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Quijano buscó un acuerdo con las pandillas tras perder la primera ronda

Después de meses de declararse enemigo de la tregua entre pandillas y tras la derrota en primera ronda, el candidato presidencial de Arena envió un emisario para que ofreciera a los líderes pandilleros un trato: un gobierno suyo los tomaría en cuenta para diseñar políticas de seguridad pública a cambio de que para la segunda ronda dejaran de presionar a los ciudadanos sobre cómo votar.


Lunes, 21 de abril de 2014
Gabriel Labrador

Menores de edad pertenecientes a la pandilla MS-13 posan para los medios de comunicación durante el acto oficial de proclamación de Ilopango como un
Menores de edad pertenecientes a la pandilla MS-13 posan para los medios de comunicación durante el acto oficial de proclamación de Ilopango como un 'Municipio libre de violencia' en enero de 2013. Foto archivo El Faro/Mauro Arias

Dos días después de sufrir la derrota por más de 10 puntos en la primera ronda de la elección presidencial, el candidato del partido Arena, Norman Quijano, hizo una llamada telefónica. Su interlocutor escuchó cuando le pidió que hiciera lo que Quijano pasó diciendo durante toda su campaña que nunca haría: 'Me pidió que yo hablara con ellos, con las pandillas, para explicarles el enfoque integral del tema'.

Arn Richard Lüers, conocido como Paolo Lüers, un exguerrillero que ha trabajado en el equipo de Raúl Mijango en el proceso de tregua entre pandillas, se refiere a lo que Quijano ofrecía hacer respecto del problema de pandillas en caso de ganar la Presidencia de la República: aunque en muchos de sus anuncios de campaña, el candidato arenero se declaraba enemigo de la tregua entre pandillas y auspiciada por el gobierno, aquel 'enfoque integral' incluía, al menos en papel, una apuesta por la reinserción. Y Lüers, en nombre de Quijano, ofreció a las pandillas que un eventual gobierno de Arena les garantizaría interlocución y ser escuchadas en el diseño de políticas de seguridad pública, a cambio de que no predispusieran a los votantes contra Arena para la segunda ronda electoral del 9 de marzo. 

Derrotado el 2 de febrero después de meses de asegurar que jamás negociaría con pandilleros y tras varias semanas de denunciar públicamente que las pandillas presionaban a los ciudadanos en algunas comunidades para que votaran por su rival del FMLN, Quijano llamó aquel 4 de febrero a Lüers: 'El día siguiente de la primera vuelta, Norman y el Coena tuvieron sus reuniones y un día después Norman me llamó por teléfono y me dijo, medio en clave, que iban a cambiar el enfoque de la campaña', dice el exguerrillero.

Quijano, cuyo rostro salía en entrevistas reclamando que la Mara Salvatrucha y el Barrio 18 estaban favoreciendo electoralmente al FMLN porque este había pactado con ellas, finalmente decía Lüers que el equipo de campaña suavizaría el discurso contra las pandillas tal como él recuerda haber sugerido a Quijano al menos desde diciembre. Para entonces, sin embargo, el daño ya estaba hecho, y lo que el candidato y alcalde de San Salvador intentaba era mejorar sus posibilidades para la segunda ronda prevista para un mes más tarde, el 9 de marzo.

Quijano incluyó en su mensaje a las pandillas una promesa: si ganaba la Presidencia, iba a haber una interlocución permanente.

Lüers estaba seguro de que no iba a ser fácil comunicar el verdadero enfoque de campaña por el simple hecho de que durante los meses previos, desde mayo de 2013 hasta febrero, el combate frontal contra las pandillas había sido la piedra angular del mensaje. “Yo no estoy de acuerdo con pactar con criminales, decía el alcalde en los primeros promocionales allá por mayo, cuando Francisco Flores ya era el jefe de campaña. “El FMLN le ha entregado la ciudad a los delincuentes. El gobierno los utiliza como interlocutores...' reclamaba Quijano en declaraciones a la prensa. Y el tono subió de nivel hacia finales de enero cuando Quijano desafiaba en público a su contrincante Salvador Sánchez Cerén, vicepresidente de la República. “Usted y su gobierno tienen un oscuro y cobarde pacto con las maras. Usted brinda beneficios y protección a los mareros (...) Salvadoreño, yo sé que tú me entiendes. Haré lo que tenga que hacer para que nuestro país quede libre de maras”, decía el alcalde en un spot publicitario lanzado solo unos días antes de la votación del 2 de febrero.

