1992 resulta ser una fecha paradigmática en la historia social y política de El Salvador: se da por finalizada una guerra cruel que dejó como saldo 75 mil muertos, la diáspora salvadoreña desperdigada por los cuatro puntos cardinales del globo terráqueo y una ruptura social que aún a 25 años de finalizada la guerra todavía no se ha logrado un proceso efectivo de reconciliación.
Conectado a esos procesos históricos, pero oculto a la historia oficial, ha existido un proceso de organización social y política de personas salvadoreñas lesbianas, gay, bisexuales, trans e intersexuales (LGBTI). En esta oportunidad se narrará ese proceso de organización durante los últimos 25 años. Para comprenderlo de mejor forma, se ha dividido en cuatro periodos, cada uno se denomina ha denominado como “Ola”, siendo esta una propuesta de categoría analítica que retoma la dinámica de impulso, formación y disolución de las olas marinas para comprehender los procesos de gestación, consolidación y disolución/gestación de los momentos históricos del movimiento LGBTI, que retoma la energía-fuerza de cada ola siendo transmitida a la siguiente, haciendo que este movimiento sea constante y que una vez que ha iniciado no existe posibilidad de finalizarlo.
Primera Ola: secreto público
La Primera Ola comprendería el periodo antes de 1992, se caracteriza por la “invisibilidad” social consensuada de la homosexualidad. Aunque debemos dejar sentado que en este periodo surge en 1976 la discoteca Oráculos. Siendo esta un espacio de sociabilidad homosexual. Dicha discoteca con una clara motivación de crear un lugar de encuentro diferente a los existentes en San Salvador. Estuvo ubicada en una central avenida capitalina, facilitando el acceso a personas profesionales que deseaban evitar, probablemente, los riesgos sociales de visitar los puntos de encuentro marginales del centro de San Salvador. Sim embargo, al interior de Oráculos no se logra una politización de los comensales que asistían a la discoteca.
En la década de 1980, época de la guerra interna, existieron menos espacios para discutir las manifestaciones disidentes de la sexualidad binaria que en décadas anteriores. En los sectores conservadores y en el ejército era imposible realizar esta discusión. Por su parte, en la filas del FMLN lo LGBTI no entraba en las discusiones políticas, muy por el contrario, si una persona lesbiana u homosexual daba muestras públicas de estas tendencias era considerado algo anormal, imposibilitándoles en ocasiones el ascenso a cargos de dirección. Este contexto no se tuvo las condiciones sociales y políticas básicas para el surgimiento de una organización política LGBTI.
Segunda Ola: Orgullo Gay
La Segunda Ola, comprende entre 1992 a 1999. Un primer colectivo de gays y travestis comenzó a reunirse para la realización de un proyecto de atención y prevención del VIH en la comunidad gay, impulsado por Fundasida en 1992. El inicio de este grupo estuvo bajo la conducción de Wilfredo Valencia, centrándose en la capacitación de métodos de prevención del VIH. El 23 de marzo de 1994 William Hernández y Joaquín Cáceres toman la dirección del grupo (conocidos como Grupo Entre Amigos), otorgándole un carácter más organizativo con el objetivo de promover y defender los Derechos Humanos de la comunidad LGBTI. Hasta 1997 las acciones del Grupo están amparadas por Fundasida. En 1997 Entre Amigos organiza y realiza la primera marcha LGBT denominada como “Orgullo Gay”. En 1998 se abren las oficinas independientes del Grupo, el que comienza a ser reconocido socialmente como Asociación Entre Amigos
Paralelo a este proceso de organización de travestis y hombres gays, existió un proceso organizativo de las mujeres lesbianas. Luego de finalizada la guerra, las mujeres organizadas al interior del FMLN procuran nuevos espacios políticos para canalizar sus demandas, ya sea al interior del ahora partido político o fuera de este. En este semillero de nueva rutas, existió un grupo de lesbianas salvadoreñas y extranjeras que se reúnen, primero para divertirse y luego para reflexionar acerca de la irrupción de la mujer lesbiana como una identidad política al interior de El Salvador. El nombre con el que fueron conocidas fue La Colectiva lésbica-feminista salvadoreña de la Media Luna y tienen una vida institucional entre 1992 y 1997. El mayor logro del movimiento LGBT incipiente en este periodo fue el de poder sobrevivir a todas las dificultades sociales, políticas, organizacionales que existieron.
Tercera Ola: LGBTI
Esta Ola, comprende entre el año 2000 al 2008. La principal característica en este periodo histórico fue la estabilización de identidades sexuales como la Trans y la Lesbiana. Así podemos observar la separación de hombres gays y mujeres trans, en donde ellas crean sus propias organizaciones para dar atención a las necesidades específicas de estas poblaciones. Denotamos el surgimiento de la identidad política trans en este periodo. La infección del VIH continúa siendo uno de los ejes articuladores tanto para las identidades gays como trans. Este proceso de estabilización de identidades promovió la organización de diferentes grupos, colectivos y asociaciones que tendrán un papel importantes en el inicio de la próximo ola.
