Miguel Sáenz Varela es un líder histórico dentro de las filas del FMLN. No roba foco ni los flashes de las cámaras como el resto de la cúpula del partido. Su peso ideológico, sin embargo, particularmente después de que falleciera Schafik Hándal en 2006, no pueden pasarse por alto dentro del Frente. Y él lo sabe. Por eso se permite ciertas licencias que otros callan. Sus declaraciones son una clara advertencia para aquellos que buscan cambiar la esencia del FMLN y buscan en la organización el beneficio propio, pero estará por verse si quienes piensan como él siguen siendo mayoría.
Aunque Sáenz defiende la candidatura del empresario Nayib Bukele a alcalde de San Salvador y elogia la gestión del expresidente Mauricio Funes, envía mensajes para todos aquellos que ondearon las banderas del reformismo para derrocar a la dirección que él representa. Además, acepta que en el pasado expulsaron a quienes pensaban diferente y el hecho de que ahora figuren de nuevo en el partido no garantiza que no pese sobre ellos una vigilancia ideológica. 'El partido no ha renunciado al socialismo'.
Cuando se le pregunta cómo es que siguen en el FMLN, responde: 'Parece, parece. Los conocemos bien, bien. Conocemos sus relaciones nacionales e internacionales. Sus actuaciones en el país. Todo conocemos'. Y añade: 'Hay cierta gente que no la vamos a recibir en el partido. No la vamos a recibir. Se lo digo con toda claridad. Rotundamente, no. Porque los conozco bien. Sé lo que se proponen, sé lo que pretenden. Afortunadamente son pocos'. ¿De quiénes habla?
Usted es una figura histórica dentro del FMLN, que vio nacer al partido político, vivió sus enfrentamientos internos de 1997, 2001 -con la expulsión de Facundo Guardado-, y la imposición de la corriente revolucionaria socialista en los procesos internos de 2003 y 2004. Hablemos de los dos estilos de los dos gobiernos del FMLN, el primero con una persona ajena al partido, y el segundo con un excomandante guerrillero como presidente. ¿Cuál estilo le ha gustado más?
Lo que uno tiene que hacer es respetar el estilo. A Mauricio Funes le tocó el escenario de sustituir los 20 años de Arena. Eso genera un escenario político un poco complicado donde el elemento de confrontación rápidamente salta. Y no se le reconoce que él abrió los espacios para un ejercicio más democrático de gobernar.
¿Usted es de los que cree que para el FMLN era un fin en sí mismo llegar al gobierno?
Eh…
Es que Schafik Hándal decía —en una última conversación que El Faro tuvo con él— que no era un fin en sí mismo…
Es que no es el fin, es un medio…
Y en esa conversación él decía que había que cuidarse de gente que quería usar al partido como escalera, a propósito del interés de Funes en ser candidato presidencial del FMLN.
Schafik insistía en ese aspecto, pero eso es producto de la sociedad y del sistema en el que vivimos. El sistema, el modelo puesto en práctica neoliberal ha producido cambios ideológicos. El modelo neoliberal no solo tiene el componente económico. También tiene el componente cultural, ideológico, militar e influye en toda la sociedad. Ahí estamos incluidos hasta los que nos creemos con mucha capacidad analítica. AUn a nosotros nos influye mucho el sistema. Y eso es así porque cada 24 horas nos están bombardeando. No niego que pueda haber gente en el partido que piensa que el partido es un trampolín.
No, a lo que me refiero es a cómo se ha discutido la transformación del FMLN. Schafik Hándal decía: la gente, es muy sabido, no vive según piensa, sino que piensa según vive. Quisiera, a partir de esa frase, que nos explique cómo piensa el FMLN en el gobierno.
Eso es uno de los trabajos más importantes que el partido tiene presente. No es fácil producir esa transformación, crear esa nueva mentalidad, esa nueva forma ideológica de decir, “yo soy miembro del FMLN”, pero no en forma de trampolín, sino para estar dentro de ese sujeto político para construir las transformaciones en el país. Cambiar eso en la cabeza…
De eso queremos hablar.
hay otro elemento determinante: todos tenemos necesidades de todo tipo. Y tenemos que satisfacer esas necesidades. Entonces, a muchas personas se les ocurre cómo satisfacer sus necesidades y piensan que el partido les puede dar el empujón, les puede servir. El FMLN le insiste a la militancia que el partido no debe ser su trampolín. Pero una cosa es que nosotros insistamos y otra cosa es lo que nos ocurra en la práctica. Yo soy objetivo y transparente hasta donde puedo. Yo no le voy a negar que en el partido no tengamos gente que lo usa de trampolín [al FMLN]. ¡Claro que existen! ¡Por supuesto!