Pero apenas 13 días después de ese último mensaje de confrontación, ya con los adversos resultados del 2 de febrero de por medio, el mensaje de campaña cambió los acentos y enfoques por otros más suaves. “Para combatir la delincuencia debemos trabajar en la prevención y en la firme aplicación de la ley (...) Nuestros jóvenes tienen que tener más opciones que unirse a la delincuencia”, decía el candidato en un spot en el que aparecían canchas, piscinas, niños y jóvenes practicando deporte, sonrientes.

Este cambio en la campaña fue un intento de enviar mensajes de agrado a las dos principales pandillas del país. Lo que nunca se supo fue que el origen de esa transformación del mensaje había llegado a Arena de la mano de una de las personas que más de cerca ha conocido el proceso de la tregua entre la Mara Salvatrucha y el Barrio 18, vigente desde marzo de 2012, y propiciada por el gobierno para bajar la tasa de homicidios a cambio de beneficios penitenciarios para los líderes pandilleros.

Habría sido difícil imaginar una noticia que, antes del 2 de febrero, relatara que la campaña de Arena daba un giro como parte de unos acercamientos que estaba teniendo con las dos pandillas más importantes del país. Y aunque después del 2 de febrero un replanteamiento en la estrategia arenera era lo más esperable, un hecho como la existencia de esos acercamientos era sorprendente.

El viernes 7 de febrero un diputado de Arena me llamó y me contó, indignado, que parte del plan de Quijano para remontar la derrota del 2 de febrero incluía acercarse a las pandillas. Dijo que el día anterior, durante una reunión con la bancada legislativa, Quijano expuso tres medidas inmediatas que tomaría para revertir el resultado de la primera vuelta. Una de esas estaba relacionada con las pandillas. “Ahora resulta que, después de tantos meses diciendo que dialogar con pandillas es lo más oscuro que hay, nosotros vamos a hacer lo mismo. ¡Imagínese”, me dijo el legislador.

Añadió que el plan de Quijano era lograr que las pandillas no incidieran negativamente en el resultado de Arena en la segunda vuelta y por eso pediría a Lüers, hombre cercano a Arena, que hablara con los pandilleros y les solicitara que desmontaran una campaña de amedrentamiento a ciudadanos para que estos no tuvieran miedo de ir a votar. Esa campaña, según Lüers, incluía robo de documentos únicos de identidad y amenaza para que votaran a favor del FMLN. Para Arena, aquellas eran algunas de las causas por las cuales el partido había salido tan mal en la elección del 2 de febrero.

Varios diputados areneros, incluso desde el anonimato, prefirieron callar sobre aquella reunión del 6 de febrero. Uno de los miembros de la Asamblea Departamental Conjunta de Arena en San Salvador me dijo que Lüers había logrado, en nombre de Quijano, sentarse a platicar con los representantes de las ranflas nacionales de la MS-13 y del Barrio 18. Lüers se negó a hablar hasta después del 9 de marzo, fecha de la segunda ronda electoral.

Ese domingo 9 de marzo, aunque perdió, Arena redujo sensiblemente la ventaja que le sacó el FMLN un mes antes. Obtuvo 400 mil votos más que el 2 de febrero lo que redujo a 0.22 % la ventaja inicial. En Arena lo atribuyeron a un gesta histórica de la ciudadanía, a que la competencia se había reducido a dos contrincantes y que había ocurrido un despertar de organizaciones de la sociedad civil que promovieron el voto arenero y sacaron raja del caos en Venezuela. 

Lüers dice que pidió a las pandillas tres asuntos puntuales: que dejaran de asustar a la gente para que no fueran a votar; que dejaran de quitar o robar los documentos de identidad de los votantes; y que cesaran de presionar o amenazar a la gente para que votara sí o sí por el FMLN. “Ellos estaban dispuestos a anular la campaña que afectaba a Arena si veían algo, una señal a cambio proveniente del partido. Los spots de publicidad que salieron dos semanas después del 2 de febrero era parte de lo que las pandillas querían ver, sin eso habría sido imposible”, explica Lüers.

