Una semana después de la primera ronda de la elección presidencial en Guatemala, el gran ganador, Jimmy Morales, sigue siendo al mismo tiempo la gran incógnita del país. Los guatemaltecos parecen dispuestos a confiar en él para que gobierne Guatemala durante cuatro años a partir del 14 de enero próximo. Se sabe que tiene algunos vínculos con viejos militares, hay certeza de que carece casi por completo de experiencia política y hay dudas sobre la suficiencia de sus conocimientos para el cargo de presidente, pero en una nación convulsionada por la corrupción y con su presidente destituido solo tres días antes de las elecciones el 23 % del electorado guatemalteco votó por él y lo posicionó en el primer lugar de la primera vuelta.
A ese 23 % del electorado no le interesa lo que desconoce de él, sino si, de verdad, será ese no-político que ha dicho ser en toda su campaña. Fue con ese lema que el pasado 6 de septiembre Jimmy Morales derrotó a dos políticos de raza, al exdiputado Manuel Baldizón, del partido Líder, y a la exprimera dama de la República, Sandra Torres, del partido UNE, quienes lo vieron ganar desde cuatro puntos porcentuales abajo.
Que Jimmy Morales ganara la primera vuelta presidencial podría explicarse, en parte, por el hartazgo ante la corrupción y ante los políticos más tradicionales que pidieron el voto durante las 20 semanas previas a las elecciones. Otras explicaciones pueden encontrarse en toda la cadena de sucesos que ocurrieron a lo largo de ese tiempo: que el presidente Otto Pérez Molina y la vicepresidenta Roxana Baldetti dimitieran tras ser acusados de liderar una estructura de defraudación aduanera; que el candidato presidencial del Partido Patriota -el de Pérez Molina- abandonara la contienda presidencial como efecto de la acusación contra Pérez y Baldetti; que el partido Líder se desplomara debido a su discurso contrario a la transparencia y a la rendición de cuentas; que la Fiscalía acusara de lavado de dinero a Édgar Barquín, el candidato a vicepresidente de Líder... Con todo este sentimiento anticorrupción y antipolíticos en el ambiente, cualquier político habría hecho bien en evitar pelearse con la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), pero hubo quienes se dedicaron a reñirla. Manuel Baldizón, quien encabezó las encuestas durante casi toda la campaña, fue uno de ellos y en varias entrevistas llegó a decir que la CICIG estaba en el país para perseguirlo.
Guatemala tenía años de no registrar una afluencia de votantes tan grande como las del pasado domingo 6 de septiembre. Más del 70 % de los inscritos en el padrón emitieron el sufragio. Pero ese día, en las calles, no todo era fiesta. Uno podía encontrar con facilidad personas que aun minutos antes de marcar la papeleta dudaban de si en verdad valía la pena. 'Hay que votar por el menos peor', decía Eudelia Hernández, una señora que llegó al centro escolar Ave María, en Mixco, junto a su esposo. Y 'el menos peor', en este caso, tal vez era el menos conocido, aquel candidato del que se tenía menos certezas. 'Fue como si tenías que elegir de qué ibas a morir. ¿Te acordás de aquellas imágenes de los que se tiraban de las Torres Gemelas? Era morir quemado o lanzándote al vacío', añade Gustavo Berganza, sociólogo y periodista guatemalteco, que opina que la elección del pasado domingo 6 y por lo tanto la segunda ronda del 25 de octubre arrojará un resultado con altas dosis de ilegitimidad.
Los candidatos que encabezaron la contienda durante casi toda la campaña, Manuel Baldizón y Sandra Torres, tienen una trayectoria manchada. De Sandra Torres, lo que aún está fresco en la memoria de periodistas y analistas es que ella se divorció del presidente Álvaro Colom para poder sortear la inhabilitación constitucional y buscar la presidencia en 2012. Además, una investigación de la CICIG también determinó que su partido recibió, en 2007, financiamiento de dos narcotraficantes. Por otro lado, Torres evoca la imagen de una mujer con experiencia, con un partido político detrás y con un plan de gobierno. Torres fue popular durante la administración Colom por dirigir programas de combate a la pobreza en el interior del país. Torres llegó segunda en primera vuelta con una ventaja de apenas 6 mil votos.
