EF Académico / Transparencia

Corrupción gubernamental en El Salvador de 1922

A través de la historia, los políticos salvadoreños han demostrado gran ingenio para apoderarse de parte de los fondos del Estado. En 1922, durante la administración del presidente Jorge Meléndez, se encuentran ejemplos de conflicto de intereses, robo en las aduanas y extorsión de los empleados públicos.


Jueves, 10 de noviembre de 2016
Héctor Lindo

Jorge Meléndez, presidente de El Salvador entre 1919 y 1923, rodeado de empleados públicos, en una fotografía tomada en 1919. Foto cortesía Héctor Lindo.
Jorge Meléndez, presidente de El Salvador entre 1919 y 1923, rodeado de empleados públicos, en una fotografía tomada en 1919. Foto cortesía Héctor Lindo.

La década de 1920 en El Salvador fue particularmente notoria por la corrupción y los escándalos financieros. En 1922, debido a una crisis económica mundial, bajos precios del café y las consecuencias de una política monetaria poco atinada, bajaron los ingresos tributarios en concepto de impuestos de aduana. El gobierno se vio corto de fondos, con frecuencia dejaba de pagar a los empleados públicos y se vio obligado a conseguir grandes préstamos en el extranjero. Nada de esto puso freno al deseo de altos personajes de aprovechar el control del Estado para el enriquecimiento personal. Su ingenio para aprovecharse de las arcas de la nación se adaptaba a las circunstancias del momento. La corrupción podía tomar varias formas.

Un caso notorio fue un conflicto de intereses de proporciones históricas. Para contratar el empréstito de 1922 con bancos estadounidenses, el delegado salvadoreño en las negociaciones crediticias era René Keilhauer. Lo interesante del caso es que Keilhauer trabajaba como empleado de un agente de las casas bancarias, Minor Keith, a su vez dueño de la United Fruit Company.

El empleado, un alsaciano, negociaba el futuro económico de El Salvador con su jefe, un estadounidense. Para dar un poco de contexto, las reuniones privadas entre Minor Keith y el presidente Jorge Meléndez siempre tenían como resultado ventajas para las subsidiarias de la United Fruit Company. No hay evidencia contundente de cómo se beneficiaba el señor presidente, pero uno de los temas de la correspondencia privada entre Keilhauer y Keith era decidir cuándo era conveniente sobornar a los políticos centroamericanos. Keith viajó expresamente desde su sede en Nueva York para discutir con Meléndez la mejor forma en la que podía aprovechar sus conexiones en Wall Street para que El Salvador consiguiera crédito en Estados Unidos. Las condiciones del contrato final fueron en extremo onerosas para el país.

Como indican los siguientes documentos, la corrupción podía tomar otras formas, incluyendo robo en las aduanas y el lucro aprovechando la angustia económica de los empleados públicos.

El primer documento que se presenta a continuación, un informe del representante diplomático Montgomery Schuyler, está vinculado con la aprobación del empréstito de 1922. En esa época, la condición estándar de los banqueros estadounidenses para conceder préstamos a países latinoamericanos era tomar control de la administración de los impuestos aduaneros. Esta medida era parte de la llamada “diplomacia del dólar”, diseñada por el presidente Taft.

En circunstancias en que El Salvador estaba a punto de aceptar este tipo de control, resultaba un poco feo que los administradores de aduanas locales se jactaran de su ingenio en el manejo de los fondos. Esto llevó a la sustitución del administrador de aduanas de Sonsonate, que manejaba de manera escandalosa las jugosas entradas del puerto de Acajutla.

