Al mediodía del 12 de noviembre de 2012, Don José se sentó cerca de un cajero del Banco Agrícola en Metrocentro Santa Ana a esperar a sus verdugos. Pasaron diez minutos, pasaron 40 minutos y los “muchachos” no llegaban. Exasperado, Don José llamó desde su celular al hombre que lo había atormentado durante los últimos diez meses, un pandillero al que pagaba $400 mensuales para que lo dejara trabajar en paz.
—Apúrese, pues don, yo no tengo todo el tiempo para estarlo esperando aquí, homb’e —reclamó Don José.
—Hay ‘tese pendiente, ‘tese pendiente —respondió Little Huezo, el emeese.
El Centro de Intervención de las Telecomunicaciones de la Fiscalía grabó la conversación entre Don José, un empresario del transporte público, y Genaro Alberto Campos Martínez, Little Huezo, uno de los corredores de la clica Park View Locos Salvatrucha, una célula histórica de la Mara Salvatrucha 13 (MS-13), nacida en el corazón de la comunidad salvadoreña que huyó durante la guerra civil. Esa clica lleva el nombre de la calle homónima, que está frente al McArthur Park de Los Ángeles, en Pico Union. Es una clica histórica de la pandilla. Y la de Don José no fue la única grabación. En los siguientes 15 meses, entre noviembre de 2012 y enero de 2014, los fiscales pincharon horas y horas de conversaciones entre el pandillero y su víctima, entre el pandillero y sus familiares, entre el pandillero y otros pandilleros. Todo empezó en esta extorsión, pero terminó mucho más profundo.
El resultado de esas escuchas telefónicas fueron más de dos mil folios que llevaron a condenas entre los 15 y 20 años de prisión a una treintena de pandilleros. El Faro tiene copia de los documentos. El legajo registra detalles sobre la cotidianidad de la pandilla. ¿Dónde están algunos de los migrantes que fundaron la MS-13 en Estados Unidos, a principios de la década de los ochenta? ¿Sobre qué conversan? ¿Hay mujeres que toman alguna decisión en la pandilla? ¿Cómo se resuelven las fricciones entre los programas de la MS-13? Las escuchas telefónicas son como acercar el oído a la puerta de una habitación privada donde hay pláticas que responden a esas preguntas. En pocos casos puede decirse con solvencia esta frase: así habla la MS-13 cuando cree que no la escuchan.
La extorsión a Don José comenzó en enero de 2012, dos meses antes que las pandillas y el Gobierno de Mauricio Funes pactaran una reducción de los homicidios a cambio de beneficios carcelarios. Los audios revelan que durante y en la etapa agonizante de la tregua, la clica Park View Locos continuó operando. La tregua solo marcó formas diferentes de cómo administraron la violencia.
Los documentos retratan la cotidianidad de una maquinaria en extremo violenta, pero al mismo tiempo torpe; dejan al relieve unas finanzas míseras, pese a que Estados Unidos califica a la MS-13 como una organización global a la altura de los Zetas de México o los Yakuza de Japón. A veces, los miembros de Park View Locos se arriesgan a pasar una buena parte de sus vidas en la cárcel por una cuna o por unos cuántos botes de leche para bebé. Otras veces, comprometen su pellejo por la promesa de cinco dólares para unas “sodas”.
La MS-13 es la única pandilla que se ha filtrado en el discurso de uno de los hombres más poderosos del planeta, Donald Trump, el presidente de los Estados Unidos. Sin embargo, la mañana del 12 de noviembre de 2012, la que Estados Unidos considera una mafia transnacional tenía un grave problema logístico para cobrar la renta a Don José. La pandilla no encontraba a la persona indicada, un “civil”, un no pandillero, alguien de confianza, que fuera a Metrocentro Santa Ana a recoger el dinero sin levantar sospechas. Para resolver el contratiempo, Little Huezo llamó, desde el penal de San Francisco Gotera, al Stamper, un pandillero que vivía en Santa Ana. Esta es una de las cuatro conversaciones grabadas entre las 8:28 y las 11:41 de la mañana de aquel día.
—Little Huezo: Vaya, guacha, la onda está así, mirá, cabrón, puta, es que es de ir a recoger la feria, ahora me la va dar el maitro, ¿me entendés?
—Stamper: Fijate que ahí Romeo está, maje.
—Little Huezo: Puta, el pedo que sea un morro civil, perro. Y lo ubicás y que simón, que sea un hijueputa callejero, pues. El pedo es que lo hagamos ahora, la feria es de la clica, maje. Yo colaborando estoy para que tengan sus ingresos. Vos sabés el vergo de gastos que estamos haciendo ahorita, ¿me entendés?
—Stamper: Cabal, pero, puta… No tengo, maje, ahorita solo Romeo tengo que me vaya a traer feria.
—Little Huezo: Oíme bien, ‘tamos haciendo una gran onda, ¿me entendés? Tenemos un gran problema con la gente allá abajo, anda bien ocupada, ¿me entendés?
—Stamper: Como te digo, v’a, tal vez puedo ver un maje… seguridad no te doy, loco.
—Little Huezo: Puta, el pedo es que es de mandarla a traer… Yo porque no puedo salir de esa puerta puta, perro. Yo ya hubiera buscado un morro cerote, la onda es de la clica, no estoy mandando a traer ondas mías, ¿me entendés?
—Stamper: Yo sé, perro, por eso te digo. Seguridad no te doy, pero voy a ver si hay un morro aquí, ¿me entendés?
—Little Huezo: Decile que le vamos a dar aunque sea unos 15 pesos.
—Stamper: Vaya, ‘ta güeno.
—Little Huezo: El pedo, perro, es que a mí me llega que trabajemos juntos. Como te digo, cerote, yo porque no estoy allá afuera; sino, simón, a cualquier morro hijueputa le podés dormir la mente.
Luego de la llamada, Stamper convenció a Jefrey, un muchacho “civil”. El plan parecía sencillo: Don José entregaría un sobre con dinero a Jefrey; él debía deshacerse del sobre lo más pronto posible y entregar con disimulo los billetes a Romeo. Luego, fuera de Metrocentro, se reunirían con el Stamper. A las 12:14, Don José ya estaba sentado cerca del cajero del Banco Agrícola, pero sucedió algo que no estaba planeado. Así quedó registrado en una llamada a las 12:25 del mediodía, en la que Little Huezo se comunicó con otro pandillero en libertad, al que llamaba Little Blacky.
—Little Blacky: ¿Qui’ondas, vos?
—Little Huezo: Puta, fijate que este bicho cerote de ahí no contesta y el maitro este va de esperar al bato está.
—Little Blacky: Ya vas.
En la misma llamada, Little Huezo enlazó al Stamper. Eran tres pandilleros los que conversaban sobre los inconvenientes para cobrar la renta a Don José. Así siguió la conversación:
—Little Huezo: ‘Perame, ‘perame, te vua enlazar… ¿Qué pasó?
—Stamper: Quiondas, hey, mira, loco, aquí sinceramente acaba de salir una leva, y al parecer nos tomaron una flo, una flika (foto), de un pick up rojo particular.
