El Ágora /

La Colección Nacional de Pintura y Escultura pasa de una bodega a un museo

Con la apertura de la Pinacoteca Nacional, el Estado trata de compensar una de sus deudas que ha mantenido durante 80 años con los artistas que donaron o vendieron su obra al Estado para que la población conociera un poco de la historia de las artes plásticas en el país. Las obras -una parte de ellas- dejaron las bodegas para por fin lucir en un museo: la ex Casa Presidencial, en el barrio San Jacinto.

Lunes, 28 de octubre de 2013
María Luz Nóchez

De la oscuridad a la luz. De una bodega a siete salas de exhibición. Ese fue el itinerario histórico del último viaje de la Colección Nacional de Pintura y Escultura que reúne las obras de arte propiedad del poder Ejecutivo. Ese destino de luz es la nueva Pinacoteca Nacional. También puede decirse que ha sido un viaje 'de vuelta al hogar', es decir a la ex Casa Presidencial ubicada en el barrio San Jacinto, de San Salvador, una casa que combina el estilo clásico con el Art Nouveau y que tuvo como primer inquilino al célebre Maximiliano Hernández Martínez, el dictador que inició en 1936 la adquisición estatal de obras de arte.

La artista y ex directora de la Sala Nacional de Exposiciones, Katya Romero sirvió como guía a la ministra de salud María Isabel Rodríguez en su recorrido durante la inauguración de la Pinacoteca.
La artista y ex directora de la Sala Nacional de Exposiciones, Katya Romero sirvió como guía a la ministra de salud María Isabel Rodríguez en su recorrido durante la inauguración de la Pinacoteca.

El 14 de octubre pasado, la Pinacoteca inauguró su primera exhibición. Con esta, la Secultura empieza a “ordenar la casa”, a inventariar y a catalogar. Hasta antes de la apertura, algunas piezas estaban relegadas al apilamiento en una bodega en la Sala Nacional de Exposiciones, en el parque Cuscatlán, donde algunas eran eventualmente exhibidas, y otras se utilizaban para la decoración. 

En esta primera muestra se exhiben algunas de las obras que estaban en la residencia del presidente, en sus oficinas y en algunas oficinas del Ejecutivo, según explicó a El Faro el coordinador de la Pinacoteca Nacional, Romeo Galdámez. El proyecto aspira ambiciosamente a reunir gradualmente toda obra que se haya obtenido con fondos públicos y que esté en posesión de los tres órganos del Estado y demás instituciones -incluidas las autónomas-, es decir que se haya comprado con dinero público. También toda la obra que los artistas donan al Estado salvadoreño a través de cualquiera de sus instancias. 17 días después de la inauguración se conoció que Galdámez renunció a la Secultura. Al respecto, dijo a El Faro que sus motivos eran personales y que respondían a la búsqueda de nuevas oportunidades de desarrollo profesional, que ya había cumplido su misión en la Secretaría. Galdámez es Licenciado en Artes Plásticas y trabajó en la institución como Coordinador de Artes Plásticas desde 2003 hasta febrero 2012, cuando Granadino lo ascendió a la Dirección Nacional de Artes. 14 meses después, a finales de abril de este año, se anunciaba que él sería el encargado del proyecto de la Pinacoteca y que Tatiana de la Ossa asumiría como nueva Directora Nacional de Artes.

A más de 80 años de haberse iniciado la colección, los proyectos de exhibición, conservación y depuración no habían pasado del papel, y los que habían pasado se quedaron a medias. Por ejemplo, en 2003 la Asamblea Legislativa la declaró como bien cultural, pero es hasta ahora, 10 años después, que la colección cuenta con un espacio exclusivo para su exhibición. La Sala Nacional ha tenido cambios en su infraestructura para albergar la colección, pero muy poco eco en cuanto a difusión. Ya en 1997 y 2009 se había puesto a la vista del público, pero nunca ha sido expuesta en su totalidad. De hecho, la colección nunca ha estado resguardada ni ha sido expuesta completamente en un mismo edificio o institución.

