El ex dictador José Efraín Rios Montt habla con su hija Zury Ríos durante una audiencia el 23 de enero 2013. Foto AFP en ciudad de GuatemalaFormer Guatemalan de facto President (1982-1983) and retired General, Jose Efrain Rios Montt speaks with his daugther Zury Rios during a court hearing in Guatemala City on January 23, 2013. Rios Montt and retired General Jose Rodriguez attended the hearing, where the prosecution requested they be tried for genocide in indigenous communities in northern Guatemala during the civil war (1960-1996). AFP PHOTO/Johan ORDONEZ
Zury Ríos tiene los rasgos físicos y la huella ideológica del general Efraín Ríos Montt. Es su heredera política, fue su diputada estrella en los tiempos en que al Frente Republicano Guatemalteco (FRG) le sonreían las urnas y el poder de postguerra, y ahora que el exdictador enfrenta cargos por genocidio en un juzgado de Guatemala y no concede entrevistas, es el camino más corto hacia el pensamiento de su padre.
Ha sido también, durante el último mes, casi todos los días y casi a todas horas, su respaldo simbólico en el salón de audiencias. Desde la primera fila del graderío, Zury Mayté Ríos Montt ha presenciado a pocos metros del banquillo de su padre el desfile de muertes y torturas que un centenar de testigos y víctimas ixiles ha arrojado al rostro del exdictador. Como él, apenas ha variado el gesto ante los relatos.
Tal vez sea porque ya conocía el contenido del informe de la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH), que recogía muchos de ellos y establece que el 93 % de las masacres contra civiles las cometió el ejército y el 83 % de las víctimas eran indígenas. Sabe que no es cierto que durante la guerra de Guatemala todos los bandos se comportaran de la misma forma y todos los guatemaltecos sufrieran por igual. Como sabe que los peritajes forenses descartan que la mayoría de las mujeres, ancianos, niños ixiles muertos durante el gobierno de su padre lo hayan hecho en el fragor de los combates. La mayoría de masacres del ejército de Guatemala se cometieron a sangre fría y Zury Ríos Montt sabe que, según todos los estudios, los niños cuyos esqueletos renacieron de fosas comunes no eran combatientes. Pero no importa. En su relato no hay espacio para esos detalles. Su discurso es una amplia lluvia de razones líquidas en las que se diluyen como azúcar los nombres y circunstancias.
Hay entrevistas en las que uno decide no confrontar y opta por dejar que los pensamientos de la persona entrevistada fluyan relativamente plácidos, en un intento por acercarse a lo que esta probablemente cuenta a sus hijos, a sus amigos, a sus iguales. Esta es una de esas entrevistas. Un recorrido por la mirada de una mujer que considera el juicio contra su padre una venganza, que niega el genocidio y resta dimensión a las masacres porque el ejército “fue el que se ocupó de mantener el Estado”. Una mujer que en nombre de una Guatemala sin diferencias étnicas -“no tenemos que considerarnos indígenas o no indígenas”, dice- y de un difuso interés nacional -“Ser considerados un país genocida es un estigma que por generaciones no nos quitaríamos de encima”- pide a las víctimas olvidar.
Zury Ríos vive en una discreta pero lujosa casa en la Zona 15 de ciudad de Guatemala. Su despacho recubierto de madera está saturado de fotografías de su carrera legislativa, acompañada de jefes de Estado de todo credo ideológico, y de diplomas por sus estudios de ciencias políticas. En una pared sobresale una placa dorada decorada con un pequeño mapa de Guatemala hecho en tela de coloridos motivos indígenas. Es un regalo de la Coordinadora Nacional de Organizaciones de Extensión de Cobertura, CONEC, que le da las gracias “en nombre de las 800 mil familias de las comunidades más pobres y postergadas de Guatemala” por defender su acceso a la salud. Como su padre, Zury Ríos tiene simpatizantes y seguidores entre la golpeada y descompuesta sociedad maya de Guatemala. Como su padre, considera que eso lava el pasado.
Al presenciar la sala del juicio, da la impresión de que al general Efraín Ríos Montt todo el mundo le ha dejado solo.
