendido de grandes óperas no funcionó. La gente europea la ópera la entiende como La Traviata. En algunos teatros me han dicho que no quieren una ópera moderna porque el público se asusta, que me parece una muy mala política de cara a la música.
¿Cómo te tomás el fracaso?
Mal.
Pero ahorita veo que te lo estás tomando bien.
Perdí dinero y la obra no sale adelante, pero es autocrítica, es decir, tengo que pensar en qué fallo yo primero y luego criticar a la sociedad. Esto de: “La sociedad es maldita y yo...”, eso no me funciona. No, esto es así, cuando uno propone, arriesga.
¿Y hubo críticas en los periódicos?
No, no hubo. Lo peor fue eso, jajaja...
Jajajaja...
No hubo nada. Ese silencio a uno le deja como frío. Y cuando preguntaba, las personas no sabían qué decir. Fue raro porque no sabía cómo afrontarlo, pero bueno, esto es parte de la vida del compositor. Yo no gano dinero de la composición, bueno, miento, gano 60 euros al año.
Leíamos que hacés música por encargo.
Yo creo que la música debe estar al alcance de todos. Entonces, yo soy un compositor muy barato, porque tampoco soy una estrella, pero bueno, si alguien tiene una obra y la quiere encargar yo lo hago desde gratis. El trabajo de compositor es un trabajo duro, arduo, es un creador, tarda mucho tiempo, muchos recursos y necesita ser pagado, como todo; pero no creo en los precios desorbitados, es una cuestión de mercado.
¿Te gustan las novelas o las películas que hablan de músicos o de la música?
Pues me gustan algunas y otras no. Me gusta el cine y creo que la mayoría de películas que hablan de músicos o de música son muy malas. Me gusta “Amadeus” y luego hay una película muy linda que se llama “Todas las mañanas del mundo”.
¿Escribís sobre música?
De vez en cuando me piden alguna cosa, no escribo mucho, he escrito algunos artículos, pero no escribo mucho sobre música.
¿Y enseñás?
Sí. Bueno, ahora me dedico cien por cien al JOCCA, que es una institución musical. Parte todo del Insitituo Internacional de Música Ibérica, que es una institución española, es una institución que se vincula a universidades y conservatorios, básicamente a ese nivel de música en todos los países del mundo. Trabajamos con una bolsa de profesores y ofrecemos clases magistrales o cursos o enviamos un profesor o una pieza o una gira. Somos una especie de institución que también es poductora, nosotros producimos, organizamos y bueno, trabajamos la formación desde luego y la cooperación cultural.
Llevás en esta región desde 2007.
Sí.
¿Vivís en la región o...
Viajo. Vivo en Valencia, además hace poco me casé y me compré una casa.
¿Te casaste con una española?
Sí, con una española.
Es que muchos que vienen por acá de...
Jajaja, no, yo no vine de cacería.
Jajaja, yo iba a decir 'de conquista'...
No, ya está bien de conquista, ya lo hicieron hace unos siglos, jajaja.
Jajaja...
Vine a Centroamérica la primera vez porque nos llamaron de la UNAH de Honduras, vine como pianista para dar unas clases de piano y dirección. También de la Universidad Politécnica de Nicaragua y vinimos y estuvimos trabajando como un año con ellos en períodos alternos y preparé unas clases magistrales y unos cursos, luego fui a Honduras, al conservatorio, empecé a crear unos vínculos muy buenos con los músicos y sobre todo con los directores. Hay un boom con las orquestas formativas en Latinoamérica, y alguien nos dijo un día: “¿Por qué no hacen una orquesta? Porque aquí en Latinoamérica no hay plata, no hay financiación, a lo mejor ustedes, que son europeos...”, y dijimos: “Claro, claro”. A España la crisis no había llegado todavía y nos dieron 70 mil euros para lanzar una orquesta, entonces nos preguntamos que qué hacíamos con ese dinero y se nos ocurrió el hecho de contactar con las instituciones latinoamericanas que pudiéramos reunir, así surgio la JOCCA.
¿Creés que hay talento acá en Centroamérica comparable al de Europa?
Aquí es alucinante. El otro día en las audiciones viene un chico, tocando el violín, tocando el concierto número cinco de Mozart que en Europa nadie se atreve a tocarlo si no llevás cinco o seis años de violín, ahí vino tocándolo, como pudo, pero tocándolo. Y no tenía profesor. Le preguntamos que cómo había aprendido a tocar y dijo: “Por Youtube”. Es increíble pero eso ocurre muchísimo, tienen mucho talento, pero tienen muchísimos errores de posición, eso es muy grave porque llegará un momento en que no podrán tocar, porque tendrán mala posición y pueden tener tendinitis y esa es una cosa que hay que cuidar, pero sin formación no pueden hacerlo.
Aquí en El Salvador no hay ningún grado académico para ninguna disciplina artística, no hay un conservatorio, una licenciatura. ¿Creés que eso es imprescindible para que realmente haya un desarrollo real de músicos?
A ver, yo creo que la música no es estudiable, pero se ha demostrado que puede estar integrada en un plan académico, porque se necesita una base académica, aunque luego la música tiene otros componentes. Un músico no puede ceñirse a un patrón pero lo necesita para poder desarrollarse y lo creo imprescindible en El Salvador y en lugares donde no haya, y más con la demanda que hay y la cantidad de músicos que hay en El Salvador, clásicos, ojo. Incluso esto sirve para todos, porque un gran músico de mainstream o un músico de jazz necesita formación.
En toda Centroamérica hay un nivel muy alto y un talento muy alto. El contrabajista solista de nuestra orquesta es salvadoreño. Ese chico será lo que quiera ser, porque ha logrado romper la barrera y acceder a la formación. Nosotros tenemos una hondureña formándose en España, le pagamos una beca, y cuando no tenemos dinero se lo pago yo, y se lo pago encantado, porque le doy la oportunidad que yo no tuve, y ojalá lo pueda hacer con más chicos. Esa chica será grande, Esther Valladares, recuerden ese nombre porque esa chica será grande, pero, ¿por qué esa chica tiene que salir de Honduras a España a formarse? Que salgan cuando se hayan formado para todavía formarse más y enriquecerse.
¿Qué te hubiera gustado componer?
He dicho muchas veces que daría mis brazos y mis miembros por haber compuesto la “Sinfonía concertante para violín y viola”, de Mozart. Hubiera pagado por componer eso. Una obra simple con pocos instrumentos, hubiera dado a mi madre... jajaja... No es cierto, pobrecita mi madre, nunca, nunca, nunca daría a mi madre...