Integrantes de las dos facciones de la pandilla Barrio 18 encarcelados en el Centro Penal de Izalco, en Sonsonate, entregaron el lunes una treintena de cuchillos y medio centenar de teléfonos celulares, como señal de que desean avanzar de una tregua a un proceso de paz permanente que permita reducir la violencia que genera el fenómeno de las maras en El Salvador.
Las dos grandes pandillas de El Salvador, el Barrio 18 y la Mara Salvatrucha-13, que cuentan con decenas de miles de integrantes, acordaron una tregua en marzo de 2012, con la mediación del obispo castrense Fabio Colindres y del ex jefe guerrillero Raúl Mijango, y como consecuencia de una negociación con el Gobierno del presidente Mauricio Funes
El promedio diario de homicidios en los meses previos era de 14 diarios, pero desde entonces (hace más de 14 meses ya) el promedio se ha mantenido en 6, lo que ha permitido al país dejar de ser el segundo más violento de América Latina, como lo era en 2011.
Desde que la Sala de lo Constitucional removió el pasado viernes 17 de mayo a los generales David Munguía Payés y Francisco Salinas de sus cargos como ministro de Seguridad y director de la Policía Nacional Civil respectivamente, las pandillas han convocado a los medios de comunicación dos veces en apenas tres días: el sábado 18 en Mariona, y el lunes 20 en la cárcel de Izalco.
Carlos Alberto Rivas Barahona (a) Chino Tres Colas, uno de los líderes del Barrio 18, reconoció que la tregua tiene avances “lentos”, pero que la pandilla “confía en que poco a poco este proceso se va a encaminar a algo más duradero”.
“Es algo difícil todo este proceso, pero todo lo bueno cuesta; estamos decididos a no dar paso atrás y estamos conscientes que para que la gente crea en nuestro compromiso debemos darles otras muestras de buena voluntad, de que realmente queremos una pacificación”, dijo Barahona a la AFP.
El comunicado
“Seguiremos contribuyendo a la superación del problema de la violencia con más y mayores gestos de buena voluntad, ya que estamos convencidos que este camino es el único que puede permitir la recuperación de la paz social”, señaló el Barrio 18 en un comunicado leído por uno de sus miembros con ayuda de un altoparlante.
“Invitamos al resto de nuestros compañeros internos, recluidos en los diferentes centros penitenciarios, a que se sumen a este esfuerzo, brindándole la sostenibilidad que se merece”, añadió el documento.
Tras la lectura de ese comunicado, un grupo de pandilleros sacó del interior de un salón contiguo a la cancha los cuchillos y los teléfonos, así como muchos otros teléfonos desarmados, los cuales colocaron en el piso frente a una mesa en la que figuraban varias personalidades, entre ellas Mijango.
Mijango tomó el micrófono y les recordó a los pandilleros que ellos también “son humanos y que tienen el derecho de ser escuchados”, tras lo cual los felicitó por la entrega de los teléfonos y los cuchillos, fabricados por los mismos reos con pedazos de lámina.
Tras el breve acto, los pandilleros se quedaron en la cancha, custodiados por una veintena de guardias de la Dirección de Centros Penales, quienes luego los trasladaron a la zona de celdas.
Según estimaciones oficiales, unos 10,000 pandilleros se encuentran recluidos en las cárceles del país por diferentes delitos, y otros 50,000 están libres.
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