Baldizón, por su lado, recibió diversos señalamientos de violar la ley electoral al sobrepasar el límite del financiamiento de campaña permitido, y al haber comenzado su campaña antes de tiempo. En el fondo, la gran sospecha en su contra es quién paga tanto dinero. Una investigación del periódico Plaza Pública determinó una posible violación a la ley electoral por la concentración de financiamiento en un grupo de empresas entrelazadas. En el camino a las urnas, además, se cuestionó su honestidad por presunto plagio en un libro y en su tesis de doctorado.
Ante la falta de candidatos sin señalamientos y la pobre democracia interna en los partidos políticos más los indicios de financiamiento ilícito, muchos activistas, intelectuales, sindicatos, asociaciones y movimientos sociales, durante los meses previos habían presionado para que el Tribunal Supremo Electoral reprogramara las elecciones. Los sectores más conservadores representados en el TSE argumentaron que posponerlas hubiera sido atentar contra el orden constitucional que exige que el presidente de Guatemala tome posesión el 14 de enero cada cuatro años.
Morales fue el último candidato en inscribirse. En elecciones anteriores, había sido un candidato a diputado y a alcalde sin mayores logros. Pero en esta campaña de 2015, todo fue distinto. 'Estaba en el momento indicado, en el lugar indicado', dice el sociólogo y periodista Berganza, y se refiere al momento y al lugar de los grandes golpes que la CICIG hizo al sistema político guatemalteco. Al mismo tiempo que Morales se catapultaba con la bandera de no-político, otros partidos, como el Líder, comenzaban a desmoronarse, pues sus diputados retardaron el trámite para procesar a los funcionarios del Partido Patriota (PP) señanalados por la CICIG y el Ministerio Público.
¿Pero quién es exactamente este comediante, locutor y pastor evangélico de 46 años que ganó la primera vuelta? ¿A quién representa este conservador que llama a votar a los evangélicos, a las amas de casa, y que sacó una ventaja de más de 100 mil votos sobre el segundo y tercer lugar en la primera vuelta? “Señora ama de casa, no haga política, vote por mí”, decía en su propaganda. Y como segunda carta bajo la manga, ha estado diciendo que su pasado está limpio. “Más vale el buen nombre que mucho dinero. El profeta del futuro es el pasado. Analicen mi pasado y verán solo cosas buenas”. Morales ha sido analizado desde los círculos académicos y políticos y hay una coincidencia en cuanto a su falta de bagaje político. Morales tiene –según sus propias páginas en internet– estudios en teología, contaduría y economía y diversos cursos impartidos por el ejército guatemalteco.
Morales ahora está en el centro del huracán, pero justo lo que posiblemente fue el principal factor para ganar la primera ronda -tener escaso pasado partidario- es lo que hoy, que debe preparar la segunda vuelta, levanta más dudas. De todas los periodistas, analistas, activistas, y empresarios con los que El Faro habló ninguno citó otro caso similar en la historia de Guatemala. Phillip Chicola, un politólogo que trabaja para la cámara empresarial de Guatemala (CACIF), bautizó a Morales como 'un fenómeno' y en una columna de opinión en El Periódico explicó que lo que él representaba ya había ocurrido antes en países como España, Venezuela y Ecuador, con personajes como Pablo Iglesias, Hugo Chávez y Rafael Correa, que escalaban al poder después de una crisis de partidos políticos. Por primera vez desde que el país salió de la dictadura pareciera que Guatemala está dispuesta a depositar su futuro sobre los hombros de un no-político.
