Un mes y medio después de que uno de los directivos de la Asamblea Legislativa revelara que la institución había gastado 150 mil dólares en obras de arte, las únicas grandes certezas respecto de la colección artística en manos de los diputados son dos: una, que la compra de obras de arte viene desde 1996, y dos, que no hay ni documento ni legislador alguno que pueda explicar con detalle y de manera conclusiva qué se compró, a quién, a qué precio, con qué criterio y dónde están las piezas adquiridas. Más aun: algunas obras ya adquiridas no han sido localizadas.
Las respuestas desde la oficina de información de la Asamblea anta pedidos de El Faro y de otras instituciones son contradictorias, incompletas, ambiguas o una confesión expresa de que las obras compradas no están inventariadas. Además, los funcionarios encargados de la Unidad de Arte y Cultura, responsable del patrimonio de la institución, dicen no estar autorizados para hablar. Ni siquiera legisladores pertenecientes a la junta directiva de la Asamblea se atreven a hablar sin pedir antes el anonimato, por temor a entrar en fricciones con otros directivos.
El debate sobre el valor del arte y el deber del Estado con los artistas partió a inicios de 2013 de las declaraciones del diputado y tercer vicepresidente del parlamento Francisco Merino, en las que aseguró que la Asamblea había comprado unos 150 mil dólares en arte en 2012, y que para este año tenía presupuestada una cantidad similar. La revelación cobra más notoriedad porque la Secretaría de Cultura, por ejemplo, carece de presupuesto para adquirir arte.
Mes y medio después de las declaraciones de Merino, una comisión adhoc de diputados de la Junta Directiva ha detenido este tipo de compras mientras no se ordene lo que ya se ha adquirido.
La Asamblea Legislativa registra la primera compra en 1996 y desde la fecha el desembolso bajo ese concepto se ha mantenido constante, aunque con interrupciones entre 1999-2001, 2003-2004, 2006, y 2008-2009.
El Faro ha tenido acceso a dos listas que se supone registran todas las obras adquiridas. Una de ellas es la que notificó a este periódico la oficial de información de la Asamblea Legislativa el pasado 28 de febrero. En total, según ese documento, la Asamblea ha adquirido 75 piezas desde 1996 hasta febrero de este año, por un total de 276 mil 641 dólares con 13 centavos. Sin embargo, esta información no concuerda con la otra lista, que es la que muestra el portal de acceso a la información pública de la institución.
Según las explicaciones que dan los mismos diputados, las razones por las que los números no coinciden son dos: algunas piezas aún no han sido localizadas y hay al menos 18 de ellas cuya compra está sujeta a que se haga el desembolso para el pago, ya que la adquisición se hizo a cambio de un 'quedan', ese documento por el cual una de las partes reconoce que tiene una deuda en favor de la otra. Una vez todo esté debidamente inventariado, el afán de los miembros de la comisión es llenar las paredes vacías del palacio legislativo, incluidas las oficinas de los directivos.
Las razones para esto son que no hay un espacio lo suficientemente amplio dentro del complejo legislativo para exhibirlas todas, pues la Galería de Arte se queda pequeña, y que a diario reciben a 'todo tipo de personas' en sus oficinas.
Para Sigfrido Reyes, presidente de la Asamblea, la iniciativa aprovechaba la oportunidad de que cualquier persona que visite las instalaciones conozca a los artistas y sus obras. Sin embargo, la Galería de Arte no es de acceso público. A ella solo pueden ingresar los diputados cada jueves al dirigirse hacia su curul en el Salón Azul donde se realizan las sesiones plenarias. También pueden verlas alumnos que realizan excursiones escolares, aunque su paso por ahí sea solamente ocasional, ya que forma parte de la gira por el parlamento, que incluye una charla que tiene que ver únicamente con el quehacer legislativo. No existe un programa ideado especialmente para promover las obras que ahí se exhiben, como confirmó Maylin Martínez, de la Gerencia de Comunicaciones y encargada de planificar los recorridos institucionales.