A lo largo de esta década la Asociación Entre Amigos sufre ataques, espionaje telefónico y saqueos de materiales documentales en las oficinas. En 1999 William Hernández recibió amenazas de muerte, por ser la primera figura pública que asumía su condición de bisexual y representante del movimiento LGBTI naciente en El Salvador.
El movimiento de mujeres lesbianas tiene una clara distinción respecto del movimiento gay o trans. El trabajo acerca de VIH, que ha sido el foco principal de los anteriores, no es hegemónico en el movimiento lésbico, por lo que sus estrategias de incidencia política y liberación del cuerpo de las mujeres presentan una diversificación de caminos. Por ejemplo, el arte, la comunicación o la investigación se muestran como ejes institucionales para presentar sus demandas y reivindicaciones a la sociedad salvadoreña.
Cuarta Ola: Diversidad Sexual
Esta Ola, se encuentra entre el año 2009 al 2016. Su principal característica es la irrupción del movimiento salvadoreño LGBTI como actor político en la palestra nacional, el que realiza demandas al Estado de respeto de los Derechos Humanos de las personas LGBTI.
En el 2009 fue colocada nuevamente la reforma constitucional de prohibir los matrimonios y la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Los promotores de tal reforma esperaban que su aprobación fuera un procedimiento de trámite legislativo nuevamente como en el 2003, pero aconteció exactamente lo contrario. Las organizaciones LGBTI existentes conscientes que la reforma constitucional no radicaba exclusivamente en la prohibición de establecer una familia homoparental, sino que esta legalizaría la invisibilidad de los Derechos Constitucionales de las personas salvadoreñas LGBTI, crean la Alianza para la Diversidad Sexual LGBTI, unificando a las diferentes organizaciones LGBTI, de prevención del VIH y de activistas independientes ejerciendo un contrapeso para debatir, confrontar, exponer y proponer ante la Asamblea Legislativa y la sociedad en general una alternativa a tal reforma. Nace un nuevo actor político.
En este periodo se promueve una visibilidad internacional de las demandas de respeto y protección de los Derechos Humanos y acceso a la justicia para esclarecer los casos de violencia homofóbica que afectan a todas las identidades LGBT, pero con especial incidencia en las identidades trans, tanto femeninas como masculinas. También en este periodo se presenta una apertura del Ejecutivo para abordar cuestiones de orientación sexual e identidad de género, esto promovió acciones de un reconocimiento institucional restringido. Las colectivas de mujeres lesbianas en esta época presenta una vida institucional más establece y a largo plazo.
Una de las limitaciones del movimiento LGBTI es la centralidad geográfica que este tiene en San Salvador. Los mayores actos de visibilidad y demanda de reconocimiento se efectúan a nivel de la capital. No obstante, se reconoce que han existido y existen colectivos en otros departamentos de El Salvador, pero su vida institucional es poco conocida.
El movimiento LGBTI en El Salvador es una realidad. Hoy nadie puede ignorar la existencia de un movimiento social que vela por los Derechos Humanos de las personas LGBT. En 25 años de estructuración se han organizado hombres gays, mujeres trans, lesbianas y hasta hace pocos años hombres trans y jóvenes LGBT a nivel de la capital. El cuestionamiento de los patrones binarios de la sexualidad y los esencialismos de género, por parte de las personas LGBT organizadas, ha promovido diferentes estrategias de visibilidad y acciones políticas. No obstante, a pesar de las conquistas políticas restringidas obtenidas por parte del movimiento LGBTI, aún hace falta mucho para la transformación de las políticas y discursos públicos existentes impregnados por el heterosexismo normativo que naturalizan la homofobia, y promueven colateralmente los crímenes de odio contra personas LGBT.
Para finalizar ¿cómo será la Quinta Ola? Una respuesta exacta no se puede dar en este momento, pero se puede vaticinar que esta conjurará los siguientes elementos: participación de personas LGBTI asumidas en la política electoral, jóvenes, académicos, espacios geográficos no metropolitanos, y transnacional. Esta historia en este momento se está escribiendo…
--------------------------------------------
*Amaral Gómez Arévalo es investigador internacional de CLACSO e integrante del movimiento [email protected]El Salvador. Esta entrega se basa en su artículo “ Del gay power a la Diversidad Sexual: Politización de identidades sexuales disidentes en El Salvador” , en: Diálogos Latinoamericanos, n° 25, 2016, p. 99-116.