—Little Huezo: Ajá, ¿cómo está el pedo? ¿A quién le tomaron una foto?
—Stamper: A mí, maje.
—Little Huezo: ¡¿Qué, qué?! Ya te marco, ya te marco a vos. Qué mierda, ese hijueputa... ese su teléfono culero que anda no le funciona, perro.
Little Huezo sospechaba que Don José denunció el caso ante la Policía y decidió investigar. Le preguntó a Don José si había denunciado el caso ante las autoridades. Por supuesto, Don José lo negó todo: “Aquí no hay nadie. ¿Cuál carro, pues? Yo aquí estoy esperando, yo no me he movido de aquí. Acuérdese que aquí hay bastantes señores que son de seguridad de Metrocentro”. A Little Huezo le satisfizo la explicación, pero cuando intentó contactar al Stamper, encargado de cobrar la renta, apareció otro problema. Así quedó registrado en una llamada a las 12:29. Stamper seguía sin contestar el teléfono.
—Little Huezo: ¿Quiondas? Vaya, mira, ve, puta, ese bicho cerote no contesta ni mierda.
—Little Blacky: Puta, serio pedo, maje. ¿Y ese viejo cerote ahí está?
—Little Huezo: Pues sí, no te digo, pues, y ya se está haciendo tarde y tiene que ir a hacer un mandado, dice. Ahí no hay ningún jura, esos bichos son unos grandes cagones, medio miran a un seguridad de Metrocentro, se cagan.
Los pandilleros comenzaron a diseñar un plan de emergencia: enviar a un pandillero en bicicleta a Metrocentro Santa Ana. Justo en ese momento, a las 12:46, Little Huezo recibió una llamada de Don José, quien le informaba que había entregado los 400 dólares al “muchacho”. Sin embargo, los muchachos de Stamper seguían sin contestar el teléfono. Pasó una, pasaron tres horas y ellos no respondían a las llamadas.
—Little Huezo: puta, bicho más cerote, más jugados esos. Palabra que da tapis como si fueran ondas personales de uno, que simón… A mí me da agüite que este bicho cerote le está cayendo la llamada y no contesta.
—Little Blacky: Cabal, tiene que estar pendiente el maje.
—Little Huezo: Le estoy diciendo al hijueputa… Puta… No ponen de su parte con un buen teléfono…
II
A la ciudad de Los Ángeles, en Estados Unidos, llegaron miles de salvadoreños que huían de la Guerra Civil. Entre esos miles estaban tres jóvenes: Efraín Cortez, de Sensuntepeque; Marco Tulio Artero Driotiz, de Ahuachapán; y Walter José Ramírez Guevara, de Santa Ana. La gran mayoría de los recién llegados a la ciudad trabajaron como obreros o montaron pequeños negocios. Unos pocos, hallaron en la calle y en la pandilla su modo de vida. Cortez, Driotiz y Ramírez escogieron este último camino y fundaron en Los Ángeles la clica Park View Locos Salvatruchos (PVLS), según describió un líder nacional de la MS-13 que, en el marco de la Operación Jaque, contra las finanzas de la MS-13, decidió traicionar a su pandilla el año pasado en El Salvador. Ahora es testigo de la Fiscalía, y El Faro tiene su declaración de 945 páginas, donde no solo habla de crímenes, sino de orígenes de la pandilla y estructura interna.
No hay una fecha exacta. Lo único que se conoce es que la Park View nació a principios de los ochenta como una célula de la MS-13. La Park View controla algunas de las zonas con presencia latina más emblemática de Los Ángeles. Sus dominios se extienden por la calle Sexta, Park View, Alvarado, Séptima y una cuarta parte del parque McArthur. Según el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), la Mafia Mexicana, madre de todas las pandillas del sistema sureño de California, dividió en cuatro partes el McArthur Park, y una de esas zonas le fue heredada a los salvadoreños de la Park View.
Pero esa célula de la MS-13 no se quedó en Los Ángeles. En la década de los noventa, Estados Unidos aplicó una política de deportaciones. Cortez, Driotiz y Ramírez regresaron a El Salvador con el sello de su pandilla: el Tigre de Park View, el Flaco de Park View y el Poison de Park View, respectivamente. Ya en sus ciudades natales, ellos replicaron lo que sabían hacer: crear clicas. Y pronto, la Park View se extendió a otros municipios, como Chalchuapa, San Cristóbal, Turín, Santa Rosa de Lima, Usulután y San Miguel. La Policía y los nuevos pandilleros acomodaron la pronunciación de su organización a “parvis”. Desde el parque McArtur hasta los cantones perdidos del occidente de El Salvador. La historia de la clica, la historia de la MS-13.
Una clica es la unidad básica en la organización de la pandilla. Una clica es una célula local formada por un grupo reducido de miembros. Hay clicas pequeñas conformada por 10 o 15 miembros; y las hay grandes de 40 o 50 homeboys. Normalmente, el pandillero hará su vida dentro de esa célula, escalará posiciones dentro de ella, la usará como apellido de su nombre pandillero (el Flaco de Park View, el Scooby de Sailors). En la clica está el músculo y la fuerza temible de la estructura, el miembro que se regenera independientemente de cuántas veces se ampute. Cada clica tiene un líder al que llamaban palabrero y dos o tres sustitutos.
A la agrupación de clicas se le conoce en la MS-13 como programas. Los programas surgieron de la expansión de clicas, células que se hicieron demasiado numerosas y con presencia en más de una colonia, municipio o departamento. Park View dio ese salto. Es uno de los 48 programas que forman la MS-13, y su representante en la “ranfla histórica”, la máxima autoridad de la pandilla, es Edson Sachary Eufemia Escobar, Spyry, condenado a 30 años de cárcel por homicidio. Él fue protagonista de la tregua entre las pandillas y el Gobierno de Mauricio Funes. Pero el Spyry no es la única voz de mando. Las escuchas telefónicas revelan que algunos de aquellos veinteañeros que fundaron la clica en Los Ángeles en la década de los ochenta, están vivos en cárceles salvadoreñas, desde donde controlaban el quehacer de pandilleros en El Salvador y Estados Unidos.
Los eslabones de esa cadena son así: la Fiscalía comenzó a escuchar la extorsión que sufría Don José. Así identificaron dos teléfonos que usaba Little Huezo. Esos teléfonos también se usaban para llamar a un hombre que estaba encerrado en el penal de Ciudad Barrios: Walter José Ramírez Guevara, alias Poison, uno de los fundadores de la Park View en Los Ángeles. Poison tiene 47 años de edad. Es fornido, cara ovalada, barba recortada y con tatuajes de la MS-13 y de un francotirador sobre su espalda, describió el testigo criteriado.
Poison usa dos nombres. Walter José Ramírez Guevara y Pedro Antonio Guevara Escobar son la misma persona. Cuando la Fiscalía pinchó su celular, en 2013, estaba recluido en el penal de Ciudad Barrios, donde cumplía una condena de cinco años de prisión. En el 2014, un tribunal de Santa Ana lo condenó a 20 años de prisión por extorsión; y, hace cinco meses, en febrero de 2018, la Fiscalía lo acusó de agrupaciones terroristas. Gracias a las escuchas telefónicas, la Fiscalía descubrió que Poison realizó cientos de llamadas hacia el extranjero, principalmente a los Estados Unidos. En una de las grabaciones, Poison explicó el motivo de esas llamadas: él es el encargado de los que “vienen de arriba”; es decir, de los deportados.