¿Y usted no cree que el expresidente Funes usó al partido como trampolín, como presagiaba Schafik?
Yo no creo que lo haya usado como un trampolín, porque no fue una ganga para él ser presidente en el momento en el que llegó y tener que afrontar las situaciones que tuvo que afrontar. Y la valentía y la firmeza con que las afrontó.
¿Entonces pudo ser al revés: que el expresidente Funes haya catapultado al partido, que nunca había ganado una elección presidencial?
No. Nosotros discutimos seriamente la candidatura de Mauricio partiendo de un objetivo: nosotros lo que necesitamos es ganar, desplazar a Arena del gobierno. Segundo: buscar a una persona que reúna los requisitos para lograr ese objetivo. Después de analizar a una gama de personas que teníamos, vimos que Mauricio Funes reunía los requisitos. Y la vida nos demostró que no fue una decisión equivocada. Claro, como toda persona, tiene cualidades y defectos.
Quizás al FMLN le supo agridulce esa victoria, porque funes fue muy tajante a la hora de corregirle la plana al partido. Hubo eventos en los que Funes ni le daba la mano al actual presidente, Sánchez Cerén.
Es que en el ejercicio del gobierno ocurren muchas cosas y eso fue una cuestión inicial. Yo deduzco que Mauricio se cuidó mucho de algo que yo creo muy importante y correcto: saber distinguir la naturaleza de lo que es el gobierno y lo que es el partido. No es lo mismo. Por lo tanto, tiene que guardarse esa diferencia. Creo que él tenía eso muy en mente. En determinados momentos, en la práctica, a la hora de abordar las situaciones entramos en choque. Eso fue así, claramente; pero superamos el problema. Tuvimos la capacidad política para abordar el problema. ¿La derecha qué pensaba y cómo trabajaron los medios para profundizar esa situación y que llegáramos a una ruptura? ¿Lo lograron? ¡No lo lograron! Tuvimos suficiente sensatez y madurez política. Y desde un punto de vista estratégico no hubo diferencias.
José Luis Merino me decía hace tiempo que el partido se dio cuenta de que es importante en su estrategia transformar la economía, crear empleos. Eso me suena a mí a un cambio de concepción en el partido: abandona la idea de cambiar el sistema, como decían incluso poco después del triunfo de Funes, y ahora lo más importante parece ser seguir siendo el partido en el gobierno.
Tenemos que estar claros en una cosa: llegar al gobierno no es tener todo el poder. Es parte del poder y el gobierno es parte del poder. Es una parte importante porque es parte del aparato del Estado, pero no es todo. Llegar al gobierno es tener acceso a una parte del poder. Muy importante, por supuesto. Pero la transformación del sistema es un proceso que no es fácil. No es fácil porque significa que usted tiene que manejar transformaciones, no solo cambios. Porque los cambios, acumulativamente, constituyen elementos para producir una transformación, pero si nos quedamos solo en los cambios, la cosa no camina.
¿Qué se necesita?
Se necesita satisfacer las necesidades inmediatas de esos sectores. Si usted no le resuelve esos problemas, olvídese… La gente no es tonta. Va por resultados. Si el problema es el desempleo, hay que resolverlo. Y no es tarea fácil. Estamos trabajando en eso. Estoy convencido de que el verdadero elemento dinamizador de las transformaciones no es el gobierno, no es el aparato del Estado. Es la sociedad organizada. Por eso cómo se preocupa Salvador (Sánchez Cerén) de estar en contacto todos los fines de semana con la gente. Porque nosotros sí tenemos claro lo que Schafik decía, pero una cosa es el planteamiento hecho en sí y otra cosa es llevarlo a la práctica. No es fácil.
En lugar del cambiar al sistema, que el sistema los transforme…
¡Ah, ese es el peligro! Y lo tenemos presente como FMLN. No solo los dirigentes, nosotros insistimos en la base del partido: cuidado, hay un peligro. El sistema es poderoso y tiene una gran cantidad de elementos que contribuyen ideológicamente…
¿Y usted no cree que el sistema ha absorbido al FMLN?
No.
¿Por qué cree que no, si…?