En la vida política la gente te juzga por lo que haces, por lo que no haces y, peor aún, por lo que la gente cree que haces. Pero uno se acostumbra a tomar decisiones de una u otra manera, y a que los grupos cambien su modo de pensar sobre tu ejercicio en una posición política. Mi padre está entero. Es un hombre devoto y tanto él como mi madre están agarrados de Dios y confiados, porque sobre el alto siempre hay uno más alto, y ese es el que importa y el único que sabe de verdad lo que hay en el corazón de los hombres y de las mujeres. Esto es solo un proceso, y mi madre siempre me dijo que uno no debe temer ni a la cárcel ni al hospital, porque cualquier día terminas ahí. Uno tiene que ver la vida de una manera práctica o está perdido. Este es un proceso jurídico, lamentablemente viciado, con un tribunal totalmente parcializado, pero es solo un proceso. Cualquier persona que haya admitido el desafío de participar en la vida pública va a tener que afrontar uno en algún momento de su vida.
¿Por qué afirma que éste está viciado?
El tribunal está totalmente parcializado. Mira la actitud de la presidenta, y de los otros dos señores, que no opinan nada más que lo que ella dice. Está totalmente comprometida... Ya lo vimos en el caso de las Dos Erres o en el caso Gerardi. Cuando juzga militares se conduce de forma parcializada. Ahora está en contra nuestra y lo entiendo, porque ni el general ni yo votamos por ella para que fuera magistrada de la Corte Suprema de Justicia cuando fue candidata. Yo, incluso, cabildeé para que no fuera magistrada. Por eso tiene una gran enemistad con nosotros, jaja.
Pudieron rechazarla.
Ella tiene interés en llevar este caso. Y además, ¿por qué esa prisa, ese interés por acelerar el juicio? En otros casos ha sesionado lunes, martes, miércoles, jueves... pero nunca después de las tres y media de la tarde. Esta vez nos tiene hasta las siete de la noche, y el otro día hasta las ocho, a pesar de que el general Rodríguez Sánchez está en condiciones delicadas de salud. Su trato lleva una carga ideológica de revancha.
¿Revancha hacia los militares?
Hacia los militares. Y en este caso sé que específicamente tiene algo contra mí y contra el general.
El abogado de su padre dice que este es en el fondo un juicio al Ejército de Guatemala.
Es correcto.
¿Por parte de quién?
De quienes fracasaron en la vida competitiva del país y quieren vivir de la postguerra. Este juicio no le importa a la izquierda intelectual, ni a la izquierda que se alzó en armas. No viene de la izquierda progresista. Este juicio ha sido una preocupación de sus hijos, de jóvenes que vieron el proceso en sus padres o sus abuelos, y que viven del postconflicto. Porque se escriben cartas a America's Watch, a Human Rights Watch y les mandan fondos. Viven de eso. En este país hay más ONG que sociedades anónimas porque se agencian de fondos para vivir de ellos. El general Ríos Montt significa tanto para Rigoberta Menchú porque para ella es una fuente de financiamiento.
¿Y los ixiles? ¿Y las víctimas?
Los ixiles votaron por el general Rios Montt de una manera increíble. En Quiché de siete diputados dieron al FRG cinco. Fuimos el partido más votado en todo el departamento. ¡Ese fue el juicio! ¡Al general Ríos Montt ya lo juzgaron políticamente, no una sino muchas veces! Él ha tenido la mayor representación en el Congreso y ha sido diputado por esos votos, y en la última elección, que perdió, quedó en tercer lugar, no quinto, sexto o séptimo, como quedó Menchú. Y el pueblo Ixil votó por este partido de gobierno, que es el partido de los militares.
Eso no borra lo que ocurrió.
Yo no niego que toda guerra tenga un drama y una tragedia, porque entonces no estariamos viendo la realidad humana no solo de Guatemala sino del mundo. Pero los que han llegado a declarar son de esos grupos de población en resistencia, de los grupos que se fueron a la montaña reclutados por los guerrilleros. Ubícate en el contexto y en el momento: geográficamente éramos el patio trasero de los Estados Unidos, con un bloque soviético tremendamente fuerte que financiaba a Cuba, a Nicaragua, a México... y nosotros aquí poniendo los muertos. El desafío era tremendo: las tropas oficiales, con cantidad de indígenas, de ixiles, de queqchíes, de quichés... en ningún momento se tenía por propósito, jamás, destruir por razones de religión o por etnia.
Están las cifras que hablan de miles de víctimas ixiles.