Ahora, la secretaria de Cultura, Magdalena Granadino, quien fuera directora de Artes Plásticas y de la Sala entre 1986 y 1989, parece que quiere hacer las cosas bien, y en el acto de inauguración de la Pinacoteca anunció la publicación de un catálogo que se distribuirá para que todos los salvadoreños conozcan la muestra y el inventario. El Faro solicitó a la Unidad de Acceso a la Información de la Presidencia el inventario de la colección, y a pesar de que una fuente de nivel ejecutivo de la Secultura confirmó que el documento estaba listo y de que la misma secretaria Granadino dijera en la inauguración de la Pinacoteca que el catálogo que lo incluye ya está en imprenta, el oficial de esta oficina, Pavel Cruz, respondió el viernes por la tarde que por tratarse de información que excedía del plazo de cinco años de haber sido generada, la fecha de entrega se prorrogaría por cinco días hábiles más. El Faro tuvo acceso a un inventario que data de 2010 en el que aparecen consignadas 187 piezas y su distribución entre las oficinas del Ejecutivo, de las cuales, 35 estaban repartidas entre la residencia y casa presidencial, la Secretaría Técnica de la Presidencia y la Secretaría de Cultura, 27 de las cuales no tienen atribuido el autor; y 14 en el Museo de Arte de El Salvador (Marte).

Granadino dijo que ya se ha abierto un proceso para elaborar un reglamento que normará la adquisición y donaciones de toda obra que entre a formar parte de la colección. Dos fuentes de la Secretaría explicaron que el borrador tiene dos meses de haber sido enviado al despacho de Granadino y a la gerencia de Asistencia Jurídica, y que están a la espera de las observaciones. La aprobación de este tipo de disposiciones le permitirán, por primera vez, a las autoridades de Secultura, elaborar un archivo completo que identifique la edad, la ubicación y la ficha técnica de cada pieza. Otra de las pretensiones del documento es que, una vez reunida toda la obra, se conforme un Concejo Curatorial que haga una depuración de las obras, según explicó una de las fuentes que pidió el anonimato porque nadie en la Secultura puede dar declaraciones sin previa autorización. Según esta fuente, hay algunas obras que comparadas con esas que han sido descritas como hitos de la plástica nacional, no califican para estar dentro de la colección. La intención no es deshacerse de ellas, sino crear subcolecciones que registren estas piezas por el movimiento bajo el cual fueron concebidas o la época.

Hasta la fecha, El Salvador no cuenta con un Museo Nacional de Arte, y la adquisición de obras por parte de Estado se ha realizado de forma desordenada: el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial han adquirido según el gusto de las autoridades de turno, algunas autónomas también. Paradójicamente, ni en el extinto Consejo Nacional para la Cultura y el Arte, ni en la actual Secultura ha existido una partida presupuestaria específica para la adquisición de artes plásticas. Desde el ejecutivo solo se han comprado en dos ocasiones: en 1936 para la exposición de arte de Costa Rica, durante el gobierno de Hernández Martínez, y en 1977 durante la presidencia de Carlos Humberto Romero, cuando se compraron obras de artistas salvadoreños, como César Menéndez y Augusto Crespín, a un precio simbólico y máximo de hasta 200 colones, como detalla Elena Salamanca en la investigación histórica sobre la Colección Nacional que realizó en 2010 para un proyecto de la Secretaría de Cultura y la Agencia Española para la Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID), dirigido por la artista Mayra Barraza.

La primera mirada a la Pinacoteca

Para la primera muestra de la Pinacoteca, la Secultura escogió al arquitecto Salvador Choussy como curador, quien en 1971 fue director de la Galería Nacional, que luego se llamaría Sala Nacional de Exposiciones, la cual hasta ahora había servido de hogar y vitrina a parte de la Colección Nacional.

De un total de 200 obras (entre pinturas, dibujos y esculturas) Choussy ha seleccionado 59 que a su criterio reflejan lo más representativo del desarrollo de la plástica nacional, y esas son las que se exhiben en la ex Casa Presidencial: “Nuestro objetivo ha sido, después de hacer un análisis de estas obras, tratar de que el público contemple con una mirada contemporánea el arte del pasado o lea el arte contemporáneo como parte de la historia”. Sin embargo, no todas las piezas seleccionadas forman parte de la colección debido a que el curador pidió a algunos artistas que hicieran el préstamo de una obra por considerar que la que está en el inventario no los representa adecuadamente. Así fue, por ejemplo, en el caso de la obra de Fernando Llort.

