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Miedo y esperanza entre los empresarios ante la idea de una Cataluña independiente

El presidente catalán Artur Mas convocó para el 9 de noviembre de este año, con el respaldo del Parlamento, un referéndum de autodeterminación en el que se planteará si Cataluña quiere seguir siendo parte de España o no, pero Madrid lo quiere impedir. Entre los empresarios catalanes el independentismo suscita reacciones antagónicas, que van del entusiasmo radical hasta el pesimismo más absoluto.

Miércoles, 5 de marzo de 2014
Daniel Bosque (AFP) / El Faro

Barcelona, CATALUÑA. Refrescos con la bandera catalana, licores con nombres de héroes históricos de la región o una cerveza reclamando el voto por la independencia de Cataluña para el referéndum de autodeterminación propuesto para el 9 de noviembre... Lejos de esconder su ideología política, el empresario agroalimentario Ramón Carner la incorpora como parte de su negocio.

Desde 2007 comercializa una amplia gama de bebidas promoviendo el independentismo: desde el clásico cava de la región (una bebida similar al champán) a refrescos de cola y gintonics, cuyo éxito de ventas ha permitido compensar las pérdidas registradas en sus otras líneas de negocio, afectadas por la crisis y la caída del consumo en España.

Fundador del primer lobby de empresarios catalanes independentistas, Carner no esboza dudas sobre cómo se resolverían sus problemas.

“La única solución para que haya puestos de trabajo y la economía funcione es que los recursos de Cataluña se queden aquí. Nuestra única solución es convertirnos en un Estado independiente”, afirma Carner en su tienda de Sant Feliu de Codines, al norte de Barcelona, desde donde controla su pequeño conglomerado de empresas con una plantilla de 16 trabajadores.

Activo e implicado en su negocio, Carner, de 47 años, está en contacto permanente con sus clientes y sus proveedores, repartidos por todas las zonas de la región.

“Viajo por Cataluña a causa de mi trabajo y veo los problemas que pasan las pymes (pequeñas y medianas empresas) y las familias. Ves los polígonos industriales vacíos, jóvenes universitarios que han de emigrar porque no encuentran trabajo, no tenemos las infraestructuras adecuadas... Cuando te das cuenta de esto te rebelas”, explica Carner.

Pero este sentimiento no es unánime entre el empresariado catalán, una parte del cual mira con recelo el proceso impulsado por el presidente regional Artur Mas, que convocó para el 9 de noviembre un referéndum de autodeterminación que el gobierno español de Mariano Rajoy quiere impedir.

Carmen de Tienda, propietaria de una compañía de taxis de Barcelona, es una de las más reticentes, tanto por motivos ideológicos como económicos. En un escenario de secesión “las empresas se irán, las inversiones caerán, estaremos fuera de Europa al menos durante un buen tiempo... Las condiciones en que hemos vivido se verán notablemente deterioradas”, lamenta.

Su sector vive especialmente del turismo, explica, y de actividades como el Congreso Mundial de la Telefonía Móvil que se celebró la semana pasada en Barcelona.

“Con una Cataluña independiente, no creo que Barcelona tuviera actividades como este congreso ni tanto turismo. La ciudad perdería gran parte de su potencial”, augura De Tienda.

Ante esta incertidumbre, Joaquim Gay de Montellà, presidente de la principal patronal catalana, Fomento del Trabajo, llamó al diálogo entre Barcelona y Madrid para crear un marco de estabilidad política que favorezca la incipiente recuperación económica de la región.

Cataluña creció en términos de Producto Interior Bruto un 0.4% en el último trimestre de 2013, el doble que la española, y terminó el año con un 1.9% más de ocupación que en 2012, dejando la tasa de desempleo en el 22.3% respecto al 26% del conjunto del Estado.

Además, la región, que representa una quinta parte del PIB estatal, lidera las exportaciones y el turismo en España, dos de los sectores que impulsan hacia la incipiente recuperación económica. “La economía que está más en marcha en este momento en el sur de Europa es la economía catalana”, dijo el presidente catalán Artur Mas el pasado 12 de febrero.

La crisis económica y el empobrecimiento generalizado de la población han espoleado el malestar entre la sociedad catalana que, pese a denunciar un déficit fiscal con el Estado de $22,000 millones anuales, ha visto cómo el gobierno regional debía pedir $12,500 millones prestados a Madrid para no quedarse sin liquidez.

En el origen de la deriva independentista de Mas se encuentra la rotunda negativa del conservador Mariano Rajoy, exponente del nacionalismo español, a aumentar la autonomía fiscal de la región en septiembre de 2012.

Un anhelo, el de mejorar la fiscalidad catalana, que comparte la mayoría del empresariado, incluso los más beligerantes hacia la secesión como Carmen de Tienda. “Yo quiero para Cataluña la mayor cantidad de dinero posible porque creo que es un motor de España y siempre lo ha sido”, asegura.

© Agence France-Presse

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