Hablas del pueblo Ixil... Yo fui en una gira política con el general Ríos Montt a Chajul, a Cotzal y a Nebaj, y como no pudimos entrar el día previsto fuimos al siguiente, y yo recuerdo que cuando llegamos los niños, las mujeres y los hombres nos miraban, y la gente se reunió en la plaza sin saber que íbamos a llegar, porque no habíamos llegado el dia previsto... Y una mujer ixil tomó el micrófono, junto a su abuelita, no se me olvida porque yo era una joven política y obviamente era la primera vez que estaba allí y tenía unos deseos enormes de oir lo que la gente decía. Y esta mujer dijo: “Ríos Montt, la gente dice que tus manos están manchadas de sangre, pero tú nos diste vida, y por eso estamos aquí”. Aquello me marcó... la gente en la plaza, con sus abuelos, con sus ancianos... No porque les fuéramos a entregar una bolsa solidaria, una dádiva... Fue impresionante. Yo lo ví. ¿Quién va a votar por su verdugo? ¿Quién lleva a su verdugo a la presidencia del congreso y lo convierte en su candidato presidencial? Antes hablabas de soledad... Es que la gente que simpatiza por el general Ríos Montt es gente que trabaja, no gente que está pagada para llegar a sentarse en la sala del juicio o para manifestarse afuera. Por aquí pasa gente dejando champurradas, pasteles... gente que ni conocemos... “General, estoy con usted, cuánto lo siento...”. El general Ríos Montt no esta solo.
Lo está políticamente. Hace cinco años hubiera sido imposible un juicio como este. ¿Han cambiado el mapa de intereses y Ríos Montt ha perdido respaldo?
No. Esto sucede porque esta gente que vive del conflicto, de la postguerra, al perder la batalla ideológica y cualquier oportunidad política, porque una y otra vez se presentan en las urnas y pierden... Mira cuántos diputados tienen ahorita: uno. Y alcaldes muy pocos. Entonces se dedican a poner pequeñas trincheras en los organismos administradores de justicia. En cada gobierno se fueron metiendo en diferentes partes, penetrando hasta que hoy tienen trincheras en el organismo judicial, su gran trinchera en el Ministerio Público, y alguna que otra en la Procuraduría de Derechos Humanos. Desde ahí, triangulan sus operaciones.
Aun así, eso pasa por el espacio de los partidos, de lo político. No se llega a la Fiscalía sin cierta correlación de fuerzas políticas.
A la Fiscal la eligió el anterior presidente de la República, cuya esposa fue de la guerrilla. Y ellos hacen sus operativos apoyados por países como Noruega o Suecia, que no quieren competencia en el tema minero, porque ellos son productores. En este asunto hay una serie de tejidos muy finos, muy difíciles de ver. Y me preocupa no por el hecho de que al general Ríos Montt o a Rodríguez les condenen, sino porque ser considerado un país genocida es un estigma que por generaciones no nos quitaríamos de encima. ¿Cómo es posible que no hayamos aprendido la lección de El Salvador? Allí compiten con propuestas políticas, y la gente decide por quién quiere votar, pero no es cuestión de revanchismos y venganzas.
¿Este juicio es según usted un fracaso de los acuerdos de paz?
Es una amenaza a la cultura de paz. Mientras estamos en este juicio hay mujeres cuyos esposos, conductores de buses, han sido asesinados, y ni una sola audiencia han tenido. En este país hubo 3,000 partos en niñas entre 10 y 14 años, que se tipifican como violación, y hay un montón de responsables detenidos... pero ni una sola audiencia. Ahí están un montón de Zetas esperando audiencia... ¿Dónde está esa sensación de que se están atendiendo las necesidades de la gente mientras estamos involucrados en un proceso de hace 30 años, a pesar de que tuvimos un acuerdo de paz, una amnistía, una reconciliación nacional? ¿A qué nos conduce esto? A dividir, a polarizar, a criticar... no construye.
Usted dice que se ha contaminado el sistema judicial.
Una parte.
Por el contrario, el presidente Otto Pérez Molina, exgeneral también, ha dicho públicamente que este juicio es una señal del avance de la institucionalidad.
Él, como presidente, ha dicho que debía respetar la independencia de poderes, pero como persona también ha dicho que en Guatemala no hubo genocidio. Y su visita (el miércoles 10 de abril) al triángulo ixil demuestra una vez más que este (el del juicio) es un grupo utilizado, con testigos trabajados, con gente escogida únicamente de un lado, que no cuenta la historia imparcialmente.
¿Otto Pérez les está fallando a los militares o a un proyecto político-militar del que en algún momento formó parte?
