Pasado el mediodía, en la Junta Receptora de Votos 367 del parque El Talapo, en el sur de San Salvador, resonaron unos aplausos. Los miembros de la junta aplaudían al general Juan Orlando Zepeda, quien acababa de llegar al centro de votación. No le aplaudían necesariamente porque simpatizaran con él, sino porque solo 12 personas se habían acercado a votar a media jornada de elecciones. Los miembros de la junta estaban aburridos debido a la poca afluencia y entonces la llegada de un votante más era un motivo para festejar. Momentos después, al hablar con los periodistas, se quejó de las declaraciones del procurador de derechos humanos, David Morales: 'Nos están violando los derechos humanos', dijo el general, acusado en España por un delito de lesa humanidad, en relación con el asesinato de los sacerdotes jesuitas en 1989, cuando él era viceministro de la Defensa.
El general Zepeda llegó acompañado de sus hijos y nietos. Sus familiares lo fotografiaban y lucían camisas con la leyenda “General Zepeda, diputado 2015-2018”. El general tardó cinco minutos en ejercer su voto y antes de depositar las tres papeletas en igual número de urnas posó ante las cámaras de sus familiares.
—Este es el principio del fin del gobierno de izquierda —exclamó Zepeda después de votar—. La Asamblea Legislativa tiene una correlación de fuerzas perversas…
En ese momento, un votante interrumpió y se dirigió a él: 'A dejarle el voto vengo, general'. 'Perfecto. Nos reunimos esta semana para celebrar el triunfo', le respondió Zepeda.
Zepeda retomó la conversación y aseguró que en esta elección debía evitarse que “los rojos” acaparen todas las instituciones del Estado.
—Hay 10 instituciones tomadas por los rojos… han ido penetrando lenta y sutilmente en las instituciones del Estado.
Juan Orlando Zepeda es uno de los dos generales de la promoción de la Escuela Militar conocida como 'La Tandona', surgida en los años 60 y cuyos miembros dirigieron a la Fuerza Armada durante la guerra civil. Y tras esa conducción muchos de ellos quedaron marcados como responsables de graves violaciones a los derechos humanos. Como el exviceministro Zepeda, por la masacre de los jesuitas en noviembre de 1989 y quien 25 años más tarde intenta convertirse en diputado.
La búsqueda de un escaño legislativo por parte de Zepeda por el partido de derechas Arena coincide con un momento en que la vida de la Ley de Amnistía de 1993 parece estar llegando a su final, después de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos declarara en 2012 su invalidez.
En 2011, el juez Eloy Velasco, de la Audiencia Nacional de España, emitió un auto de procesamiento en el que solicitaba la captura de 20 militares salvadoreños, incluido el general Zepeda. La captura no pudo efectuarse en El Salvador porque el gobierno del presidente Mauricio Funes permitió que una decena de los acusados se refugiara en un cuartel militar cuando la Policía Nacional Civil se disponía a ejecutar las órdenes de captura giradas por medio de la Interpol para efectos de extradición. Luego, la Corte Suprema de Justicia decidió que la difusión roja de Interpol no obligaba al Estado a capturar a los militares.
La Audiencia Nacional procesa a los militares por los delitos de terrorismo y de lesa humanidad. Por eso es que el procurador de derechos humanos, David Morales, dijo este día de votaciones que le parecía inaceptable la candidatura de Zepeda. “No es ético y es un doble golpe a las víctimas que personas como el general Zepeda y el general Vargas compitan por un cargo público”, dijo en otro centro de votación.
El general Vargas al que aludía Morales es el general Mauricio Ernesto Vargas, quien también se postuló para una diputación por el partido Arena y en cuyo pasado también hay señalamientos por violaciones a los derechos humanos.
Zepeda rechazó el señalamiento del procurador Morales: 'Eso lo convierte a él en un activista del Frente. Nos quieren descalificar y no tienen razón. Yo no tengo ningún delito. La corte plena de la Corte Suprema de Justicia se pronunció y dijo que no había razón de formación de causa ni de un juicio en España. A nosotros sí nos están violando los derechos humanos. En una forma perversa nos quieren descalificar. Soy un ciudadano, un general y he luchado por esta patria”, dijo el general.
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Al centro escolar Goldtree Liebes, en los Planes de Renderos, asistió a votar Vargas. En su historial le atribuyen algunas violaciones a los derechos humanos mientras fue jefe del destacamento militar en Morazán, en 1986. Además, en 2013, la defensa del coronel Inocente Orlando Montano, uno de los 20 militares procesados en España por el asesinato de los jesuitas, presentó en Estados Unidos como testigo de descargo a Vargas, quien aseguró que Montano siempre “fue un buen ser humano”. Montano está acusado de hacer fraude para obtener la residencia en Estados Unidos y enfrenta un proceso de deportación o de extradición a España.
La mañana de este domingo, Vargas llegó al centro de votación acompañado de su esposa, una hija y una fotógrafa. A su ingreso, dos señoras ataviadas con los colores de Arena le gritaron: “¡Patria sí, comunismo no!” Vargas avanzó y buscó la junta receptora de votos 2467. Ahí se encontró con una religiosa, la abrazó e intercambiaron algunas palabras.
—Voy a esperar los resultados en mi casa, con mi familia —dijo Vargas al entrar al centro de votación.
Vargas tardó unos cinco minutos en votar para diputados, para alcaldes y para parlamentarios centroamericanos. Salió del aula donde había votado y platicó con algunos vigilantes de otras juntas receptoras de votos.
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En el centro de votación del parque El Talapo otras cinco personas saludaron al general Zepeda mientras este conversaba con El Faro. Zepeda dijo esperar que estas elecciones signifiquen el fin del gobierno de izquierda. “En 2019 se acaba esto”, exclamó, en referencia a cuando termina el quinquenio del presidente Salvador Sánchez Cerén, el primer excomandante guerrillero en obtener ese cargo. Para Zepeda, Sánchez Cerén y los otros exguerrilleros no son más que 'los terroristas'.
Pasaron 20 minutos y Zepeda se los pasó hablando de él, de la guerra, de la Fuerza Armada, de “los terroristas” y de un pasado que lo cuestiona. Llegó el momento de preguntarle sobre la Ley de Amnistía.
—Suponiendo que usted gane un escaño, y si un día yo llego a la Asamblea y le digo que quiero justicia, que quiero saber la verdad de lo que pasó en la guerra, ¿usted promovería la derogación de la Ley de Amnistía?
—Yo me debo al pueblo salvadoreño, a la patria. Me debo a mi Fuerza Armada como un conglomerado, parte de la sociedad, del Estado, porque sí le tocó pagar la mayor parte del sacrificio. Tengo que consultar con los veteranos. Antes de pensar someterlos a juicio, mejor pensemos en beneficiar a esos 70 mil u 80 mil veteranos. Su deber fue defender a la patria...