—Poison: Lo que quisiera es esto, mira, ve, Huezo, que estemos en una sola página, men, palabra, maje…
—Little Huezo: Por eso, perro, hágalo, perro…
—Poison: Mira, ve, yo no es que alcahuetee las ondas, sabes que con lo que pasa yo le caigo mal a ciertos locos aquí, porque yo no les beso los huevos, perro, yo soy independiente, chucho, ¿me entendés? Vos sabés que sí respeto y me apego a las reglas de la clica, pero yo a nadie le vua besar el culo solo porque tal vez anda en el poder o algo. ¿Me entendés? Va, y ese es el tapis de mucha gente.
—Little Huezo: Oíme, oíme.
—Poison: Ajá.
—Little Huezo: La onda que ahí anda un homeboy que dice que con vos casaquea, maje, pero perdió la comunicación con vos. Es de ahí de Cara Sucia (Ahuachapán), pues, ¿me entendés?
—Poison: ¿Y quién es?
—Little Huezo: No me acuerdo cómo le dicen al homeboy, pero viene de allá de Los Ángeles.
—Poison: De Maryland.
—Little Huezo: ¿Cómo?
—Poison: Ajá, el Little Travieso es. Sí, ese es el placazo de él, y si es otro loco también pasalo… como yo estoy a cargo de la gente que viene de allá arriba, homb’e, cerote. Va, entonces hay pasalo, pero, pero si es el Little Travieso ya tengo el número, oís.
—Little Huezo: Vaya, órale.
III
Un pandillero en el penal de San Francisco Gotera seguía enojado. Maldecía. Insultaba.
Habían pasado tres horas desde que Don José entregó los $400 en Metrocentro Santa Ana, y los muchachos que recibieron el dinero no daban señales de vida. “Hijos de puta, no contestan ni mierda”, se quejaba Little Huezo con Blacky. Su enojo terminó a las 15:47 del 12 de noviembre de 2012, cuando Romeo, uno de los tres que recibió la renta en Metrocentro, contestó la llamada. Little Huezo olvidó los insultos y se convirtió en un demagogo: prometió dinero a quienes tuvieron la osadía de culminar una extorsión.
—Little Huezo: Vaya, ¿cómo está el pedo?
—Romeo: Bajamos ahí en la Novena y allí por la catedral (de Santa Ana) nos cayó la jura, diciendo que nosotros nos habíamos hueviado unas cadenas y todo el pedo. Y nada, nosotros nada, nosotros cristianos éramos, les dijimos.
—Little Huezo: ¿Y ya llevaban el paquete?
—Romeo: Simón, si nosotros le quitamos el sobre antes, loco. ¡Suerte!
—Little Huezo: ¿Y les quitaron el dinero?
—Romeo: ¡N’ombre! Nosotros les dijimos que de los diezmos para la ofrenda de ahí de la iglesia Bautista que está allá abajo por San Lorenzo, les dije.
—Little Huezo: ¿Y les tomaron foto y los fueron a dejar a la casa como la vez pasada?
—Romeo: No. Solo nos tomaron fotos.
—Little Huezo: ¿Y cuánto entregaste?
—Romeo: Tres noventa (390 dólares) y un vara (un dólar) que me dieron para los pasajes.
—Little Huezo: Vaya, ‘ta güeno, perro. La onda que allí le ‘biéramos dado unos diez pesos. Voy hablar con aquellos locos para que les den unos diez pesos. Unos 15 pesos para el bato que las fue a traer con ustedes dos, pues. ¿Me entendés?
—Romeo: Bien, no hay pedo. Ahí me avisas, entonces.
—Little Huezo: Ya le voy hablar al Chury para que les tenga a ustedes unos 15 pesos, para una soda, ollíste.
—Romeo: Bien, órale loco, senkiu.
La conversación no especifica si cada muchacho que fue a Metrocentro recibiría 15 dólares o si esa cantidad tendría que repartirse entre Stamper, Romeo y Jefrey.
Supongamos que cada muchacho recibió 15 dólares. Supongamos que la Policía los captura y el sistema judicial los condena a la pena máxima por extorsión: 20 años de cárcel. Eso significa que por cada $0.75 centavos, por cada tres coras que recibieron de la pandilla, ellos deberán pasar un año en las hacinadas y malolientes cárceles. Ahora, supongamos que el pago no es de 15 dólares para cada uno, sino que ese botín se tiene que repartir entre los tres: entonces, por cada $0.25 centavos, por cada cora que recibieron de la pandilla, purgarán un año de prisión. Eso, suponiendo que el botín de 15 dólares existiera.
Según las escuchas telefónicas, el pago por el riesgo de recoger “la renta” es un par de monedas. Y la pandilla regateará, porque siempre hay otros gastos que atender: comprar motos, armas, municiones, dar dinero a los veteranos de la cárcel o a los recién capturados. Los miembros de esta organización criminal a veces se arriesgan a ser encarcelados a cambio, en todo caso, de respeto, sin un centavo de por medio. Así lo discutieron tres pandilleros de Park View en una llamada a las 16:32 de la tarde del 12 de noviembre de 2012.
—Little Huezo: Te pido que me tiren el paro, que si se le puede regalar unos diez pesos al bato que la fue a traer (la renta). Sería maníaco para tenerlo de choque, perro. Acórdate que son rifones. Cuando te hacen un paro y le das una recompensa hasta más derecho tenés de decirle: homb’e, hijueputa, usted sabe que lo alivianamos.
—Blacky: Cabal, perro.
—Chury: ‘Ta bueno, perro. Allí unos cinco pesos diría yo, homb’e, pues sí.
—Little Huezo: Vaya, denles unos cinco pesos. Como vos bien sabes, Chury, antes agarrábamos esa onda 300, que 350 (dólares). Ahora que te quede claro que le hemos cortado el pelo cabal, ¿me entendés? Aunque sea diez pesos cerotes chuchos que faltan porque dicen que los juras (policías) agarraron esa onda.
—Chury: ¡N’ombre, perro! ¿O sea que allí los acapararon?
—Little Huezo: Simón. Vaya, entonces, ustedes díganle a Romeo que lleve cinco pesos al morro aquel para que, simón, se sienta bien, y tenerlo de la mano.
—Blacky: Pero si le damos cinco varas a uno, puta… Yo digo que hay que darle a los dos, perro.
—Chury: Es que allí los cinco varas para los dos va ser. Allí, dos cincuenta que agarren cada uno, homb’e, vos.
—Little Huezo: Ja, ja, ja, ja… Gran tacaño este hijueputa, ja, ja, ja. No hay pedo allí, nada más es para tenerlo de la mano. Vos acórdate que ahorita no hay gente que nos tire el paro, porque la gente se caga, ¿me entendés?