El discurso y la narrativa curatorial no ha dejado contentos a algunos de los curadores, pintores, directores de galerías y museos que asistieron a la inauguración. Desde el acostumbrado anonimato cuando se trata de hablar de la Secultura, dijeron a El Faro no entender la intención con la que están distribuidas las piezas. Choussy dice que también se lo dijeron a él en privado. En su defensa, el curador dijo “realmente los puse como yo quería y pensaba que deberían de estar expuestos, no están en orden cronológico ni por escuela, sino para formarse una idea de lo que se realizaba en El Salvador”.

Probablemente esa lectura desorganizada que percibieron algunos tenga bases en que la compra y adquisición de la Colección Nacional se realizó, por más de 80 años, “en desorden y con poca afinidad estética”, según explica Salamanca en el ensayo La mancha, la imagen y la nación: la Colección Nacional de Pintura y Escultura. El desorden no ha impedido, sin embargo, compilar obras que conforman el canon de la plástica nacional, entre ellas 'La Pancha', de José Mejía Vides, o la “Monja Blanca”, de Salarrué; “Después de la quema”, de Julia Díaz; “Figuras en el palco”, de Carlos Cañas; “Valle de Jiboa”, de Miguel Ortiz Villacorta; “Primera reforma agraria”, de Pedro Ángel Espinoza; el 'Lago de Ilopango', de Luis Laínez, y varias pinturas de Bernardo Crespín, Roberto Galicia, entre otros.

Para las autoridades, además de cumplir con el propósito de divulgar, la Pinacoteca puede ser un factor para seducir a los artistas que aún no figuran entre la colección para que donen sus obras. Curiosamente, la actual colección empezó a conformarse en la etapa de los gobiernos militares entre 1950 y 1970, y se ha nutrido de distintas formas: compras, donaciones y de los Certámenes Nacionales de Cultura, en cuyas bases se establece que la obra ganadora pertenece al Estado. Así, además de integrar piezas de clásicos de la plástica salvadoreña, en la colección también hay 11 réplicas de obras universales, como 'El Apóstol', de El Greco, o 'Betsabé', de Rembrandt; 'La Gioconda', de Da Vinci; 'El hombre del guante', de Tiziano, entre otras, realizadas por Julia Díaz, Noé Canjura y Raúl Elas Reyes. Estas obras, según el estudio de Salamanca, eran una retribución de los artistas que habían sido becados en Europa, y que estos debían hacer copias de cuadros de los grandes museos y enviarlos al país. 

Galdámez y Choussy están conscientes de que lo idóneo sería comprar las obras que posteriormente se integren, pero saben que las limitantes en el presupuesto no lo permiten: 'Lo ideal es tener un fondo y (que la iniciativa) sea parte de la misma dignificación del artista. Haremos cabildeo para que se gestionen esos recursos', dice Galdámez, y planteó como una posibilidad para que esto suceda la aprobación de una Ley Nacional de Cultura; sin embargo, la presidencia sigue sin dar iniciativa de ley al anteproyecto que desde junio anunció la secretaria Granadino que había sido entregado al despacho de Mauricio Funes.

Un ejemplo de legislación en esta área se puede observar en Costa Rica, que desde 2001 cuenta con un Reglamento de Adquisición de Obras de Arte por parte de Instituciones Estatales en donde se condiciona la compra a un dictamente curatorial que incluya: 1) Un razonamiento de la importancia de la obra dentro del desarrollo del arte costarricense; 2) Un análisis de las características formales y de los aspectos de contenido o discurso, de cada una de las obras sometidas a la aprobación de compra; 3) Expresión clara de la posición del curador externo, sobre la recomendación de adquisición o no de la obra examinada. 4) El precio de la obra o de lo contrario, una indicación sobre si existe algún otro modo de adquisición (donación, préstamo, fideicomiso) y; 5) Cuando ello sea viable por sus dimensiones, la obra que se pretenda adquirir deberá ser presentada ante la Junta Administrativa del Museo de Arte Costarricense.

