Caracas, VENEZUELA. Con la muerte del presidente venezolano, la revolución bolivariana que emprendió hace 15 años, y que desbordó las fronteras de su país, enfrentará la prueba de fuego de ver si era un proyecto personal dependiente del carismático liderazgo de Hugo Chávez o si en realidad era una verdadera revolución transnacional. Ahora Nicolás Maduro, su más seguro sucesor, enfrentará el reto de capitanear la nave bolivariana y mantener el rumbo mientras intenta apagar los incendios internos de su país.
Maduro conoce como pocos estos procesos internacionales porque fue canciller y, de hecho, es considerado como el maestro de obra de un proyecto internacional cuyo arquitecto fue Chávez. Pero al no contar con el carisma y el peso mediático de su jefe, que han sido descritas en detalle por periodistas como Jon Lee Anderson, de The New Yorker, y tener que enfrentar como prioridad el mantener la gobernabilidad de un país que en la última década ha girado exclusivamente en torno de la figura de Chávez, el liderazgo internacional del chavismo podría perder fuerza.
En todo caso, el cambio de guardia en Venezuela –así sea dentro del mismo partido de Chávez– puede afectar el rol que juega a nivel regional. “A juzgar por el discurso de Maduro, el oficialismo parecería estar moviéndose hacia un discurso más duro frente a Estados Unidos. Si Venezuela se ve obligada a moverse más en esta dirección para manejar la transición a nivel interno, eso los podría terminar alejando de la región”, dijo a LaSillaVacía.com la internacionalista Sandra Borda.
Estos son los escenarios internacionales en los que la revolución bolivariana se juega su futuro:
1. El reto de mantener el liderazgo de Unasur.
Uno de los primeros escenarios que Chávez se propuso construir para sacar la política continental de la órbita de Washington fue Unasur. Su secretario general es Alí Rodríguez, quien reemplazó a María Emma Mejía en junio de 2012 y fue uno de los hombres de confianza del presidente venezolano.
Como ministro de Energía y presidente de PDVSA, Rodríguez tuvo que enfrentar el paro petrolero y fue fundamental para que Chávez recuperara el control de la empresa. Después de aquello Chávez, lo nombró canciller, donde impulsó el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), embajador en Cuba, ministro de Economía y Finanzas y ministro para la Energía Eléctrica.
Su período al frente de Unasur va hasta junio de este año, y permite que, por lo menos en el corto plazo, haya un chavista de primera línea en cabeza de una de las instituciones más representativas del chavismo en América Latina, y la presencia de venezolanos en la nómina de la entidad es elevada.
Sin embargo, ese poder puede quedar en riesgo por dos motivos. Primero, porque en cualquier caso el período de Rodríguez se termina en junio, y debe ser reemplazado por una persona de otra nacionalidad. Y segundo, porque Venezuela solo aporta el 12.4% de la financiación de Unasur, mientras que Brasil aporta el 39%, Argentina el 16% y Perú el 10%, según el presupuesto oficial de Unasur para 2013.
Por eso, sin el fuerte liderazgo ideológico que ejercía Chávez, esta institución puede terminar más en la órbita de Brasil, que tiene un peso específico propio mucho más grande que Venezuela, y que además pone la mayor financiación.
“A pesar de que Chávez asumió el liderazgo de Unasur en sus inicios, con el tiempo ese peso se ha ido moviendo hacia Brasil”, señala la politóloga Martha Lucía Márquez, especializada en las relaciones entre Colombia y Venezuela. “Además, si bien Chávez fue clave en su proceso de consolidación, las izquierdas se habían venido desmarcando de él, y Brasil podría capitalizar este hecho para asumir ese liderazgo regional”, agrega.
2. La continuación del ALBA.
La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) es una alianza política que surgió en 2001 bajo el liderazgo de Chávez como contrapeso al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas que impulsaba Estados Unidos en tiempos de Clinton), y en la que hoy están los países más cercanos al chavismo: Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Dominica y San Vicente y Granadinas.
Aunque es una alianza política sin instituciones propias, ha sido una plataforma fundamental para lanzar las otras iniciativas de integración, desde tratados de comercio hasta un banco multilateral o un sistema de compensación de comercio exterior, el Sucre, que evitaría que se tasara en dólares. Bajo su sombrilla, han surgido Unasur, Petrocaribe y TeleSUR, entre otras.