Ni quince, ni cinco, ni dos cincuenta. Según las escuchas telefónicas, Stamper, Romeo y Jefrey no recibieron ni un centavo por recoger la renta en Metrocentro Santa Ana.
IV
El dinero alcanza cuando no se comparte con nadie.
La pandilla, sin embargo, es una organización con demasiada gente queriendo meter la mano en el maltrecho bolsillo del busero, del repartidor de gaseosas o del pollo. Los $400 mensuales que paga Don José son como agua entre las manos: se diluyen, se escapan. El 14 de febrero de 2013, después de que Little Huezo coordinó el pago de varias cuotas para la clica, llegó el momento de que recibiera su parte. La renta de ese mes le pertenecía. Así se lo dijo a su mujer en una llamada grabada a las 17:01 de la tarde. El dinero ya tenía un destino en la mente del pandillero.
—Little Huezo: Vaya, el jueves vamos a ver si agarramos aquella onda, oiga.
—Joselin: ‘Ta bueno.
—Little Huezo: Y si lo agarro, de un solo voy agarrar mi parte, mi amor. Al siguiente día, tipo viernes, diun solo va ir a comprarle la cuna, oiga.
—Joselin: Sí, mi amor.
—Little Huezo: Y le va comprar leche al niño diun solo, porque quiero que mantenga unos botes allí. Pero más que todo la cunita, mi amor, la cunita.
—Joselin: Cabal.
—Little Huezo: Para quitarle ese gasto a tu mamá.
Las necesidades de Little Huezo y su familia no son las únicas. En esos días de febrero, otro miembro de los Park View conocido como el Adicto cayó preso en Santa Ana. Y la pandilla tenía que dar gestos de generosidad, pese a que una de las cuotas más jugosas que les dejaba la extorsión ya tenía dueño.
—Little Huezo: Mira cabrón, la onda que al Adicto se lo llevaron. La onda está así: la muchacha, la familia de este loco, bien sabes pue’, que son pobres. No sé qué pensás, que si le meniás aunque sea unos cinco pesos para que le lleven comida al loco.
—Blacky: ¿De cuál feria agarro?
—Little Huezo: No sé, perro. Ahí póngalo en gastos, ¿me entendés? Usted solo repórtelo allí de que a fulano de tal se le dio para comida. Es algo que puesí, se tiene que hacer, que siempre se ha hecho.
Cinco dólares para que comiera uno de los miembros de esa “mafia”.
V
Han pasado siete meses desde la primera entrega de los $400 en Metrocentro Santa Ana. Don José sigue pagando la renta con la misma exactitud con la que aparece la luna nueva una vez al mes. Las escuchas continúan. Con el paso del tiempo, los pandilleros han intentado ganar la confianza de su extorsionado. “Aquí no tengas pena, aquí estás hablando con una persona cabalita. Aquí no te vamos a echar de cabeza, nosotros arreglamos la cosa platicando, pues”. Pero esas pláticas que parecen irrelevantes, cuestan a Don José más de los 400 dólares mensuales. Además de la renta, la víctima debe comprar recargas telefónicas para que sus victimarios lo puedan seguir extorsionando. Don José, de alguna manera, paga para que lo extorsionen. Así quedó registrado en una llamada del 14 de junio de 2013, a las 10:28 de la mañana.
—Little Huezo: Ajá, ¿qué pasó?
—Don José: Deme chance, ya le voy a entregar el dinero, homb’e.
—Little Huezo: Pero hoy… Y aquella vez no me puso la recarga, ¿vea?
—Don José: Como no, se la puse.
—Little Huezo: Nombe, no me cayó ni mierda, viejo.
—Don José: Como no homb’e, se lo puse ahí.
—Little Huezo: No.
—Don José: Ahí le mandé la recarga, la que usted dijo.
—Hueso: No pue’sí, pero solo la primera vez; la segunda vez, ya no.
—Don José: ¿No? ¿No se la puse?
—Little Huezo: Nombe, no me la puso ni mierda, y sin saldo estoy ahorita, fíjese.
—Don José: Puta, se me olvidó, pero ya se la voy a poner la recarga, pues.
—Little Hueso: Va, pues, hágalo ahorita para meniar yo a la gente (para cobrarle la renta).
Según la Policía, el delito de extorsión es un problema que se disparó en el año 2006, en pleno apogeo del plan “Súper Mano Dura”, la política de choque contra las pandillas que impulsó el gobierno de Antonio Saca (2004-2009). Entre el 2000 y 2005, las denuncias por extorsión no superaban las 600 denuncias anuales, pero en el segundo año de Gobierno de Saca, esa cifra aumentó a 2,525 denuncias.
Uno de los sectores más afectados fue el transporte público, tanto que ese año las rutas de buses de oriente suspendieron labores durante varios días.
Durante el Gobierno de Funes (2009-2014), las extorsiones siempre se contaron por arriba de las 2,000 anuales. Las autoridades saben que la cantidad de personas afectadas por la extorsión son más, hay una “cifra negra”, cientos de víctimas que no se atreven a denunciar por temor a las pandillas.
Otra variable que no registra la cifra anual es la “extorsión continuada”. Es decir, denuncias que se recibieron en el 2012, pero donde las víctimas continúan pagando durante los siguientes meses, mientras la Fiscalía ordena entregas controladas de dinero o mientras escuchan centenares de llamadas para perfilar a los chantajistas. Ese fue el caso de Don José. Él denunció la extorsión a finales de 2012, pero en los siguientes 15 meses siguió desembolsando dinero para la pandilla: pagó la renta, pagó las recargas telefónicas, pero se negó a darles “aguinaldo”.
—Don José: Ajá.
—Little Huezo: Nosotros le queríamos pedir un favor. Una colaboración por ser diciembre, ¿me entiende? No la gran onda, a usté lo consideramos porque está colaborando. Tal vez nos da una colaboración de 700 (dólares).
—Don José: El problema ahí don es que no solo depende de mí. Yo he tenido problemas para declarar la renta (ante el Ministerio de Hacienda) ¿Cómo voy hacer para justificar ese dinero? Ahí quizás le quedaría un poquito mal.
—Little Huezo: Yo le estoy poniendo así porque sinceramente así lo estamos haciendo con los demás. Eso estamos hablando aquí, estamos reunidos con los muchachos. Se lo ponemos a su mano, que salga de su conciencia, qué nos va a regalar para la navidad.
—Don José: Como le repito, ahí no es cuestión mía.
—Little Huezo: Va, pues, Don José, confiamos en usted.
Don José no pagó el aguinaldo. En represalia, la pandilla se volvió más estricta, más puntual, en cobrar la cuota durante los siguientes meses.
VI
Las escuchas por la extorsión de Don José llevan a otros nombres, a otros pandilleros.
Los celos carcomían a un pandillero en el penal de Ciudad Barrios, porque sospechaba que su mujer lo engañaba. No es un pandillero cualquiera. Era un pandillero con poder. Uno que con su teléfono controlaba, autorizaba, ordenaba, cosas que sucedían en maltrechas calles de El Salvador o en una lejana ciudad de los Estados Unidos. Las escuchas los habían llevado a algunos líderes de la MS-13 y, con los líderes, a otros delitos. Algunos, en contra de sus propias mujeres.