Porque mire usted cómo estamos actuando. Si usted analiza bien, en determinadas situaciones estratégicas del país entramos en contradicciones con el sistema. Hay cuestiones de correlación de fuerzas…
Durante mucho tiempo, el FMLN se hizo popular porque levantaba la bandera de la lucha contra la corrupción, por la transformación del sistema electoral, por luchar contra los TLC y la dolarización, por declararse enemigo de la impunidad, por estar en contra de la Ley de Amnistía, y hace años parece haberse arrepentido de esas luchas.
Primero: no somos un partido reformista, somos un partido revolucionario…
Perdón. ¿Cuál es la diferencia entre revolucionario y reformista?
Ah, es que las reformas son cambios importantes y que tienen repercusiones en la mejora de la situación de la vida, pero no llegan a tener una magnitud que produzcan las transformaciones sociales, políticas y económicas; pero el proceso acumulativo de reformas y cambios produce un efecto que le genera las condiciones para pegar un salto cualitativo. No podemos hacer las cosas a la carrera, aunque se necesita. Esto no es de antojos, es de voluntad. Por eso insisto en la correlación de fuerzas.
Pero desde finales de 2009 el FMLN ha tenido la correlación de fuerzas en la Asamblea Legislativa...
Para algunas cosas la hemos tenido y por eso las hemos logrado… Cuando se intentó la privatización de la salud, ¿por qué no se hizo?
Pero entonces eran partido de oposición, en 2002-2003. Y justamente nos estamos refiriendo a ese partido que acudía a la Sala de lo Constitucional a demandar contra la Ley de Amnistía, el TLC con Estados Unidos, y cuando insistía e cambiar el sistema electoral.
Es que hay que entender la realidad en la que usted vive y en la realidad que usted ejerce políticamente y no lo que su voluntad o lo que su cerebro está pensando, sino lo que la realidad le permite. El momento concreto en el que está. Esas realidades históricas no las abandonamos ni las abandonaremos [en referencia a la Ley de Amnistía], pero no hay correlación de fuerzas para hacerlo.
¿O sea que el FMLN tiene un programa histórico y uno cotidiano, rutinario?
El programa histórico es el que nos sirve de guía, es decir: la utopía de allá donde vamos a llegar. Y ese programa se acopla a las condiciones concretas de cada momento histórico que vive la sociedad salvadoreña, la centroamericana y las condiciones internacionales, porque si hacemos todo lo contrario vamos a chocar con la realidad.
Pero el momento histórico también se construye…
Por supuesto. Hay que ubicarse en qué etapa estamos…
¿Y en qué etapa están?
En la revolución democrática.
¿Y a qué etapa quieren acercarse? ¿Cuál es el próximo salto?
A la transformación. A construir una sociedad socialista en el país. No vamos a ser hipócritas teniendo en nuestros estatutos un planteamiento que va hacia el socialismo y ahora decir no por conveniencia. No. Por lo menos yo no lo voy a hacer.
¿Y eso lo verá el partido actual? ¿Lo verá usted?
Espero verlas como estoy viendo cosas que nunca se me ocurrieron y que pensé que nunca las iba a vivir.
¿Por ejemplo…?
Que íbamos a tener presidente de la República. No lo pensé. Y me siento feliz de verlo, de vivirlo y de sentirlo. Espero ver eso [se refiera a la sociedad socialista]. Tengo conciencia de que eso no es una cuestión fácil. Y lo que decía Schafik es claro: aquí va a haber socialismo si la gente quiere. Eso es lo determinante. Un socialismo que corresponda a la realidad del país. Y si el pueblo no quiere, no va a haber socialismo, porque no se lo vamos a imponer nosotros. Eso sería un error político. Sería garrafal.
José Luis Merino le decía a Óscar Ortiz y a Hugo Martínez que ordenaran su pensamiento. Ahora se ve que el partido es más unido. Ya no se ven las dos corrientes reformistas y ortodoxas…
Mire, eso ya es cuestión histórica. Es del pasado…
Pero esos actores están vivos…
Y no abandonan sus ideas de meterse en el partido para meternos esa cuestión reformista. Nosotros tenemos cuidado. Primero porque nos conocemos bien entre nosotros. Somos viejos en política y conocemos bien a la gente. La conocemos bien, bien. Conocemos sus relaciones nacionales e internacionales. Sus actuaciones en el país. Todo conocemos. Porque nosotros no tenemos problemas en el partido. La mayoría de gente con la que tuvimos conflictos se ha incorporado. Qué bien que meditaron y dijeron, “no, yo regreso al partido”. Los hemos recibido…
¿Usted cree que meditaron…?