Según la lista de bienes mobiliario y equipo en la que se detallan las obras de arte adquiridas hasta mayo de 2012, sin nombrar a sus autores, ya hay algunas piezas que han sido repartidas a distintas oficinas del parlamento. Por ejemplo, las pinturas 'Limpiando café' ($914.29) y 'Canasto de café' ($1,028.57) en el despacho de Sigfrido Reyes; las pinturas 'Calle vieja a Zacatecoluca' ($857.15) y 'Portal de Arcatao' ($857.14) en el de Alberto Romero; el retrato de Manuel José Arce ($685.71), la litografía 'Tres jinetes y un perro' ($1,163) y tres cuadros más sin especificar ($1,163 cada uno), en el grupo parlamentario del PCN, bajo la responsabilidad de Ciro Cruz Zepeda, a pesar de que este no es diputado desde el 1 de mayo de 2012. Además, la pintura'Mágico amanecer' ($914.29) ha sido destinada a la Unidad Técnica, ubicada en el segundo nivel del edificio administrativo.
Que la Asamblea destine fondos para la adquisición de obras de arte ha dividido tanto la opinión pública como la de los legisladores, e incluso al interior de las fracciones partidarias. “Nunca me han pasado a mí algo del actuar de la Junta Directiva, eso jamás llega a los diputados de la llanura”, reclama Ana Vilma de Escobar, del partido Arena, respecto a la decisión de los directivos de usar fondos públicos para comprar arte. Al igual que De Escobar, su compañero de fracción Edwin Zamora dijo no conocer los detalles de la adquisición y que se enteró por medio de la prensa. Considera, además, que la compra va más allá de los deberes que el cargo confiere a los diputados y, por lo tanto, sugiere la posibilidad de una ilegalidad.
La perspectiva desde los areneros directivos es distinta a la de sus correligionarios no directivos: no hay razón por la cual deban empezar a consultar al resto de la fracción de las decisiones que toma la Junta Directiva, dice a El Faro Roberto d’Aubuisson, quinto vicepresidente del parlamento. Agrega que no hay motivos para que sus compañeros aleguen que no estaban enterados de la compra: “Todo se ha hecho público, nada fue a espaldas”.
Si bien se ha dado la orden de detener la adquisición de obras de arte, los directivos no descartan que una vez se haya terminado de construir el inventario podría considerarse la compra de nuevas piezas de arte. Y en caso de que no quede más espacio en los salones de la Asamblea, se ha considerado la opción de realizar una exposición itinerante en las galerías de arte de San Salvador. No es una opción donar alguna pieza a la Colección Nacional que custodia la Secretaría de Cultura: “Sería de locos comprar cosas para la Asamblea y regalárselas a alguien más”, dice D’ Aubuisson, y justifica que el que una pieza haya sido adquirida por la Asamblea Legislativa ya la convierte, automáticamente, en parte del patrimonio cultural del Estado.
El pintor Roberto Galicia, director del Museo de Arte (Marte) y ex presidente del extinto Consejo Nacional para la Cultura y el Arte, cree que debería establecerse un convenio entre ambas instituciones para que, aunque las obras de arte permanezcan en el mismo lugar, estén incluidas en la Colección Nacional por el valor histórico de la época a la que pertenecen: “Parece, hasta cierto punto, contradictorio, que la institución que vela por el desarrollo artístico y cultural no tenga fondos (para adquirir obras de arte), y otras, como la Asamblea, lo tengan aun cuando no es su principal actividad”, dice.
Desde que se creó la Secretaría de Cultura en 2009, tampoco ha existido dentro de su presupuesto una partida o alguna consideración dentro de los propósitos a los que se va a destinar cada segmento del monto total que reciben de la Presidencia. El Faro intentó hablar con Romeo Galdámez, quien desde 2012 funge como Director Nacional de Artes de la Secultura, sobre la forma en la que se está conformando la Colección, pero no quiso pronunciarse al respecto.
Las cosas buenas que parecen malas
Aunque la intención de los legisladores ha sido planteada desde la junta directiva como algo noble y de respaldo a la cultura de El Salvador, e incluso ha sido defendida por un grupo de artistas, la información que hasta la fecha se conoce no se ha hecho pública de forma voluntaria. Todos los detalles del proceso de compra que se han revelado hasta ahora se han dado a conocer por intercesión de solicitudes de acceso a la información y en voz de quienes, aun siendo responsables del proceso, solo acceden a hablar desde el anonimato. La Asamblea no ha sido capaz de dar una respuesta oficial verificable y, por el contrario, las notificaciones emitidas por la oficina de información se contradicen.