Normativas como esta permitirían al Estado establecer un mejor control sobre lo que se compra, el aporte que implica su ingreso a la colección y evitar el peligro de que con las compras se beneficie a artistas por ser amigos de los funcionarios. Otras legislaciones y políticas incorporan temas como la fijación de un techo tanto para el presupuesto anual que se designa para la compra como para los montos máximos y mínimos que se pueden pagar por una pintura o escultura, aunque esto podría ocasionar, incluso, inconformidad entre los salvadoreños.

Durantre el primer trimestre de 2013 se generó un debate respecto a la destinación de fondos para la adquisición de obras de arte, y las prioridades que hay para invertir el erario público y si hacer ese tipo de compras es parte de las competencias de instancias distintas a Secultura. El debate se originó en la Asamblea Legislativa que en 2012 invirtió 150 mil dólares en piezas de arte. Para los legisladores de la Junta Directiva, sin embargo, la pertinencia de este acto es irrebatible, así como la potestad de estos sobre las obras. Así lo declaró en marzo Roberto D’ Aubuisson a El Faro, cuando se le preguntó si se había contemplado donar las obras de arte adquiridas por ellos a la colección que resguarda la Secultura: “Sería de locos comprar cosas para la Asamblea y regalárselas a alguien más”, dijo, y justificó que el que una pieza haya sido adquirida por la Asamblea Legislativa ya la convierte, automáticamente, en parte del patrimonio cultural del Estado. 

El 24 de septiembre de este año, la Secretaría de Cultura y la Asamblea suscribieron un convenio de cooperación entre ambas instituciones. Durante el acto protocolario, los funcionarios aprovecharon sus discursos para elogiarse el uno al otro por el trabajo que están haciendo en las instituciones que dirigen. Granadino celebró, incluso, la 'sensibilidad' de Sigfrido Reyes, presidente de la Asamblea, ante el arte y su visión de considerarlo como una inversión. El reconocimiento fue más allá: 'Yo siempre he pensado que tú deberías de ser el próximo Ministro de Cultura', le dijo. El acuerdo de cooperación mutua, que estará vigente durante dos años, no precisa más que 'enriquecer, apoyar e incentivar la actividad cultural y artística', y ceder las obras de arte adquiridas por la Asamblea no parece estar contemplado en el documento. El Faro le preguntó a Reyes si existía esa posibilidad y su postura fue la misma que la de su compañero de Junta Directiva, y soslayó diciendo que con el solo hecho de ser parte de la Colección de la Asamblea las obras ya formaban parte del patrimonio cultural del país. Sobre este punto, Galdámez está claro que el proceso de inventariar las obras fuera del ejecutivo llevará más tiempo: 'La idea es que toda obra que haya sido comprada con el erario público, ahora que se cuenta con el espacio idóneo y con las condiciones, sea este el lugar donde tiene que estar concentrado para presentárselo a la población. En las otras instituciones hay que hacer más trabajo de cabildeo y sensibilización para que sea de acceso público'.

A la inauguración asistieron la Primera Dama Vanda Pignato y el presidente de la Asamblea Sigfrido Reyes. Al finalizar el recorrido, se escuchó hablar a los funcionarios de las posibilidades de adquirir fondos para remodelar el otro extremo de la primera planta de exCapres para exhibir el resto de la Colección Nacional.
A la inauguración asistieron la Primera Dama Vanda Pignato y el presidente de la Asamblea Sigfrido Reyes. Al finalizar el recorrido, se escuchó hablar a los funcionarios de las posibilidades de adquirir fondos para remodelar el otro extremo de la primera planta de exCapres para exhibir el resto de la Colección Nacional.

*Nota actualizada el 1 de noviembre de 2013.


 

Lista de las obras que hasta 2010 aparecían registradas como parte de la Colección Nacional de Pintura y Escultura en el inventario de la Sala Nacional de Exposiciones Salarrué.

En esta lista aparecen 187 obras. Para llegar a las 200 de las que ahora habla Secultura habría que incluir las obras de Luis Vergara Ahumada que estaban en la ex Casa Presidencial y obras adquiridas entre 2012 y 2013. El inventario oficial actualizado fue solicitado mediante la Ley de Acceso a la Información Pública pero no hubo respuesta favorable hasta el cierre de esta nota.    

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