Bogotá, COLOMBIA. Ningún incidente mayor ha interrumpido hasta ahora el diálogo que se desarrolla en Cuba, y las dos delegaciones –el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC– deberían concluir en breve el primer punto de su agenda: el desarrollo rural, origen del surgimiento de las FARC en 1964 a raíz de una insurrección campesina en este país en el cual la mitad de las tierras se encuentra en manos del 1% de la población.
“El balance de estos seis meses es positivo. Aunque el proceso podría ser más rápido, el primer punto está prácticamente cerrado”, dijo a la agencia AFP Ariel Ávila, experto en el conflicto armado colombiano de la Fundación Paz y Reconciliación.
Las FARC, que cuentan con unos 8,000 guerrilleros, considera que sus reivindicaciones en ese punto –principalmente la repartición de tierras no explotadas y la creación de zonas autónomas de reserva campesina– han sido escuchadas, y por ello se ha declarado “optimista” sobre la posibilidad de hacer unos primeros anuncios este mismo mes de mayo.
“Estamos satisfechos. No entiendo por qué dicen que el ritmo es lento”, comentó en estos días desde La Habana el comandante Iván Márquez, número dos de las FARC y jefe de la delegación guerrillera, al aseverar que “una paz mal hecha, a las carreras, es peor que una guerra”.
El presidente Juan Manuel Santos, que inicialmente planteó el mes de noviembre como el límite para un acuerdo, se muestra ahora más flexible, y por primera vez la semana pasada manifestó su intención de optar por la reelección en las presidenciales de 2014.
“No quiero que los muy positivos y profundos cambios que estamos realizando se queden en la mitad del camino o peor se echen para atrás”, justificó el mandatario de centro-derecha, en el poder desde 2010.
Ávila considera que la campaña electoral puede “calentar un poco las negociaciones, pero no será un obstáculo”, e incluso recordó que las FARC ya reaccionaron diciendo que Santos estaba en su “pleno derecho” de buscar la reelección.
Santos es percibido como el gran favorito para las presidenciales de 2014, pese a la dura oposición al proceso de paz de su predecesor, el muy popular expresidente Álvaro Uribe (2002-2010). Uribe, que durante sus ocho años de Gobierno llevó a cabo una política de combate sin cuartel a las FARC, acusa de traición a Santos, cuya candidatura impulsó luego de que éste se desempeñase como su ministro de Defensa.
“Uribe no logró entorpecer el proceso, pero tiene una capacidad de perturbación indudable”, constató Ávila.
Otros temas en agenda
Después del tema del desarrollo rural, la mesa de diálogo debe abordar el punto de las garantías para la participación política de la guerrilla, uno de los asuntos más polémicos de este proceso.
El jefe de la delegación gubernamental, el exvicepresidente Humberto de la Calle, defiende la idea de aplicar la justicia transicional, para que los jefes guerrilleros, condenados en ausencia por diversos delitos, puedan beneficiar de la suspensión del cumplimiento de penas.
La agenda contempla tres puntos más: las drogas ilícitas, el abandono de las armas, y la reparación a las víctimas.
El conflicto armado colombiano, en el que también han intervenido grupos de paramilitares de derecha y de narcotraficantes, ha dejado a lo largo de casi medio siglo unos 600,000 muertos y más de 3.7 millones de personas desplazadas por la violencia.
Y a falta de un cese el fuego bilateral en Colombia, descartado desde el principio por Santos para no ceder en la presión militar sobre la guerrilla, la lista de muertes sigue creciendo.
Desde noviembre, al menos 33 guerrilleros y 14 militares han fallecido a causa del conflicto, según un recuento de la agencia AFP.
Las hostilidades no amenazan, sin embargo, las conversaciones. “No habrá tregua, pero eso no debería perturbar el proceso de paz”, afirmó Ávila al evocar que la reciente muerte de uno de los jefes de las FARC en el suroeste de Colombia no motivó ninguna reacción pública de esa guerrilla.
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