Por ahora Jimmy Morales es una figura que despierta muchas suspicacias. En la derecha, en la izquierda, en los intelectuales y en los ciudadanos en general, aunque parece claro que fueron estos últimos quienes lo levantaron hasta donde está ahora. ¿Es Jimmy Morales una buena propuesta, después de todo? Helen Mack, una veterana luchadora por los derechos humanos, cree que es muy temprano para saberlo. Mack es directora de la Fundación Myrna Mack y ayudó a esculpir las demostraciones ciudadanas en las plazas y calles chapinas desde abril pasado, cuando la CICIG reveló la trama corrupta de La Línea. 'Es bien incierto todo lo que puede pasar. Todo depende de las personas que lo acompañen y de quién se deje acompañar. Jimmy es vacío y ya sabemos que el vacío lo terminan llenando las fuerzas de siempre', dice Mack.
En Guatemala, hablar de 'las fuerzas de siempre' es hablar del sector empresarial y de las viejas élites militares, aunque también de los señores del crimen organizado. Y todos ellos, según los analistas consultados para este reportaje, tienen un alto potencial para incidir en el entorno de Morales. Si no es que lo han hecho ya.
Comenzando con los militares. El partido que lo lleva de candidato, el Frente de Convergencia Nacional (FCN), fue fundado en el año 2008 por siete militares retirados de los cuales algunos siguen en primera línea. “Estamos hablando del ala más cuestionada del Ejército en los últimos 30 años, el ala más oscura. Paradógicamente, Otto Pérez venía del ala más transparente, de los institucionalistas”, explica Phillip Chicola, director de gestión pública del Comité Coordinador de Acciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF).
Estos siete militares están relacionados con José Luis Quilo Ayuso y con Luis Felipe Miranda Trejo, quienes fueron altos dirigentes del FCN, el partido que ahora encabeza Morales. Quilo Ayuso sirvió como testigo de la defensa del general Efraín Ríos Montt, en el juicio por genocidio contra el exdictador. Miranda Trejo trabajó muy de cerca con Ríos Montt –también en el juicio por genocidio– y con el expresidente Alfonso Portillo –que hace pocas semanas volvió a Guatemala después de pasar una temporada preso en Estados Unidos por corrupción.
Morales niega una y otra vez que tenga una relación formal con la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (Avemiluga). 'Eso es una mentira, no tengo ninguna relación con exmilitares', respondió Morales a El Faro durante un recorrido en Mixco el domingo 6 de septiembre. Cuando se le hizo ver que un exoficial de operaciones contrainsurgentes, el entonces candidato –ahora diputado electo– Edgar Justino Ovalle era un miembro orgánico de su partido FCN, cambió su respuesta: 'Ahí está la diferencia que se tiene que hacer. Que una persona participe no me vincula con organizaciones'. Edgar Justino Ovalle fue quien en 2012 reclutó a Morales para el FCN. En ese entones, Morales estaba creando un movimiento propio llamado Nación y fue así como surgió el partido FCN-Nación.
En la estructura de FCN-Nación hay más exmilitares, aunque en la versión de Morales no hay más que uno. Si se le pregunta al candidato a la vicepresidencia Jafeth Ernesto Cabrera, este admite que al menos hay dos dirigentes que son exmilitares. Lo cierto es que en la lista de candidatos de PCN-Nación había por lo menos cinco exmilitares.
Morales dijo a la periodista Sylvia Gereda que sólo había tres militares con candidaturas a diputados. En una entrevista con el periodico Nómada Morales terminó aceptando que además de Justino Ovalle había otros dos miembros de Avemilgua en la estructura del partido.
“Creo que Morales es un punto intermedio. En gran medida los militares no están atrás de su partido pues estos están en otros temas. No lo veo como títere pero tampoco lo veo prístino y virginal como dice ser”, dice Chicola, del CACIF.
Entre analistas y periodistas lo que se tiene confirmado es que Jimmy Morales ya estableció vínculos con el CACIF para eventualmente hacer un equipo de trabajo. El Faro preguntó al director ejecutivo de la Cámara de la Industria, Javier Zepeda, si como miembro del CACIF podía confirmar que esa organización había tomado la decisión de apoyar con recursos a Morales. “Tanto el CACIF como la Cámara de Industria de Guatemala no apoyamos con recursos a ningún partido político. Las empresas socias de las cámaras o sus dueños son libres de hacerlo”, dijo.