Hay cierta gente que no la vamos a recibir en el partido. No la vamos a recibir. Se lo digo con toda claridad. Rotundamente, no. Porque los conozco bien. Sé lo que se proponen, sé lo que pretenden. Afortunadamente son pocos.
¿Por ejemplo…?
[Silencio…]
Recuerdo esto: la vez que se fueron a puñetazos en el 2-29, la sede municipal de San Salvador. Ahí estaba Roberto Hernández con la directiva departamental del partido. Estaba Julio Hernández, quien poco después fue acusado de traición y terminó expulsado. Se fueron a puños y a golpes de sillas esa vez. Y ahora Hernández está en alianza con Nayib Bukele, el candidato a alcalde de San Salvador.
[Sáenz Varela se tira hacia atrás en el respaldo de la silla y hace una mueca como de asco]. Yo no me voy a referir a Roberto Hernández. No merece que ni en broma me ponga a pensar en él…
O Carolina Recinos…
Una persona que en una discusión política llega a los puños es porque realmente no tiene inteligencia y no tiene capacidad para debatir. Claro que yo no lo descarto [irse a los puños] si es necesario. Yo soy de los que agotan el razonamiento y el debate; pero si algún día me tocara enfrentarme a los puños, pues también. Aunque soy viejo, tengo la capacidad técnica para eso. Pero es que mire: los oportunistas abundan. Los arribistas, también. Pero nosotros tenemos clara la situación.
Pero parece que los están dejando estar y regresar.
[Un gesto malicioso aparece en la cara de Sáenz Varela, quien levanta la mano derecha con el dedo índice en alto] Parece, parece…
¿Cómo recibió la noticia de la candidatura de Nayib Bukele?
Con agrado. Es una persona joven, me parece que carbura rápidamente y tiene mucho entusiasmo y tiene mucha claridad en aspectos interesantes, sobre todo a nivel de gobierno local. También me parece importante abrir espacios a la gente nueva. Como FMLN tenemos claro que nos tienen que sustituir. El que crea que va a ser eterno en el partido y que va a estar en la dirección hasta que lo lleven al cementerio, está equivocado. Uno tiene que saber en qué momento se aparta. En el partido hay gente nueva que ha ido aprendiendo en la práctica concreta como lo ha hecho Nayib. Claro, la dimensión de Nuevo Cuscatlán con la de San Salvador es totalmente diferente, pero ahí hay una muestra del interés, de la disposición y de la capacidad de Nayib para poder gobernar. Yo soy de la Comisión Política del FMLN y por supuesto que participé en la decisión de elegir a Nayib Bukele. No fue algo así como que llega Medardo y dice “este es el candidato”, no.
¿Vanda Pignato fue candidata a correr por la alcaldía de San Salvador?
Sí. Hubo varios nombres. No le puedo precisar. Muchos teníamos la necesidad política de gente joven en el partido, de hombres y mujeres por aquello de la equidad de género. Y muchos nos decidimos por Nayib. Yo estoy convencido de que fue una decisión acertada.
Por la recreación política que me hace, se nota que no pesó el factor político-ideológico, sino que fue el económico, porque entiendo que el FMLN valora mucha más el capital político de Vanda, pero Nayib tiene capital económico.
No, no, no, no… Mire, en el Frente el factor económico no jugó ahí, sino que el aspecto político. Si nosotros como partido elegimos candidaturas por cuestiones económicas, vamos mal.
Pero si usted le quita la maquinaria económica a Nayib Bukele, ¿qué le queda?
Pero no fue el elemento que privó en el pensamiento de la Comisión Política del partido.
Distingamos esto: ¿Nayib tiene el perfil del militante o el perfil del dirigente-candidato que quiere el FMLN?
El perfil de militante, el perfil del líder que se está configurando. Y luego: el perfil de dirigente en el departamento de La Libertad.
¿O sea que es la nueva generación de dirigentes del FMLN?
Es que mire, nosotros en el partido nos preocupamos mucho por la formación de la gente, y sobre todo de los jóvenes. Pero no solo por ser jóvenes o por la equidad de género solo por ser mujer. No, no, no. Debe tener las condiciones, sobre todo, la idoneidad, capacidad política e ideológica.
Pero es obvio que Nayib no ha salido de una formación ideológica efemelenista, que no es una construcción partidaria del FMLN.
Por supuesto que no. Él viene del ejercicio como alcalde de Nuevo Cuscatlán y de su relación que ha tenido con la dirigencia del partido. Nosotros creemos que es una persona que se va a desarrollar mucho. Tiene potencial. Para mí una cosa importante en toda persona es un mínimo grado de inteligencia y su capacidad para desarrollarse. Si ustedes analizan como periodistas desde hace tres meses para acá, Nayib está aprendiendo rápido.