Al pandillero azorado por los celos, le dicen Poison. Estaba encarcelado, pero tenía la capacidad de ordenar a dos clicas de la pandilla en Santa Ana que “postearan” (vigilaran) a su mujer, porque quería vengarse de ella. Eso dijo Poison en dos llamadas que realizó con otros pandilleros la noche del 22 de noviembre de 2012, entre las 20:02 y las 20:11. Poison llamó a Mario y, en la misma llamada telefónica, participó un tercer pandillero: Trucha.
—Mario: ¿Qué ondas, vos?
—Poison: Le estoy pidiendo el paro a otra gente; de otra clica me están tirando el paro y ustedes no, perro. ¿Creen que yo mintiéndoles estoy, hommi?
—Mario: Hey, guachá, ve, loco, puta… Si nosotros no te estuviéramos tirando el paro, puta, no estuviéramos aquí.
—Poison: ¿Cómo así?
—Mario: Puta, si vos decís que otra gente, de otra clica, te está tirando el paro… Eso decís.
—Poison: No, por eso, chuchito, me entendés. Si la morra está embarazada, y yo creo que el bato a la fuerza la ha agarrado.
—Mario: La onda que, pues, nosotros aquí la vamos a esperar un rato. A ver qué pedo, a ver si viene el bato, pues, con tu morra. Ahí si vienen, cabal, vamos a hacer rotativa esa onda. Y si el bato no viene, nosotros le vamos a pegar (matar) también, ¿me entendés?
—Poison: ¿Y esos locos de ahí no pueden tirar el paro de postiar algo?
—Mario: Pues sí, nosotros aquí en la cantona estamos, pues. Aquí la estamos esperando (…) No’mbre, perro, tipo le vamos a pegar, vamos a güachar. Aquí estaba casaquiando con un loco de 37 (otra clica), y me está diciendo que tipo la morra, pues sí, voluntariamente anda con el bato, pues.
—Poison: Ya vas… ¿quién es ese loco?
—Mario: El Trucha.
—Trucha: ¿Qué ondas?
—Poison: ¿Qué ondas, Trucha?
—Trucha: Pues sí, vos, allí dicen que la morra desde dendioy anda pisando con ese bato. O sea, que el hijueputa, entonces, bien se tiene ganada la matada.
—Poison: Si la maje… si la maje tiene la culpa también es de leñaciarla, y mire, hijueputa, la gran puta, aquí casaca, ¿me entendés?
En las llamadas telefónicas, los pandilleros no detallaron el lugar donde estaban esperando a Claudia, la mujer del pandillero, y se limitaban a decir que estaban en “la cantona”. Después de dos horas de espera, ni Claudia ni “el bato” que la acompañaba cayeron en la trampa. Entonces, Poison cambió de estrategia. Dijo a Claudia que la perdonaría, pero que, casi a las diez de la noche, debía mudarse inmediatamente con su suegra. La mujer sabía que estaba en peligro y así lo dijo en tres llamadas grabadas el mismo día de 2012, entre las 21:57 y las 23:30 de la noche.
—Claudia: Hola.
—Poison: ¿Esto crees que es lo que yo merezco?
—Claudia: Yo no te he fallado.
—Poison: ¿Cómo es que no has fallado si venís de estar encerrada con ese hijueputa?
—Claudia: Te estoy diciendo que no es así. Te estoy tratando de explicar y vos nunca me sabés escuchar.
—Poison: Yo ya sé quién es. En la mañana le van a caer a la familia de él.
La llamada telefónica se cortó.
Un investigador que tuvo acceso a las escuchas telefónicas definió la pertenencia a las pandillas como una “macabra forma de esclavitud moderna”. La vida de un pandillero está controlada por su clica. Y, cuando la clica resuelve asuntos sobre el mal manejo de dinero o intrigas sentimentales, los pandilleros se arrogan el derecho de decidir sobre la vida de personas que no tienen ninguna relación con su estructura. La pandilla sentencia y decide el castigo bajo una lógica: alguien tiene que pagar. Y hay una agravante: ningún civil puede pisotear el honor de un homeboy, porque se considera una afrenta contra la pandilla misma. La MS-13, por ejemplo, dictó una sentencia de muerte contra el hermano de Claudia por el hecho de ser hermano de Claudia. Así lo dijo Poison en otras dos llamadas, la noche del 22 de noviembre de 2012. En una misma frase, Poison puede decir “te amo” y “te voy a matar”.
—Poison: Agarrás un taxi para donde mi jefa, ¡pero ahorita! ¡Ahorita quiero que te vayas para allá!
—Claudia: Tampoco esa es garantía. Me van a sacar de tu casa, eso es paja.
—Poison: Oíme, pues. Te quise dar una oportunidad de salvar a tu hermano, de que te salvaras, y no lo querés agarrar. Te estoy diciendo: delante de mi jefa no te güa matar, estúpida.
—Claudia: Cuando me vean bajarme (del taxi), me van agarrar y me van a subir, y me van a llevar, y me van a destazar y de todas maneras no voy a poder salvar a nadie. Eso es lo que va pasar…
—Poison: ¡Basura, sos una basura, maldita! Te voy a buscar como una aguja. Oíme bien, pero primero vua matar a tu familia, y voy hacer de que oigás, maldita. Me pela la verga quedarme haciendo la vida en este maldito tabo.
—Claudia: ¿Cómo me iba meter en semejante cosa? Vos también pensá, ni que yo fuera bruta, uno; dos, mi hijo; otro, lo que tenemos pendiente, pero yo ahorita no tengo garantías.
—Poison: ¿Y qué es garantía para vos, puta, maldita?
—Claudia: Para mí la garantía es que yo llegue en la mañana. Vaya, me entrego y que dejen ir a mi hermano.
—Poison: ¿Y por qué te vas a entregar con ellos, pendeja? Yo soy tu marido, a mí te tenés que entregar.
—Claudia: Yo no me refiero a una entrega que me violen, sino como vos decís, que como a mí me van a matar, entonces eso es a lo que me refiero.
—Poison: Oíme bien, vas a estar con mi jefa. Que tu hermano y la bicha esa lleguen a la casa, vos mirés que están bien y que se vayan, pero vos vas a vivir en mi casa, no vas a salir, yo me voy a encargar de pagar esa deuda puta. Vas a cerrar ese negocio y vamos abrir otro negocio.
—Claudia: Toda la venta la agarraron ellos y se robaron el dinero.
—Poison: Yo te amo, estoy dispuesto a perdonarte, pero agarrá ya un taxi para donde mi nana. Si te movés mañana va ser por gusto, donde te encuentre te voy a matar.
—Claudia: Yo sé, pero te estoy diciendo que no voy a ir.
Ni Poison ni Claudia sabían que el Centro de Intervención de las Telecomunicaciones grabó esas conversaciones. Poison se enteró de que su teléfono estaba pinchado en septiembre de 2013, cuando cumplió la mitad de su tiempo de condena (cinco años de cárcel) y presentó una solicitud para gozar del beneficio de libertad anticipada. La Fiscalía movió sus piezas para bloquear el inminente beneficio: acusó a Poison en un juzgado contra el crimen organizado de San Salvador por el delito de conspiración de homicidio, en perjuicio de Claudia.