Eso se lo tendrás que preguntar a él, jaja.
¿Está el ejército dividido en lo que respecta a esta juicio?
No. Realmente el estamento militar que está de baja, jubilado, le molestan este tipo de cosas. Y a los jóvenes también, porque no hay respeto a la institución, y guste o no guste aquí el Ejército fue el que se ocupó de mantener el Estado, por años. Si no, nosotros seríamos Managua o La Habana, o Venezuela.
¿Guatemala es racista?
No creo que Guatemala sea racista. Algunas personas, no solo en Guatemala, sino en el mundo entero, han tenido problemas de racismo, de discriminación, de estigmatización. Lo hacen por el color, por la clase social, por la preferencia sexual... Y no solo gente; a veces hasta instituciones.
¿No cree que sea un problema importante...?
De un país no. Tú me dices: “¿crees que Guatemala sea racista?”, y yo te digo que no, que solo algunas personas.
Creo que entiende mi pregunta. Me refiero a si hay una cultura racista arraigada.
Algunas personas lo son. Algunas personas. Desde muy pequeños, en el colegio, los niños se molestan con eso; alguien hace algo malo y le dice el uno al otro “mira, no seás indio”. Eso está mal, mal dicho, mal enseñado. Yo acabo de leer las declaraciones de Pablo Monsanto respecto de Rigoberta Menchú y dice: “bueno, se le entiende a Rigoberta, porque es india, y está llena de resentimiento siempre”. ¡Y lo dice un comandante guerrillero, no lo digo yo! Interesante. Algunas personas piensan así, no sé por qué. Todo depende de cómo has sido educado.
Danilo Rodríguez, abogado de su padre, dice que la defensa no niega los hechos, las masacres, las muertes en la región ixil, sino la responsabilidad sobre esos hechos y su dimensión. Los califica como “excesos”.
No se puede negar los excesos que se dan en una guerra. Hubo excesos del lado insurgente y del lado contrainsurgente. Ahora, que eso haya sido una política de Estado es falso. Que eso sea genocidio, eso es falso.
¿Qué cree que corresponde a las víctimas de esos “excesos”?
Obviamente, en primer lugar, hay que acompañar a todas las víctimas, no solo de un lado, sino también del otro. ¿Cuántos miles de oficiales caídos hay? Ahí están sus viudas y sus hijos... ¿O cuántos de población civil, que no eran población en resistencia y tampoco son del lado de la institución militar, pero que fueron amenazados, que fueron capt…, secuestrados? ¿Cuánta gente del sector privado fue secuestrada? Ajusticiada, en palabras de los grupos subversivos. En primer lugar tenemos que sanar el corazón. Pero ¿quién te ayuda a sanar el corazón, sino Dios? Eso es un proceso interno, de sanidad interior. Pero estar socavando, y buscando, y alimentando el odio y el resentimiento, no construye la paz. Punto y final. Para adelante. ¿Adónde va la generación de los chicos de hoy? ¿Qué estamos ayudando? ¿Qué estamos haciendo para incentivar la inversión? ¿Qué estamos produciendo? ¿Cómo estamos generando empleo? ¿Cómo generamos progreso, relaciones internacionales, cooperación? Ese es el enfoque. Eso es en lo que todos tenemos que trabajar. En restaurar internamente y restaurar externamente, para construir.
Usted distingue entre las comunidades en resistencia y la población civil.
Es que muchas de las comunidades en resistencia que se van a la montaña son gente subversiva, que coopera con los subversivos. En cambio hay otra población que realmente fue población civil, que siembra, que pone su parcela, que es amenazada por el ejército o por la guerrilla. A esos hay que acompañar. Mucha de la gente del Quiché, dijo: “bueno, entonces todos tenemos que ser de izquierda, todos tenemos que ser subversivos”. Pero no es así. Hay que tener mucho cuidado con el manejo de quién es quién en el panorama. Hay gente que ha testificado: “No, pues yo no sé quién, con quién estaba haciendo la guerra”; o “Sí, hubo guerra, pero de quiénes era la guerra no sé”. ¡Claro que sí saben! ¡Que no lo quieren decir es otra cosa!, porque muchos de ellos son hermanos de subversivos, hijos de subversivos, nietos de subversivos. Y ahí están sus nombres en los libros escritos por los subversivos.
Habla de ellos como si todas las víctimas hubieran sido guerrilleros, ¡pero murieron niños!
