A 110 kilómetros de San Salvador en línea recta, una comunidad de 39 familias pasa sus días aislada en la cima de un cerro, sin acceso a electricidad. El caserío El Volcán está en la cola del desarrollo del municipio de Gualococti, que está en la cola del desarrollo del departamento de Morazán, que está a la cola del desarrollo humano en El Salvador. En El Salvador, los últimos datos oficiales sobre nivel de pobreza mostraron que en 2014 había más pobres que en 2013, y que en 2015 había más pobres que en 2014. En este país, el informe sobre desarrollo humano de 2009 mostraba Morazán como el departamento más retrasado: posición 14. Y municipio a municipio, Gualococti tenía la posición 256 de un total de 262. Los habitantes de El Volcán tuvieron que dejar sus casas en 1981, cuando en los inicios de la guerra civil la Fuerza Armada arrasó la comunidad y destruyó lo que había. Retornaron en 1992, cuando se firmó la paz, y aunque la carretera Longitudinal del Norte corre a solo un kilómetro de distancia –y con ella el tendido eléctrico–, El Volcán pasa sus noches a oscuras. ¿Cómo es un día usual en este caserío que tiene a sus pies un impresionante paisaje de tierras con aroma lenca? Solo tres hogares tienen en funcionamiento un sistema de paneles solares para procurarse un poco de electricidad. Por eso, en El Volcán el día arranca al amanecer, y casi todos ya duermen a las 8 de la noche. El Volcán es macondiano: no hay una sola refrigeradora en toda la comunidad y comer carne es una extravagancia; para alargar la vida de algunos alimentos, los sumergen en agua; quien desea escuchar música, debe hacerlo en radio de baterías, y quien quiera vestir ropas sin arrugas, deberá usar una plancha calentada con carbón. Algo que agradece la vista: las paredes y techos de las casas de El Volcán carecen de cables, y afuera de ellas no hay alambres ni postes que afeen el paisaje. El Volcán tampoco parece pertenecer a El Salvador –el país más violento del mundo– por otra razón: desde cuando la comunidad se reasentó en 1992 nadie recuerda ni un solo homicidio.
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