Claudia tampoco sabía que las autoridades tenían las grabaciones. Ella presentó un habeas corpus ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), en el que denunciaba que juez y fiscales fueron “sorprendidos” por alguien que usurpó su identidad. Alegaba que ella nunca denunció una conspiración de homicidio en su contra y, por lo tanto, el caso contra Poison era ilegal. La Sala de lo Constitucional resolvió que no tenía competencia para resolver la solicitud de Claudia. Sin revelar más detalles, el investigador que habló con El Faro dijo: “Las escuchas han permitido salvar un montón de vidas, pero te sorprenderías de la cantidad de colaboradores y familiares que no abandonan a los pandilleros aunque los maltraten, los humillen o los intenten matar”. La vida en las pandillas es como una macabra esclavitud, había dicho antes.
VII
El veterano pandillero Efraín Cortez, hombre fornido, de cabello canoso, con una cicatriz en la barbilla, y que cojea al caminar por una lesión en una de sus piernas, estaba en el penal de Ciudad Barrios cuando ocurrió un asesinato que sacudió a la MS-13. Hombres desconocidos abordaron un bus cerca de una gasolinera en La Unión y dispararon contra Luis Alonso Núñez Arias. Ese día, Cortez, alias Tigre de Park View, recibió una llamada. El caso de Don José ya había internado a los fiscales en las entrañas de la pandilla.
—Blazer: ¿No te han comentado nada?
—Tigre: ¿Lo de San Miguel?
—Blazer: Simón, al parecer es verdad. Ahí ‘ta El Mochila averiguando.
—Tigre: ¿Se comunicó con los homeboys de Sailor?
—Blazer: Sí.
El asesinato, en realidad, no ocurrió en San Miguel. El 13 de enero de 2013, la Policía reconoció el cadáver de Núñez Arias, de 19 años, y residente en el municipio de El Sauce, departamento de La Unión, dentro de un bus. El hecho ocurrió cerca de la gasolinera Puma de Aguacaliente, un lugar estratégico, porque ahí hay un triángulo que conecta las carreteras que conducen hacia Pasaquina, Santa Rosa de Lima y la frontera con Honduras, El Amatillo. En ese lugar, incluso, los buses internacionales hacen paradas para el abordaje de pasajeros. El lugar donde ocurrió el crimen es una zona que controla la MS-13; en particular, el programa Park View.
Los asesinos no sabían que Nuñez Arias vivió siete años en Washington, Estados Unidos, y que fue deportado por uso de documentos falsos el 10 de septiembre de 2012. Apenas tenía cuatro meses de haber regresado al país cuando unas balas acabaron con su vida. Los asesinos tampoco sabían que Núñez Arias era pandillero y que tenía contacto con varios programas de la MS-13. Es por esa razón que su asesinato fue como un avispero que desesperó a los líderes de la pandilla. ¿Cómo era posible el asesinato de un miembro de la MS-13 en territorio de la MS-13? Según las llamadas telefónicas, había indicios de que alguien de Park View había cometido un error garrafal. Lo que empezó como una intervención por extorsión se convirtió en un boleto para entrar al cuarto de secretos de la MS-13.
—Tigre: ¿Qué pasó, perro?
—Mochila: Aquí, le hablé al Chacal y me dice: no’mbe, a un homeboy de mi clica le pegaron en un bus, ahí por la Puma de Aguacaliente.
—Tigre: ¿Y cómo le decían al bato ese?
—Mochila: El Sereno.
—Tigre: Los homeboys de Sailors dicen que tendrían que ir a investigar a la casa del finado.
—Mochila: Sí, me dijo este cabrón que me iba llamar más tarde.
—Tigre: Ese tema sería el principal para nosotros como Park View. Pues sí, que le digamos, que le pidamos a la ranfla que sea lo más transparente. Y si se tiene que hacer algo, pues sí, vos sabes, ¿me entendés? Pero es de verificar, perro.
—Mochila: la cuestión es que estamos averiguando. De que era chavala (pandillero del Barrio 18) no se ha confirmado nada.
—Tigre: ‘Ta paloma, man. ‘Ta feyo ese bolado.
Efraín Cortez, Tigre de Park View, es un pandillero que se codea con la cúpula de la pandilla, al menos según la versión de las autoridades. No aparece en la lista de “objetivos de persecución” de los estadounidenses, pero en presentaciones de la Policía salvadoreña, está en una tercera línea de mando de la pandilla. En momentos de crisis, aparecía ese hombre que nació en el barrio El Calvario, de Sensuntepeque, el ocho de octubre de 1969; de “padre desconocido”, según su partida de nacimiento; un migrante que fundó la clica Park View en Estados Unidos, a principios de la década de los ochenta.
Se desconoce cuándo y por qué regresó de Estados Unidos. Los pocos documentos policiales dan cuenta de que para el año 2003 ya estaba perfilado como el fundador de la MS-13 en Sensuntepeque. En 2006 fue arrestado y condenado por extorsión, y desde entonces se convirtió en un ranflero (líder) del penal. Estuvo en la cárcel de máxima seguridad en Zacatecoluca, pero gracias a la tregua con el Gobierno de Funes logró su traslado al de Ciudad Barrios. Desde ahí, en enero de 2013, realizó una serie de llamadas telefónicas para “investigar” el asesinato de Sereno y así contener una crisis con Sailors, Hollywood y Centrales, programas que cuestionaban por qué un integrante de la MS-13 había muerto en territorio propio, y durante la tregua con el Gobierno, cuando más controles había sobre los asesinatos. Después de cuatro llamadas, Tigre ubicó a alguien en libertad que conocía el caso; mientras que en la cárcel otros líderes pandilleros como Crook de Hollywood participaban en la conversación.
—Tigre: Qué ondas, Little Duende. Puta, mira, aquí te van a hacer una pregunta unos homeboys. El Cluber de Hollywood (otro alias para Crook), y unos homeboys de Sailors. Lo que quieren saber exactamente es cómo estuvo la situación, ¿va?
—Little Duende: Es que mirá, ve, perro, un panadero se le acercó a unos homeboys y a unos chequeos, ¿me entendés? Metiéndoles cizaña de que aquí andaba un chavala.
—Crook: Ajá, metiendo cizaña de que el loco era chavala.
—Little Duende: Pidiendo cancha de esa onda, ¿me entendés? Vine yo y les dije: al suave, loco, porque, a la neta, nosotros habíamos hecho una onda un mes antes, y no teníamos por qué venir a hacer esa onda (matar). Vinieron esos locos, y como el panadero hijueputa siempre les insistió, ¿me entendés? Y hasta el mismo panadero hijo de las mil putas se fue a postear al loco, va.
—Crook: ¿A qué homeboy le dijo el panadero que el loquillo era chavala?