El primer indicio de lo que por lo menos es un desorden administrativo fueron las declaraciones de Merino, quien con desconcierto manifestaba ante los medios que pagar 21 mil dólares por una escultura 'son cosas que no son correctas'. Añadió que las compras partían de un acuerdo de la junta directiva. Luego, el país se enteró de que la Asamblea había decidido clasificar como información vedada al acceso público dicho acuerdo de Junta Directiva, aduciendo que contiene información personal sensible. Este incumplimiento a la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP) es parte de la notificación que recibió el 30 de enero el Centro de Asesoría Legal y Anticorrupción (ALAC), que también había pedido información sobre los obsequios de fin de año para diputados y diputadas.
Además de clasificar como información reservada lo que la LAIP establece en el artículo 10 como información pública que se divulga sin necesidad de que alguien la solicite, la Asamblea declaró inexiste el inventario que respalda el número y tipo de obras de arte que fueron adquirididas durante el año 2012. No inventariar bienes adquiridos por una institución estatal viola las normas de control emitidas por el Ministerio de Hacienda.
Además de las incongruencias entre las declaraciones de los diputados y lo que dicta la LAIP, a partir de las respuestas que El Faro ha recibido a las dos solicitudes de información de parte de la oficina de información de la Asamblea, se puede concluir que no hay instancia legislativa que sepa a ciencia cierta qué se ha comprado a lo largo de los últimos 17 años ni cuál ha sido su destino. En la primera solicitud, fechada 15 de enero, El Faro pidió el inventario de las obras de arte que ha adquirido la Asamblea Legislativa, el período en el que fueron adquiridas, el detalle del proceso de selección de artistas beneficiados con la compra, quién realizó la selección de las piezas, el precio pagado por cada pieza, y todos los documentos que respaldan la toma de decisiones y la compra. Un día antes de que se cumplieran los 10 días hábiles que establece la ley para dar una respuesta, la oficial de información envió una resolución en la que, amparándose en el artículo 71 de la LAIP, y 'considerando la cantidad y la complejidad de la información solicitada', pedía una prórroga de 5 días hábiles para entregar la información requerida. El 4 de febrero, cuando se cumplían 14 días hábiles desde que se realizó la solicitud, la oficial comunicaba la decisión de una nueva prórroga, amparada también en el artículo 71: 'Si la información requerida excede de los cinco años de haberse generado, el plazo podrá ampliarse por diez días hábiles más". Explicaba que los registros de compra de obras de arte en el parlamento datan de 1996.
La notificación final sería enviada el 18 de febrero. Llegada la fecha, la resolución no proporcionaba la información solicitada y, en cambio, remitía a dos enlaces a sitios de internet: el primero dirige a un inventario que solo incluye la ficha técnica de la pieza y una fecha que indica cuándo fue registrada; y el segundo, que pretendía aclarar el detalle de cuánto se había pagado por cada obra, envía hacia el descargable de la ejecución del presupuesto 2012, en donde aparece un monto global de 127 mil 725 dólares bajo el concepto de 'Obras de arte y culturales'.
Frente a los vacíos que presentaba la resolución de la primera solicitud, El Faro decidió insistir con una segunda petición para precisar quién o quiénes fueron los designados por la dirección de la Unidad de Arte y Cultura para seleccionar las piezas de arte adquiridas en 2011 y 2012. Este periódico también pedía que la Asamblea detallara las credenciales de los responsables y las actas donde se hubiera hecho constar el criterio de selección de los artistas proveedores en 2011 y 2012. Asimismo, se pidió que informara durante cuánto tiempo se analizó las propuestas de obras de arte a adquirir en 2011 y 2012, lo que se pagó por cada una de las obras compradas en 2011 y 2012. Al cabo de siete días hábiles, la resolución de la oficial de información respondía, a través de la Gerencia Administrativa Financiera y la Gerencia de Recursos Humanos, de forma más puntual a cada una de las cuestiones planteadas en la solicitud, salvo el nombre de la persona encargada de la selección de piezas de arte. Sobre esta solo expusieron sus credenciales, que corresponden a las de Filander Funes, exjefe de la Unidad de Arte y Cultura de la Asamblea Legislativa.