Hablar del CACIF es hablar de las familias más ricas de Guatemala y de las empresas más prósperas del país. Y también de aquellos que se movieron hábilmente para que la fiscal Claudia Paz y Paz, quien había logrado una condena contra el general Efraín Ríos Montt –aunque después fue anulada–, viera truncado su mandato antes de tiempo. A lo largo de la historia guatemalteca, pareciera que entre el poder político y esta institución siempre ha habido una puerta giratoria por donde entran y salen operadores políticos y decisiones. Hace un año lo mencionaba Ricardo Sagastume, un abogado y empresario predecesor en el cargo de Javier Zepeda. 'Nos da miedo de que nos digan que somos de una élite específica”, decía Sagastume. “¿Y qué? ¡Si somos ciudadanos como todos! Lo que pasa es que no estamos acostumbrados a participar porque, desde siempre, cuando hace falta, somatamos la mesa y todo se arregla. Pero claro, eso a la larga nos hace daño como país...”
Javier Zepeda, el sucesor de Sagastume, tiene una idea similar, aunque él añade un elemento de reciprocidad entre la empresa privada y el gobierno. 'Países como Venezuela, que tienen amplias reservas de petróleo, pueden darse el lujo de darle la espalda al sector privado, pero en países como el nuestro, donde los ingresos que recibe el gobierno nacen de los impuestos que paga el sector empresarial, de alguna forma esa comunicación entre el sector privado y el gobierno es más vinculante'. En otras palabras, Zepeda ve razonable que el sector privado dicte en buena medida las políticas públicas en virtud de las contribuciones millonarias que hace al fisco.
En ocasiones, la influencia sobre el gobierno se manifiesta en protección. Zepeda cuenta las discusiones que tuvieron en el CACIF cuando la CICIG y el Ministerio Público brindaron una conferencia de prensa, el 21 de agosto pasado, para acusar al presidente Pérez Molina y a la exvicepresidenta Roxana Baldetti -había renunciado a inicios de mayo- de ser los líderes de la estructura criminal conocida como La Línea. De las ocho cámaras del CACIF, dice Zepeda, solo cinco estaban a favor de pedirle la renuncia a Pérez Molina. Entre las tres cámaras que estaban en contra estaba la que representa Zepeda, quien dice que una de las razones por las cuales no pedían la renuncia de Pérez Molina era porque no había una acusación formal contra él. “¿Íbamos a pedirle la renuncia solo porque lo decían los medios o porque lo pedía la gente? Hemos aprendido a ser más cautos”, dice.
El CACIF también estuvo dividido ante medidas como el paro laboral que Guatemala protagonizó a finales de septiembre. Zepeda, como empresario que dice colocarse siempre al lado de la institucionalidad, estaba entre los que se oponían. '¿Quién pierde con un paro? No pierde el gobierno, perdemos los guatemaltecos y la gente que trabaja por día. Por el paro no creo que haya renunciado el presidente'.
—¿El sector privado también tenía miedo de que el gobierno se fuera a desmoronar?
—El análisis era que las cosas tenían que darse en el debido orden. Cuando hubiera una acusación formal lo mejor sería que se apartara del cargo para dedicarse a desvanecer las acusaciones. Eso era por el bien del país.
—¿El CACIF se ve a sí mismo como un baluarte de protección del gobierno, el que puede decidir qué es lo que más le conviene a un gobierno?
—Sí, sí, sí, hemos aprendido a no ser tan precipitados porque somos uno de los sectores que aporta mucho, no a la política partidista, sino al entramado institucional del país.
El peligro en el Congreso
En las elecciones celebradas el 6 de septiembre, los guatemaltecos también eligieron diputados y alcaldes. Jimmy Morales logró que su partido FCN-Nación obtuviera 11 escaños, lo cual es apenas el 7 % del total de diputados, mientras que otros partidos más fuertes, como Líder y la UNE, lograron 37 y 28 diputados, respectivamente. Por lo tanto, en un Congreso de 158 escaños las negociaciones interbancadas serán determinantes.