Así es. ¿Y quién los reclutó? ¿Quién los puso al frente? Y no ahora ni en esta guerra, sino en todo el mundo, ¿quién los ha puesto al frente? ¿Quién los ha reclutado irregularmente?
¿Y qué correspondía según usted hacer con ellos?
¿Qué era lo que decía la ley? Que estaba prohibido alzarse en armas por cualquier causa totalitaria. ¿Qué dice la ley? Que yo no puedo traficar droga. ¿Qué dice la ley? Que yo no puedo portar armas.
Habla de la ley, pero nadie tuvo un juicio justo.
Ah, no, cuando yo llego a Estados Unidos no paso sobre la grama, pero aquí me paso cualquier grama. ¡No puede ser! Por eso quiero ver que lo veas en un sentido global: está escrito en la ley, y todos los que condujeron a la gente aprovechando su ignorancia para explotar el resentimiento y hacer las ilegalidades, pues eso tiene una consecuencia. Consulta la Constitución que estaba vigente, la constitución de 1965, que decía que se prohibían (esos movimientos) y que el ejército tenía todas las de ley para ejecutar las acciones necesarias. Imagínate, ¡estaba prohibido el Partido Comunista! Si quien abrió el pensamiento político y juramentó el Tribunal Supremo Electoral fue el general Ríos Montt. Quien nombró un Consejo de Estado donde por primera vez estuvieron representadas todas las etnias -todas, no solo los ixiles, todas- en un Consejo de Estado con voz y voto fue el general Ríos Montt. Quienes elaboraron proyectos para proteger a la sociedad civil, acompañarla, generar producción para ella, generarles alimento, fue el general Ríos Montt...
¿Su padre no sabía lo que estaba sucediendo en el área ixil o lo supo y no quiso o pudo detenerlo? Hablo de los “excesos”, las masacres, la violencia contra civiles, evidentemente.
Yo no voy a entrar en cosas que en juicio se tienen que ventilar y que creo que a él le corresponde responder. Pero sí te quiero decir que las comunicaciones de ese tiempo no son las de ahora. Y menos aquí, en nuestra geografía. Aquí, para que llegara información de lo que había pasado en el Quiché el lunes, pasaban 15 días.
¿Cuándo supo usted lo que había sucedido en la guerra? ¿Cómo lo valoró?
Tengo 45 años ahorita. En 1982 tendría 13 o 14, pero siempre supe que habíamos tenido un proceso doloroso. Yo misma perdí un hermano durante la guerra. Fue un proceso doloroso para todos. Pero mi vida no ha sido de hurgar en el pasado para ver de quién es... No, no, no. Mi vida ha sido construir, trabajar. Si indagas con gente de izquierda sabrás que yo como diputada abanderé temas que jamás la izquierda progresista se atrevió a abanderar en este país, y si hubiera tenido una educación distinta en mi casa nunca lo hubiera hecho, nunca. Pregúntale a Norma Cruz: ella sabe que fui yo quien la apoyó y la respaldó siempre. Si fundación Sobrevivientes existe es porque yo la apoyaba. Y está el trabajo con UNICEF, y con otras organizaciones, no solo en temas de política exterior. Dicen “ay, sí, hay tratos crueles e inhumanos en las prisiones”... ¿Quién aprobó aquel convenio internacional sobre las penas y tratos crueles en lugares de reclusión? Fui yo. Entiendo como política el deseo de esta gente de seguir viviendo en el conflicto de la postguerra, pero es inadmisible para las nuevas generaciones, es inadmisible para la Guatemala que queremos. Y no lo digo porque el general pueda ser condenado. ¿Cuántos años le pueden quedar al general Ríos Montt de vida si tiene 87? La pregunta es: ¿cuántos procesos vienen después? No solo contra los militares, sino contra los azucareros, contra los dueños de tierra, contra todo el tema agrario...
¿Teme los efectos que una condena pueda tener en esos sectores?
Yo no temo a nada ¡No le temo a nada más que a mi Dios todo poderoso! Jajaja. Pero me preocupa Guatemala. Me preocupa que se abran cientos de procesos, que afecten a familias, personas en el sector privado, productivo del país, en el sector industrial, en el sector agrario de este país... Familias, familias.
¿Por qué espera juicios contra miembros del sector privado?
Porque ahí están los artículos en toda América del Sur, donde dicen que el sector privado cooperó con el Ejército.
¿Acaso no fue así?