También canaliza ayudas a través del Fondo Alba Caribe, que a finales de 2011 ya llevaba inversiones por 208 millones de dólares en diferentes países cercanos al chavismo.
Esta es posiblemente la arista que queda más debilitada porque como solo están los aliados más cercanos a Chávez y no tiene una institucionalidad, dependía más de su actividad y ya en el proyecto del Sucre, que Correa no apoya, se ha visto que tiene fisuras. “El círculo de influencia más afectado seguramente será el ALBA, porque su dinámica se debe principalmente al liderazgo de Chávez”, dice Sandra Borda.
3. Una política exterior alimentada por el petróleo.
Petrocaribe fue la iniciativa de Chávez más importante para canalizar la ayuda venezolana a diferentes países de la cuenca del Caribe; tiene 13 miembros, especialmente pequeñas islas del Caribe, pero también países más grandes como Haití, República Dominicana, Guatemala, Nicaragua y Cuba. A cambio del petróleo, Venezuela ha recibido café, azúcar, arroz, ganado y otros productos primarios de sus socios de Petrocaribe, además de dinero, lo que recuerda que la ayuda no es enteramente gratuita. Lo que sí da Venezuela es grandes facilidades de pago, financiando entre el 5 y el 50% del precio por hasta 20 años con intereses muy bajos. Si desapareciera esta ayuda, sería un golpe muy duro para las economías de esos países caribeños.
Además, PDVSA se ha asociado con entidades públicas de nueve países para crear empresas públicas locales (éste es el caso de Alba Petróleos de El Salvador) que han construido la infraestructura necesaria para almacenar y refinar el petróleo. En la actualidad tiene proyectos de refinerías en Cuba, Jamaica, Nicaragua, El Salvador y República Dominicana, por citar algunos ejemplos. En total, bajo Petrocaribe ya se suple el 43% de las necesidades de energía de los países que están en su órbita.
Entre mayo de 2009 y fines de 2012, bajo Petrocaribe Venezuela había entregado 3,000 millones de dólares, que representaban, según Petrocaribe, un ahorro de 1,400 millones de dólares para los países receptores. Esas cifras tampoco son despreciables: República Dominicana, que recibe 50,000 barriles al día, en noviembre de 2012 le debía más de 3,000 millones de dólares a Venezuela por Petrocaribe, casi la cuarta parte de toda su deuda externa; para Honduras, el desembolso anual de Venezuela era de las mismas dimensiones de todas las reservas internacionales que acumuló el Banco Central durante cinco años.
Ronald Rodríguez, director del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, cree que aún si la oposición llegara al poder en Venezuela sería muy difícil que acabaran con estos acuerdos. Se trata de convenios internacionales, y al mandatario que los quiera tumbar le tocaría primero denunciarlos y el proceso tardaría al menos un par de años.
4. TeleSUR, la ideología y los medios.
TeleSUR estaba financiada, en el momento de su nacimiento, por seis países latinoamericanos. Venezuela aportaba el 41% del capital, seguido por Argentina (20%), Cuba (19%), Uruguay (10%), Bolivia y Ecuador (5% cada uno). El canal tiene cobertura satelital en toda América, Europa, el norte de África y los países árabes, está en las parrillas de canales de cable en toda América –menos Canadá– y en varios países de Europa Occidental, y tiene una alianza con Al Jazeera, lo que le ha permitido convertirse en una verdadera alternativa de información y de difusión de las políticas de la izquierda.
Sin Chávez, TeleSUR no dejará de funcionar, por lo menos mientras el chavismo siga en el poder y los países accionistas la mantengan. Pero sí perderá su figura más representativa y taquillera, que además ocupaba importantes espacios de su programación, con sus extensas intervenciones públicas.
5. Ayudas más allá del petróleo.
Uno de los sustentos de la influencia de Venezuela en la región han sido las ayudas internacionales, más allá del petróleo.
Nicaragua es uno de los aliados más cercanos a Venezuela, y uno de los mayores receptores de ayuda del régimen chavista. Por eso en enero la embajadora venezolana en Managua, María Alejandra Ávila, dijo que las ayudas venezolanas se iban a mantener “ya sea Chávez o Maduro el que esté al frente del Ejecutivo”. Esas ayudas sumaron más de 2,600 millones de dólares entre 2007 –cuando Daniel Ortega llegó a la Presidencia– y 2012, incluyendo 100,000 barriles de petróleo al mes.