Lüers cuenta que informó de sus gestiones en nombre de Quijano a los dos mediadores de la tregua, Raúl Mijango y Fabio Colindres. “Esa es la regla: cualquier gestión que se haga, si afecta el proceso de la tregua, mejor no se hace. Si hubiéramos concluido que mi gestión en nombre de Norman afectaba el proceso, yo no hubiera seguido”, dice Lüers.

El Faro buscó una entrevista con Quijano para preguntar al alcalde por qué si durante meses de campaña manejó un discurso de condena a las pláticas con pandillas, bajo la mesa intentaba arreglos con ellas. La petición se hizo 10 días antes de la Semana Santa, a la alcaldía de San Salvador, a donde Quijano volvió a inicios de mes, pero hasta el cierre de esta nota no ha habido respuesta.

El 29 de enero, tres días antes de la primera vuelta, Quijano presentó en un hotel a una decena de académicos y exfuncionarios que, según explicó ante las cámaras, conformarían un equipo que seleccionaría a las mentes más capaces para que, a futuro, conformara su gabinete de gobierno. Joaquín Samayoa* y Facundo Guardado iban a ser los encargados de trabajar el tema de seguridad. Samayoa es director de investigaciones de la Fundación Empresarial para el Desarrollo Educativo (Fepade). Guardado fue guerrillero, diputado y también candidato a la presidencia por el FMLN en 1999. 

El hermano de Samayoa, Salvador, expresidente del Consejo Nacional de Seguridad Pública (CNSP) y también exmiembro de la guerrilla, se integró a trabajar con Quijano, según cuenta Lüers. La inclusión de Samayoa fue bien vista por las dos ranflas. “Ellos lo estiman mucho a él por su trayectoria en el Consejo. Chamba, le dicen”, cuenta Lüers.

Salvador Ruano, el alcalde de Ilopango, uno de los municipios que han implementado una negociación con las dos principales pandillas del país con el objetivo de reducir los homicidios a nivel nacional, explica que él intuía la derrota del 2 de febrero, principalmente porque sabía que había cosas de la campaña que no estaban marchando bien. 'A nosotros nunca nos llegó un mensaje, por escrito, de cuál era el enfoque de la campaña', dice Ruano. Él también intentó, aunque sin éxito, cambiar la manera en la estaban enfocando el tema de la delincuencia. 

Ruano recuerda una reunión en la colonia Escalón, dos o tres meses después de que el expresidente Flores llegara a dirigir la campaña de Quijano. El expresidente Flores estaba presente y los alcaldes cargaban con la inquietud del discurso antitregua de su candidato. “Intercambiamos ideas con Flores y algunos diputados y ellos no estuvieron de acuerdo. Yo les dije que los alcaldes éramos los que teníamos el problema en nuestros territorios, que nosotros convivíamos con ellos y que por tanto teníamos insumos. Pero básicamente no pasó nada. Me fui de esa reunión antes de que terminara y no me volvieron a invitar”, cuenta Ruano.

Ernesto Muyshondt, vicepresidente del Consejo Ejecutivo Nacional (Coena) de Arena, admite el viraje que hubo tras la derrota del 2 de febrero y también el encargo que Quijano hizo a Lüers para buscar a las pandillas. “Yo lo veo más como que se empezaron a destacar propuestas del Plan País orientadas a la reinserción, y coincidió con que salieron a la luz pública como asesores de seguridad personas como Paolo, Facundo Guardado, Francisco Bertrand Galindo, Salvador Samayoa, quienes de alguna manera habían apoyado la construcción de Plan País”, dice Muyshondt.

Lüers también dice que, más que una negociación, fue un ofrecimiento y el establecimiento de un puente de comunicación. 

—Era importante que ellos vieran que yo podía ser un interlocutor, no como ministro ni nada de eso, sino como una persona a quien Norman escucha y que a la hora de hacer las políticas de seguridad ahí iba a estar yo y ellos iban a tener acceso directo.

