El Centro Histórico de San Salvador está siendo excavado en al menos media docena de puntos con el fin de encontrar vestigios de su pasado. Una de las exploraciones aspira a encontrar restos del primer cabildo de 1545, y otra ya detectó un mosaico de la década de los sesenta del siglo XX, obra del pintor Carlos Cañas.
La plaza Morazán acaparó la atención en redes sociales el pasado jueves 27 de abril luego de que se conociera, gracias a un hallazgo fortuito, que debajo del concreto que hasta los primeros días de abril constituía su superficie estaban enterrados dos espejos de agua realizados por Cañas. El descubrimiento sucedió luego de que la Alcaldía de San Salvador se desdijo de su postura oficial de hace casi un mes de no permitir las excavaciones para evitar que un hallazgo fortuito frenara las obras de intervención de las plazas.
El alcalde, Nayib Bukele, accedió a reunirse con las autoridades de la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural, de la Secretaría de Cultura (Secultura), quienes le replantearon la necesidad de que se hicieran excavaciones arqueológicas antes de que se remodelaran las plazas, según relató a El Faro una fuente que participó en la reunión. El acuerdo fue permitir la realización de un pozo en cada plaza y la supervisión de los técnicos de Secultura en todo el proceso. A diferencia de las autoridades y los técnicos de Secultura, que tras el último encuentro con el alcalde solo se atreven a hablar desde el anonimato, el mismo Bukele confirma que de los nuevos encuentros con la institución se trazó una puesta en común de lo que ellos creían que tenía que hacerse. Según el alcalde, en esa reunión se acordó cómo proceder.
El primer indicio del hallazgo ocurrió el martes 18 de abril del 2017, cuando se realizó la demolición de la zona norte del piso de cemento de la plaza Morazán, y los trabajadores detectaron una especie de losa que no estaba contemplada en el levantamiento topográfico. Al ser inspeccionada, abajo de la zona de una jardinera, los trabajadores encontraron fragmentos de uno de los dos mosaicos de Carlos Cañas. Un fragmento pequeño.
El miércoles 19, delegados de Secultura llegaron a tomar fotografías de lo encontrado. Ese día confirmaron que el mosaico pertenecía a un pequeño estanque de agua que se identificó en una fotografía de principios de la década de los sesenta, en donde se confirmaba la existencia de otro espejo idéntico en la zona sur de la plaza. Un informe técnico de Secultura relata que ese día demolieron unos muros y realizaron una excavación manual para constatar si se encontraba el segundo espejo. La remoción del material concluyó el día siguiente y, aunque no estaba completo, se conservaba en un 90 %.
La historiadora de arte Astrid Bahamond, una de las primeras expertas que vio este fragmento, calificó el hallazgo como “una de las primeras muestras del abstracto de El Salvador del siglo XX” en el informe de la Secultura. Dicho comentario bastó para que Secultura pidiera la protección de lo que en el informe aparece como “la porción del mosaico de gran formato en el sector sur y la pequeña porción del sector norte”.
Para el 27 de abril, Bahamond ya había confirmado que la obra correspondía al maestro Carlos Cañas: “Posiblemente fueron realizados entre 1960 y 1962”, dice en el informe. La fecha aproximada de elaboración fue dada por Carlos Gonzalo Cañas, hijo del pintor. Asegura que no tiene una fecha exacta porque él era un niño de entre tres y cinco años, pero que recuerda haber acompañado a su papá mientras hacía el trabajo. Recuerda que acompañaba a Cañas a La Lechuza (el plantel en donde ahora está ubicado el Ministerio de Obras Públicas), sitio donde iban a recoger la cerámica con la cual se construyó el mosaico.
El viernes 21 inició la excavación manual, acompañada por los arqueólogos. La supervisión finalizó el miércoles 26 de abril del 2017. El jueves 27 aparecieron las primeras fotos y el público conoció el hallazgo.
¿Qué pasará con los mosaicos? “Hasta el momento, estamos pensando en adaptarlos para mostrarlos en la nueva plaza”, dijo Nayib Bukele, quien aclaró que la decisión final sobre el futuro de los mosaicos es de la Secultura.
¿Quién tapó a Carlos Cañas?
Anotado en una bitácora de trabajo, uno de los técnicos de la alcaldía consignó que los espejos de agua de Cañas están debajo de una “construcción realizada por la gestión anterior'. Las anotaciones en esta bitácora no aluden a una gestión en concreto, aunque sugiere que durante el periodo de Norman Quijano se hicieron obras sobre otras obras que habrían tapado los mosaicos. En la bitácora se lee que “la construcción tenía sus fundaciones coladas sobre el mosaico” y que ya existía “la siembra de árboles como un maquilishuat y palmeras datileras que se encontraban con sus raíces sobre el mosaico”.
No hay certezas, sin embargo, de cuándo fueron cubiertas estas obras. En dos informes de la Secultura no hay detalles de cuando desaparecieron, y el paisaje de la plaza no había cambiado mucho en las últimas dos décadas.
Carlos Cañas es uno de los artistas salvadoreños que tiene repartida obra en distintos espacios del Centro Histórico de San Salvador. Además de los espejos recién descubiertos, el trazo de Cañas está en la cúpula de la Gran Sala del Teatro Nacional y en una de las paredes del cuarto nivel de la ahora Biblioteca Nacional Francisco Gavidia, también sede de la Compañía Nacional de Danza.