—Little Duende: A este loco del Demon, al Sangriento y al Homy. Y como el panadero hijueputa siempre hablando con ellos, ¿me entendés? Vienen los locos y hablaron para arriba (penal de Ciudad Barrios). Yo no sé con quién hablaron ahí, ¿me entendés?
—Tigre: Vaya, así fue. Hablaron para acá al Spyry. Él llevó el mensaje a los corredores y ellos no se dispararon, y llevaron el mensaje ´onde el Blacky, y ahí estaba el Pavas y estaba el Preston. Lo que dijeron estos es: si es chavala y anda en territorio de nosotros, háganlo.
—Crook: ¿Y quiénes le fueron a pegar?
—Little Duende: Unos chequeos fueron, vos. Un maje que le dicen el Dos y el Winner. Uno es de Santa Ana, el otro de aquí de Sensunte, y hay otro de aquí de Santa Rosa.
—Crook: ¿Y estos loquillos iban taloniando al loco en el bus?
—Little Duende: Como ese panadero cerote, ¿me entendés? Cayeron los morrillos tirándole la mara y el loco solo se les quedó viendo y no dijo nada. Después, al rato, lo andaba posteando el panadero, y dijo que en el bus iba con la gran cizaña. Vienen los morillos y se trepan al bus…
—Crook: Vaya, ¿entonces con el homeboy que hablaron más fue con el Demon?
—Little Duende: Sí. A ellos quién se les acercó fue el panadero. Yo no conozco a ese panadero, pero les he dicho que no le hagan buya a ese hijueputa… Ese hijueputa es el que insistía.
Crook de Hollywood es el alias de Élmer Canales Rivera, uno de los miembros más influyentes de la “ranfla histórica” de la pandilla. Canales Rivera, de 38 años, originario del municipio de El Carmen, La Unión, es el fundador del programa Hollywood, una de las células más grandes de la MS-13. Él fue condenado a 16 años de prisión el 12 de diciembre de 2001, y su nombre está en la lista de “objetivos de persecución” del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. A finales de enero de 2018, Crook salió durante ocho días del penal de máxima seguridad de Zacatecoluca. El fiscal general, Douglas Meléndez, justificó la salida por una “investigación clave” que realiza el Centro Antipandillas Transnacional (CAT).
Pero en aquel entonces, en 2003, Crook estaba encarcelado en el penal de Ciudad Barrios. Y, junto al Tigre de Park View, participó en varias conversaciones que pretendían esclarecer la muerte de Sereno. Así interrogaron los líderes pandilleros a uno de los autores materiales del crimen.
—Crook: ¿El panadero te dijo a vos que este loquillo era chavala?
—Demon: Simón, el maje dijo que ya lo conocía y que lo tenía controlado. Andaba (tatuado) el cuatro, el cuatro y el diez. Y el chavala lo andaba tapado, ¿me entendés?
—Tigre: Hijueputa, ya tiene… ¿De dónde habrá venido deportado ese panadero hijueputa? ¿Y ese panadero cerote ahí en Santa Rosa vive?
—Demon: Sí, aquí cerquita de donde nosotros pasa ese hijueputa.
—Tigre: Mirá, ¿y hay chavalas en El Sauce?
—Demon: Simón.
—Tigre: Esta investigación quiero de que mañana la hagan con la rueda. Si ustedes están mintiendo en que hay chavalas en El Sauce, ya saben ustedes lo que les va pasar… Van a aguantar verga.
Los pandilleros siguieron investigando. En otras siete llamadas posteriores, queda claro que descubrieron que la MS-13 cometió un error. El cuatro, cuatro, diez que el Sereno tenía tatuado no se relacionaba con nada del Barrio 18, sino que era la fecha de nacimiento de su hijo. Descubrieron, además, que bajo una pañoleta roja que siempre cubría uno de sus brazos tampoco había algún símbolo que lo relacionara con la pandilla rival. Lo que Sereno escondía bajo la pañoleta roja era el tatuaje de una pantera. En los documentos de escuchas telefónicas a los que tuvo acceso este periódico no se detalla cuál fue el futuro del panadero, tampoco el castigo que se les impuso a los autores materiales del crimen.
El Faro preguntó a la Fiscalía y al Centro Judicial Isidro Menéndez si existe alguna investigación abierta por el asesinato de Núñez Arias, Sereno, pero hasta el cierre de esta nota no hubo respuesta.
VIII
¿Cómo se castiga un error, “una cagada”, en el programa Park View de la MS-13? Alguna vez un pandillero dijo que las pandillas son una familia, pero compuesta solo por padres golpeadores. El 12 de enero de 2013, a las 05:29 de la tarde, el Poison llamó a un pandillero en libertad al que identificó como Zurdo. Ya lejos quedaba la extorsión a Don José; las escuchas arrojaban información sobre la decisión de castigar a un homeboy, aunque en la conversación no revelaron detalles sobre los motivos de lo que se encaminaba a convertirse en una golpiza.
—Poison: El Mapache tiene que ser corregido mañana. No sé si vamos a mover a un loco de Ahuachapán o bien sea con un lazo mojado, ¿me entendés, homi? Con un lazo mojado que le peguen 13 chilillazos.
—Zurdo: Mirá, yo le dije al Chury: hay una carpintería cerca, ¿me entendés? Una regla ni tan gruesa ni tan delgada. Una regla que simón, a huevo. Aquí no vamos a andar consintiendo a nadie. La Mara es La Mara. Cuando uno trae algo, simón, lo limpia, ¿me entendés?
—Poison: No, y la clica lo dice cabal: el bato ‘ta timado, ¿me entendés? Pero las nalgas las tiene buenas, homi.
—Zurdo: Cabal. ¿Así que va bajar un loco de Ahuacha? Que alisten esa madre, que mañana salimos con eso.
¿Por qué Poison estaba seguro de que unos pandilleros de Ahuahapán le ayudarían a corregir a uno de sus subalternos en Santa Ana? Una parte de esa respuesta data de principios de los ochenta.
Cuando Walter José Ramírez Guevara aún no era Poison, coincidió en Los Ángeles, Estados Unidos, con Marco Tulio Artero Driotiz, Flaco. Ellos y otros salvadoreños fundaron en la ciudad angelina, la clica Park View. Ahora, desde las cárceles, Poison controla Santa Ana y Flaco, Ahuachapán. Flaco de Park View tiene 44 años. Una relación entre dos pandilleros que se construyó en Estados Unidos décadas atrás, viajó más de cinco mil kilómetros de regreso y, aún ahora, sigue matando en El Salvador.
El 10 de junio de 2001, Flaco fue capturado por el secuestro del estudiante Melvin Peñate Rosales, y fue condenado a 25 años de prisión. Cuando fue puesto tras las rejas, Flaco ya había esparcido la semilla de Park View en Ahuachapán, y ahora es quien controla ese departamento.
IX
Desde que todo empezó, con la extorsión a Don José, pasando por los celos de Poison y la muerte de Sereno, la única mujer que había aparecido en las escuchas telefónicas era Claudia, quien suplicaba por su vida y la de su hermano. Pero la de Claudia no fue la única voz de mujer que quedó grabada. El 2 de diciembre de 2012, a las 13:32 de la tarde, un líder de Park View llamó a una mujer, pero no le dijo nada sobre asuntos domésticos, no le exigió favores sexuales, ni la amenazó de muerte por sospechas de infidelidad.