La característica del Congreso, que sustituirá al actual en enero del próximo año, es que no tiene ninguna “aplanadora”, como suele llamarse a las alianzas partidarias que permiten crear mayoría simple (79 votos) o calificada (105 votos). Pero todo esto acentuaría los problemas de gobernabilidad en una eventual administración de Jimmy Morales, lo cual ya preocupa a algunos.
'Me recuerda al gobierno de Jorge Serrano Elías (1991-1993), porque tampoco tenía muchos diputados, entonces los demás partidos comenzaron a cobrarle por cada voto para aprobar leyes', dice Helen Mack. Phillip Chicola coincide: 'Morales va a tener que negociar más de la norma por su debilidad (en el Congreso). El problema es que la negociación aquí en estos países no es de poder sino de corrupción. Aquí se asignan contratos, plazas para activistas y beneficios para su incremento patrimonial”.
Pero no solo eso. Un verdadero problema sería que la bancada de FCN-Nación se quede desierta ante el recurrente transfuguismo en el Congreso guatemalteco. Desde ya hace varias legislaturas, es común que haya partidos políticos que hagan crecer su bancada de diputados con la incorporación, a última hora, de otros legisladores de otras bancadas con lo cual una agrupación política obtiene los votos necesarios para aprobar o vetar determinadas leyes. Un claro ejemplo de transfuguismo sucedió con el partido Líder, a comienzos de la legislatura pasada en 2012. El partido de Otto Pérez Molina, el PP, necesitaba un congreso favorable para poder gobernar y por eso se alió con Líder. El problema es que este partido era demasiado pequeño, pues apenas tenía 14 diputados. Sin embargo, con el tiempo, y gracias al transfuguismo, Líder logró tener 58 diputados, con lo cual se volvió un aliado perfecto para el partido PP de Pérez Molina.
Manuel Baldizón, el candidato presidencial de Líder que este lunes 14 de septiembre anunció que se retira de la contienda por la segunda ronda, ya había hecho público su temor a que el transfugismo le minimizara su capacidad negociadora en el Congreso en la legislatura que comienza en enero, si ganaba la presidencia. La semana pasada se filtró un audio de una reunión entre Baldizón y diputados de su partido, efectuada en un restaurante en la carretera hacia El Salvador. No había cámaras ni periodistas, pero por segunda ocasión consecutiva en menos de dos semanas, alguno de sus compañeros de partido grabó lo que Baldizón dijo en el encuentro. “Mi consejo, como amigos, es que deben estar juntos. Si no están unidos, no van a valer nada. La única fórmula que yo he encontrado para hacer algo es estar unidos”, dijo el candidato.
Los partidos, a juicio de Helen Mack, van a tener que transparentar sus dinámicas de negociación. '¿Cómo se va a manejar el Congreso con una bancada oficial sin experiencia? en el caso que gane Morales. Ahí va a tener que demostrar su capacidad de negociación. Si cae en prácticas corruptas la ciudadanía le va a demostrar su rechazo'.
¿Se mantendrá encendida la Plaza de la Constitución?
“Todo movimiento social, lo sabemos, tiene su principio y su fin. Ahora que ya renunció Pérez Molina, quizás haya gente que piense que ya no hay razones para seguir”, dice Gabriel Wer, uno de los tantos guatemaltecos que estuvo involucrado en la organización de las multitudinarias protestas en la céntrica Plaza de la Constitución de la capital guatemalteca.
Wer, de 33 años, se consideraba un inexperto en movilizaciones, protestas y reivindicaciones sociales y políticas, sin embargo, ahora es uno de los comunicadores por excelencia de la 'primavera' guatemalteca. Junto a cuatro jóvenes más, Wer administra las redes sociales del movimiento Justicia Ya, que ya tiene 35 mil seguidores en Facebook y 12 mil en Twitter.
Justicia Ya es un referente. El miércoles 9 de septiembre, en un hotel de la zona 10 de Guatemala, estuvieron reunidos unos 20 jóvenes de Guatemala y Honduras para compartir, durante dos días, experiencias en la organización de protestas contra la corrupción. Las calles de Tegucigalpa comenzaron a llenarse de protestas con antorchas en junio, poco más de un mes después que las de Guatemala. Wer tiene muchos consejos que darle a los jóvenes hondureños. 'Tienen que unificar el criterio de la protesta. Siempre habrá temas que dividan y por eso deben concentrarse en pocos temas donde haya coincidencia de todos', dice Wer ante la mirada de sus atentos oyentes.