Eso es lo que dice la izquierda. Nosotros tenemos principios que defender. Yo creo en el respeto a la ley, a la propiedad privada, a la libertad individual. Yo concibo la Justicia como “a cada cual lo suyo”. No creo en la justicia redistributiva. Y me preocupa que esto sea apenas la punta del iceberg. Cuando en el juicio preguntan a los testigos: “¿Usted qué perdió? ¿cuántos huipiles perdió?, ¿cuántas gallinas perdió?” Digan, ¿por qué estamos aquí? ¿No que esto es un tema de justicia, y el corazón y no sé que? ¡No, no, no! ¡Es un tema financiero! Es un tema de “aquí pongamos un monumento para ver cuánto nos pagan después”. Y eso no. No se juega con la gente. ¿Por qué la señora Menchú no agarró su premio Nobel y lo distribuyó entre la gente? ¿Por qué los organismos internacionales en vez de estar pagando mil empleados no van al Quiché y hacen una inversión, donde la gente pueda trabajar, o compran tierra donde la gente pueda formar cooperativas, trabajar, producir, o ponen un hospital? Porque quieren que la gente sea siempre ignorante. Y no funciona así. La gente es más libre cuanto más puede decidir sobre su vida, cuanto más poder adquisitivo tiene para hacerlo.
¿Cree que después de este juicio viene una pelea por la tierra?
Estoy segura de ello.
¿Y eso es totalmente injusto?
A la luz de los argumentos que están utilizando y de la manipulación, es totalmente ilegal e inapropiado.
¿Por qué es inapropiado?
Porque les están incentivando. No se está ensañando a la gente, se está sembrando discordia para que hagan esto. Les están manipulando. Porque si tienes un título privado sobre algo, eso es tuyo. Y haces con ello lo que quieras: si querés lo regalás, lo dividís, lo cortás, lo sembrás... o si no querés, no. Es tu propiedad. “Ah, como lo que haces no me gusta te lo voy a quitar” No. “Como hay un muerto ahí debajo te lo voy a quitar”. No. “Es que era de nosotros, era un lugar sagrado, y te lo voy a quitar”. No. Eso no me parece.
¿No es cierto que comunidades indígenas perdieron sus tierras?
Tendríamos que preguntarles a los españoles cómo se las quitaron, remontarnos a aquellos momentos para que ahí comience la cadena, jaja.
Tal vez sea la solución, pero me refiero al desplazamiento durante la guerra...
¡Es que así empieza! Pero en el momento en que ellos tenían esa tierra y la venden, y luego se van a beber el dinero que obtuvieron, ahora dime tú qué culpa tiene el nuevo dueño. El tema es, otra vez, la educación. Por eso muchas veces en los programas sociales no se le da la tierra en propiedad a uno, sino a la comunidad entera, porque si no venden la tierra, y a veces son las mujeres las mismas que cosechan y recogen el fruto y el hombre se embolsa la plata para comprarse un picop y no da un centavo para la comida. Aquí hay un tema de educación. ¿Porqué hay desnutrición en cooperativas que ganan más? ¡Porque no les dan a sus familias plata para comer!
Y según usted eso pasa más en zonas indígenas.
Sí, en zonas indígenas eso sucede mucho más. Siembran zanahoria, lechugas, que es algo que exportamos... pero preguntales si se toman una sopa de zanahoria. ¡No se la toman! Frijol y maíz... solo eso. No hay acompañamiento educativo. Hay un problema de estrategias de desarrollo.
¿Cómo encaja en esas estrategias el futuro de los pueblos indígenas, que representan un enorme porcentaje de la población del país?
Es que yo creo que no tenemos que considerarnos indígenas o no indígenas. ¡Trabajemos juntos! Mire, mi padre tuvo una abogada indígena en la primera parte del caso... El caso es que ellos tengan a su alcance iguales oportunidades que quien no es indígena.
¿Durante las últimas décadas los indigenas han tenido igualdad de oportunidades en Guatemala?
Lo que no ha habido es educación para el ejercicio de su ciudadanía como indígenas. Aunque esté la ley no saben ejercer su ciudadanía como indígenas, y eso es lo que los últimos gobernantes no han querido acompasar. En parte por eso yo soy progresista, porque creo que uno ha de acompañar ese movimiento y enseñarles cómo se hace. Para que sus hijas puedan ser maestras, puedan ser doctoras, alcaldesas, diputadas, con propio pensamiento y decisión.