Una costosa galería legislativa
Fue durante el último semestre de 2010, a iniciativa del ahora presidente del parlamento, Sigfrido Reyes, que se inició un proyecto de adquisición de obras de arte para construir el patrimonio cultural de la Asamblea Legislativa. Para echar a andar esta tarea, se contactó en primer lugar al Museo de Arte para que hicieran una recomendación a la institución, a efecto de establecer criterio y orientación para adquirir obras de arte. El Marte se negó a ser el único filtro, y posteriormente Roberto Galicia se incorporó como su representante para conformar una comisión adhonorem en la que además participaron Romeo Galdámez, en representación de la Secretaría de Cultura, y Rodolfo Molina, como curador independiente. El grupo elaboró el documento “Hacia una política de la colección de la Asamblea Legislativa de El Salvador”, en el que plantearon, a modo de síntesis histórica y partiendo de las colecciones ya existentes, quiénes deberían ser los principales autores que esa colección tenía que incluir. “Esto se respetó en las primeras adquisiciones. Lo que decíamos es que tenía que tener un componente histórico, en el sentido de que en la Asamblea hubiera obra de los maestros más importantes de la plástica nacional y que terminada esa etapa se pudiera ir acercando hacia artistas más contemporáneos, independientemente de sus propuestas artísticas”, explica Galicia.
Una vez armado el proyecto, Reyes presentó el prospecto a los directivos y estos dieron su visto bueno. “Nos lo vendieron como un proyecto transparente, a prueba de corrupción”, señala uno de los que suscribió el acuerdo en el que dan su aval para ocupar el remanente de fondos del ejercicio fiscal anterior. El documento fue redactado de tal manera que no necesitaba aprobación de los diputados cada año, señala, y una vez los curadores fueron juramentados, todo indica que los funcionarios se desentendieron. El pacto entre directivos incluyó, además, la creación de la Unidad de Arte y Cultura, adscrita a la Gerencia de Recursos Humanos, y que hasta el año pasado estuvo dirigida por el director de teatro Filander Funes.
En mayo de 2011 se inauguró la Galería de Arte del Palacio Legislativo en la antesala y el pasillo que recorren los diputados cada jueves al ingresar al Salón Azul. La exhibición, curada por Astrid Bahamond, se montó como parte de las actividades conmemorativas del Bicentenario del Primer Grito de Independencia y pretendía hacer un recorrido cronológico por “los fenómenos que definen los paradigmas de nuestra independiente y moderna cultura plástica”, explica la curadora en el brochure que acompañó la exposición. De los nueve artistas seleccionados para la muestra, siete habían sido recomendados por la comisión: Julia Díaz, Raúl Elas Reyes, César Sermeño, Miguel Ángel Orellana, Ricardo Carbonell, Antonio García Ponce y Julio Hernández Alemán. Todas las obras exhibidas habían sido adquiridas en el año 2010. Entre las piezas que completaban el recorrido están “Estampa de Montecristo”, de Marco Valencia, registrada como propiedad de la Asamblea desde 1996, y cinco litografías de paisajes europeos provistos en 2005 por Verona Arts, de Nueva York. El Faro buscó en internet pero no encontró un registro de Verona Arts, de tal manera que este periódico no pudo verificar si se trata de una galería o de una agencia de marchantes.
Con la inauguración de este nuevo espacio, Reyes pretendía que la Asamblea Legislativa diera un salto a la promoción cultural “porque además de hacer política debemos hacer cultura, porque eso también es hacer patria”, dijo en su discurso. Posterior a esta primera exposición, el Marte decidió separarse de la comisión a causa de las críticas que pusieron en entredicho su criterio como curadores por haber puesto en exhibición las obras que desde antes había adquirido el Órgano Legislativo. “(Por esas obras) fuimos objeto de burla y lo que hicimos fue retirarnos”, admite Galicia.
Hasta ese 5 de mayo de 2011 en el que la Asamblea decidió hacer público el interés de los legisladores, en especial de la presidencia, por promover el trabajo del artista nacional, ya se habían adquirido 33 piezas desde 1996, según la lista entregada a El Faro. Entre pinturas, las esculturas que adornan la entrada principal al Salón Azul -como la fuente de delfines-, y los mosaicos de la fachada del parlamento, la institución gastó 73 mil 346 dólares con 78 centavos en 6 años: un promedio de 12 mil 224 dólares con 46 centavos por año.