En Guatemala, por ejemplo, la primera figura política que aglutinó toda la indignación ciudadana fue la vicepresidenta Baldetti. Luego, con su renuncia, el objetivo pasó a ser Otto Pérez Molina hasta que él renunció el 3 de septiembre pasado. Luego los blancos políticos de las protestas pasaron a ser Baldizón, cuyo partido se sobrepasó del tiempo y del techo del gasto durante su campaña, y hasta el Tribunal Supremo Electoral que fue muy tibio con las sanciones a dicho partido.
Los hondureños toman nota y le preguntan a Wer cosas sencillas como qué hacer en una concentración de personas, además de marchar, y piden copia de las consignas que en Guatemala ya se han convertido en pequeños himnos que se cantan al ritmo de las batucadas.
¿Las protestas terminarán algún día en Guatemala? Wer da a entender que sí. 'Esto es algo temporal y por eso es que creemos que hay que sacarle provecho ahora para lograr todos los cambios posibles'.
Desde las ciencias hay expertos que observan el movimiento con mucho escepticismo. Quizás la más radical de todas es Karin Slowing Umaña, columnista y experta en gestión pública. Para ella, el surgimiento de Jimmy Morales es producto de un sistema de factores dominantes, y se mantendrá en alto siempre que haya un antagónico, un personaje malo, que también es parte de la invención del sistema. 'Este movimiento se mantendrá en la medida en que la sociedad aprenda a ver todos los objetivos y no solo los más superficiales', dice Slowing. Y el riesgo de no hacerlo, dice, es que los guatemaltecos terminen 'curados' o 'vacunados', que no vean los cambios que equivocadamente esperan, y que entren en letargo otra vez.
'El camino apenas empieza', dice Mack, en una pequeña frase que permite resumir lo mismo que manifiestan otros representantes de los movimientos sociales. Desde los músicos, hasta los universitarios, pasando por respetados intelectuales de la talla de Edelberto Torres, un veterano consultor de Naciones Unidas, sociólogo y experto en Centroamérica.
Se pregunte a quien se pregunte en Guatemala, hay una coincidencia en cuanto a las reformas legales que deben impulsarse ante el Congreso. La ley de partidos políticos, la ley del servicio civil, la ley de contrataciones y compras del Estado, la ley de la carrera judicial, entre otras. Y por todas estas reformas, la configuración “sin mayoría aplanadora” del Congreso es también vital para el proceso de reforma del Estado.
“Hay leyes importantes que se buscan reformar”, dice Edelberto Torres, 'por ejemplo, está la de los partidos políticos y el TSE, la ley del servicio civil. Pero por ejemplo, no hay algo parecido a una reforma agraria, con lo cual uno concluye que son demandas de tipo político sobre todo. Entonces no se trata de cambiar el estado si no de limpiarlo”, dice a El Faro.
Para Torres, el momento en el que las protestas pudieron haber desaparecido ya pasó. “Ahora hay un fuerte componente de voluntariedad, hay grupos organizados que ya dejaron la etapa de la espontaneidad”, a juicio de este experto.
Pero en lo fundamental, dice este sociólogo, la comunidad guatemalteca sigue siendo la misma de hace un año: 'Es la misma Guatemala de hace un año, lo que pasa es que sí hay nuevos elementos, hay una potencialidad de cambio. La salida de Pérez Molina empezó a educar a pequeños grupos menores dentro de una generación... ojalá fuera la generación completa pero no es así'.
—¿Es posible que aquí se muera todo?
—Es posible que una generación se frustre y no haga nada. Pero también es probable que tenga una presencia fuerte, capaz de vencer al PP. Por ahora no hay izqueirda, hay pequeños grupos, minoritarios débiles, incapaces de enfrentar a los partidos tradicionales. ¿Si esto es así, de qué cambios hablamos?