Es difícil que estas ayudas dejen de funcionar el en corto plazo, pues muchas están cobijadas por acuerdos bilaterales que seguirán vigentes. La necesidad de denunciarlos y eliminar las ayudas dependerá en buena medida del margen gobernabilidad que tenga el chavismo en Venezuela, pues, si este se reduce, habrá más motivos para gastarse la plata del petróleo en mantener la estabilidad interna.
6. La CELAC, la OEA sin Estados Unidos y ahora también sin Chávez.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) fue otro de los hijos consentidos de Chávez. Creada como fuerza de contraposición a la OEA, esta organización nació en 2010 con 33 de los 35 países de la OEA. Es decir, todos a excepción de Estados Unidos y Canadá.
El origen de la CELAC está claramente ligado al deseo de una integración latinoamericana que no pase necesariamente por Washington, uno de los grandes proyectos de Chávez. Pero la presencia de un número tan amplio de países –incluyendo gobiernos de diferentes tendencias políticas y otros modelos de izquierda– parece blindar de cualquier vaivén a un espacio que apenas cumple tres años de edad.
“Si bien la Celac nace con el mismo principio de crear organismos regionales al margen de Estados Unidos, es probable que no cambie mucho dada la presencia de Brasil y México, dos países que tienen la capacidad de aproximarla más hacia el centro. Es tal vez el espacio donde el impacto de la muerte de Chávez será menor”, señala Sandra Borda.
7. El foro de la izquierda latinoamericana sin su ideólogo.
El Foro de Sao Paulo, que reúne a los partidos políticos de izquierda de toda América Latina, es otro de los espacios políticos que, si bien no nació con Chávez, recibió un gran espaldarazo del presidente venezolano.
A esta organización nacida en 1990, que se reúne cada tres meses, pertenecen 85 partidos de izquierda de todo el continente, desde el Partido de los Trabajadores de Lula y el Frente Amplio uruguayo hasta el FMLN de El Salvador, el Partido Comunista cubano y el PSUV de Chávez. De Colombia forman parte cuatro partidos: el Polo Democrático, el Partido Comunista, Presentes por el Socialismo –que lidera Fermín González– y Marcha Patriótica, que fue admitida en enero de este año. Su próxima reunión es en dos semanas en México.
“No veo que la muerte de Chávez pueda debilitar el Foro, a pesar de que él fue el artífice de que se profundizara ese trabajo de integración regional entre los partidos. Todo lo contrario, creo que lo fortalecerá”, dijo a LaSillaVacía.com Clara López, presidenta del Polo Democrático.
Con esta posición coincide la senadora Gloria Inés Ramírez, quien es senadora del Polo, dirigente del Partido Comunista y cercana a Marcha Patriótica. “Aunque el Foro viene desde antes de Chávez, él jugó un papel fundamental en impulsarlo al jalonar y dinamizar la integración. Pero sin duda su muerte tendrá un efecto colateral en todas las instancias en las que participó y el proceso será diferente”, dice.
8. Los lugartenientes de la revolución la continúan.
Chávez nunca tuvo reparos en meterse activamente en los procesos políticos de los países de la región, y apoyó abiertamente varias candidaturas presidenciales, algunas de las cuales triunfaron gracias a su respaldo político y financiero, y otras fracasaron por lo mismo, como la candidatura de Humala, en Perú, en el 2006.
Además, y es lo más importante, él demostró que era posible hacer una revolución de izquierda sin las armas e inspiró a otros líderes del continente, desde Cristina Kirchner en Argentina hasta el ecuatoriano Correa, pasando por Evo Morales en Bolivia, además de financiar a otros como Ortega en Nicaragua. Es posible que sea, sobre todo a través de ellos y de futuros liderazgos que surjan en el futuro (incluso el de los guerrilleros desmovilizados de las FARC) que su revolución continúe. Aunque, en todo caso, también persistirá el otro modelo de izquierda, que es el brasileño de Lula y Dilma Roussef, que tiene a su favor mejores indicadores de desarrollo y no tiene un récord de violación a la libertad de prensa y de empresa como si lo tiene el modelo bolivariano.
© La Silla Vacía
Este análisis fue publicado originalmente el 6 de marzo de 2013 en LaSillaVacía.com