Al llegar a la ex casa presidencial en el barrio San Jacinto, ya sea por el parque Juan José Cañas, frente al colegio El Espíritu Santo, o por el parque Felipe Soto, que colinda con el Zoológico Nacional, se pueden observar una serie de banners en donde se anuncia la Pinacoteca Nacional y los horarios de visita. No obstante, al llegar al recinto entre martes y domingo los salones están con cero iluminación y ventilación, y las puertas con llave. La placa que marca la inauguración de este museo permanece, al igual que la leyenda de cada una de las siete salas que se inauguraron en octubre del año pasado.
En las oficinas del Centro Cultural San Jacinto no hay nadie que dé información de cuántas obras han sido trasladadas, y solo explican que desde que inició la administración de Ramón Rivas como secretario de Cultura, en junio pasado, se dio la orden de apagar las luces, cerrar la Pinacoteca y cancelar los recorridos. La orden la dio el secretario de Cultura, dijo Édgar Barrera, quien hasta junio de este año fuera el asistente de producción de Vive San Jacinto, porque en ese espacio se montará el Museo de Historia Nacional.
Para Rivas, las razones para cerrarla tienen que ver con ubicación, falta de seguridad y ya no duplicar esfuerzos. 'La Pinacoteca ya no existe. Lo fundamental es que [el espacio] se ha destinado para la conformación del Museo de Historia, una deuda que tiene este país. Toda la ex Casa Presidencial va a ser ocupada para ese propósito', declaró el funcionario a El Faro.
El 14 de octubre del año pasado, a las 7 de la noche, la entonces primera dama, Vanda Pignato, y el presidente de la Asamblea Legislativa, Sigfrido Reyes, entre ministros y otros funcionarios de primer nivel, se dieron cita en la ex Casa Presidencial en San Jacinto para recorrer junto a Magdalena Granadino, entonces secretaria de Cultura de la Presidencia, la Pinacoteca Nacional, un hito que por fin le daba un espacio exclusivo a la Colección Nacional de Pintura y Escultura para ser expuesta y a la vista del público. Para las autoridades, abrir este espacio era “un acto de justicia a los artistas, que pese a las adversidades, cruzaron fronteras más allá del Atlántico o llegaron a galerías de enorme valía, al tiempo que exhibían su visión desgarrada y crítica de los tiempos de los que fueron testigos”, según rezaba el comunicado de la inauguración.
En ese momento, varios curadores, pintores, directores de galerías y museos que asistieron a la inauguración expresaron sus críticas al discurso y la narrativa curatorial de la exposición inaugural, a cargo de Salvador Choussy, dijeron a El Faro no entender la intención con la que estaban distribuidas las piezas, y Choussy dijo que también se lo dijeron a él en privado. Sin embargo, todos coincidían en que la existencia de la Pinacoteca era una buena noticia para la plástica nacional, de hecho, fue una de la pocas acciones de Granadino que obtuvo respaldo casi unánime de la comunidad artística.
'Es un hecho lamentable que se haya cerrado un espacio recién inaugurado y todavía más que no se hayan hecho públicas las razones por las que se hizo', dice el pintor Roberto Galicia al ser consultado por El Faro sobre la clausura de este espacio, que para él, en alguna medida, resolvía el problema de que la colección nacional no se expusiera. Galicia es el director del Museo de Arte de El Salvador (Marte) y fue presidente del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura) de 1995 a 1999. Rivas ha anunciado públicamente el proyecto del Museo de Historia Nacional, pero ha omitido mencionar que a este proyecto le antecede el cierre de la Pinacoteca.
La creación de la Pinacoteca, más allá del discurso diplomático y meramente artístico, en realidad se trataba de un desagravio, se estaba saldando una deuda de 80 años con quienes donaron o vendieron su obra al Estado, ya que a 8 décadas de haberse iniciado la colección, los proyectos de exhibición, conservación y depuración no habían pasado del papel, y los que habían pasado se quedaron a medias; y solo en 1997 y 2009 se había puesto a la vista del público la Colección Nacional. De hecho, nunca había estado resguardada ni había sido expuesta completamente en un mismo edificio o institución.
Ahora, la Secretaría de Cultura que dirige Rivas ha deshecho el desagravio, y aunque las obras ya no están en oficinas sirviendo como decoración, ahora, las que no quedaron encerradas en la expinacoteca han vuelto a una bodega en la Sala Nacional de Exposiciones, en el Parque Cuscatlán, y algunas piezas son exhibidas en la residencia presidencial, en la Colonia Escalón, donde se ha instalado el Museo de Identidad Nacional.
Este nuevo museo, que estima les tomará dos años completar, deja de lado otra de las deudas que tiene el Estado: la creación de un Museo Nacional de Arte. Cuando se cortó la cinta que dio por inaugurada la Pinacoteca, Romeo Galdámez, el encargado de esta nueva sala de exhibición, explicaba que aspiraban ambiciosamente a reunir gradualmente toda obra que se haya obtenido con fondos públicos y que esté en posesión de los tres órganos del Estado y demás instituciones -incluidas las autónomas-, es decir que se haya comprado con dinero público. También toda la obra que los artistas donan al Estado salvadoreño a través de cualquiera de sus instancias.
En cuanto a ubicación, a Rivas le parece que por ser la ex Casa Presidencial un lugar vigilado por el Ministerio de la Defensa Nacional, no es de fácil acceso al público, pero tampoco lo es el Museo de Identidad en la residencia presidencial, vigilada por el Estado Mayor Presidencial.
La Sala Nacional de Exposiciones ha tenido cambios en su infraestructura para albergar la colección, pero muy poco eco en cuanto a difusión; ahí aguarda la mayoría de la obra a la espera de ser trasladada nuevamente, en condiciones ambientales inadecuadas. La historiadora Elena Salamanca, quien en 2010 realizó una investigación histórica sobre la Colección Nacional para un proyecto de la Secretaría de Cultura, dirigido por Mayra Barraza, dejó claro su diagnóstico en su estudio: 'La pintura debe estar sometida a procesos de conservación y a una temperatura adecuada. La Sala Nacional de Exposiciones tampoco reúne las condiciones adecuadas para resguardarla, sobre todo las espaciales'.
'Nuestra responsabilidad es proteger y mostrar', dice Rivas, y asegura que devolverla al Parque Cuscatlán es dejar de duplicar esfuerzos y darle a la Sala Nacional su verdadero valor, pero no deja claro si eso significa que la Sala Nacional será el hogar definitivo de la Colección Nacional ni si para eso se dotará de las condiciones adecuadas para conservar esa parte del patrimonio artístico e histórico de El Salvador.