A mediados de septiembre del año pasado, Reyes inauguraba simultámente la Senda de las Artes y, por segunda ocasión, la Galería de Arte de la Asamblea. Aunque la Senda se presentó como un espacio destinado a exhibiciones temporales, que desde que inició el año hasta la fecha ha ocupado El Grupo Quinamitzín, estas obras han sido reproducidas erróneamente por otros medios como la compra en arte de la Asamblea Legislativa del período 2012. El relanzamiento de la galería añadió al recorrido de la plástica nacional las piezas de Roberto Galicia, Fernando Llort, Carlos Cañas, El Aleph, Camilo Minero, Mauricio Mejía, Miguel Ángel Ramírez, Isaías Mata. A la fecha, entre el salón adyacente y las paredes hasta las que le es permitido llegar a un periodista en el Salón Azul hay 20 pinturas y cuatro esculturas, dos de César Sermeño y dos en forma de león cuyo autor no pudo determinar este periódico. El Faro pudo acceder a la Galería de Arte acompañado de la diputada Ana Vilma de Escobar, para quien la muestra exhibida representa las adquisiciones de 2012.
Para 2011, el presupuesto ejecutado detalla un total de 57 mil 100 dólares destinados a obras de arte y culturales, sin especificar a qué aditivos se refiere, mientras que el portal de transparencia de la institución registra que, entre mayo y diciembre se compraron 13 piezas: 12 pinturas y una escultura (“La Ninfa”). Para 2012 el monto se incrementó en 13 mil 525 dólares. Es decir, 127 mil 725 fueron gastados en adquirir nueve pinturas, según el portal de transparencia. Sin embargo, las cantidades y cifras no coinciden con el inventario que la Junta Directiva entregó al Tribunal de Ética Gubernamental (TEG), en el que solo se registra la compra de una pintura por mil dólares en 2011 y dos más de las reportadas por transparencia para el 2012. El Faro tuvo acceso a este inventario a través de un directivo, que asegura que el documento es público y que prefiere mantener el anonimato para evitar problemas con sus compañeros.
El tribunal entró al ruedo de la discusión luego de que ALAC presentara el pasado 18 de enero una denuncia contra la Junta Directiva ante esta instancia por “autorizar el despilfarro de recursos institucionales en la compra de obras de arte, regalos navideños y bebidas alcohólicas”. La lista, asegura el directivo, es parte del informe solicitado por el TEG y totaliza 46 piezas adquiridas por un monto de 129 mil 846 dólares con 77 centavos invertidos en obras de arte entre 1996 y mayo de 2012.
A las incongruencias en el presupuesto, la notificación de la oficial de información de que no existía un inventario y la dificultad de ubicar las piezas dentro del recinto legislativo, se suma la comisión adhoc de Cultura que decidieron crear un grupo de directivos, en la que inicialmente se apuntaron Sandra Salgado (Gana), Roberto Lorenzana (FMLN), Roberto d’ Aubuisson (Arena) y Francisco Merino (PCN). La semana pasada se conoció que Merino y D’ Aubuisson, acompañados de Francis Zablah, hicieron un recorrido por las oficinas para intentar ubicar las piezas, verificar el estado en el que se encuentran y determinar si están inventariadas. “No encontramos todas las piezas. Hemos pedido un informe a la Unidad de Arte y Cultura en el que detalle dónde están. Mientras tanto, decidimos parar la compra”, aseguró vía telefónica Zablah, quien adelantó que como invitado de la comisión era lo único que podía especificar sobre el tema.
El directivo anónimo explica que las condiciones en las que encontraron apilados en el suelo algunos de los cuadros, con un costo promedio de 5 mil dólares, y sin ningún tipo de protección, es una falta de respeto para el artista y su obra. En sus primeras indagaciones sobre el tema, El Faro se encontró con una serie de cuadros apilados contra la pared en la sala de reuniones de la Unidad de Arte y Cultura. En esa ocasión, Filander Funes explicaba que estaban ahí de forma temporal porque estaban en proceso de ser reubicadas.