¿Y cómo cuaja Nayib Bukele en el voto indeciso…?
Nayib Bukele tiene un gran impacto en el voto indeciso. Nosotros hacemos encuestas técnicas para tomar decisiones. En todas las encuestas Nayib va en ascenso. Les voy a decir algo interesante: en las encuestas de los últimos meses, en el Distrito 3 en la colonia Escalón, Nayib está arriba de… ¿cómo se llama el candidato del partido Arena?
Se percibe como estrategia del partido lo siguiente: la candidatura de Nayib, independientemente de cómo se mueva él ideológicamente, se debe a que el FMLN quiere ganar la alcaldía de San Salvador.
Sí. Es que mire, nosotros tenemos claro una cosa: recuperar la alcaldía de San Salvador es fundamental políticamente. Ahora, Nayib es miembro del partido, no es ajeno al FMLN. Que no ha sido militante de esos que andan ahí, como dicen en buen salvadoreño, “sudando la camisola”, eso es otra cosa. Y el hecho de que se haga un tipo de campaña diferente a la que tradicionalmente se ha hecho, es una cosa interesante. Y eso vale la pena analizarlo políticamente.
¿Y usted cómo analiza eso?
No tenemos concluido el análisis. Eso va a ser después de las elecciones. Pero llama a reflexionar mucho si debe hacerse una campaña solo a base de lo rojo. Y fíjese que le pongo el adverbio “solo”. Yo cuido bien mis palabras. Esto tiene que ver mucho con los debates que se están dando en la izquierda de América Latina: cómo manejar no solo la campaña en el aspecto visual. En la izquierda en ese sentido hemos sido muy sectarios. Pero no solo en ese sentido.
Es interesante la lectura que está haciendo, porque no es el FMLN el que está dejando una huella en el imaginario de la ciudadanía, sino Nayib Bukele. Si él gana la alcaldía, perfectamente se podría lanzar a la presidencia con cualquier partido.
Eso depende de cómo el FMLN maneje la situación. Si la dirección del partido no tiene en mente todos los elementos que entran en juego y si no tiene en mente cómo manejar la situación... no somos ingenuos, no somos tontitos. Entendemos todo bien. Tengo 53 años de estar en política. Nosotros las pescamos en el aíre. Sabemos qué tenemos qué hacer, cómo debemos manejar la situación y en qué momento debemos saber manejar la situación.
¿Qué piensa usted de esta idea que anda en la población e incluso en gente de izquierda radical, que dice temer que Nayib Bukele sea el próximo Mauricio Funes?
Ahorita es muy prematuro estar hablando de todo eso, pero por supuesto que la gente tiene el legítimo derecho de pensarlo. Falta mucho todavía y no hay duda de que a la hora que empecemos, dentro de tres años o más, a hacer ya el proceso de mencionarlo, nos van a salir un montón de nombres dentro del partido y de fuera de él para precandidaturas del FMLN. Oigan lo que les digo: dentro del partido y fuera del partido. Vamos a saber manejar esa situación, no vamos a esperar a que falte un año, dos años para la selección. No, no, no. Ya lo vamos a manejar.
Usted dice que no se puede ganar las elecciones solo con el rojo. No sé cómo interpretarlo.
Fíjese que he sido cuidadoso. Le digo que es importante el proceso de análisis, de si solo se hace la campaña con el rojo, pero no le estoy diciendo que le ponga verdecito, que le ponga amarillito. Solo es importante combinarlo con los colores nacionales…
Por ese camino, de combinar el rojo de ustedes con el azul y el blanco de la bandera salvadoreña, van a terminar pareciendo la bandera de Arena…
A eso me refiero, que le cambiaremos a la banderita, si le pongo rosadito… No, eso ya es decisión ideológica. Es roja, la camiseta es roja y roja…
Una de las críticas hacia su partido es que no está vinculado con la población…
Hay críticas de todo tipo.
¿Pero usted cómo la valora? ¿Cree que sí?