El prolífico artista, fallecido en 2013, se quejó por años de sentirse invisibilizado ante las generaciones contemporáneas y de que su obra fuera poco reconocida por el Estado. Con la publicación en redes sociales de las fotos del hallazgo y la decisión del alcalde Bukele de incluirlo en el rediseño de la plaza Morazán, una nueva generación podrá conocer parte de su trabajo. Su hijo celebra esta posibilidad y en nombre de la familia celebra lo que llama “una feliz coincidencia”. “Estamos contentos con la posibilidad de que las nuevas generaciones conozcan el desarrollo de la cultura, entendida como una integración de los espacios”, dijo a El Faro.
Carlos Cañas perteneció a la generación de artistas que sentaron las bases de la plástica nacional y fue el primero en exhibir arte abstracto de corte cubista en el país, por lo que muchos lo reconocieron como el Picasso salvadoreño. Su obra repasó el indigenismo, el paisajismo, el cubismo, el surrealismo y el expresionismo. Tradujo esas corrientes en un ajuste de los valores estéticos e hizo del humanismo su principal bandera. Denunció grandes violaciones contra los derechos humanos, ejemplos de ello son el Poema al mestizaje cultural, que adorna la cúpula del Teatro Nacional, la serie Testimonios, que retrata la toma de la Universidad de El Salvador, y El Sumpul, la que se convirtiera en la pintura histórica más importante por narrar la masacre de campesinos durante la guerra.
Bienvenida al patrimonio enterrado
Hace solo un mes, Secultura y la Alcaldía de San Salvador protagonizaron una fuerte disputa. Ese pulso lo perdieron los expertos que buscaban la protección del patrimonio cultural que yace debajo de las plazas que interviene la comuna capitalina. La política se impuso ante el cumplimiento de la Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural y su reglamento, ya que Secultura advirtió en tres ocasiones la desobediencia de la municipalidad, y cuando se quiso imponer, como manda la normativa, Presidencia dio la orden de no hacerlo.
Así se hacen las cosas: ¡bien! Con el nuevo acuerdo, descubrimos y financiamos las excavaciones arqueológicas, sin parar las obras en el CH. pic.twitter.com/seeXAviCG9
— Nayib Bukele (@nayibbukele) April 28, 2017
Ahora el alcalde hace un gran matiz a lo ocurrido y asegura que él nunca se opuso a la protección de patrimonio cultural. “Es que hay que aclarar, yo solo me opuse a una nota en la que pedían que frenara los trabajos, porque eso iba a significar que las plazas se inundarían de lodo y dirían que no se hizo nada', explica.
En aquel entonces, el encontronazo ocurrió en torno a la plaza Libertad. Luego de que la Secultura anunciara la realización de cuatro pozos que permitirían explorar el terreno, Bukele dispuso al Cuerpo de Agentes Metropolitanos, uniformados al mejor estilo de la Unidad de Mantenimiento del Orden de la PNC, en el perímetro de la plaza. La insistencia de la Secultura partía de los indicios que en 2012 había dejado al descubierto la primera temporada de excavaciones en la antigua Plaza de los Relojeros, al costado sur de la plaza. En ella se registraron, por ejemplo, cimientos de piedra de 83 centímetros de anchura, una canaleta de agua, y restos de cimientos de piedra, cal y ladrillo de barro cocido. 'Posiblemente se trate de los restos del cabildo colonial de San Salvador (1790-1873) y del posterior edificio del Palacio Municipal de San Salvador (1877-1919)', concluyó Heriberto Erquicia, el arqueólogo encargado, en su informe.
Producto de este descubrimiento, se dejó en el sitio lo que los técnicos llaman ventana arqueológica, es decir, una suerte de mirilla que permite observar el pasado en el presente en el actual mercado Libertad. El área, protegida por un barandal, no tiene ningún tipo de señalización ni cédula que dé fe de qué se trata y, en cambio, se ha llenado de macetas con plantas de uso casero y basura. Lo que menos se distinguen son los vestigios. Tanto la Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural como su reglamento atribuyen una corresponsabilidad entre Secultura y el municipio, que se deberá convertir en garante de la conservación de los bienes culturales de su circunscripción.
¿Qué le dice a la gente que ahora cree que usted ha cambiado y se ha transformado en excavador?, preguntó El Faro. 'Creo que hoy ganamos todos, estamos financiando, los expertos están contentos, hay pozos, y la ciudad gana si se descubren cosas”, respondió Bukele.
Uno de los arqueólogos que participa en los trabajos de excavación en esta plaza aseguró, sin embargo, que el financiamiento es parcial. Las herramientas, el personal técnico y el transporte de estos está siendo costeado y coordinado por Secultura, mientras que el aporte de la municipalidad se centra en los trabajadores que los asisten.
El historiador Carlos Cañas Dinarte da más luces de lo que puede existir en las profundidades de esa plaza. “Unos centímetros más abajo debe haber restos del cuartel no. 1 que explotó en 1881 y, un poquito más abajo, los de la casa de los tres jesuitas que fueron expulsados del territorio nacional en junio de 1872”. Esto lo publicó en el muro de Facebook de uno de los investigadores de la Secretaría de Cultura.
Los indicios de Cañas Dinarte los confirma Gustavo Herodier en su libro San Salvador. El esplendor de una ciudad (1880-1930). En el estudio realizado por el también expresidente del extinto Consejo para la Cultura y las Artes (Concultura), se ubica, hasta 1863, la Tesorería Nacional, que luego se convirtió en el Cuartel N° 1, que se incendió el 1873. Como parque, el espacio fue inaugurado hasta 1882, en honor a Francisco Morazán, cuyo monumento fue construido por el arquitecto y escultor italiano Francisco Durini.