En los 15 meses de escuchas telefónicas, era la primera vez que una mujer aparecía tomando decisiones. Eran decisiones nimias, pero decisiones a fin de cuentas. En aquella llamada, la MS-13 habla sobre cómo afianzar Ataco, uno de los municipios de la ruta turística de Las Flores, en el occidente del país, donde turistas nacionales y extranjeros toman café y comen pupusas cerca de hostales decorados con madera, en una de las zonas cafetaleras de El Salvador.
—Diabla: ¿O sea que querés mover al Stamper para ahí?
—Little Huezo: Yo propuse al bato, ¿me entendés? El morro es tal vez de las personas que la mente no le da para sobrepasar. El hijueputa es mente chiquita, el hijueputa no tiene mente.
—Diabla: Es que acórdate que hay gente que sirve solo para pegar (matar).
—Little Huezo: El bato me dijo que simón, que aquí por Ataco le gustaría trabajar, ¿me entendés?
—Diabla: Creo que vamos a estar enlazados bastante tiempo vos y yo.
Diabla es el alias de Sonia Guadalupe Reyna Méndez, una pandillera de 39 años. La Policía la capturó en marzo de 2006 por el asesinato del joven Raúl Ernesto Rodríguez Prieto, quien se habría negado a ingresar a la pandilla. Diabla fue condenada a 30 años de prisión y la recluyeron en el penal de Sensuntepeque. Diabla hablaba desde la cárcel.
Diversas fuentes de El Faro que pertenecen o han pertenecido a las pandillas aseguran que la MS-13 y las dos facciones del Barrio 18 dejaron de “brincar” mujeres a las pandillas entre el 2000 y 2005. Los pandilleros se justificaron argumentando que las mujeres eran débiles, que por asuntos sentimentales creaban un mal ambiente dentro de la organización y que eran más propensas a convertirse en traidoras. Sin embargo, las mujeres que se sometieron al rito inicial de la pandilla antes de esa decisión siguen siendo miembros activos, con iguales derechos que los de un homeboy, al menos en la teoría. Ese es el caso de la Diabla y de otras mujeres que toman decisiones en sus clicas.
Un año después de su llegada al penal, una de las visitas de Diabla fue capturada porque los custodios le descubrieron 42 gramos de marihuana que llevaba escondidos en el ano. La mujer capturada dijo que había llegado a visitar a Diabla. Tres años después, en diciembre del 2012, Diabla y otros líderes pandilleros continuaban cometiendo delitos desde prisión. El 14 de diciembre de 2012, algunos miembros de Park View, entre ellos Spyry, líder nacional de ese programa, planificaron atacar a sus rivales en Ataco, Ahuachapán. Las escuchas habían llegado a la cúpula del programa de la MS-13.
—Batman: Vaya, guachá, acabo de estar turistiando (hablando) con la Diabla. Mañana vamos ahí y que sean tres ondas las que tenemos que poner ahí en Ataco (homicidios). Habíamos pensado con Cazador atacar por dos grupos. Nosotros vamos a atacar con otros locos. Si un grupo por un lugar pone tres y el otro grupo ataca por otro y pone tres, ¡puta! Son seis ondas.
—Diabla: Pues sí, no hay pedo. Mi grupo, tres va poner mañana. ¿Y vos qué pensás, Huezo?
—Little Huezo: Yo ahí estoy porque pue´sí, va a ser un comienzo.
—Sypry: Mañana, ustedes tres no tienen que desprenderse de ese teléfono mientras están trabajando.
El plan de la pandilla fue un fracaso. Diabla ordenó a unas mujeres de Santa Ana que movieran unas armas al municipio de Ataco. Y así se hizo. Luego, cuando los pandilleros recibieron las armas, en los puntos de Ataco que ellos habían determinado, aparecieron Grupos de Tarea (policías y soldados) que arruinaron sus planes.
Diabla no solo participó en diseñar planes para homicidios. Entre diciembre de 2012 y mayo de 2013, participó en otras discusiones relacionadas a la principal fuente de ingresos de la pandilla: las extorsiones. Hablaba con Spyry y Little Huezo, todos en prisiones. En las conversaciones no mencionan una clica en específico, pero todo indica que Diabla representa a un grupo importante. Las escuchas son así, más permanecés, más hondo llegás. De una extorsión, a las finanzas de la única pandilla en la lista negra del Departamento del Tesoro. Los pandilleros en este caso no hablan de un panadero. Dicen Coca Cola, dicen La Constancia, el emporio cervecero salvadoreño. Y sin embargo…
—Spyry: ¿Qué ondas con la Zeta Gas? Ya habíamos hablado algo.
—Diabla: Bien.
—Spyry: La Zeta Gas, ellos la estaban trabajando. Y, simón, la iban a trabajar y la iban a dejar para la clica. Ahora resulta que la Zeta Gas les va quedar una semana porque la han estado trabajando. Le va quedar una semana al Flaco y una semana a ellos. ¿En qué estamos? A mí no me gusta la mentira, o es una mierda o es otra, ¿va?
—Diabla: Vos viste que de esos cinco dólares no sabíamos nosotros.
—Spyry: Yo hacía mi cuenta que habían llevado 250 (dólares), más los otros 20 (dólares).
—Diabla: Pero agarraron otros cinco. Agarraron 27.50.
—Little Huezo: ¡No! Es que a la Diabla le han dado casaca. Yo le caí y después le dije a la Diabla que era mentira. Te hablé después, ¿veá?
—Diabla: Fijate que yo hablé con la maitra.
—Little Huezo: Pero resulta que esa señora no es más que una trabajadora de la Constancia.
—Diabla: Esa señora ya me dio el número del gerente que se encarga de esa onda.
… Y sin embargo, la organización global que se ha filtrado en el discurso de uno de los hombres más poderosos del planeta, el presidente estadounidense Donald Trump, a veces tiene dilemas sobre el manejo de cinco o 27.50 dólares. La conversación continuó. Esta vez, hablaban de corporaciones, no de extorsiones como la de Don José. Hablaban de cinco, pero cuesta creer que se refirieran a cinco dólares cuando se trataba, como ellos dicen, de “una empresa grande”.
—Little Huezo: Entonces, ¿ahora dio el dinero la Coca Cola?
—Diabla: Cinco varas. Oíme, dice el viejo Spyry que vos le dijiste que le ´bías puesto al Pollo Indio.
—Little Huezo: Por eso te digo, es de abrirles las piernitas ahora, ¿me entendés?
—Diabla: Vaya, el Pollo Indio son cinco varas.
—Little Huezo: Ajá. El Sinaí son cinco varas. A la Coca Cola es de subirle, ¿Yo no sé por qué la Coca Cola agarra cinco? La Coca Cola es una empresa grande. Espero que nosotros no nos vayamos a estar tortiando (extorsionando a la misma persona), porque no es digno de que simón. No es justo. Yo, como le digo a los batos: agarren mi número, me vale verga quemar mi número…