Yo creo que sí estamos vinculados con la población. Pero mire, es que la vinculación no es simplemente andar halando a la gente y dándole abrazo. La vinculación se establece a través de relacionarse con la gente, sobre todo con los sectores organizados para la solución de sus problemas conjuntamente, ese es el vínculo más importante. Y ese es el esfuerzo que hacemos nosotros, porque la gente cree que el vínculo es andar chineando muchachitos… para mí el vínculo está en que tengo un problema, entonces yo me vinculo con la población para conjuntamente ayudar a resolver, no resolvérselos yo. Ahora, yo no le niego que hay mucha gente del partido que cree que el vínculo con la población es simplemente andarle pelando los dientes a la gente. No, no, eso no es vínculo. La solución a un problema es el vínculo más fuerte.
Le hacía la pregunta por lo siguiente. La mayoría de gente vive en situaciones muy complicadas, en zonas donde el control del Estado es mínimo, donde los referentes líderes ya no son ni siquiera políticos ni las Adescos, sino los pandilleros. Los mismos partidos deben pedirle permiso a los pandilleros para entrar a las comunidades.
Estoy de acuerdo con usted en que hay una situación muy preocupante, porque hay una cosa que es real: en determinados territorios, la pandilla es un poder. Yo ando en campaña, me meto con muchachos a andar haciendo propaganda, pegando. Subo las escaleras. Cualquier día me voy a caer y me voy a quebrar todo, pero yo lo hago. El otro día en San Ramón con la pandilla tuve una experiencia interesantísima: no nos querían dejar entrar… entonces inmediatamente capté quien era el jefe. Le dije que veníamos a hacer campaña y que ninguno de los que me acompañaban era de su territorio, porque yo sé que el territorio es clave. Y además le dije que veníamos a resolver los problemas. Al final me dijo, “Mire, maitro: deme un par de coras”. Saqué un billete de a cinco dólares y se los di. Si nosotros hubiéramos hecho lo que un compañerito quería hacer y que era enfrentarse y estar discutiendo, tenga la seguridad de que nos hubiera ido muy mal.
Nosotros escuchamos a la gente del gobierno, del partido, decir que El Salvador avanza, ¿pero cómo pueden enviar ese mensaje cuando la realidad es otra?
Tenemos absoluta claridad de la complejidad del problema. La solución del problema es una cosa complicada. Nosotros estamos haciendo un trabajo fuerte, o sea: se va a iniciar ya con las familias de las pandillas, porque la familia del pandillero vive de la extorsión, vive de lo que roba, vive de lo que él delinque.
¿La distancia entre el discurso del FMLN y la realidad no perjudica al partido y a su bandera? Mientras la propaganda habla de avances, la gente sufre hambre y extorsiones de las pandillas.
Cuando se afirma que vamos avanzando es con base en el análisis estadístico de cómo estaba. Que a mi juicio, no es para analizar los resultados de una situación, no es para enfocarse solo en el área estadística porque es fría, pero da un punto de referencia, pero no debe ser solo la base del área estadística. Hay que ver los otros elementos cómo se están moviendo y conjuntarlos y verlos de manera integral… La base cuando se dice que vamos avanzando es la estadística. Yo tengo absoluta claridad de la complejidad del problema…
Pero parece que gente como Benito Lara no la tiene cuando dice que la violencia en El Salvador es solo una percepción.
No, no he leído yo sobre eso…
Un último punto. Defensores de los derechos humanos, muchos activistas también del FMLN o simpatizantes de la izquierda, se decepcionaron cuando en la televisión Mauricio Funes dijo que no tocaría la Ley de Amnistía. A Sánchez Cerén también le pregunté por el tema y su respuesta no fue muy diferente a las de Calderón Sol, Cristiani y Saca: “No queremos reabrir las heridas”.
Mire, ese problema de la Ley de Amnistía es bastante complejo, no es tan sencillo de abordar y hay que verlo también en un contexto.
¿Por qué antes el otro FMLN era muy enfático en insistir en desmontar la Ley de Amnistía?
No, pero ahora recuerde usted que la Ley de Amnistía fue parte del producto de los Acuerdos de Paz de 1992…
Pero el FMLN ha dicho que nunca tuvo nada que ver con la Ley de Amnistía, sino que fue un producto de la derecha…
Sí, sí, pero estuvo en el marco de los Acuerdos de Paz. Es un tema…
Entonces suena a que el FMLN hizo esto: “Bueno, para que no digan que estamos en contra de esto, para que no nos tilden de hipócritas vamos a hablar sobre la Ley de Amnistía”. Pero ahora en el poder, ya no lo hacen.
Le digo una cosa: es un tema bastante complicado, no es un tema sencillo el de la Ley de Amnistía. No es tan fácil decir, “deróguese o no se derogue…” Hay que analizar a fondo cuál es el alcance de todo eso.