—¿El Coena también estaba de acuerdo con que antes del 2 de febrero el tema de la seguridad estaba desenfocado?

—Norman y Jorge Velado estaban de acuerdo pero era Paco quien se imponía.

Los platos rotos por haber desenfocado el mensaje en el tema de seguridad los pagó el propio partido que en cuanto terminó la primera vuelta electoral convocó a una reunión urgente a los alcaldes, diputados y otras estructuras de todo el país. En esa reunión del 4 de febrero, en la sede del partido en la colonia Flor Blanca, los alcaldes hicieron pública su queja. Ellos habían intentado hacer campaña en sus territorios pero sencillamente la campaña mediática no ayudaba. 'Los que pisamos el terreno es a quien nos metió en problemas con ese mensaje”, decía uno de los líderes municipales en el departamento de San Salvador.

A partir de aquella catarsis de los alcaldes, se decidió que Arena impulsaría un nuevo mensaje de campaña, y para que las pandillas lo conocieran, lo escucharan y lo entendieran, fue que Quijano pidió a Lüers que interviniera en el territorio. Lüers cuenta que también tuvo reuniones con militancia de otros partidos tradicionalmente aliados con Arena. En San Vicente, por ejemplo, Lüers se reunió con las bases del PCN. De cara a la segunda vuelta, el PCN necesitaba razones para extender sus votos hacia Arena.

Lüers cuenta que de aquellas pláticas con las pandillas a lo largo del mes de febrero obtuvo el compromiso de que los muchachos no presionarían ni forzarían a nadie a votar a favor o en contra ni del FMLN ni de Arena. A cambio, Lüers prometió que ellos, como pandillas, serían escuchados por el gobierno si Quijano llegaba a la silla del Ejecutivo y que tendrían voz en el momento de la creación de los planes de rehabilitación y reinserción.

Muyshondt insiste en que no hubo negociaciones con las pandillas y que cualquier gestión que hizo Lüers frente a cualquier interlocutor fue como parte de las correcciones que hizo el partido para aclarar, después de la primera vuelta y de cara a la segunda, cuál era el 'mensaje completo' de Arena en temas de delincuencia. “Había una serie de cosas que no se habían destacado en la primera vuelta, que se empiezan a destacar en la segunda vuelta. Pero no fue una negociación, ni nada por el estilo con las pandillas. De hecho, todo lo que se comunicó para la segunda vuelta ya estaba contenido en Plan País”, dice Muyshondt, quien se desentiende del mandato que Lüers recibió de Quijano.

—¿Fue sugerencia del Coena que Norman pidiera a Paolo...?

—Fue sugerencia del Coena que se destacaran otros elementos del Plan País.

—¿Quién decidió incluir a Paolo Lüers en esto?

—Esa fue una decisión de Norman que nosotros respetamos y apoyamos. Creo que Paolo es una persona valiosa en algunos temas, y puede aportar mucho.

—¿Entonces él colaboró en Plan País?

—Entiendo que sí, no sabría asegurarlo. Sí sé que en el tema de prevención y reinserción él puede aportar a un gobierno dentro del plan de seguridad.

Pero la participación de Muyshondt va más allá. Al igual que Paolo Lüers, él y Ruano gestionaron reuniones para aclararle a los votantes de municipios afectados por pandillas cuál era el “verdadero” mensaje de Quijano en el tema de seguridad. Muyshondt dice que en esas reuniones no había pandilleros sino solo familiares y personas que convivían con ellos en un territorio determinado. Fueron dos reuniones, una antes del 2 de febrero y otra después, y ambas, según explicó Muyshondt a El Faro, fueron organizadas por el alcalde Ruano. “No había pandilleros en esas reuniones en las que yo participé, no que yo sepa. Y lo que hicimos fue explicar en profundidad cuáles son las medidas que el doctor Quijano estaba proponiendo para acabar con la delincuencia. Insisto, nunca se trató de una negociación de nada ni mucho menos”.

¿Por qué Arena no pidió el voto a pandillas? En diciembre, Muyshondt dijo a La Prensa Gráfica que estaban dispuestos a perder todos los votos de los pandilleros que fuera necesario porque querían dejar claro que jamás pactarían o negociarían con grupos criminales.

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