***

Documento 1 *

San Salvador, El Salvador, a 1 de julio de 1922
Excelentísimo secretario de Estado
Washington

Señor:

Tengo el honor de informar los siguientes acontecimientos de importancia para la semana que terminó el viernes 30 de junio de 1922:

[…]

Por orden del Ministro de Hacienda, fechada el 30 de junio y publicada en el Diario Oficial del mismo día, se anuncia que el señor Salvador Mendoza ha sido nombrado administrador de la aduana de Sonsonate. El actual administrador, el Sr. Francisco Urrutia, está a punto de “pasar a otro puesto en la administración pública”. La reputación del Sr. Urrutia ha sido notoria durante el año pasado debido a la corrupción y latrocinio extraordinariamente abiertos que han caracterizado su administración en Sonsonate. He advertido varias veces al presidente que la permanencia en el puesto [de Urrutia] estaba perjudicando mucho el buen nombre del gobierno salvadoreño. El señor Urrutia, sin embargo, era el protegido personal favorito de Doña Mercedes de Meléndez, la madre del presidente, y del doctor Quiñónez, vicepresidente, de quien había sido valet. El asunto se había convertido en un escándalo tal, que ‘Chico’ Urrutia, como se le llama, ha estado bromeando en público al respecto y recientemente dijo que, desde la designación de un nuevo administrador en La Unión, él era ahora, con mucho, el más honesto de los administradores de aduanas del país. Se cree que su renuncia en este momento se debe a su temor de que bajo la inspección de aduanas que se establecerá si se aprueba el nuevo préstamo, se examinará su contabilidad con algún cuidado.

Tengo el honor de ser, señor, su atento y seguro servidor.

Montgomery Schuyler

***

El segundo documento es un informe diplomático que describe la práctica de los “vales”. Debido a la crisis económica, el gobierno no tenía dinero efectivo, de forma que entregaba pagarés a los empleados públicos. Los empleados, que vivían siempre cortos de fondos, estaban apurados por obtener dinero para alimentar a sus familias y aceptaban descuentos con tal de ver los colones contantes y sonantes. Individuos vinculados al régimen aprovechaban la desesperación de los empleados para quedarse con la mitad de su salario.

Documento 2 *

San Salvador,

27 de octubre de 1922
Excelentísimo secretario de Estado
Washington

Señor:

Tengo la honra de informar de la siguiente manera sobre la semana que terminó el jueves 26 de octubre:

[…]

Como se indicó en mi expediente número 218 del 6 de octubre, debido a las dificultades financieras del gobierno, a la mayoría de sus empleados se les paga mediante pagarés, que se descuentan a un tipo de interés exorbitante, frecuentemente hasta el 50%. Estos pagarés se llaman “vales”. Parece que a menudo se venden a comisionistas que esperan en las aceras fuera de las oficinas del gobierno, quienes a su vez los traspasan a personas que tienen influencia con el gobierno. Parece que estos últimos individuos aseguran su pago de las arcas del Estado, más o menos prontamente, al valor nominal. Se dice que un exalcalde de San Salvador y algunos de los altos funcionarios del gobierno están involucrados en este tráfico sórdido, que está asumiendo rápidamente las proporciones de un escándalo público.

[…]

Tengo el honor de ser, señor, su atento y seguro servidor.

Clarence B. Hewes

***

* La fuente para ambos documentos es: National Archives Microfilm Publications. Records of the Department of State Relating to Internal Affairs of El Salvador, 1910– 29, Roll 3, Political Affairs. 

Informe de Montgomery Schuyler, representante diplomático de Estados Unidos en El Salvador en 1922, al secretario de Estado de aquel país.
Informe de Montgomery Schuyler, representante diplomático de Estados Unidos en El Salvador en 1922, al secretario de Estado de aquel país.

Informe de Montgomery Schuyler, representante diplomático de Estados Unidos en El Salvador en 1922, al secretario de Estado de aquel país.
Informe de Montgomery Schuyler, representante diplomático de Estados Unidos en El Salvador en 1922, al secretario de Estado de aquel país.

Informe de Montgomery Schuyler, representante diplomático de Estados Unidos en El Salvador en 1922, al secretario de Estado de aquel país.
Informe de Montgomery Schuyler, representante diplomático de Estados Unidos en El Salvador en 1922, al secretario de Estado de aquel país.

Héctor Lindo es Professor of History en Fordham University.

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