Columnas / Política

La diferencia entre Nuestro tiempo y Nuevas ideas


Lunes, 30 de octubre de 2017
Héctor Silva Hernández

Los votantes que no nos sentimos representados por la clase política que gobierna al país somos, aproximadamente, el cuarenta por ciento, y no es difícil entender por qué nos rehusamos a votar por una bandera de las opciones políticas actuales. El vicepresidente de El Salvador, Oscar Ortiz, del FMLN, es socio del líder del Cártel de Texis. El presidente de la Asamblea Legislativa, Guillermo Gallegos, de Gana, se inventaba viajes para cobrar los viáticos correspondientes, y firmó para entregar más de $500,000 en fondos públicos a la oenegé de su esposa. El expresidente Antonio Saca está preso por, presuntamente, malversar más de $200 millones en fondos públicos durante su administración bajo la bandera de Arena. A veces, cuando veo a Ortiz en fotos con funcionarios de otros países, me pregunto: ¿será que ellos saben, como lo sé yo, y como lo saben millones de salvadoreños más, que este señor tiene una sociedad comercial activa con un supuesto capo del narcotráfico? Es fácil entender el desencanto ciudadano en este contexto, lo complicado es saber diferenciar entre las opciones válidas y las no tan válidas que ese mismo desencanto ha producido.

El domingo 15 de octubre, por la noche, el alcalde de San Salvador, Nayib Bukele, anunció la creación de un movimiento ciudadano para buscar la presidencia de la República, luego de su ruptura con el FMLN. Al día siguiente, en una entrevista televisiva, el diputado Johnny Wright, quien ha renunciado a su candidatura con el partido Arena, también anunció la creación de un movimiento ciudadano. Wright, a diferencia de Bukele, dijo que su movimiento buscaría formar alianzas para las presidenciales en 2019, pero que su foco principal estaría en las elecciones municipales y legislativas de 2021. A estos movimientos se suman las candidaturas independientes de ciudadanos como Roberto Rivera Ocampo y Lucía Sánchez como opciones fuera del espectro partidario. Tanto Nuevas Ideas, el movimiento de Bukele, como Nuestro Tiempo, el movimiento iniciado por Wright, buscarán sus votos dentro del mismo segmento: el 40% que está harto y decepcionado del sistema político actual.

A primera vista se podría decir que Nuevas ideas y Nuestro tiempo tienen mucho en común: dos políticos jóvenes y carismáticos, desencantados con sus partidos iniciales, con una carrera política marcada por la disidencia, deciden crear movimientos para crear su propio camino, apostándole a un segmento de la población aún más desencantado que ellos con el sistema político actual. Sin embargo, a pesar de esas similitudes visibles, ambos proyectos son sumamente diferentes en su base y concepción. Tienen poco o casi nada en común.

El movimiento de Bukele ha sido creado para un objetivo en específico: ganar las elecciones presidenciales de 2019. La creación de Nuevas ideas significa un golpe necesario al sistema político actual. La lógica es simple: los políticos de nuestro país se sienten sumamente cómodos en sus puestos, porque no tienen miedo de perderlos, pero aunque no me compro la victimización del alcalde, es innegable que su iniciativa ha estremecido a las cúpulas partidarias. Hay que reconocer que el lanzamiento de su candidatura ha contribuido, en el corto plazo, a obligar a los políticos de siempre a ser más cuidadosos y creativos con sus pasos; en el largo plazo, a desentrampar la polarización característica de nuestro sistema.

Sin embargo, como ciudadanos responsables debemos ver más allá del Facebook Live y analizar los motivos de Bukele. Nuevas ideas no fue creado para involucrar a la ciudadanía, o para crear una nueva plataforma de participación social. Esos dos conceptos son cortinas para esconder el motivo real de su constitución: este es un movimiento creado por Nayib Bukele para Nayib Bukele. Este es el vehículo creado por el alcalde, a falta del FMLN, para alcanzar la presidencia de la República. Esto no es para nosotros, los ciudadanos, es para él.

Mientras Bukele busca construir un vehículo para llegar a la presidencia de la República, el movimiento impulsado por Wright, Nuestro Tiempo, tiene un enfoque dedicado al mediano y largo plazo, buscando formar alianzas en 2019 y ganar curules y municipalidades en 2021. Wright pretende trazar un camino donde el actor principal es el ciudadano, decidiendo a través de participación constante en apoyo a una meta colectiva y no individual. El diputado explicó su punto de vista en una entrevista televisiva cuando le hicieron esta misma pregunta sobre ambos movimientos. Él dijo: “Veo la diferencia entre alguien que quiere ser algo y alguien que quiere hacer algo.”

Es muy temprano aun para prever con firmeza el efecto que Nuevas Ideas y Nuestro Tiempo tendrán en el espectro político. Como ciudadanos debemos apoyar las nuevas iniciativas y ayudar a construir nuevos espacios que estremecen nuestro sistema político podrido, pero también debemos ser prudentes y diferenciar entre aquello que está construido para beneficiar a uno(s) pocos y lo que está construido para impulsar cambios reales que nos beneficien a todos.

Héctor Silva Hernández, estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad de Massachusetts. Fue colaborador del diputado Johnny Wright en temas de migración y salvadoreños en el exterior.
Héctor Silva Hernández, estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad de Massachusetts. Fue colaborador del diputado Johnny Wright en temas de migración y salvadoreños en el exterior.

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